Martínez puede ser el abogado más influyente del país. Ese es su mayor activo y su mayor pasivo para el nuevo cargo

POLÍTICA

El ‘superministro’ de la presidencia

Néstor Humberto Martínez llega al gobierno con superpoderes en el nuevo cargo de ministro de la Presidencia . Ojo: puede haber criptonita.

16 de agosto de 2014

Juan Manuel Santos había tenido de tiempo atrás la idea de que la Presidencia de la República debería tener un segundo que fuera un hombre fuerte que coordinara y supervisara la gestión de los ministros y del gobierno. La primera vez que lo pensó ese hombre fuerte iba a ser él. Durante el gobierno de Andrés Pastrana trató de convencer al entonces presidente de que lo nombrara como una especie de primer ministro con jerarquía sobre los demás. Pastrana le dio vueltas a la idea pero desistió al ver la resistencia que despertaba en otros ministros la creación de un cargo con esos poderes.

El tema volvió a estar sobre el tapete cuando Santos fue elegido presidente en 2010. Uno de los elementos sugeridos en el empalme por el equipo liderado por Fernando Carrillo fue precisamente la creación de un Ministerio de la Presidencia. Por alguna razón esta iniciativa no se convirtió en realidad. Una posible explicación sería que al haber entrado al gabinete un jefe político del peso de Germán Vargas era difícil ponerle un superior.

En todo caso la idea siguió viva y con la llegada de Juan Carlos Pinzón a la Secretaria General de la Presidencia hace cuatro años se dijo que se estaba modernizando esa entidad con base en el modelo de la Casa Blanca. Allá hay un chief of staff que no solo coordina a los ministros sino también a los consejeros. Eso se hizo, pero ahora por alguna razón de lo que se habla es de otro modelo: el británico. Con la asesoría de Tony Blair y su equipo se llegó a la conclusión de que había que crear un cargo parecido al de jefe de gabinete que le sirve de apoyo al primer ministro en el Reino Unido. Ese funcionario releva a su jefe de muchas responsabilidades políticas y administrativas, de tal suerte que el jefe de gobierno pueda dedicarse a pensar en grande.

La llegada de Néstor Humberto Martínez dio el impulso final. Este abogado no pertenecía a lo que se podía denominar el primer anillo de Juan Manuel Santos antes de que este llegara a la Casa de Nariño. Sin embargo, jugó un papel tan importante en la reelección, no solo en estrategia sino en financiación, que se convirtió de la noche a la mañana en el principal consejero del presidente.

Bajo su dirección se va a reestructurar la Presidencia de la República. Pasará de ser un departamento administrativo a un ministerio, con lo cual supuestamente se le dará más jerarquía. La mayoría de los 18 altos consejeros que tenía se van a aglomerar en cuatro nuevos cargos con el rango de ministro: ministro consejero del Posconflicto, Derechos Humanos y Seguridad; ministra consejera de Gobierno y Sector Privado, y ministra consejera de Comunicaciones. Por último, está el ministro de la Presidencia, que será una especie de súper ministro con ascendencia sobre todo el gabinete.

Los nuevos ministros de la Casa de Nariño son el general Óscar Naranjo, María Lorena Gutiérrez y Pilar Calderón. Los tres son considerados idóneos para las funciones que se les asignaron, pero el que se perfila como el hombre fuerte es el nuevo ministro de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez.

Su nombramiento ha despertado tanto entusiasmo como críticas. Lo primero es que por su combinación de talento jurídico, político y buen criterio se ha posicionado tal vez como el abogado más influyente del país. Sus críticos invocan esa misma condición pues sus clientes son tantos, tan poderosos y tan cercanos que prácticamente cubren todos los sectores de la economía nacional. Esto no lo deja en una posición fácil como alto funcionario público.

Una particularidad de la nueva estructura de la Presidencia es que se decidió crear la figura del hombre fuerte cuando en realidad había dos personas que en cierta forma llenaban los requisitos para cumplir esa misión: Germán Vargas Lleras y María Lorena Gutiérrez. El nuevo vicepresidente habría podido ser perfectamente un coordinador, supervisor y ejecutor de todas las tareas del gobierno, y no solo de las que le asignó el presidente en infraestructura y vivienda.

Y María Lorena Gutiérrez, por su parte, en el cargo de ministra consejera de Gobierno y Sector Privado se había convertido en algo parecido al chief of staff o jefe de gabinete. Adelantó una importante tarea de coordinación y medición de resultados del gabinete que no se había hecho antes en el país. En esa labor se ganó el respeto del sector privado, del gobierno y particularmente del presidente.

Por todo lo anterior, la creación de un nuevo poder supra-ministerial coincidió con la circunstancia de que en la actualidad hay otros dos poderes con los cuales no será muy fácil establecer líneas divisorias. En el nuevo organigrama las cosas pueden estar claras, pero en la práctica las funciones se pueden cruzar. Por ejemplo, entre las que se le adjudicaron a María Lorena están “coordinar las tareas del gabinete, velar por la eficaz ejecución de las tareas del gobierno y las políticas públicas, y por las relaciones con el sector privado y con las regiones”. Esa lista de responsabilidades es tan amplia que suena bastante parecida no solo a la de Néstor Humberto Martínez sino a la del presidente.

En teoría, a Néstor Humberto le corresponde asegurar la gobernabilidad política, mientras a Vargas Lleras ejecutar la gestión. Pero esa interpretación puede ser simplista porque el vicepresidente va a tener mucho que ver con la gobernabilidad y el nuevo ministro de la Presidencia con la gestión. Queda por verse cómo será la línea divisoria entre el nuevo ministro de la Presidencia y el nuevo ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, ya que el manejo político quedó en cabeza de ambos. Eso no va a ser fácil. También es probable que Martínez tenga que declararse impedido con frecuencia pues casi todos sus antiguos y poderosos clientes tienen grandes intereses con el Estado.

En resumen, respecto al ministerio de la Presidencia, llegó a ese cargo una persona con amplia experiencia, que se mueve como pez en el agua en el sector público y el privado y que será un muy buen consejero para el presidente. Pero la nueva estructura de la Presidencia arranca con una confluencia de funciones y de responsabilidades que pueden crear confusión en su primera etapa.

La historia ha demostrado que la efectividad en cualquier gestión depende más de la persona que del cargo. Germán Montoya, como secretario General de la Presidencia de Virgilio Barco, hizo todo lo que se supone van a hacer ahora Néstor Humberto Martínez, Germán Vargas y María Lorena sumados.

Sin duda alguna, dado el carácter del recién nombrado ministro de la Presidencia, el cargo adquirirá una relevancia que corresponderá a las expectativas con que se creó. Néstor Humberto no pasará inadvertido ni se perderá en la burocracia y seguramente contribuirá a mejorar la gestión del gobierno. En el futuro, sin embargo, alguien con menos personalidad podría hacer que esa nueva posición sea superflua.

Un cargo muy importante que ha pasado de agache por la llegada del nuevo súper ministro es el del general Naranjo. Su título es ministro consejero del Posconflicto. Este conlleva tres responsabilidades clave: 1) Si se firma un acuerdo de paz tendrá que organizar la reinserción de los guerrilleros. 2) Reformar y modernizar el tema de seguridad ciudadana. 3) Estrategias para combatir las bandas criminales y las nuevas estructuras de narcotráfico. Esto significa que el exdirector de la Policía va a ser un funcionario clave en los próximos cuatro años.

En cuanto a Pilar Calderón, aunque ha sorprendido un poco el rango de ministra que se le otorgó a sus funciones, todo el mundo coincide en que difícilmente se puede encontrar una persona más calificada para mejorar la comunicación de este gobierno, que hasta ahora ha sido bastante regular.

Lo que no se discute es que con 16 ministerios y 18 altas consejerías, al presidente de la República no le quedaba tiempo para atender todos esos frentes. La idea de hacer más ágil y más eficiente el funcionamiento de la Casa de Nariño es lógica. Queda por verse, sin embargo, si en las actuales circunstancias la teoría funciona en la práctica. nMartínez puede ser el abogado más influyente del país. Ese es su mayor activo y su mayor pasivo para el nuevo cargoLo curioso es que el nuevo súper ministerio se creó cuando había dos personajes que podían coordinar el gabinete: Germán Vargas y María Lorena Gutierrez