JUDICIAL

El nuevo equipo de Néstor Humberto Martínez

Los nombramientos de María Paulina Riveros como vicefiscal y Fabio Espitia como jefe de delegados ante la Corte Suprema muestran que Martínez le apunta a una era de técnicos.

2 de agosto de 2016
| Foto: Vía Twitter de @FiscaliaCol

El pasado lunes, durante la posesión de Néstor Humberto Martínez en la Presidencia de la República uno de los principales interrogantes era quiénes conformarían el equipo que acompañaría al nuevo fiscal. Durante los últimos meses, la pregunta de quién ocuparía el puesto de vicefiscal, por ejemplo, se convirtió en uno de los temas clave de la elección, en especial al interior de la Corte Suprema. Pero no menos importantes resultaban ser los demás miembros del nuevo escuadrón de abogados que llegará al búnker.

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A pocas horas de posesionarse, Martínez hizo públicos los nombres de sus dos más altos funcionarios: María Paulina Riveros y Fabio Espitia. El nombramiento de la nueva vicefiscal cayó bien. Riveros es una abogada respetada y con trayectoria en el servicio público. En los últimos años se había destacado por ser una de las pocas mujeres que integra la mesa de negociación de los diálogos de paz en La Habana.

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Martínez había prometido durante su campaña que su mano derecha sería una mujer. Con eso desvirtuó falsos rumores que le hicieron daño en los primeros días, por ejemplo, el de que el expresidente de la Corte Suprema Leonidas Bustos, lo iba a acompañar en su gestión. La verdad es que Bustos nunca sonó ni se postuló ni estuvo en el radar. Ni a él le interesaba, ni Martínez pensó en nombrarlo.

María Paulina Riveros, la vicefiscal

En los últimos días cuatro nombres habían estado en la baraja, todos de muy alto nivel. La primera era Mónica Cifuentes, la mujer de la terna. Por cuenta de ser una penalista experta que conoce como pocos la Fiscalía desde adentro, muchos la consideraban la persona ideal para asumir esa responsabilidad. Se sabe que tendrá un lugar muy importante en la implementación de los acuerdos de La Habana. Algunos la dan como firme candidata a magistrada en el Tribunal Especial para la Paz.

El segundo fue Luis Felipe Henao, el exministro de Vivienda, quien en varios ranking fue calificado como el mejor del gabinete. Aunque la opinión pública le conoce sólo su fase en el ejecutivo, Henao es un penalista respetado, con experiencia y con estudios de doctorado en la Universidad de Salamanca en ese tema. La tercera que sonó fue Paula Ramírez, también experta en esa área del derecho y hoy procuradora delegada para asuntos penales. A sus 37 años, es una de las abogadas más reconocidas del país en esta materia.

La elegida finalmente fue María Paulina Riveros, quien antes de llegar a los diálogos de La Habana, había trabajado como directora de Derechos Humanos del Ministerio del Interior. Es abogada de la Universidad Externado de Colombia, magister en Derecho de la Pontificia Universidad Javeriana y conciliadora en Derecho titulada por la Cámara de Comercio de Bogotá. Tendrá la enorme responsabilidad de liderar a la Fiscalía en el área de la justicia transicional, uno de los principales retos de la entidad, pues como aseguró Martínez el día que lo eligieron esta será “la Fiscalía del posconflicto”.     

Por ahora, se sabe que Riveros no será la única. Martínez anunció una gran restructuración de la Fiscalía y uno de los principales cambios que vendrán será la creación de otras dos vicefiscalías: una para la seguridad ciudadana y otra para la alta criminalidad. Para que esa propuesta se concrete se necesita trámitar un proyecto de ley pues el organigrama del bunker solo puede cambiarse por ese medio. La principal razón de este cambio es que con la última modificación del organigrama el vicefiscal quedó concentrando demasiado poder al interior de esa entidad. Cuando la reforma tenga lugar, se anticipa que Riveros será vicefiscal encargada exclusivamente de las temáticas del posconflicto, que es lo que conoce mejor. 

Fabio Espitia, el jefe de fiscales ante la Corte Suprema

La llegada de Fabio Espitia al equipo de Néstor Humberto Martínez llena un vacío indispensable: será el penalista con mayor rango en la cúpula. En la tarde del lunes cuando el fiscal anunció su nombramiento las redes sociales se llenaron de elogios. Aunque Espitia no es uno de esos juristas que sale en medios todos los días, centenares de abogados lo conocen y por eso su designación generó tanta expectativa.

Espitia ha sido el profesor favorito de varias generaciones. Por décadas ha dictado las clases de derecho romano, penal general y procesal penal en varias universidades, especialmente en su alma mater El Externado y en la Universidad del Rosario. “La clase con Espitia era tal que sacarse un tres daba la felicidad de un cinco”, dijo una de sus estudiantes en Twitter. Su talante académico humanista y su perfil discreto seguramente le imprimirán un nuevo estilo a la Fiscalía.

Espitia tendrá la labor de coordinar los procesos penales contra los altos funcionarios del Estado que se llevan ante la Corte Suprema. A ese puesto vuelve luego de más de una década. Tendrá ahora la ventaja de haber combinado el trabajo en la baranda judicial y el ejercicio profesional independiente.

Ambas designaciones tienen varios significados. El primero es que Martínez privilegió el carácter técnico a los protagonismos políticos, y así dejó claro que, por el momento y en la cúpula, la entidad no va a ser un fortín partidista como se le había acusado por su cercanía a Cambio Radical. El equipo de Martínez que se conoce hasta el momento está compuesto por funcionarios con experienca y un perfil prudente, muchos de ellos reconocidos en otros organismos como "adictos al trabajo". El nuevo fiscal tiene la teoría de que "cada loro debe estar en su estaca". Es decir, que cada quien debería focalizar su trabajo en lo que hace mejor. Se espera, por ejemplo, que vengan cambios en la planta de personal, pues hoy alrededor de 600 fiscales cumplen otras labores como de asesoría o administrativas. 

Por otra parte, en su primera movida burocrática, eligió dos externadistas, siendo él javeriano, algo que en el mundo del derecho no suele ser muy común. Así,  Martínez comenzó lo que él denominó en su posesión como una “reingeniera” de la Fiscalía. Muchos anticipan que la llegada de esos dos nombres es el comienzo de una renovación total en el bunker.