Nación
“Nido de ratas”: así llama Gustavo Bolívar al Congreso y da ejemplos de por qué lo dice
“Colombia tiene que saber que esas personas que les sonríen en las vallas y que se echan discursos muy lindos por los medios de comunicación tienen el alma completamente podrida”, dijo el exsenador.
En entrevista con SEMANA, el exsenador Gustavo Bolívar realizó duras críticas al Congreso, institución a la que perteneció hasta diciembre pasado.
Durante la conversación, Bolívar recordó el momento cuando en plena sesión plenaria llamó al órgano legislativo “nido de ratas”, lo que aseguró le cobraron sus excolegas votando en blanco cuando fue designado para ocupar la segunda vicepresidencia del Senado.
“Es una porquería. Lo llamé nido de ratas, lo dije en una plenaria y en una de esas se pararon a insultarme. Esa fue la revancha que me cobraron cuando fui designado para ser el segundo vicepresidente y todos votaron en blanco. Por eso dije que fue una medalla de honor que por primera vez el Senado haya violado un acuerdo, porque allá son sagrados, y haya burlado mi nombramiento como segundo vicepresidente del Congreso. Me sentí, de verdad, muy feliz”, dijo.
Posteriormente, arremetió contra la mayoría de sus antiguos colegas. “Colombia tiene que saber que esas personas que les sonríen en las vallas y que se echan discursos muy lindos por los medios de comunicación tienen el alma completamente podrida. Es la mayoría, tengo que decirlo. Es triste que estemos en manos de estas personas. Son los que nos gobiernan, los que hacen las leyes, los que imparten justicia. En la medida en que nosotros los pongamos contra las cuerdas y los sometamos al escarnio, esas personas se van a autocontrolar”, expresó.
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Señaló así mismo que hay mafias consolidadas en el Congreso: “Tienen procuradores regionales, fiscales, contralores, nadie los puede tocar. Los escándalos se han desatado es a partir de investigaciones periodísticas, porque al juez o al magistrado que lleva el caso le queda muy difícil no actuar. Las pruebas son evidentes. Ellos tienen todo controlado. Es una barbaridad”.
Bolívar aseguró que un 60% de los senadores y representantes pertenecen a mafias. “Yo creo que hoy hay menos, les quitamos mucho espacio en las elecciones pasadas. Pero creo que es un 60 %”, dijo.
De igual manera, se refirió a la corrupción electoral en las campañas al Congreso. “La corrupción electoral parte de la campaña porque su financiación es el primer acto de corrupción. Cuando usted le mete 20.000 millones de pesos a una campaña, y que, además, los aportaron contratistas corruptos o personas interesadas en que haya leyes a su favor, ahí ya no va a haber contratistas independientes y honestos”, sostuvo.
Y manifestó también algunos congresistas les exigen a los integrantes de su UTL que les den gran parte de su salario.
“He conocido cosas tan chichipatas que me da rabia. El congresista se está ganando 37 ó 38 millones de pesos, le pone a alguien un sueldo de 6 millones de pesos y tiene que entregarle dos o tres. Esos casos abundan. Lástima que la gente no hable. Donde la gente hablara, la mitad del Congreso se acaba”, expresó.
Entrevista completa
VICKY DÁVILA: ¿Qué fue lo bueno de haber sido senador?
GUSTAVO BOLÍVAR.: Lo bueno que me queda es haber pasado casi cinco años de mi vida entregado al servicio por el país, sin escándalos de corrupción. Dejé una vara bien alta en lo que tiene que ver con una profesión digna y respetable. Uno se gana el respeto, la admiración, el cariño de la gente porque ha hecho las cosas bien. Yo siento mucha satisfacción.
V.D.: ¿Qué fue lo malo?
G.B.: Haber desestabilizado financieramente a la familia y mi vida, pero eso se recupera muy fácil.
V.D.: ¿Y lo feo?
G.B.: Lo feo, y que uno no espera, es la falta de compañerismo de algunos o algunas. Personas que entran a la política a competir, incluso, con sus mismos compañeros y amigos y se olvidan de trabajar en equipo. El trabajo en equipo es imprescindible y aquí no encontré eso.
V.D.: ¿Quiénes fueron esos malos compañeros en el Pacto Histórico? ¿Roy Barreras?
G.B.: Fíjese que Roy sí trabaja en equipo. En la parte colaborativa nunca tuve quejas de él. Mis diferencias con él son por su forma de hacer política.
V.D.: Se ha hablado mucho de su mala relación con María José Pizarro…
G.B.: Sí. Con ella, cero.
V.D.: ¿Le fue mal con ella?
G.B.: A mí no, a ella. Porque cuando uno pela el cobre frente a los compañeros, está haciéndose daño a sí mismo. No tendría nada más qué decir. Cero con ella.
V.D.: ¿Le doy más nombres o me los da usted?
G.B.: No. Los demás son personas que han normalizado esa forma de hacer política. También me volví individualista de un tiempo para acá, porque empecé a entender que la política es una competencia contra uno mismo, el adversario, sus compañeros, contra todo el mundo. Lo que no entiendo es que uno pueda llegar a hacer cosas lesionando a los compañeros. Uno puede hacerlo poniendo reglas de juego, como una consulta. Todos aquí queremos ser alcaldes, presidentes, gobernadores, ayudémonos, pero no encontré ese ambiente. Creo que todo el mundo aquí, con varias excepciones, tiene su propia agenda.
V.D.: ¿Por qué se volvió tan incómodo para algunos en la coalición de gobierno?
G.B.: Diría que para quienes no ejercen la política con estándares de ética y es un negocio. Mucha gente llega a la política a hacer negocios. Obviamente, los que no llegamos a hacer eso somos incómodos porque no nos prestamos ni para el coctel, ni para el lobby, ni “venga le presento a fulanito”, ni “si lleva a fulanito ante tal ministro le dan tanto”, que si votan por tal punto de la reforma tributaria le dan tanto, etc.
Es un negocio horrible estar jugando con la salud y la vida de la gente.
V.D.: ¿Hay personas en el Pacto Histórico que ya se acomodaron a ese estilo de política que usted tanto critica?
G.B.: Unos, porque lo han normalizado y creen que la política es así, y otros, porque definitivamente sí tienen como oficio exprimir la política y buscar dinero por todas partes. Eso hay de todo. Pero también hay congresistas como Iván Cepeda, con su tema de la paz metido en la frente, y uno ve que ese hombre no se mueve para ningún lado. O Alexánder López y Aída Avella, personas incólumes. El mismo Petro. Yo decía: ‘Este hombre cómo vive’. Es gente que tiene ideales y causas tan profundas y marcadas que no se desvían un ápice. Hay otros que sí definitivamente tienen la política como una empresa criminal.
V.D.: Pero no me respondió la pregunta. ¿Esos también están en el Pacto Histórico?
G.B.: Hay un par. Son dos o tres. En todo caso, es un buen promedio. Podría ser el partido en el que menos negociantes de la política haya.
V.D.: ¿Cómo actúan esos tres?
G.B.: Primero que todo, están en un afán enfermizo de ubicar personas en la administración pública, en puestos estratégicos en los que se pueden hacer negocios. Hacen mucho lobby, son agentes del lobby, están tratando de acercar negocios para obviamente comisionar. Sé que lo hacen porque me han ofrecido a veces dinero por presentar ministros, por hacer cosas, y obviamente no lo hago. Cuando veo que hay un proyecto bueno, presento a esa persona con el ministro, pero me olvido de todo. Obviamente, no hay una comisión, porque jamás la aceptaría. Pero hay en el ambiente como un afán de muchas personas de ver dónde está el billete. Además, también están presionando a los funcionarios con cargos y otras cosas.
V.D.: Acaba de decir algo muy grave: ¿le ofrecieron dinero? ¿Cuánto?
G.B.: Nunca aterricé cifras porque no me presto para eso. Les decía no de una. En el trámite de la reforma tributaria se me acercó una persona a decirme que pusiera los ceros que quisiera para favorecer un negocio ahí. Obviamente, lo saqué de una.
V.D.: ¿Y nos puede decir qué negocio?
G.B.: En las reformas tributarias hay empresas o sectores que se ven afectados por los impuestos. Entonces, están listos siempre a estar ofreciendo.
V.D.: ¿Pero no me va a decir el sector?
G.B.: No, Vicky, porque todo eso lo voy a escribir en el libro. Le dije a usted que le iba a dar un capítulo.
V.D.: Sí, eso es un compromiso. ¿Pero por qué no los denunció? Gustavo, usted que es tan beligerante.
G.B.: Porque son muy hábiles. No llegan así directamente con el maletín a hacer la cosa, sino que empiezan por las ramas. Dicen: “Oye, te gustaría tomarte un café con fulano”. Y uno se pregunta: ¿cómo para qué? Y le dicen: “Para que miremos el tema de ciertos artículos que le hacen mucho daño al país”. Eso no lo dicen personalmente.
V.D.: Y, cuando le dijeron “ponga los ceros que quiera”, ¿usted se desmayó? ¿Qué hizo?
G.B.: En eso sí soy temperamental.
V.D.: Y tajante les dijo no.
G.B.: Sí, cero. Hoy entiendo cómo un presidente de una Comisión Tercera, en una reforma tributaria, puede salir millonario. Porque, si hay un sector al que le pones uno, dos o diez billones de pesos en impuestos, están dispuestos a pagarle no solo al presidente, sino a toda la comisión lo que se les ocurra. Eso ha pasado siempre. A veces les ofrecen otras cosas. Es una forma normalizada de la política, se mueven como si lo que estuvieran haciendo estuviera bien.
V.D.: Pero es que eso es un delito.
G.B.: Totalmente, claro, pero lo han normalizado a tal punto que ellos saben que es delito, pero como tienen a un amigo fiscal, a un amigo procurador, nunca les pasa nada y casi nunca van a la cárcel.
V.D.: Pero eso es una porquería…
G.B.: Es una porquería. Lo llamé nido de ratas, lo dije en una plenaria y en una de esas se pararon a insultarme. Esa fue la revancha que me cobraron cuando fui designado para ser el segundo vicepresidente y todos votaron en blanco. Por eso dije que fue una medalla de honor que por primera vez el Senado haya violado un acuerdo, porque allá son sagrados, y haya burlado mi nombramiento como segundo vicepresidente del Congreso. Me sentí, de verdad, muy feliz.
V.D.: En el fondo de su alma, ¿quedó triste y sentido porque no fue presidente del Congreso?
G.B.: Como había encabezado la lista, lo natural era que fuera el presidente. Ustedes van a ver ahora que los siguientes presidentes van a ser los que encabezaron las listas de sus partidos. Sentía que tenía el derecho y no puedo negar que quería serlo. Pero, cuando el presidente Petro sugirió a Roy, siento que lo hacía porque sabía que se venía un periodo muy agitado para el que yo no tenía la experiencia. Hoy puedo decir que acertó. El manejo que tiene Roy del Congreso es impresionante.
V.D.: Pero a usted no le gusta la forma de hacer política de Roy.
G.B.: Es que no es con Roy, se lo dije a él un día. Es contra las prácticas que tienen los de su generación en la política. Nosotros ofrecemos el cambio y para mí el cambio no es Roy. Eso fue lo que le dije al presidente el día en que lo apoyó.
V.D.: ¿Y el presidente qué dijo?
V.D.: Pero usted siempre fue un crítico de Roy mientras estuvo en el Congreso. Le criticó que tuviera muchos familiares en muy buenos puestos.
G.B.: Sí, es una habilidad que tienen los políticos de ubicar a sus familiares. He visto eso siempre inmoral. Puede que no sea un delito. ¿Pero por qué sí mis familiares y no los de otra persona que no tiene poder o no tiene un amigo en el poder? Ahí es donde se me vuelve odioso el asunto. Por eso nunca he metido a un familiar en el Gobierno. Por ejemplo, mi hija terminó Administración de Empresas, después hizo una especialización y nunca le conseguí un trabajo. Ella lo entendió.
No tuve las agallas para decirle a alguien que le diera un contrato a mi hija, porque me dolía con las personas que no tienen familiares senadores. Hay que ponerle fin a esa práctica, porque es inhumana. Tengo muchos familiares pobres que me piden trabajo y yo se lo trato de dar de otra manera, en el sector privado, o a veces con alguna ayuda económica. Prefiero eso a tener que llamar. Me daría pena la verdad. Me pongo rojo si llamo a un ministro o algún funcionario a decirle: “Oiga, ayúdeme a ubicar a mi hijo, a mi hermano, a mi primo en esto”.
V.D.: Pero a Roy no le da pena…
G.B.: No, eso no les da pena, tienen a la esposa, a la exesposa, a los hijos, a todo el mundo, estoy hablando de todos.
V.D.: Pero yo le estoy hablando de Roy. No se me vaya por otro lado.
G.B.: No, pero también en el Gobierno de Uribe y de Duque mucha gente hacía lo mismo. Paloma Valencia, con su hermano…
V.D.: Sí, pero estamos hablando de Roy y del gobierno del cambio…
G.B.: Bueno, sí, tiene razón, necesitamos hacer un cambio y lo estamos haciendo. Creo que este es un gobierno de transición hacia el cambio. Va a llegar el momento en que podamos tener listas completamente éticas, de personas intachables, pero eso toma tiempo. No crea que es tan fácil.
V.D.: Cuando dice intachable, ¿Roy es intachable?
G.B.: Pero, Vicky, ya se ensañó con esto.
V.D.: No, dígame y seguimos.
G.B.: Pues en la política, no. Pero me refiero a detalles como este, de estar privilegiando a la familia, eso no es chévere. Ya en lo que concierne a la corrupción, les corresponde a los jueces decir si ha hecho negocios turbios o no.
V.D.: Algunos han dicho que se equivocaron con algunas personas que resultaron elegidas en el Pacto Histórico.
G.B.: Sí, lo dijo Nicolás Petro en Barranquilla. Pero siento que es normal que, cuando uno hace unas listas cerradas, alguien no termine interpretando el ideal o las prácticas del resto del grupo o las que se han fijado como parámetro. Pero definitivamente lo que dijo Nicolás es cierto.
V.D.: Usted tuvo una discusión con Agmeth Escaf. ¿Él fue una equivocación?
G.B.: Creo que sí, lo dije desde el comienzo. No era del proceso, en el 2018 hizo campaña por Duque, por los Char, eso no lo hace malo, aclaro que no soy sectario. Pero si hacía campaña con Duque y con Char, pues debió buscar una curul en esas toldas. A lo mejor se la habría ganado también, porque él es un tipo reconocido. Y en política juega mucho la marca y él la tiene. Cuando lo aceptaron acá, supimos que no iba a dar la talla, porque nosotros tenemos aquí otro tipo de prácticas.
V.D.: ¿Álex Flórez, por ejemplo, fue otro error?
G.B.: En sí mismo, no en el momento de meterlo en la lista. Álex es un tipo combativo, tiene buen discurso, es buen político. Pero él mismo la embarró, se hizo el harakiri. Cuando se hace una lista, uno cómo se va a imaginar que en unos meses va a llegar una persona a un hotel con una mujer trabajadora sexual a hacer un escándalo y un poco de cosas. No es fácil predecir eso. Él tendrá que levantar su imagen y demostrar que es un buen político.
V.D.: ¿Qué prácticas oscuras pudo comprobar usted en el Congreso?
G.B.: Vicky, es más podrido de lo que la gente piensa. Por eso mi afán de escribir ese libro. Colombia tiene que saber que esas personas que les sonríen en las vallas y que se echan discursos muy lindos por los medios de comunicación tienen el alma completamente podrida. Es la mayoría, tengo que decirlo. Es triste que estemos en manos de estas personas. Son los que nos gobiernan, los que hacen las leyes, los que imparten justicia. En la medida en que nosotros los pongamos contra las cuerdas y los sometamos al escarnio, esas personas se van a autocontrolar.
V.D.: ¿Hay capos de la corrupción, de la mafia y del narcotráfico en el Congreso?
G.B.: Claro, claro, claro, Vicky. Son mafias muy consolidadas. Tienen procuradores regionales, fiscales, contralores, nadie los puede tocar. Los escándalos se han desatado es a partir de investigaciones periodísticas, porque al juez o al magistrado que lleva el caso le queda muy difícil no actuar. Las pruebas son evidentes. Ellos tienen todo controlado. Es una barbaridad.
V.D.: ¿Cómo están distribuidas esas mafias de las que usted habla en el Congreso?
G.B.: Lo que pasa es que hay jefes y hay gente que simplemente pertenece a ellas.
V.D.: ¿Cuál es el porcentaje de los congresistas que forma parte de esas mafias hoy?
G.B.: Yo creo que hoy hay menos, les quitamos mucho espacio en las elecciones pasadas. Pero creo que es un 60 %.
V.D.: ¿Un 60 % forma parte de la corrupción, de las mafias y del narco?
G.B.: Del narco cada vez menos porque descubrieron que el erario da más plata y es menos peligroso. Lo que pasa es que ahora los negocios que hacen no son para robarse 5.000 ó 10.000 millones de pesos, sino de 100.000 millones de pesos para arriba. Y billones. Roban tanto que no necesitan ya el narco, pero por ahí quedará alguno que tenga todavía sus vínculos con el narcotráfico.
V.D.: Esto es tan escandaloso que quiero insistirle. ¿Dice que el 60 % de los congresistas está contaminado por la corrupción y las mafias?
G.B.: Sí.
V.D.: Esa cifra es aterradora.
G.B.: Sí, pero calcule que, antes del Pacto Histórico, había más. En esta bancada sí podrá haber todo lo que hemos dicho, el tipo que hace una pendejada en un hotel, lo otro, pero corruptos yo no veo, están esos dos o tres que le dije, que pueden estar haciendo negocios, yo no veo a los demás.
V.D.: Es decir que hay tres en el Pacto Histórico que forman parte de ese 60 % contaminado por las mafias.
G.B.: Sí.
V.D.: Usted en el pasado ha dicho que hay trata de personas en el Congreso, pero no ha entrado en detalles. Que sea esta la oportunidad. Cuénteme cómo funciona eso.
G.B.: Sí, eso existe. Se va identificando. Uno empieza a ver que hay muchas niñas bonitas en diferentes ramas. Estoy contándole denuncias que me hicieron ellas en mi oficina. Mi secretaria está de testigo. Ella fue la que me dijo que había unas niñas que querían hablar conmigo. Yo le dije: claro, las escucho. Para poderlas esclavizar sexualmente, les hacían contratos de dos o tres meses. Es más fácil para que vuelvan a estar con ellos que si los contratos se los hacen por un año. Las mantienen así, con contraticos chiquitos. Esa fue la denuncia que me hicieron ellas. Yo se la conté a varias personas, pero el problema es que ellas no han querido dar públicamente la cara porque están casadas. El esposo no sabe lo que les toca hacer; a otras les da miedo que el novio las deje; otras tienen el temor de que no les vuelvan a dar empleo en ningún lado. Es terrible lo que pasa con la mujer y no solo en el Congreso, sino también en otras instancias de poder. El abuso hacia la mujer es bárbaro.
V.D.: ¿Pero hay congresistas metidos en eso? Es decir, ¿es con el patrocinio de congresistas?
G.B.: Sí.
V.D.: ¿Y cuántas se presentaron a su oficina?
G.B.: Primero fueron dos y después tuve charla con otras dos. Por lo menos son cuatro denuncias.
V.D.: ¿Y usted sabe cuáles son los congresistas?
G.B.: Claro que sí.
V.D.: Y le debía dar mucho asco verlos en el Congreso.
G.B.: Sí, porque soy hombre. Me daba mucha rabia y casi no les hablaba. Si a mí me gusta una persona, pues la conquisto. Obviamente, en los cinco años que estuve en el Congreso, nunca me involucré con nadie allá. Parecía un caballito, ni las miraba. Uno es tan de malas que uno se queda mirando a alguien y una cámara lo graba. Me parece grotesco, cuando uno tiene una posición dominante, tener que abusar de esa posición para poder tener a alguien. No le veo ni gracia. ¿Qué gracia tiene estar con una persona contra su voluntad?
V.D.: ¿Y son senadores o representantes?
G.B.: Los casos que conocí son del Senado. De la Cámara no conozco.
Los que me mencionaron fueron como unos seis, entre senadores y personas que trabajan ahí.
V.D.: ¿Qué otras modalidades de delito vio usted en el Congreso?
G.B.: La corrupción electoral parte de la campaña porque su financiación es el primer acto de corrupción. Cuando usted le mete 20.000 millones de pesos a una campaña, y que, además, los aportaron contratistas corruptos o personas interesadas en que haya leyes a su favor, ahí ya no va a haber contratistas independientes y honestos.
Esas personas que financian las campañas con tanto dinero y lo usan para comprar votos tienen que llegar a hacer negocios. Siempre hay alguien que quiera tener un contrato con el Estado y ellos se prestan como intermediarios entre el presidente o los ministros y esas personas. Y, obviamente, el ministro y el presidente siempre les están dando juego porque necesitan sus votos. Es como un círculo: “Yo te necesito, tú me necesitas, pero tú me das y yo te doy”.
V.D.: ¿Es cierto que algunos congresistas les exigen a los integrantes de su UTL que les den gran parte de su salario?
G.B.: He conocido cosas tan chichipatas que me da rabia. El congresista se está ganando 37 ó 38 millones de pesos, le pone a alguien un sueldo de 6 millones de pesos y tiene que entregarle dos o tres. Esos casos abundan. Lástima que la gente no hable. Donde la gente hablara, la mitad del Congreso se acaba.
V.D.: Contésteme con toda la verdad: ¿usted quiere ser alcalde de Bogotá?
G.B.: En política nunca llegué a decir mentiras, Vicky. Una cosa es lo que uno quiera y otra lo que pueda.
V.D.: Entonces, dígame lo que quiere.
G.B.: A mí me gustaría ser alcalde para demostrarle a la gente lo que es una gestión honorable y de cero corrupción. Ha habido, creo que la de Petro y la de Claudia, no sé si después salgan escándalos, pero he visto que no hay corrupción. Yo quisiera probarme ahí. El lío que tengo es que debo trabajar primero. Así se lo dije a Petro, a Cepeda y al mismo Roy, quienes fueron tres de las personas que me buscaron para que aceptara la candidatura. No sé si en medio de la escritura de una novela y una serie, porque me comprometí con dos empresas, sea capaz de hacer una campaña. Si de aquí a cuatro o cinco meses entrego uno de esos productos, es posible que me le mida.
V.D.: Primero tiene que pagar sus deudas.
G.B.: Sí, claro. No estaría en capacidad de asumir un cargo de cuatro años si no he definido mi situación financiera, que es muy sencilla. Pagar unas deudas que tengo y hacer un ahorro para esos cuatro años de alcaldía. Porque lo que gana uno en la política como salario no alcanza en mi caso para pagar ni siquiera los prediales y los impuestos. Por eso me metí en una novela y en una serie, una para pagar las deudas y la otra para hacer el ahorro. Una es con RCN y la otra es con Samuel Duque, con Paramount.
V.D.: ¿A cuánto ascienden hoy sus deudas?
G.B.: Creo que debo 1.500 millones de pesos.
V.D.: ¿Y con una de las producciones puede pagar esas deudas?
G.B.: Sí, la puedo pagar muy bien y me queda algo. Y con la otra puedo tener unos CDT o terminar una inversión en Girardot, un parque que empecé y tuve que dejar botado por la política. Está ahí pudriéndose. Tengo calculado terminarlo para que con esos ingresos pueda hacer política sin vivir de la política.
V.D.: ¿Claudia ha sido una buena alcaldesa de Bogotá?
G.B.: Bogotá es una ciudad muy compleja, muy difícil. De ahí sale quemado todo el mundo, pero ella se equivocó en el tratamiento que les dio a los jóvenes de la ciudad. No entendió el estallido. Lo que no hizo Duque tenía que haberlo hecho ella. Duque no quiso dialogar con ellos. Claudia, que era supuestamente progresista y tenía que haber hecho eso, lo que hace es sumarse al coro de Duque y echarles (a los jóvenes) al Ejército y a la Policía para que les sacaran los ojos. Ahí se equivocó Claudia. En lo demás no me quiero meter porque de repente termino allá en la Alcaldía haciendo lo mismo. Es una ciudad que necesitaría más presupuesto para desarrollarse, es de las cosas que le diría a Petro. Si usted quiere que me meta a ese chicharrón, tiene que asegurarme el dinero para unas tres o cuatro megaobras. Tampoco me voy a ir a meter a quemarme.
V.D.: ¿Cuáles son las tres o cuatro megaobras que necesita Bogotá?
G.B.: La ciudad está hoy atrapada. Lo padezco. Vivo en la 151, arriba de la Séptima. Para llegar a las 9:00 a. m. al Senado, tenía que salir a las 7:00 a. m. Me gastaba dos horas y a veces dos horas y media. Eso es inhumano. Uno no tiene que pasarse la vida metido en un carro.
Bogotá es una ciudad que no tiene autopistas. Sé que los progresistas piensan mucho en las ciclovías y, obviamente, hay que seguirlas haciendo, pero hay que solucionar el tema de los carros. Sueño con un túnel entre La Sevillana y el primer peaje saliendo de Soacha. O sea, que atraviese todo el municipio a través de un túnel. Es meter la autopista Sur subterránea y liberar todo ese espacio en la superficie para una ciclovía y unos jardines hermosos. Prácticamente, en campaña, estaría buscando quién haría los estudios de prefactibilidad para mirar cómo se haría y cuánto costaría. Con un peaje, ojalá electrónico como pasa en Estados Unidos, que no hay casetas. Hay que superar ese trancón de ese lado.
V.D.: ¿Usted conoce bien Bogotá?
G.B.: Es una ciudad en la que he vivido en todos los sectores y estratos. Cuando mi mamá nos trajo a Bogotá, viví en el barrio Quiroga. Tenía 10 años. He vivido en el sur, lo conozco. Después, cuando fue mejorando la situación, me fui a vivir a clase media y después a alta. He padecido todos los estratos y los conozco al dedo. Recorrí la ciudad a pie vendiendo brilladoras de Electrolux, duchas, libros. Fui vendedor ambulante y conozco mucho la ciudad. Vi crecer los barrios y vi nacer barrios, porque, cuando vendíamos las cerraduras con alarma, que era puerta a puerta, nos íbamos a los barrios nuevos.
V.D.: ¿Era buen vendedor?
G.B.: Muy bueno, ¿sabe? No me lo esperaba, pero tengo ese don de la creatividad. Entonces, por ejemplo, cuando vendíamos cerraduras con alarma, miraba el diario El Tiempo donde decía “venta de casas nuevas”. Decía: ahí están vendiendo casas nuevas y la gente va a querer ponerle una cerradura con alarma. Me iba calladito a esos barrios. El grupo se iba a los barrios tradicionales y yo llegaba con esas ventas y me decían: “¿Usted qué está haciendo?”. Les conté y se me dañó el negocio, todo el mundo resultó metido en los mismos barrios. Le voy a contar una anécdota muy linda.
V.D.: Dígame.
G.B.: Cuando Atlético Nacional fue campeón de la Copa Libertadores, vendía banderas en los estadios. Tenía mi propia fábrica. Desde chiquito fui empresario. Cuando el papá de Luis Guillermo Pérez, exmagistrado del Consejo Nacional Electoral, nos daba las cachuchas y las banderas para ir a venderlas a la calle, nosotros llegábamos y le rendíamos cuentas por la noche: “Vea, vendí tanto y me queda tanto, tome lo suyo”. Pero a los dos o tres años de estar vendiéndole a él, compré mis planchas de screen y empecé a estamparlas. Con mi mamá y mis hermanas cosíamos las banderas. Entonces, le monté competencia al papá de Luis Guillermo, con quien, obviamente, siempre he sido muy amigo. Monté mi fábrica y me llevé a mis compañeros del curso a vender. Entonces, ya eran mis vendedores y yo era el que recibía la plata. A Nacional le sancionaron la plaza para la final de la Copa Libertadores del 89, que fue contra Olimpia de Paraguay. Ese partido se jugó en Bogotá. Claro, los fabricantes gastamos lo que teníamos, ahorros y todo, y vendimos lo que teníamos para comprar telas y hacer muchas banderas. Era la primera final de una Copa Libertadores en la historia en Colombia. Sabíamos que íbamos a vender mucho. El viernes, cuando estábamos terminando de hacer la mercancía, escuché por radio que venían 300 buses de Medellín a Bogotá. Nos fuimos al peaje. En tres horas vendimos todo.
V.D.: ¿En serio?
G.B.: No nos quedó una bandera, ni un palo. Increíble. Ahí había una cerca de púas antes del peaje, y ahí colgamos las banderas y empieza a bajarse la gente de esos buses. Claro, le teníamos escrito “Nacional campeón” y la Copa Libertadores pintada. Arrasamos. Me acuerdo que nunca en la vida había tenido tanta plata, no me cabía en la mochila. En vez de irme a disfrutar mi plata, dije: “Oiga, tenemos tiempo para volver a hacer las banderas y venderlas otra vez el domingo”. Entonces, dijeron: “¿En serio? ¿No está mamado?”. Les dije a mis compañeros: “Sí, pero esto no vuelve a pasar”. Y mire que no volvió a pasar sino hasta unos 15 años después, que hubo otra final. Nos fuimos a San Victorino a comprar la tela y a hacer las banderas. Y el domingo volvimos a venderlas todas. ¿Puede creer eso? Hice doble agosto. Ahí tuve mi primer carro.
Cuando me molestan por tener dinero, me da rabia porque lo he trabajado desde que tenía 20 años. Hay que ser creativo, tener disciplina y aguantarse la tentación. Mucha gente se come la plata antes de tiempo y no logra hacer dinero. Los Nule, por ejemplo, en vez de comerse el anticipo de la calle 26, debieron terminar las obras y después les hubieran dado otro contrato y hoy estarían más tapados y no en la cárcel. Pero es que para la gente la tentación de la plata es terrible.
V.D.: ¿Usted es derrochón?
G.B.: He mantenido un rol de gastos y de vida muy similar al de hace 30 años. Normal, sin lujos. Obviamente, compro mis casas, porque las veo como un negocio de finca raíz. ¿Pero que me vaya a comprar un Lamborghini o un Ferrari y a enloquecerme? No, nunca he hecho eso. Pienso que uno tiene que ser muy serio para los negocios.
V.D.: ¿Y qué haría con el metro elevado?
G.B.: Pues ya en un año es muy tarde para tomar decisiones porque la última que se podría tomar es ahora antes de que se entreguen los estudios, que sería deprimir la Caracas. A mí me parece que la Caracas, con el metro elevado, se va a ensombrecer.
V.D.: ¿Es decir que a usted no le gusta el metro elevado?
G.B.: Digamos que ya está contratado y uno no puede llegar a tumbarlo. Pero, si se pudiera, lo haría, pero creo que va a ser tarde porque a primero de enero de 2024 eso va a estar andando. Por eso es que Petro hizo el intento, no es que tenga el embeleco de tirarse el metro. En todo caso, se va a volver un orinal. Como decía el mismo Peñalosa en el 2012, los metros elevados son orinales y atracaderos.
V.D.: ¿Qué les dice a quienes lo han criticado porque va a trabajar con RCN?
G.B.: Es un trabajo profesional. No voy a ir a hacer política.
V.D.: ¿Pero con esto está retractándose de lo que ha dicho en contra del Canal RCN?
G.B.: No, para nada.
V.D.: ¿Sigue pensando lo mismo?
G.B.: Sí, he sido crítico de los grupos. Cuando se metieron a financiar campañas, lograron reformas tributarias ventajosas que generaron una desigualdad muy grande que estamos padeciendo hoy. De esa desigualdad nacen las violencias. He tenido discusiones con ellos. En la línea informativa, lo mismo, llegó un momento en el que ya el noticiero se volvió un apéndice del uribismo, y eso le hace daño al periodismo; entonces, mantuve esas críticas y nunca recibí un reproche de parte de ellos. Pero en lo profesional, es una empresa que me ha tratado muy bien, son muy correctos, en todos los sentidos. Lo que pasa es que cada uno cuando se mete en política se apasiona y pierde el norte y eso les pasó en lo informativo y hoy lo están recuperando. Siento que hoy tienen un noticiero más objetivo que antes, seguramente faltará, pero ese ya es un problema de ellos. Lo mío es hacer una novela y que tenga rating.
V.D.: Un periodista estadounidense reveló archivos desclasificados de Twitter en los que se evidencia una presunta injerencia de Rusia a favor de la campaña presidencial de Petro. ¿Qué piensa de eso?
G.B.: Vi la noticia y las cuentas, pero Twitter es una red social muy pequeña frente a las demás. Tiene una cobertura de 3,5 millones de personas en Colombia, menos del 10 % de la población. De esas, la mitad son de la derecha y la otra mitad de la izquierda. Si aparecen 100 cuentas apoyando a un candidato, eso no tiene ninguna injerencia en un resultado. Obviamente, habría que averiguar quién las puso, pero no me imagino a Putin, que está metido en una guerra, diciéndole a la gente que pongan una bodega para apoyar a Petro. Pueden ser colombianos que viven en Rusia, porque hubo muchos exiliados en la época de la UP y pueden crear cuentas para apoyar una candidatura.
V.D.: ¿Está de acuerdo con que a Sebastián Guanumen lo hayan nombrado cónsul en Chile?
G.B.: No lo voy a exculpar, porque lo que dijo fue feo. Pero esas charlas se dan en todas las campañas. El infortunio fue que a la nuestra sí la grabaron y a las otras no. Tengo una investigación y sabemos con qué aparato se hicieron esas grabaciones. Porque como la Fiscalía no la hizo, nosotros sí la hicimos. Me puse al frente de esa investigación y voy a contar cómo se hicieron, desde qué aparatos, cuánto costaron, quién ordenó la compra, tenemos bastantes datos de eso.
V.D.: Cuéntemelo de una vez, por favor.
G.B.: Me faltan dos daticos.
V.D.: Dígame los que tenga.
G.B.: Fue un aparato que se compró desde la Presidencia de la República, desde la Alta Consejería para la Seguridad. Desde ahí se compró ese aparato, lo tenemos ubicado, con sus especificaciones.
V.D.: ¿Cuánto costó el aparato?
G.B.: 3.600 millones de pesos, pero en el mercado vale 2.800, o sea que se ganaron 800. Aparte de que lo compraron para chuzarnos, se ganaron un poco de plata ahí. Tengo hasta la foto del aparato.
V.D.: ¿Y cómo lo usaron? ¿Qué aparato es?
G.B.: Es un aparato muy sofisticado para hacer grabaciones, interceptaciones, hackeo, una cosa bien sofisticada.
V.D.: ¿Quién ordenó eso?
G.B.: Ya pronto les doy todos los datos.
V.D.: Aprovechemos esta oportunidad. Para nosotros es muy importante porque fuimos quienes publicamos los ‘petrovideos’. Nuestra fuente, como lo advertimos, siempre fue anónima.
G.B.: Lo que puedo decir es que no fue SEMANA la que grabó eso. Ya tengo clarísimo que eso se grabó desde el Gobierno.
V.D.: ¿Desde el Gobierno del presidente Iván Duque?
G.B.: Sí.
V.D.: Lo que dice es muy grave. ¿Lo tiene confirmado?
G.B.: Confirmado. Obviamente, el aparato se compra desde el Gobierno y lo utilizan los militares.
V.D.: ¿Fueron los militares?
G.B.: Sí, señora. Hoy ya no están, obviamente, porque…
V.D.: ¿Por orden de quién?
G.B.: Esa es la parte que me falta. En 15 días lanzo todos los datos y las primicias.
V.D.: ¿Y cómo fue todo?
G.B.: El hecho de que ya no sea senador no quiere decir que vaya a dejar de investigar y denunciar. Son datos que nos llegan, y alguien confesó.
V.D.: ¿Los militares que supuestamente grabaron los ‘petrovideos’ ya están fuera de la institución? ¿Salieron en la barrida?
G.B.: Claro que sí, ya están fuera. De hecho, le cuento una pequeña chiva: había unos que no habían salido, de más bajo rango, no eran generales. Mostré unas pruebas para que actuaran contra ellos y ya, ya se fueron.
V.D.: ¿Ya los sacaron?
G.B.: Sí.
V.D.: ¿Y qué grado tenían?
G.B.: Coroneles.
V.D.: Si fueron los militares, ¿cómo lo hicieron? ¿Cómo grabaron?
G.B.: Son aparatos de hackeo, que descifran claves, que pueden poner a grabar incluso el computador de uno. Ese cuento que ustedes han escuchado de que los celulares incluso apagados son peligrosos es cierto. Son capaces de meterse a las fuentes de los computadores, de los celulares, y escucharlo a uno, de verlo también. Esto no es una fábula electrónica, es real.
V.D.: Y, entonces, ¿ese aparato hizo todo eso?
G.B.: Sí. En ese Gobierno hubo chuzadas.
V.D.: ¿Dónde está ese aparato hoy?
G.B.: Lo tenemos ubicado. Cuando publique la investigación, la idea es mandarlo recoger unos días antes, destapar el asunto y poder decir: pilas, está en tal sitio, pero no está activo. Cuando ellos vieron que había cambio de gobierno y de militares, lo desactivaron y lo empezaron a pasar de un lado a otro, lo han estado trasteando. Hoy ya sabemos dónde está otra vez. Ojalá no lo cambien. Con esta entrevista seguramente lo van a hacer. Pero no lo pueden desaparecer porque es detrimento patrimonial y se van a la cárcel, porque costó 3.600 millones de pesos.
V.D.: ¿Y el presidente Petro sabe esto?
G.B.: Claro. Cuando le mostré las primeras pesquisas, me dijo que hiciera la denuncia en el Congreso, yo la iba a hacer.
V.D.: ¿Y qué pasó?
G.B.: Me retiré, pero no tenía pensado hacerlo ahora sino hacia marzo o abril, después de la aprobación del Plan de Desarrollo. Pensaba hacer un debate en el Congreso y mostrar las pruebas. No sé si entregarle esto a Iván Cepeda o a alguien de allá. O lo hago desde mis redes, voy a mirar qué hago.
V.D.: ¿El presidente Iván Duque sabía?
G.B.: No sé, pero un consejero de él sí.
V.D.: ¿Quién?
G.B.: Ya pronto lo sabrán.
V.D.: Usted habló de la Consejería de Seguridad.
G.B.: La autorización de la compra salió de ahí, pero no he dado nombres para que no se preste a malas interpretaciones. Pero, Vicky, juepucha déjeme ser…
V.D.: ¿Lo dejó ser alcalde de Bogotá?
G.B.: Sí, si termino mi novela.
V.D.: ¿Y qué temas va a tratar en la novela y la serie que va a hacer?
G.B.: Por fin pude vender algo que no tenga que ver con el narcotráfico. El péndulo hoy no está ahí. Voy a hacer una novela, que no es de acción, se llama Millonario sin amor.
V.D.: Suena muy novela.
G.B.: Un pobre, un pobre rico, sí.
V.D.: Suena como Betty la Fea.
G.B.: Sí, es un papelón ahí, es bonito porque es un tipo que tiene todo, muchísimo dinero, no le falta nada, pero le falta el amor.
V.D.: Está fregado
G.B.: Va a buscarlo, sí.
V.D.: ¿Y la otra?
G.B.: Estamos en eso.
V.D.: Califique a los ministros del Gobierno Petro. De 1 a 5, ¿qué nota le pone a Iván Velásquez?
G.B.: 4.
V.D.: ¿Al ministro de Hacienda?
G.B.: 5.
V.D.: ¿Al ministro de Justicia?
G.B.: 4,5.
V.D.: ¿A la ministra de Minas?
G.B.: 4.
V.D.: ¿A la ministra de Agricultura?
G.B.: 4,5.
V.D.: ¿Alguno con una nota menos de 4?
G.B.: Todos en el gabinete tienen mucha mística. Estaban muy perdidos al comienzo, porque Petro tiene una filosofía bastante particular y es dejarlos ser. Él piensa: “Esperemos el primer mes a ver cuál es la iniciativa que tienen”. Entonces, no les tiraba, quería ver de qué eran capaces. Pero, cuando ya vio que en algunos sectores no se tomaban muchas iniciativas acordes al programa, empezó a ajustar tuercas. Eso fue lo que hizo en esa famosa reunión en esa finca a las afueras de Bogotá.
V.D.: En Hatogrande.
G.B.: Sí, ahí empezó a tirarles línea. Creo que hoy todos están muy sintonizados.
V.D.: ¿Cuáles han sido los aciertos y errores del presidente Petro?
G.B.: Me parece que un acierto es que ha ido cumpliendo cada promesa que hizo. A veces hacen escándalo por algunas medidas que toma, pero él ya las había anunciado hacía años. Entonces, uno dice: ¿por qué se asombran? Un acierto también ha sido el manejo económico, el más importante, porque el panorama del país, cuando Petro recibió las cuentas, era bastante oscuro. Un déficit, que todavía es muy alto, y un endeudamiento impresionante.
Otro punto a destacar es el traslado a los territorios más vulnerables. Ha ido varias veces a La Guajira, Buenaventura y el Pacífico. Él sabe que allá es donde está la pobreza extrema. Otro acierto tiene que ver con la SAE, por la forma en que hoy se está manejando. Les están quitando esas propiedades a los políticos que se habían aprovechado de ellas a través de testaferros. Les están devolviendo la tierra a los campesinos, la que habían comprado los narcotraficantes o la que a veces habían usurpado después de las masacres. El presidente también tiene la decisión de acabar con la polarización, es un acierto muy grande. De ahí sus reuniones con Uribe y la inclusión de Lafaurie en el equipo de negociadores con el ELN.
V.D.: ¿Y los desaciertos?
G.B.: No hay gobierno perfecto. Sería imposible. Al comienzo, digamos, dieron papaya con esas compras, de las cuales sé que él no tiene injerencia. No veo a un presidente diciendo compre tal marca, tal calidad, tal cosa. Es una persona que recibe un país con 50.000 problemas. No va a decidir las compras de una casa. También hay muchos nombramientos que no se han hecho. Sé que se ha demorado porque revisa cuidadosamente las hojas de vida, pero me angustia que queden muchos enemigos gobernando. Digo “enemigos del Gobierno”, entre comillas, porque es gente que le decía guerrillero o asesino y siguen ahí. Miércoles, ¿uno cómo puede gobernar con los enemigos ahí adentro?
V.D.: ¿Ha sido un acierto o un desacierto el nombramiento de Concha Baracaldo en el ICBF?
G.B.: No conozco a la señora. Ella misma ha confesado que no tenía experiencia en el tema. Me parece que para el ICBF sí se necesita a una persona de mucha experiencia. No sé cuáles fueron las otras motivaciones que tuvieron para nombrarla. De pronto que es una señora muy honesta y se sabe que en el ICBF roban mucha plata. Después del jalón de orejas que le hizo Gustavo Petro en La Guajira, pienso que tienen que estar ajustando los sectores para mejorar eso.
V.D.: ¿Qué opinión le merece el hecho de que Baracaldo haya dicho que a ella le ofreció el cargo Verónica Alcocer, la primera dama?
G.B.: Sé que esas cosas son odiosas. La gente dice: “Voté por Petro, no por la esposa”. Pero pienso que, cuando hay una unión de más de 20 años, esta tiene injerencia también en las opiniones. Obviamente, propondrá y el esposo decidirá. No creo que le dé una orden como la gente ha dicho. No creo que haya sido una imposición de la primera dama.
V.D.: Cuando se habla de una posible candidatura presidencial de Verónica Alcocer, ¿le gusta?
G.B.: Tengo la misma respuesta de Petro. Es decir, uno no puede decidir por las personas. A mí no me gustaría, si yo tuviera una esposa, que ella fuera la presidenta después de mí, por ejemplo. Pero si ella me dice que lo quiere ser, no la puedo detener. Cada persona es un mundo, es dueña de su propia vida, de su futuro. Pero en ese caso de Verónica, no sé si el país esté preparado para aceptarlo. El tiempo lo dirá. No sabemos qué pasará en estos tres años y medio que faltan.
V.D. ¿Pero hoy usted votaría por ella?
G.B.: Si tiene un programa que me convence, voto por ella. De resto, no. Así sea mi hijo, la esposa o lo que sea.
V.D.: ¿La gente no sentiría que Petro quiere seguir en el poder por interpuesta persona si ella fuese candidata?
G.B.: Sí. Se puede prestar para esa interpretación, realmente.
V.D.: ¿Y eso es sano?
G.B.: No sé. Para el proyecto político de largo plazo, no representaría la posibilidad de que otras personas puedan acceder al poder. Cuando hay un proyecto colectivo, hay muchas personas que tienen esa expectativa y querrán también llegar allá. Pero saben que, si en una misma familia quedan dos periodos presidenciales, las posibilidades van a ser más cortas. Sin embargo, si esa es la conveniencia para preservar el proyecto político, porque no aparecen más candidatos o candidatas, pues ya el país decidirá. Afortunadamente, no es una sucesión monárquica, en la que una persona designa a alguien para que quede en el poder. Son los votos de la gente y no sé si el país esté preparado.
V.D. Pero creo que usted no estaría de acuerdo si la esposa de Iván Duque hubiera sido candidata.
G.B.: Sí, seguramente hubiéramos criticado el hecho. Tengo que ser sincero, es algo inesperado, especulaciones de la prensa, tal vez, por la manera como ella se proyecta. Tiene su estilo. Pero no la he escuchado decir eso, ni en el grupo se ha hablado del tema. Tampoco nos han dicho: “Pilas, que la que sigue es Verónica”. Petro siempre ha dicho que todos los candidatos nos la tenemos que jugar por la consulta.
V.D.: ¿Quién es hoy el sucesor o la sucesora de Petro?
G.B.: En la línea veo a Francia Márquez, a Iván Cepeda, es gente de la causa, es que siempre los divido. De la causa, obviamente, dentro del Pacto. Sé que Roy Barreras quisiera ser también o va a ser candidato y legítimamente tiene el derecho, pero no lo considero de la causa.
V.D.: ¿Y usted?
G.B.: Pues hasta que no acabe la novela y no resuelva el problema, no sé todavía en dónde estoy políticamente.
V.D.: A Francia Márquez, para ser candidata presidencial, le tocaría renunciar un año antes.
G.B.: Con Alexánder López ya le dijimos. Ella no está muy segura de querer renunciar, a menos que pase algo fortuito. Creo que ella no renunciaría. Ahí se nos complican las cosas.
V.D. ¿Claudia López podría ser una buena presidenta de Colombia?
G.B.: Pues ya tiene la experiencia para gobernar. Bogotá es una buena escuela, la mejor, diría yo. Pero no encuentro que se haya conectado con la gente. Por su talante, por su forma de ser, no sé. Hoy hay una desconexión de Claudia con la gente. No la veo en las preferencias de los ciudadanos. Eso es hoy. No sé qué pase en un año o tres.
V.D.: Si Claudia fuera hoy candidata presidencial, ¿usted votaría por ella?
G.B.: Creo que no. A menos de que el partido decida hacer una coalición con la Alianza Verde, pero ella está en un partido que no es el mío. Entonces, no votaría por ella hoy, obviamente.
V.D.: Los verdes están muy bravos con el Gobierno, están rebelados, se quieren ir de la coalición…
G.B.: Sí, he escuchado esas voces, pero no son todos. Los verdes siempre han estado divididos. Hay un sector progresista, en el que están Katherine Miranda, Inti Asprilla y hay más. Pero también hay un sector que es muy proclive a Claudia y Angélica. Entonces, siempre van a estar divididos. Incluso ahora para la alcaldía me imagino que también van a estar divididos porque hay algunas personas del partido que me han dicho que me acompañarían si soy candidato.
V.D.: ¿Cómo es la relación entre Petro y Claudia? ¿Ella es confiable para el petrismo?
G.B.: Esa relación es un matrimonio por conveniencia, les sirve a ambos. A ella le sirve tener presidente y que le ayude a empujar algunas obras y algunas decisiones del Gobierno; y a él también le sirve tener una buena relación con Bogotá porque es prácticamente una tercera parte del país representada ahí. En la campaña nos convenía contar con el Partido Verde y a ellos con el presidente. Pero que haya un amor así de cortarse las venas entre ambos, no creo. Es una relación tóxica.
V.D.: ¿Tóxica e hipócrita?
G.B.: No creo que sea hipócrita. Creo que es conveniente.
V.D.: Pues, cuando algo es por conveniencia, es hipócrita….
G.B.: Se necesitan, nos necesitamos, no es tanto hipócrita. Si no trabajamos juntos, nos va peor.
V.D.: ¿Le duele que el Esmad no se haya acabado, como lo prometió el entonces candidato Petro en campaña?
G.B.: La verdad, sí. Se les había prometido eso a los jóvenes. Pero una cosa es estar fuera del Gobierno y otra dentro. Pienso que Petro, al sentarse ahí y ver que todavía hay muchos conflictos sociales por resolver, decidió que no era buena idea quedarse desprotegido.
Lo que sí sé es que se está trabajando para cambiar la actitud. Por ejemplo, el Esmad ha salido varias veces y a los jóvenes de la primera línea ya les salió una vez, pero no habido heridos ni mutilados ni muertos. El cambio de doctrina sí se nota. De hecho, hay varias armas que no se van a usar más. La escopeta calibre 12, con la que mataron a Dilan Cruz, y el Venom, esa arma mortífera que lanza 30 gases por segundo y que usó la Policía para dispararle al cuerpo y a la cara a las personas y que mató a varios.
V.D.: En todo caso, al no acabar con el Esmad, ¿hay un incumplimiento?
G.B.: Sí, claro que sí.
V.D.: Dicen que Francia Márquez y Gustavo Petro no se entienden, que le han querido quitar protagonismo. ¿Qué piensa?
G.B.: Este año vamos a ver el despegue mediático de ella cuando asuma el presupuesto del Ministerio de la Igualdad. Ahí ya vamos a ver a Francia en acción. Digamos que no ha sido porque la hayan excluido o algo, sino que escogió un rol que estaba aplazado.
V.D.: ¿Usted no quiere a los medios de comunicación?
G.B.: En esta etapa he visto más respeto. Fui crítico, incluso suyo, Vicky. Sentía que los medios se habían politizado. Los medios tienen que despolitizarse. Obviamente, hay medios que no son informativos, pero por lo menos en la sección de información lo que la gente quiere es objetividad, que le digan la verdad.
V.D.: Ahí tengo derecho a una réplica. Lo que pasa es que a los políticos solo les gusta que hablen bien de ellos y eso es un problema, porque el periodista tiene que denunciar y ser crítico. ¿Qué es lo más feo que le han dicho en su vida política?
G.B.: Me han dicho terrorista, imagínate.
V.D.: ¿Cuál es esa persona que usted no pasa en política?
G.B.: María José Pizarro, creo yo.
V.D.: ¿Y cuál fue el mal que le hizo María José Pizarro?
G.B.: Ya tendré la oportunidad de contarlo después.
V.D.: Pero todo me lo aplaza para el libro…
G.B.: Digamos que son actitudes más que todo.
V.D.: ¿Hubo alguna jugada sucia en su contra?
G.B.: Yo creo que sí.
V.D.: ¿Y eso es lo que le duele?
G.B.: Sí. Cuando una persona te dice “te quiero” y te abraza, tú confías en ella. Si la persona me dice “te odio”, espero lo que quiera. Por ejemplo, con el uribismo he sido agresivo y ellos conmigo. Lo acepto porque es un toma y dame. Pero uno no espera eso de las personas que están al lado y que te han dicho “oye, te quiero mucho” o “ven te abrazo”. Ahí es cuando duele, pero bueno. Uno va aprendiendo en el camino.
V.D.: Hablando de abrazos, ¿se acuerda del abrazo de Claudia López, el 20 de julio, que usted no le quiso dar?
G.B.: Claro. Llegó a abrazarme y le dije: “Claudia, pero no hemos hablado, tú me dijiste que yo era terrorista”. Dijo: “Pásate por mi oficina”. ¿Por qué tengo que ir a la oficina de Claudia? Encontrémonos en otro lado y hablamos.
V.D.: ¿Se arreglaron?
G.B.: No, porque no se ha disculpado conmigo. Ella sabe que no soy terrorista. Si fuera terrorista, no me indigno y digo “ay, me descubrió”. Pero no soy terrorista, soy demócrata. Nunca en mi vida he tomado un arma, nunca he tenido un episodio de violencia con mis parejas. Nadie lo puede decir. En mi UTL trabajaron 30 personas, todos me adoran. Nunca he sido una persona violenta para que me digan terrorista. Por eso me duele, porque no lo he sido. Claudia lo afirmó en medios nacionales y eso me costó problemas de seguridad muy altos.
V.D.: O sea, ¿está esperando las disculpas de Claudia López?
G.B.: Claro, y tomarme un café con ella. Con usted me tomé un café. Yo soy así.
V.D.: ¿Por qué me incluye? No me incluya.
G.B.: Cuando he tenido un conflicto con personas, lo soluciono hablando. El día que volvimos a hablar, le dije: “Vicky, primero tomémonos un café”. Lo he hecho con varias personas. Me falta Néstor Morales, lo tenemos cuadrado y no hemos podido cuadrar. Me dijo: “Tomémonos un café”, y le dije: “Listo, hablemos”. Y también con Luis Carlos Vélez nos tomamos un café. Dialogando uno se entiende. Fue aquí en Miami, hace cuatro meses, fuimos a un restaurante. No nos conocíamos. Él pensaba que yo era terrorista y yo pensaba que él era otra cosa.
V.D.: ¿Qué?
G.B.: Uno piensa que son periodistas prepagos o algo.
V.D.: ¿Sabe que esa es una expresión muy peligrosa y chimba?
G.B.: Es lo que se acuñó, por eso es peligroso. Cuando me siento con él, siento que es un periodista que simplemente tiene ideas de derecha. No es malo. Entonces, él entiende que soy una persona que ha luchado, que tengo unas ideas y que me las va a respetar a partir de ese café y yo las de él. Y mire que hemos tenido una buena relación. Si Claudia López me dice: “Tomémonos un café”, yo me lo tomo y limamos las asperezas.
V.D.: Solo por curiosidad, ¿cuántos hijos tiene Gustavo Bolívar?
G.B.: Tengo dos, de mi bachillerato. A los 20 años ya tenía dos hijos. Obviamente, están grandísimos, aquí tengo uno que me está visitando. Dos casados. Y a Santiago lo agarraron por delante los Cabal a darle día y noche y me lo hicieron visible porque ellos nunca han querido estar expuestos.
V.D.: ¿Entonces son tres?
G.B.: Sí, tres hijos que yo conozca. No sé si aparezca por ahí algún otro. No, mentiras.
V.D.: ¿Algún día se casó?
G.B.: Sí, me casé con la madre de los dos hijos mayores. Pero, obviamente, nos divorciamos después.
V.D.: ¿Y hoy está ennoviado?
G.B.: Sí, tengo una relación. Pero como las redes sociales son tan difíciles, no la expongo porque enseguida le acaban la vida.
V.D.: ¿Y está enamorado?
G.B.: Sí, cuando tengo una relación estoy enamorado. Si no, no la tengo.
V.D.: ¿Algún día se va a peluquear?
G.B.: Por ahí, por alguna apuesta que pierda.
V.D.: O sea, ¿nunca se va a cortar la colita?
G.B.: No. A mí me gusta mi colita. Esa colita tiene fans. Por ahí me dicen: “Uy, no se vaya a cortar el pelo”.
V.D.: Hablemos de la reforma pensional. Lo que se ha dicho hasta ahora ha generado mucha polémica.
G.B.: Los fondos de pensiones no pensionan a mucha gente. Hoy tienen a unos 280.000 pensionados de 18 millones de afiliados, mientras Colpensiones tiene 6,7 millones de afiliados y tienen 1.500.000 de pensionados. Mire la diferencia. Colpensiones tiene que pensionar a mucha gente y recibe muy pocas cotizaciones. Ese faltante, de unos 18 billones de pesos, tiene que sacarlo el Estado. Lo que queremos es equilibrar las cargas. Es decir, como Colpensiones pensiona a más gente, pues que le ingrese más dinero. Como los fondos pensionan menos ciudadanos, que les ingresen menos recursos. No es verdad que se vaya a tocar el ahorro pensional que existe hoy y que es de 290 billones de pesos. Eso está ahí, es sagrado y nunca se va a tocar.
V.D.: ¿Está de acuerdo con lo que dijo el presidente de Colpensiones de usar la plata de los pensionados para hacer el tren entre Buenaventura y Barranquilla?
G.B.: Creo que él quiso dar un ejemplo, pero no es la plata de los pensionados, él lo explicó mal. Es la plata que se deja de pagar a los pensionados.
V.D.: Se equivocó.
G.B.: Sí, claro.
V.D.: ¿Está de acuerdo cuando el presidente Petro dice que tenemos uno de los peores sistemas de salud del mundo?
G.B.: Cuando uno viaja, se da cuenta de lo que funciona o no en Colombia. La salud funciona a medias, pero no es la peor. Cuando las personas están en el sistema, hay cosas muy buenas: la hospitalización, los costos para la gente que no tiene dinero son cero, prácticamente subsidiados. Ahí funciona bien. Lo que no funciona bien es la atención primaria, es decir, cuando la persona pide una cita con el especialista y le toca esperar. Por ejemplo, con un cáncer, ahí sí es gravísimo, están jugando con la vida de las personas. Si se puede mejorar eso, lo hacemos.
V.D.: Por último, está la reforma laboral. ¿Está de acuerdo con que se acaben los contratos por prestación de servicios?
G.B.: Siento que eso debería ser opcional. Conozco mucha gente que quiere seguir siendo contratista porque quiere viajar, trabajar dos meses y darse un viaje, porque quiere tener dos contratos. Pero también hay mucha gente de la que han abusado, con un contrato de prestación de servicios durante seis, siete, ocho años, en el mismo puesto, cumpliendo horarios, y la ley dice que eso es un vínculo laboral.
V.D: ¿Se equivocó el presidente al incluir al ELN en el cese al fuego bilateral?
G.B: Obviamente, no vamos a tapar que es una embarrada, pero con los demás grupos nadie ha dicho nada. Lo que pasa es que el afán más grande que tiene Petro es detener la muerte, el chorro de sangre. Esa ha sido su lucha de toda la vida, pero eso se va a resolver en días. Se acordarán de mí que 2023 será el año con menos muertos en la historia de Colombia, por lo menos de los últimos 50 años.
V.D: Ahí está pintado el ELN. ¿Qué más quieren? No han negociado nada, y ya el Estado está siendo generoso con ellos.
G.B.: El ELN debe saber que no tiene otra oportunidad de negociación. Hoy la lucha armada no tiene razón de ser, ni en Colombia ni en el mundo. Eso se superó con la llegada al poder de Lula, Petro, Mujica (que también fue guerrillero) por las vías democráticas. Entonces, ¿cuál es la vocación del ELN? Llegar al poder es imposible. Tienen que tomar una decisión y se les acaba el tiempo. De hecho, el tren de la historia va más adelante y están quedados.
V.D.: ¿Uno podría decir que el presidente Petro ya tiene adoctrinados o amaestrados a los comandantes de todas las Fuerzas Militares y de Policía?
G.B.: No. Creo que las Fuerzas Militares, afortunadamente, tienen una vocación de respeto por la democracia. Si no, hubiera habido un golpe de Estado hace mucho rato. Lo que pasa es que cada presidente gobierna con los generales que son afines a sus objetivos. Los comandantes son muy respetuosos del presidente, no lo esperábamos. Nosotros teníamos algún temor desde la campaña de cómo iba a funcionar eso.
V.D.: Hablaban de un golpe de Estado y fíjese que eso no era verdad. Era una fantasía de ustedes.
G.B.: Hablábamos de una posibilidad, claro.
V.D.: Pero era una fantasía. Es que francamente las Fuerzas Militares de Colombia no son golpistas.
G.B.: Sí, claro, pero uno tiene sus temores. Uno escuchaba a Zapateiro, y decía: “Wow, esos tipos no se van a mamar que Petro sea presidente”. Pero mire que lo hicieron. Hay que reconocer la lealtad de las Fuerzas Armadas, no con el presidente, sino con las instituciones y con la democracia. El país tiene que estar muy tranquilo con eso. Se ha seleccionado a un grupo que es afín, no a nuestra ideología, ellos jamás van a ser de izquierda, pero sí al propósito de la paz. Vicky, y los que no estén sintonizados con ese propósito, tienen que dar un paso al costado.
V.D.: ¿Está satisfecho porque hay jóvenes de la primera línea que están saliendo de las cárceles?
G.B.: Los que están libres tienen que seguir enfrentando sus procesos. Yo sí quisiera que la Fiscalía recalificara los delitos por los que ha imputado a muchos.
V.D.: Pero eso no va a pasar…
G.B.: Son calificaciones injustas. Pero, sí, mientras el señor Barbosa sea el fiscal, eso seguramente no va a pasar. Me siento satisfecho de que hayamos aprendido la lección. Obviamente, queda gente lesionada y gente huyendo, hay gente muerta. Hay madres llorando. Hay gente con un solo ojo, qué triste que haya pasado todo esto.
V.D.: Está el muchacho que se fue a las disidencias de las Farc. ¿Lo recuerda?
G.B.: Superdoloroso. Uno le ve la cara y es casi un niño. Lo conocí y veo que nos conoció a todos, porque después aparecieron fotos. Tengo pendiente un diálogo con la mamá porque hay que rescatar a ese pelao. Es un muchacho sano, no tiene por qué saber las consecuencias, pero se sienten tan acosados por la persecución que prefieren ir a buscar un escape de esos. Es peor el remedio que la enfermedad. Pero ellos no tienen cómo discernir eso. Siento que, en medio del miedo porque sean capturados o algo, terminan cometiendo esos errores.
V.D.: No. Todo el mundo sabe que irse a las disidencias es irse a un grupo narcotraficante a matar y punto.
G.B.: Sí, hoy no creo que las disidencias tengan en mente una revolución para cambiar el modelo político en Colombia.
V.D.: No. Son matones y narcos. ¿Sí o no?
G.B.: Eso ya no existe. Muchos están allá porque Néstor Humberto Martínez los intentó entrampar. Prefirieron devolverse a estar aquí con una soga al cuello y la posibilidad de ser extraditados a Estados Unidos. Por eso es que se les abre otra oportunidad.
V.D.: Pero el embajador de Estados Unidos en Colombia dijo que no hubo entrampamiento.
G.B.: No sé por qué la corte se ha demorado tanto. A pesar de que Santrich está muerto, ese caso no se ha resuelto. Nosotros sí quisiéramos saber la verdad de lo que pasó ahí. Mucha gente nos decía que conocía a Santrich y que él jamás, después de un proceso de paz, se iba a poner de torpe a negociar cocaína y demás, delante de un poco de gente. No lo voy a exculpar, ni siquiera lo conocí. Lo vi una vez en el Congreso.
V.D.: No se perdió de nada.
G.B.: Sí. Nunca tuve la oportunidad de conocerlo. Sentimos que querían entrampar la paz.
V.D.: Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo no han estado muy de acuerdo con los pasos que está dando el presidente Petro para alcanzar la paz total. ¿Cómo le parece?
G.B.: Sobre todo en el tema de las disidencias de las Farc. Ahí es donde se presenta la mayor desavenencia.
V.D.: Sí, hay un corto circuito.
G.B.: Sí, pero la visión nuestra es que, si no se les da esa oportunidad, entonces tenemos que perpetuar la guerra. Ya son 4.000, ya no son los 1.000 del 2016, cuando el primer frente de las Farc se rehusó a firmar el acuerdo. Acuérdese, Gentil Duarte quedó con un grupo allá.
Ante el asesinato de más de 340 excombatientes, muchos resolvieron devolverse. Dijeron: “Pues no me voy a quedar aquí sin armas para que me maten”. Uno puede mantenerse en el orgullo, que no merecen otra oportunidad y que sigan los muertos. ¿Cuáles son los muertos? No son los hijos míos ni del ministro o el presidente. Los muertos los ponen los vendedores ambulantes, gente muy pobre; entonces, uno también tiene que pensar en ellos.
V.D.: ¿Usted cuántos años tiene?
G.B.: 56.
V.D.: ¿Le molesta que le pregunten la edad?
G.B.: No. Creo que la edad es algo natural y hay que asumirlo con orgullo. Yo tengo mi madre, que aquí me está mirando, y va para 87 y ella vive feliz, a ella no le quiten los años.
V.D.: Para cerrar. ¿Una palabra para Juan Manuel Santos?
G.B.: Pragmático. Le agradezco el acuerdo con las Farc.
V.D.: ¿Álvaro Uribe?
G.B.: Un cínico.
V.D.: Iván Duque.
G.B.: Un Gobierno corrupto.
V.D.: Andrés Pastrana
G.B.: Un inepto.
V.D.: Ernesto Samper.
G.B.: Proceso 8.000.
V.D.: Cesar Gaviria.
G.B.: Un negociante.
V.D.: Entonces, ¿qué piensa de que el proceso 8.000 y el negociante, como usted les dice, apoyen al Gobierno Petro?
G.B.: Fíjese que Gaviria entró porque la insurrección de los liberales le iba a costar.
V.D.: ¿Qué piensa del apoyo de esos dos expresidentes?
G.B.: Si no tenemos bancadas propias, tenemos que hacer concesiones y transacciones. Esto es una transición hacia el cambio, pero el cambio se va a dar el día que nosotros podamos desterrar de la política a todos los corruptos y negociantes.
V.D.: Algunos creen que los partidos tradicionales que se unieron al Gobierno Petro, pero que siempre estuvieron en contra, son unos chupasangre.
G.B.: Uno mira un Partido Conservador, que votó por Rodolfo y antes por Fico, y desde el 7 de agosto están con Petro. Son personas que viven del voto comprado. No tienen la posibilidad de subsistir si no es por la vía del clientelismo. Es que el político tradicional necesita de una entidad para esclavizar electoralmente a unos empleados. De ahí sale una parte de los votos. Entonces, en la medida en que tengan el Sena, el ICBF, el Fondo Nacional del Ahorro, pues van a tener votos.
V.D.: Pero si el Gobierno les corta el chorro, acaba con eso. Lo que pasa es que no le aprueban nada.
G.B.: Exacto. Eso fue una discusión que tuvimos. Si nosotros le cortamos el chorro al Partido Conservador, que tiene más de 200 entidades en toda Colombia, se acaba el partido en las próximas elecciones. Pero nosotros no hubiéramos hecho las reformas. Petro me decía: es eso o la reforma. Y tiene razón. Ellos tienen una fuerza en el Congreso que no se puede desconocer.
V.D.: ¿Se queda como libretista o político? ¿Qué le gusta más?
G.B.: Me gusta más mi universo de las letras. Siento que me quedan cosas por hacer y retos por enfrentar. Creo que regreso cuando resuelva las cosas.
V.D.: Usted va a levantar mucha ampolla con esta entrevista.
G.B.: Nací para estar en el ojo del huracán.
V.D.: ¿Quiere decirle algo a la gente que votó por usted y a la que hoy le está diciendo adiós?
G.B.: Nunca los he defraudado, jamás me presté para un negocio sucio, para hacer algo malo o indebido en la política. De repente, los que votaron por mí pueden sentir un poco de desazón por mi renuncia, pero les pido que me comprendan. Herido no le sirvo a la causa. Cuando una persona está pensando cómo tapar huecos económicos, no está trabajando al 100 %. Que me permitan esta licencia, que yo regreso. Voy a seguir defendiendo los intereses de la gente, denunciando, ese es mi talante. Que me excusen porque, obviamente, me habían elegido para cuatro años.
V.D.: Que lo perdonen.
G.B.: Sí, que me perdonen.