El magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado fue declarado hace tres años crimen de lesa humanidad.

Judicial

“No más dilaciones, no más mentiras”: el duro mensaje de la familia de Álvaro Gómez Hurtado a las FARC

Mauricio Gómez, hijo del líder conservador, leyó una carta ante la JEP en la que reclama que cuenten la verdad y que esta sea probada. El documento describe la zozobra que ha tenido la familia en todos estos años de impunidad. No creen en versiones, piden pruebas.

7 de abril de 2021

Este martes, en medio de la audiencia en la que Carlos Lozada, congresista de Comunes (antiguo partido FARC) dio su segunda versión sobre el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Mauricio Gómez, hijo del líder político conservador, leyó una sentida carta y le hizo varias preguntas a Lozada al encontrar inconsistencias entre la segunda y la primera versión que conoció la JEP.

En primer lugar, durante el inicio de la audiencia, Mauricio leyó una comunicación o mensaje de la familia:

“Sugerir que lo que nos impulsa es el afán de lucro o la perspectiva de alguna compensación económica ha sido una infamia y calumnia, y desconoce los esfuerzos que hemos hecho, desde hace ya tres décadas, por encontrar a los verdaderos culpables de la muerte de mi padre. Por eso también me parece muy importante decir aquí que nuestra familia lo único que quiere es la verdad y nada más que la verdad, cualquiera que ella sea”.

La familia Gómez advierte: “No tenemos sesgos vengativos ni la intención deliberada de culpar a nadie en particular, sino solo a quienes fueron los determinadores del atentado que le costó la vida a mi padre el 2 de noviembre de 1995. Lo nuestro no es un capricho ni la obsesión por que se satisfagan solo algunas hipótesis. Claro que no. Pero las hipótesis que hemos ventilado de manera pública y sistemática desde hace mucho tiempo son el resultado de una investigación rigurosa y minuciosa que ha adelantado la Fiscalía”.

Otro aparte de la carta señala: “Con respecto a la línea de investigación sobre la autoría de las FARC es importante decir también varias cosas. Una es que el país espera de ellas la verdad y no la mentira. Pero una verdad cierta y probada, contundente, categórica, no cortinas de humo y vaguedades, leyendas, contradicciones, información de oídas y de tercera mano, fantasmas, acusaciones gratuitas a muertos que ya no se pueden defender ni pueden hablar”.

En otro aparte de la comunicación se lee: “En ese sentido, la carga de la prueba está toda en las manos de las FARC, pero no para acreditar su inocencia, sino su culpabilidad, que de ser cierta tiene que demostrarse, documentarse, rastrearse en un universo de pruebas e indicios que deben ser irrebatibles, que no pueden dejar espacio a la duda o la especulación”. Y concluye ese aparte señalando: “Muchos quieren creer en esta confesión de las FARC, pero la verdad y la justicia no son un acto de fe, sino el resultado de la buena fe: la demostración de que lo que se dice es así, es cierto y verdadero”.

Y señalan también que “hay que señalar que a lo largo de la investigación sobre el crimen contra mi padre, la hipótesis de la guerrilla nunca tuvo ningún asidero. En ningún momento del proceso, con todas sus desviaciones, negligencias y dilaciones, se pensó que esa fuera una línea hipotética válida y ni siquiera plausible. Que de haberlo sido, habría resultado también lo más cómodo para muchos actores estatales involucrados en la investigación. Imagínense ustedes lo fácil que habría sido para ellos, con el menor indicio, culpar a las FARC”.

Otro aparte señala: “Eso no pasó nunca porque, repito, ninguna prueba permitía abrigar una idea así. Dicen las FARC que mi padre era uno de sus enemigos históricos, uno de los símbolos del establecimiento contra el que ellas combatían. Dicen también que al matarlo le estaban cobrando una deuda con treinta años de intereses, pues fue mi padre, alegan, quién instigó el bombardeo a Marquetalia al hablar de las ‘repúblicas independientes’.

En otro momento de la audiencia, Mauricio leyó una carta que fue enviada por el Secretariado FARC además de contar cómo en 1988, cuando su padre fue secuestrado por el M-19, su hermana habló con Manuel Marulanda, conocido como Tirofijo:

La carta señala:

Doctor Álvaro Gómez Hurtado, Bogotá:

Pensando en los grandes y graves problemas del país y en la necesidad de buscarle salidas inteligentes comenzando por el de la guerra y la paz, creemos en especial conveniencia en el momento actual, una conversación suya con nosotros. Creemos que estos momentos en Colombia quien logre llegar a la opinión de millones de personas con planteamientos claros y precisos sobre el proceso de paz y la paz misma, será el próximo presidente de la República. Diga cuándo viene, lo estamos esperando. Atentamente: Estado Mayor de las FARC.

Firman: Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas, Alfonso Cano, Raúl Reyes y Timoleón Jiménez.

Carta del secretariado a Álvaro Gómez Hurtado
Carta del secretariado a Álvaro Gómez Hurtado | Foto: SEMANA