NACIÓN
Ni sueñen con que Uribe se va de la política
Quien quiera perder una apuesta por anticipado, que case sobre la mesa por el retiro de Álvaro Uribe de la política.
Ni siquiera con su partida, como suele ocurrir con los grandes, se pondrá fin a su poder de influencia sobre un vasto sector de los colombianos.
Uribe nació para la política y su existencia parece atada indefectiblemente a ella.
La pregunta surge porque ante su proceso penal, que sigue con especial atención y estoicismo, algunos sectores vaticinan “el fin de Uribe”.
Y sí, Uribe ha dicho muchas veces que no volverá al Senado de la República y no estará en la lista de candidatos del Centro Democrático al Senado en 2022.
También notificó que no va a expresar apoyo público por uno u otro de los precandidatos presidenciales que se disputan la nominación presidencial del partido que él fundó, el Centro Democrático.
Y ha explicado sus dos decisiones
Por un lado, ha dicho que no estará en la lista de candidatos al Congreso porque siente que debe enfrentar primero el proceso penal, que fue, precisamente, lo que lo hizo renunciar a su curul en el Senado.
“Este proceso judicial que llevo sobre mis hombros, injusto, me obliga a mí a tener que decir que no puedo poner mi nombre en consideración de los colombianos”, dijo para desvirtuar su aspiración al Senado.
Y sobre su decisión de no inclinarse a favor de alguno de los precandidatos presidenciales, precisó: “La verdad es que yo soy consciente de que el daño que me han hecho le hace daño a cualquier candidato que yo apoye. Entonces, yo no voy a apoyar candidatos, yo voy a apoyar la democracia”.
Uribe, que ha visto por primera vez cómo cae su apoyo en las encuestas de opinión, teme que un respaldo directo suyo a alguno de los candidatos signifique, antes que una ayuda, su entierro.
El remate de esta última expresión recobra mucho sentido, pues ese parece ser su gran afán: “la democracia”.
Pero esta frase de Uribe en su refugio de El Ubérrimo (su finca en Córdoba), tras recobrar su libertad en el marco del proceso penal que se le sigue por el tema de los testigos falsos, el 21 de octubre de 2020, parece revelar todo el secreto de su vida y el sentido de esta historia: “Ojo con el 22. Por la defensa de la libertad y la democracia, hasta el final”.
“Ojo con el 22″, parece reflejar su preocupación por el riesgo de que en las elecciones presidenciales de 2022 Colombia caiga en manos del socialismo que encarna Gustavo Petro.
Para Uribe, como para muchos de sus seguidores, la decisión de las urnas en 2022 no será si se elige a uno u otro, sino si se mantendrá el actual modelo de mercado, de libertades individuales y de empresa, o si se dará el salto al vacío, al socialismo, como ha ocurrido en naciones vecinas.
Uribe hizo dicha advertencia cuando ya había expresado que no volvería al Senado. Y cuando había tenido que salir de esa corporación a la que fue elegido en 2018 como cabeza de lista con 2 513 320 votos, haciéndose a 19 de las 108 curules.
Tras dejar la Presidencia en 2010 en su segundo mandato, Uribe fue dos veces al Senado de la República como líder de la oposición: en 2014 y en 2018. Ambas con la más grande votación para una lista de candidatos a Senado.
Pero la expresión de Uribe que pone un horizonte a lo que puede ser su vida política, también la dijo ese día: “Por la defensa de la libertad y la democracia, hasta el final”.
“Hasta el final”, en la idea de Uribe, será hasta siempre
Además, la tradición en Colombia no es que los expresidentes se retiren de la vida pública. Por el contrario, ha sido costumbre que sigan siendo tratados como líderes y consultados.
Entre los expresidentes más influyentes de épocas recientes están los expresidentes Alberto Lleras Camargo, dos veces Presidente de Colombia, y quien aunque se apartó de la vida pública directa, era tenido en cuenta por sus declaraciones esporádicas.
Carlos Lleras Restrepo intentó volver por segunda vez al Palacio Presidencial, pero al fracasar en su intento, fundó la revista Nueva Frontera, desde donde ejerció una gran influencia sobre los asuntos públicos.
El expresidente Alfonso López Michelsen intentó llegar también por segunda vez al poder, pero al no lograrlo, se dedicó a influir en los temas públicos a través de columnas de opinión. Su última columna en el diario EL TIEMPO, la escribió pocos días antes de partir, a los 94 años.
Algo que hace pensar en lo que pueden ser los próximos años de Uribe es lo que han sido los anteriores. Él se califica como un “guerrero”, que lo ha sido.
Uribe se formó desde muy temprano en la briega.
Su madre, María Laura Vélez de Uribe, fue una mujer a la que le gustaba la política. Era líder local, movía comunidades y resolvía problemas, no solo los de su familia, sino los de los vecinos.
Alberto Uribe Sierra, su padre, fue un empresario del campo, un ganadero y hombre de negocios.
Apenas superaba los 20 años cuando comenzó su ejercicio en la vida pública. Trabajó en la Aeronáutica Civil y el Ministerio de Trabajo.
Tras descubrir el misterio de las urnas, Uribe se volvió un ‘mago’ para seducir electores.
Fue concejal de Medellín, gobernador de Antioquia, senador en muchos periodos y dos veces Presidente de la República (2002-2010).
Uribe tiene muchos récords: Fue elegido presidente por fuera de su partido, el primero en lograr su reelección inmediata. Y el primero en lograr su elección en primera vuelta.
Ningún otro mandatario ha ostentado los niveles de aprobación a su gestión durante todo su gobierno. Uribe lo hizo durante sus dos mandatos.
En su momento el diario El Colombiano relató que “las cifras de popularidad del Presidente Álvaro Uribe Vélez durante sus ocho años de gobierno son históricas. Su imagen favorable osciló en un rango que va desde 63 por ciento en febrero de 2010, la más baja que se presentó -antes de que la Corte Constitucional declarara inexequible la segunda reelección- hasta el 85 por ciento en julio de 2008, luego del éxito de la Operación Jaque”.
Pero también es el primer exmandatario en tiempos recientes que ha sido privado de la libertad.
El expresidente Gustavo Rojas Pinilla (no elegido popularmente), fue condenado por el Senado, y arrestado por otras razones, en condiciones muy particulares (en una fragata), entre finales de 1957 y comienzos de 1958, apenas por una semanas.
Muchos años después Rojas intentó volver al poder a través de las urnas, pero tampoco lo consiguió.
Es dable pensar que el final de Uribe no será el de Rafael Reyes o López Pumarejo, que prefirieron cierto exilio. Ni el de Marco Fidel Suárez dedicado a la literatura.
Uribe, en todo caso, entre sus aciertos y equivocaciones -que las ha aceptado- forma parte de una larga lista de estadistas que ha marcado la historia de Colombia.
Hoy Uribe está hoy sentado ante los tribunales en un proceso penal que también ha marcado su vida.
Pero, en cualquier caso, pase lo que pase, “hasta el final”, como él mismo lo afirmó, independiente de lo que digan los jueces, Uribe seguirá vigente en política por mucho tiempo.