GOBIERNO
“Nicolás Maduro no puede entrar a Colombia, a la posesión de Gustavo Petro, mientras yo sea el presidente”: Iván Duque
En entrevista con SEMANA, el mandatario se sinceró sobre lo que piensa del encuentro Petro-Uribe, del informe de la Comisión de la Verdad, de la renuncia del general Zapateiro, del futuro de Ecopetrol y de darles una segunda oportunidad a Iván Márquez y su gente.
VICKY DÁVILA: ¿Cómo vio la reunión de Petro con Uribe?
IVÁN DUQUE: Positiva. En democracia no podemos llamarnos enemigos. Tenemos disensos, diferencias, podemos ser contradictores, opositores si se quiere, pero no enemigos. Y me parece sano el hecho de que se abra un espacio de conversación. Para el país no es bueno el unanimismo, pero tampoco el odio y la polarización.
V.D.: A usted sí le tocó una oposición feroz de Petro…
I.D.: Cuando gané las elecciones, antes de dar mi discurso de victoria, ya me habían anunciado, no solamente oposición, sino que me habían anunciado que hasta irían a las calles durante todo mi periodo, evitando el desarrollo de mi Gobierno y me llegaron incluso a cuestionar si el Gobierno terminaría. Creo que esta es una oportunidad para demostrar que en democracia no se paga con la misma moneda. Que en democracia, se pueden mantener las diferencias, y que las diferencias, mientras sean sanas y republicanas, son positivas. Por supuesto, también es una demostración de que la oposición no puede ser cerrera y pétrea. No. La oposición tiene que ser el ejercicio de que lo que no conviene, se pueda discutir y sugerir modificaciones. Y lo que conviene, se respalde.
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V.D.: ¿Qué opina del acuerdo nacional propuesto por Petro y lo que ha logrado hasta ahora?
I.D.: Tener la capacidad de invitar a que se construyan acuerdos me parece bien, pero hay que tener mucho cuidado con el unanimismo, porque es tan peligroso como la polarización. Son dos extremos de una realidad política. El unanimismo termina convirtiendo el ejercicio de la política en un servilismo, y la polarización termina convirtiendo cualquier tipo de discusión en agresiones y falta de canales de entendimiento. Creo que, frente a esas dos cosas, tener la capacidad de acordar temas, disentir, es lo que más le conviene a la democracia.
V.D.: ¿Se parece el acuerdo nacional de Petro a la unidad nacional de Juan Manuel Santos?
I.D.: ¿Por qué no?
V.D.: ¿Está preocupado por Venezuela?
I.D.: Yo vivo preocupado por Venezuela.
V.D.: Le hablo a propósito de los acercamientos del presidente electo con Nicolás Maduro.
I.D.: Nosotros tenemos una relación de hermanos siameses con Venezuela. Ya hemos acogido a casi dos millones de migrantes en nuestro territorio, pero claramente Nicolás Maduro es un criminal de lesa humanidad. Está siendo investigado por la Corte Penal Internacional, tienen órdenes de captura por narcotráfico en Estados Unidos, él, Tarek William Saab, Diosdado Cabello, y otro grupo de su círculo más cercano. Además, hay más de 50 países que no lo reconocen como un gobernante legítimo. Entonces entiendo la preocupación que existe cuando se habla de un acercamiento, es para que mejoren las relaciones comerciales, económicas, etcétera.
Creo que la primera cosa que hay que exigirle a Maduro es que entregue a los terroristas colombianos que están protegidos en ese territorio, a los cuales él les ha dado santuario, dinero y los ha incluido en todas las líneas de negocio del ‘cartel de los soles’. Me parece también que, si va a haber acercamientos, también tienen que exigirle a él que pare el enclave narcotraficante que está detonando el aumento de los cultivos ilícitos en la frontera, específicamente en el Catatumbo. Tener con él una relación de diplomacia, meliflua y de salón, como la hemos tenido en otras épocas, no es una buena receta. Además, el futuro de Venezuela parte de la base de que haya elecciones libres, transparentes y con veeduría internacional para que la resistencia democrática pueda realmente, con garantías, enfrentar al dictador.
V.D.: Entiendo que Casa Militar es la que organiza el protocolo de la posesión presidencial. ¿Iván Duque, presidente de Colombia hasta el 7 de agosto, va a permitir que Nicolás Maduro asista a la posesión de Gustavo Petro?
I.D.: Vicky, las posesiones de los presidentes se organizan con Cancillería y Casa Militar. Iván Duque, presidente de Colombia, no reconoce a Nicolás Maduro como presidente legítimo de Venezuela. Eso quiere decir que mientras yo sea el presidente de la república, Nicolás Maduro no entrará a territorio colombiano. Si el próximo presidente lo quiere tener aquí en Colombia, lo podrá hacer una vez haya jurado como presidente. Si él quiere hacerle ese reconocimiento y si le quiere hacer esa invitación mientras yo sea el presidente de Colombia, Nicolás Maduro no es reconocido como jefe de Estado de Venezuela.
V.D.: ¿Está preocupado por Ecopetrol?
I.D.: Sí, me preocupa.
V.D.: ¿Por qué?
I.D.: Porque en los últimos días la caída de la acción ha sido grande. Y sobre todo me preocupa porque Ecopetrol no es de los gobernantes, es del pueblo colombiano. Se han logrado los mejores resultados financieros de la empresa en su historia, aumentamos las reservas y esperamos darle muy buenas noticias al país antes del 7 de agosto. Hemos diversificado el portafolio de la empresa, convirtiéndose hoy en la mayor autogeneradora con renovables no convencionales. Se ha fortalecido el gobierno corporativo, se ha logrado la mayor inversión fuera de Colombia y hoy está produciendo más de 50.000 barriles al día en la cuenca del Permian, en Texas. Entonces el desempeño ha sido muy bueno. Y, obviamente, los mercados en este momento están viendo un camino de incertidumbre. Imagino que, en la medida en que se vaya confirmando el próximo gabinete, se darán cuenta de que la única cosa que no puede pasar es que vayan a matar la gallina de los huevos de oro.
V.D.: Presidente, ¿por qué no asistió a la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad?
I.D.: Vicky, había una agenda programada hace seis meses. Colombia tenía una participación estratégica en la Cumbre de los Océanos, en Lisboa. Recibimos un mensaje a través de internet, que llegó a la Presidencia, y se sugirió correr el evento un día más. Los miembros de la Comisión expresaron que no. Entonces dijimos: ‘Bueno, sigan adelante con la presentación’, y acordamos que tendríamos una reunión en la Casa de Nariño para recibir formalmente el reporte y así se hizo.
V.D.: Algunos pensaron que usted no asistió porque no quería avalar ese informe final de la Comisión de la Verdad.
I.D.: Siempre es bueno tener memoria. Cuando fui elegido, visité la Comisión de la Verdad. Les dije que contarían con el respaldo presupuestal e institucional para cumplir con su labor y eso fue reconocido por el padre Francisco de Roux. También respaldé, cuando fue necesario, extender el periodo por seis meses más, porque ese reporte estaba previsto para entregarse a finales del año pasado y comienzos de este año. Ya recibimos el reporte, no es vinculante, tiene hallazgos y recomendaciones interesantes para el debate nacional. No son recomendaciones sacrosantas, ni mucho menos estamos hablando de que son cláusulas pétreas. Eso quiere decir que podemos estar de acuerdo o en desacuerdo y tener la posibilidad de no quedarnos en si son buenas o malas, si nos gustan o no, sino también hacer sugerencias alternativas.
V.D.: Me hace reír cuando dice “pétreas” (risas). Le voy a decir por qué. El escenario que vimos el día de la entrega del informe sí fue muy Petro.
I.D.: Yo no estuve allí, entonces me acojo a su interpretación.
V.D.: Muchas recomendaciones de la Comisión van de la mano del plan de gobierno del presidente electo, Gustavo Petro. ¿Qué piensa?
I.D.: No voy a entrar a calificar. Hay dos formas de mirar el reporte. Una son los hallazgos sobre lo que ocurrió durante décadas de confrontación y donde claramente lo primero que tenemos que entender los colombianos es que aquí no hay crímenes de derecha y de izquierda. Hay crímenes. Un asesinato, secuestro, extorsión, violación de los derechos humanos es un crimen, cométalo quien lo cometa. Ahí tenemos que asumir que el terrorismo paramilitar y guerrillero son la misma cosa, no hay atenuante ideológico ni político frente a ninguna de esas conductas y, por lo tanto, deben ser vistas bajo el mismo prisma, a la luz del derecho internacional y del derecho nacional.
V.D.: ¿Y la otra forma, presidente?
I.D.: También hay que tener claro que, históricamente, la fuerza pública ha sido institucional. Ha defendido la vida, honra, bienes, derechos y libertades de todos los colombianos e integralmente ha cumplido con su mandato. Puede haber individuos que en su función transgredieron el honor militar y, por lo tanto, deben ser sancionados. Pero no se puede generalizar o estigmatizar a quienes legítimamente han defendido al pueblo colombiano.
V.D.: Usted dice que el informe no es vinculante, pero el presidente electo anunció que lo acatará.
I.D.: Esas recomendaciones no se aplican por decreto o voluntad. Son discusiones que requieren, muchas de ellas, un debate legal, otras requieren actos legislativos. Otras, a mi modo de ver, están tocando ejes axiales de la Constitución y, al modificarlos, se podría generar una sustitución de nuestra carta política. Entonces, no es que uno diga que acoge las recomendaciones. Tienen que ser debatidas en un contexto más amplio.
V.D.: ¿No pueden ser impuestas?
I.D.: Claro, pero también una cosa es la verdad y hallar o aproximarse a la verdad o tener una discusión sobre la verdad, y otra muy distinta es formular políticas públicas que poco o nada tienen que ver con la verdad. Así como hay unas recomendaciones que tienen valor y guardan relación directa con los hallazgos, hay otras que no. Por lo tanto, me parece sano, y eso lo hablamos con el padre De Roux, que tengamos diferencias y son para discutirlas en democracia. La Comisión termina sus funciones el 29 de agosto. A partir de ese día no existe más.
V.D.: Presidente, miremos algunas recomendaciones. Reducir el tamaño de las Fuerzas Militares, ¿se puede?
I.D.: A mi modo de ver, es un gran error. La presencia del Estado a nivel territorial debe ser todavía mayor para ejercer un control efectivo e integral. Cuando empecé el mandato, la fuerza pública ya había tenido una reducción de casi 30.000 hombres. Fuera de eso, por unas decisiones judiciales, tuvimos una estampida de policías que pidieron el retiro y se debilitó el pie de fuerza. Lo hemos recompuesto.
V.D.: ¿Puede garantizarse la seguridad de los colombianos con un Ejército más pequeño?
I.D.: En absoluto. Colombia necesita tener más fuerza Pública.
V.D.: Igualmente, el informe sugiere que el servicio militar también vaya desapareciendo.
I.D.: Ya se han dado muchos pasos. El servicio militar obligatorio ya no existe. En Colombia se logró durante mucho tiempo un reclutamiento que era multiestrato. Eso hay que volverlo a recuperar, porque el servir a la patria tiene que ser una oportunidad de todos. Estoy de acuerdo en que no sea obligatorio, pero sí persuasivo.
V.D.: Petro propuso eliminar el Esmad. La Comisión de la Verdad propone modificarlo o acabarlo.
I.D.: Ya tenemos más de 20 años con el Esmad. Es una fuerza especializada para contener disturbios con la menor letalidad posible. En 20 años solamente se han presentado tres incidentes letales que han sido investigados.
V.D.: ¿Y cómo era antes?
I.D.: En el Gobierno del presidente López Michelsen se presentaron decenas de muertos en uno de los paros más duros de los últimos 50 años. Vimos cuál fue el resultado por el hecho de no haber tenido fuerzas especializadas. Hoy tenemos uno de los cuerpos antidisturbios más preparados de América Latina y el Caribe.
V.D.: ¿Cómo se imagina al país sin el Esmad?
I.D.: El día en que se desmonte el Esmad se va a presentar para muchos sectores una oportunidad de combinar todas las formas de lucha, con terrorismo urbano de baja intensidad, para atentar contra locales comerciales y la propiedad privada. En ese momento tendremos un debilitamiento de la capacidad de respuesta de la fuerza pública para proteger a los ciudadanos. Soy partidario de que el Esmad debe fortalecerse y mejorar sus protocolos.
V.D.: ¿O sea que es peligroso acabar con el Esmad?
I.D.: Es gravísimo. Si usted mira, Francia tiene alrededor de 20.000 hombres antidisturbios y Alemania, el Reino Unido y España son países que tienen cuerpos como este, altamente especializados.
V.D.: La Comisión de la Verdad también recomienda sacar a la Policía del Ministerio de Defensa y llevarla al Ministerio del Interior. Es otra propuesta en la que coincide con Petro. ¿Qué opina?
I.D.: Es equivocado, es un error.
V.D.: ¿Por qué?
I.V.: La Policía lleva 130 años de historia y los primeros 60 fueron muy traumáticos. ¿Por qué? Porque estaba en el Ministerio de Gobierno, era una Policía que se había politizado a tal punto que algunos la llamaban la ‘Policía chulavita’, en la época de la violencia bipartidista. ¿Qué ocurría? Llegaban los ministros y empezaban las presiones políticas locales o en el parlamento: “Asciéndame al uno, modifíqueme al otro, mándeme a este para allí”. Se volvió una Policía absolutamente enclenque por la manipulación política.
V.D.: ¿Cómo cambió?
I.D.: Gustavo Rojas Pinilla dijo: vamos a trasladar la Policía al Ministerio de Defensa, respetando su condición civil, pero para mejorar la integración de todas las fuerzas. El presidente Alberto Lleras Camargo, ese gran estadista, también la mantuvo allí y desde entonces hemos visto los grandes éxitos contra el narcotráfico, el terrorismo, el crimen transnacional, porque tenemos una Policía fuerte, robusta, con disciplina, apolítica, y con un gran nivel de coordinación con todas las fuerzas. El día que la Policía salga del Ministerio de Defensa, habremos retrocedido más de 40 años.
V.D.: Lo que hemos sabido es que esa propuesta no ha caído bien y que hay muchos generales preocupados y desmoralizados…
I.D.: Hay preocupaciones que no son de ahora. Cuando era senador, recuerdo que esa propuesta la llevaron al Congreso. A mí me quedan 36 días, pero si la Policía sale del Ministerio de Defensa se le habrá hecho un daño irreparable a la seguridad de Colombia.
V.D.: La Comisión de la Verdad también plantea cambiar la mecánica para elegir al fiscal general. ¿Le preocupa?
I.D.: La forma en la que está concebida la Constitución es interesante. Hay que entender cuáles son sus ejes axiales, aquellos que, si se llegan a modificar, la sustituyen. Si hay una institución por excelencia, hija de la Constitución de 1991, es la Fiscalía General de la Nación. Álvaro Gómez Hurtado, defensor de su creación, contemplaba que esa institución es una especie de bisagra. ¿Por qué terna el presidente? Hay separación de poderes y colaboración armónica. La Fiscalía no podría operar sin el apoyo de la Policía y ese vínculo es indisoluble y viceversa. También tiene esa bisagra con el Poder Judicial, porque elige la Corte Suprema de Justicia. Si se llega a romper ese proceso, se rompe un eje axial. La Corte Constitucional ha dicho que esos son temas de la naturaleza propia de la Constitución y que, al cambiarse, la terminan resquebrajando.
V.D.: Otra recomendación de los comisionados es cero glifosato. ¿Está de acuerdo?
I.D.: No se trata de ser un defensor a ultranza del glifosato. Hoy tenemos erradicación manual, desarrollo alternativo, sustitución y también aspersión. Hay que contemplarlas todas. Colombia, entre 2000 y 2014, pasó de 198.000 hectáreas de coca a menos de 50.000. Y entre 2015 y 2018 pasamos de menos de 50.000 a más de 200.000. Hubo solo un factor común y fue que se paró la aspersión con glifosato. Ahora han empezado a aparecer decisiones judiciales que le dicen también no a la erradicación manual.
V.D.: Muy grave, presidente. ¿Qué consecuencias podría traer esto?
V.D.: Aquí se llega a desmontar la erradicación manual y se mantiene la idea de que no se puede asperjar, y el país, en menos de un año y medio, tendrá más de 300.000 hectáreas de coca. Eso significará el mayor combustible para la criminalidad que se haya presentado. Por eso paramos esa tendencia creciente, la bajamos y logramos las mayores incautaciones de la historia de Colombia. Hemos destruido un promedio de 5.000 laboratorios de alcaloides, año tras año, en este Gobierno, y eso no se puede detener.
V.D.: Sobre la ayuda internacional, la Comisión de la Verdad dice: “No nos den nada para la guerra”.
I.D.: La colaboración internacional es vital. Este es un tema de corresponsabilidad. Hay una doble moral. Toma mucho enfrentar esto desde la oferta, pero en el plano de la demanda los países de mayor consumo no están haciendo nada pedagógico para que sus ciudadanos consuman menos narcóticos y eso genera un gran desequilibrio.
V.D.: Sin la ayuda de Estados Unidos con el Plan Colombia, por ejemplo, y de otros países para combatir el narcotráfico, ¿sería más efectiva la lucha antidrogas en el país?
I.D.: Sin Estados Unidos, sin el plan Colombia, las Farc hubieran llevado este país a un Estado fallido.
V.D.: ¿Pero de aquí en adelante?
I.D.: La colaboración no solamente es antinarcóticos, es de apoyo militar y policial y también está el desarrollo alternativo.
V.D.: Pero la Comisión ve el apoyo internacional como una injerencia...
I.D.: No lo veo como una injerencia. No podemos construir verdades sobre la base de premisas falsas en acápites. Entonces, “es que es el imperialismo yanqui”. No, acá no hay imperialismo yanqui. Aquí hay una corresponsabilidad. ¿Por qué decidió Estados Unidos entrar a apoyar a Colombia? ¿Porque quería injerir? No. Se dio cuenta de que necesitábamos trabajar de la mano y que para controlar la llegada de más droga a ese país era importante fortalecer la fuerza pública colombiana y la justicia, que es otra cosa que a la gente se le olvida hablar.
V.D.: Los comisionados hablan de caminar hacia una regulación. ¿Eso es legalización? ¿Se puede?
I.D.: Cuando alguien dice “Colombia debe legalizar”, pregunto: ¿legaliza Colombia solita y 180 países siguen en el prohibicionismo? ¿A dónde llegamos? ¿A ponernos entonces la marca registrada de narcopaís o narcoestado? Eso es darle patente de corso al narcotráfico para tener terreno fértil. Por eso, siempre he dicho que una discusión sobre la legalización tiene que ser global. ¿Estamos ante una realidad de poderlo alcanzar? No. Y nos toca vivir también con esa difícil situación.
V.D.: La Comisión también recomienda negociar con ELN, las disidencias y demás. ¿Alguna opinión?
I.D.: No creo en el ELN, y esto que le voy a contar nunca lo he contado. Cuando inició el Gobierno, dije: “¿Vamos a tomarnos 90 días para revisar cómo fueron los 17 meses de conversaciones con el Gobierno que me antecedió?”. En ese tiempo, de negociaciones o diálogos de paz, mataron a 100 personas, produjeron 400 actos terroristas y secuestraron a más de una decena de ciudadanos. Entonces dijimos: “Ese camino de entrar a echar cháchara mientras están haciendo todas estas atrocidades no tiene sentido. Estamos dispuestos a entrar a una aproximación de construcción de paz, pero sobre la base de que se suspendan las actividades criminales y se liberen los secuestrados”. Muy bien, pasaron unos meses… Después, cuando fui a la posesión del presidente López Obrador, me hicieron llegar un sobrecito con una cartica que por ahí la tengo guardada.
V.D.: ¿Qué decía esa “cartica”?
I.D.: Me decían: “Iniciemos un camino de conversaciones, etcétera”. A partir de ese momento se me aproximaron personas de Naciones Unidas y también del Vaticano, después de la visita que yo le había hecho al papa Francisco, y me dijeron: “Mire, hay un camino, una oportunidad que se abre”. Me decían que le diéramos un chance a la construcción de la paz.
A los 20 días, nos mataron 22 muchachos con un carro bomba en la Escuela General Santander. Entonces uno con esos bandidos no se puede tener confianza porque son eso: bandidos, asesinos, terroristas, criminales. Y la prueba es que cada vez que tienen una oportunidad para hacerles daño a los más inermes de la sociedad, lo hacen. Entonces, ¿que se pueda construir un camino? Sí. Pero la pregunta es ¿qué tipo de camino? ¿Queremos darles a ellos patente de corso y validarles ese megacongreso nacional descentralizado para llegar a una asamblea constituyente, y mientras tanto siguen lacerando al pueblo colombiano? No, no creo que ese sea el camino. Habrá otros a los que les gustará. Por lo menos en lo que a mí respecta, mientras he sido presidente, nunca he debilitado al Estado frente a las presiones criminales de ese grupo.
V.D.: Iván Cepeda propuso que los disidentes de las Farc como Iván Márquez tengan una segunda oportunidad y puedan regresar al proceso de paz. ¿Eso es viable?
I.D.: Si le dan otra oportunidad a Iván Márquez, van a terminar premiando una vez más al terrorismo. Se habló de verdad, justicia, reparación y no repetición, y él no cumplió ninguna. Pero, aparte de eso, volvió al terrorismo, al narcotráfico, al asesinato, entonces, ¿cómo así? Lo que tanto se dijo, que después de la firma del acuerdo nadie podría volver a la criminalidad, y ahora le dicen: “No, venga, usted estaba allá jugando a la lleva de colores en Venezuela, y estaban en el tacho, entonces ahora sí venga y entre nuevamente a donde estaba”. Eso es una vergüenza.
V.D.: ¿Entonces qué hacer con Márquez y su gente?
I.D.: Está solicitado en extradición por Estados Unidos. Es un objetivo de alto valor para las Fuerzas Militares de nuestro país. Mientras yo sea el presidente de Colombia, e Iván Márquez tenga un piecito en Colombia, lo vamos a dar de baja. En eso debemos tener absoluta certeza. A él le quedan 36 días conmigo. De ahí para adelante yo espero que la sociedad colombiana le pueda reclamar a ese bandido el daño que le ha hecho a este país y sobre todo las masacres de líderes sociales que han cometido esas disidencias. De políticos no han tenido nunca nada. Son la más vil expresión del narcotráfico, y, de hecho, Marlon Marín, su sobrino, fue el que les dio a las autoridades norteamericanas toda la información de cómo él y Santrich continuaron con las actividades de narcotráfico después de la firma del acuerdo.
V.D.: Para terminar, ¿el informe de la Comisión de la Verdad es la verdad?
I.D.: Es muy difícil contestarle eso. Si le digo sí o no, estaría tratando de creer que hay realidades absolutas. Ese es un reporte que hay que leer, debatir y tenemos que partir de una base: verdad no hay sino una, y esa verdad requiere que tengamos todos los colombianos dos elementos de claridad.
El primero es el respeto por las víctimas. No las podemos convertir en parte de un pimponeo de culpas. Hay que entender que merecen atención y reparación. En este país se hizo daño hablando de las causas objetivas del conflicto, porque muchos criminales que se mal llamaron revolucionarios trataron de justificar asesinatos, secuestros y toda suerte de violaciones. Ellos querían defender unas causas objetivas de esa violencia. Para mí no existen.
Para mí no hay ninguna diferencia entre Salvatore Mancuso e Iván Márquez, ni entre Carlos Castaño y Raúl Reyes. Son criminales, no trato de atenuarles su comportamiento, ni de romantizar su lucha, son criminales. Ese reporte nos tiene que servir para que entendamos que esos crímenes no se pueden volver a repetir en nuestro país y que a esos bandidos hay que siempre tenerlos acechados con el imperio de la ley.
V.D.: Ese informe muestra al Estado como el gran culpable y, de alguna manera, atenúa el accionar de los grupos armados criminales.
I.D.: No puede haber ni justificación ni atenuantes. Hay una diferencia muy clara entre las fuerzas del orden y las que quieren subvertirlo.
Las fuerzas se guían por unos protocolos legales y cualquier conducta contraria tiene una sanción. Los otros son criminales, de principio a fin. Está la legalidad y la ilegalidad. Aquí no podemos, bajo ninguna circunstancia, equipararlas en el mismo plano.
V.D.: No puedo terminar esta entrevista sin preguntarle por los falsos positivos y lo que dice el informe…
I.D.: Siempre he dicho que cualquier conducta contraria al honor militar y a la Constitución y la ley y los derechos humanos merece sanción. Sobre todo todas esas conductas individuales de quienes cayeron en ese tipo de prácticas. Las sanciones tienen que ser ejemplarizantes.
Pero también he sido claro en que no podemos caer en la tesis de otros que es elevar eso a la condición de sistematicidad para convertirlo en una culpa generalizada. Hay que tener mucho cuidado con que las interpretaciones no nos lleven a que la conclusión de todo esto es que Colombia es como Fuenteovejuna, que le preguntaban en esa obra literaria ¿quién mató al Comendador? “Fuenteovejuna, señor, todo el pueblo a una”. Es decir, como todos son culpables, nadie es culpable y, por tanto, tiene que haber un camino de reconciliación sobre la base de la culpabilidad generalizada. No podemos caer en eso porque este es un país donde la mayoría de su gente ha sido de bien y han sido unos muy pocos que desde la criminalidad han violentado a Colombia.
V.D.: Una pregunta rápida, ¿el informe de la Comisión de la Verdad es político o no?
I.D.: Vicky, no me haga preguntas de juzgado, que no se trata de eso. Sin lugar a dudas, hay recomendaciones que tienen naturaleza política, y es evidente, pero no por ello no podemos dejar también de valorar algunas de las cosas que son altamente rescatables. Creo que tenemos que tener la capacidad de debatir, de discutir y para eso está el reporte. Entender que hay unas cosas que tienen que ver con los hallazgos y otras que no, y pueden ser orientaciones políticas. No puede haber una imposición de las mismas.
V.D.: ¿Qué le pareció la renuncia del general Zapateiro?
I.D.: Es un gran soldado, es un hombre de unas grandes condiciones humanas. Qué bueno que me pregunta eso, porque conocí al general Zapateiro recién empezó mi Gobierno. Lo vi después como el comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, lo nombré comandante del Ejército, y es un hombre de unas condiciones morales, humanas, familiares y, sobre todo, de una gran capacidad de enseñar con el ejemplo a la tropa. Es uno de los grandes comandantes que ha tenido nuestro Ejército. Me llena de alegría que me haya acompañado en todas estas batallas que hemos librado contra el crimen. Tendrá siempre mi respeto, mi amistad y mi reconocimiento, y me parece que, como los buenos soldados, lo vamos a despedir por la puerta grande.
V.D.: El expresidente Uribe le pide a la gente no se vaya de Colombia a raíz del triunfo de Petro. ¿Usted recomienda lo mismo?
I.D.: Creo que los colombianos no tenemos que irnos de nuestro país. Acá hay democracia e instituciones. Uno no debería irse de un país por quien se elija como presidente. Aquí no elegimos emperadores, elegimos presidentes y los presidentes todo lo tienen que hacer en el marco de las instituciones. Les digo a los colombianos: sigamos en nuestro país, invirtamos, confiemos y defendamos nuestra democracia. Por eso he dicho que al próximo Gobierno hay que dejarlo que llegue, que empiece, que trabaje, que dé las señales y es en ese momento donde el país hará las reflexiones, pero no por miedo. Uno no puede actuar por miedo en ninguna circunstancia de la vida, porque el miedo es un mal consejero.
V.D.: Presidente, le agradecemos mucho y le quiero proponer que quedemos ‘casados’ para hacer una última entrevista sobre todo lo que pasó en su Gobierno.
I.D.: Lo haremos, Vicky, muchísimas gracias.
V.D.: ¿Quedamos casados?
I.D.: Quedamos casados.
V.D.: Listo, presidente.