VALLE DEL CAUCA
“No podemos hablar”: reclusos de la cárcel de Tuluá denuncian presiones tras la tragedia
Un alto muro separa la cárcel de una vía pública, sin embargo, los internos gritan y alcanzan a ser escuchados.
Muchas son las dudas que se ciernen sobre las circunstancias que rodearon la muerte de 51 reclusos en la cárcel de Tuluá, Valle del Cauca, en la madrugada del martes en medio de un incendio.
Lo ocurrido dentro del pabellón 8 sigue siendo un misterio, incluso para las propias autoridades. Y es que aunque ya hay algunas hipótesis sobre el trágico suceso, quienes saben de primera mano lo que pasó adentro son los propios reclusos.
Sin embargo, los internos no han podido hablar mucho, pues parece que dentro del penal hay un “pacto de silencio”.
Familiares de reclusos que pudieron hacer contacto con ellos —vía telefónica― luego de la tragedia y que hablaron con SEMANA dijeron percibir un aura de miedo en las palabras que desde la cárcel les decían sus allegados.
Lo más leído
También contaron que el tiempo para comunicarse fue realmente limitado, pues solo les dieron tres minutos para conversar. En ese espacio, aseguran, solo apuntaban a contar que estaban bien y que habían perdido sus enceres en el incendio.
A las versiones entregadas por los familiares de los reclusos se suman los gritos que desde adentro del penal, ubicado en el barrio El Bosque, una zona residencial, lanzan los internos en un intento por entregar algún mensaje.
Una pared de varios metros de altura separa el penal de una vía pública, pero con fuertes gritos, los internos intentan comunicarse. Y de hecho lo logran: “Estamos bien, pero no podemos hablar”.
Pese a la difícil comunicación que ha habido desde el exterior con el interior del penal, algunas versiones de los hechos han circulado entre los familiares. Estas apuntan, en parte, a la que manejan las autoridades: una riña entre dos hombres, al parecer, por el control del pabellón 8. La duda reposa, principalmente, en la motivación del incendio.
Acerca del incendio, que habría iniciado cuando los internos prendieron fuego durante la riña a unas colchonetas, las autoridades no han entregado muchos detalles y se han limitado a decir que el pabellón 8, que está en la parte antigua de la cárcel, no tenía sistema contra incendios y que los guardianes hicieron todo lo posible para controlar el fuego mientras llegaban los bomberos.
Esa noche estaban de turno 26 guardianes, que con extintores intentaron controlar la conflagración, pero familiares denuncian que algunos estaban fuera del penal, en plena rumba, pues esa madrugada concluían las ferias de Tuluá. Esta versión ha sido negada rotundamente por las autoridades.
Es materia de investigación si los dos internos que presuntamente dieron inicio a la pelea están muertos o hacen parte del grupo de 23 heridos y 84 ilesos. Cabe resaltar que dos guardianes de la cárcel resultaron heridos en el incendio, pero no revisten gravedad.
Por ahora, lo único concreto es que, tras una evaluación a la estructura arcaica de la cárcel de Tuluá, fueron clausurados temporalmente los pabellones 8, 9 y 11, lo que derivó en el traslado de 350 reclusos a otras cárceles de orden departamental y nacional.
Entre tanto, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses dispuso un basto equipo de especialista a cargo de la inspección de los cuerpos. Hasta el momento, han sido plenamente identificados 25 internos, es decir, todavía falta poco más de la mitad.