"NO SOY UN ASPIRANTE ANGUSTIADO, NI UN CANDIDATO CRONICO"
SEMANA habló con Alberto Santofimio sobre las repercusiones del debate de los "dineros calientes" en su movimiento y otros aspectos de la política nacional
SEMANA.: Existe la impresión de que su fuerza parlamentaria está disminuida y de que su movimiento atraviesa un difícil momento político.
ALBERTO SANTOFIMIO.: A raíz de los episodios de la Convención de Medellín, mi movimiento se incorporó al cuerpo unitario del liberalismo. Nadie puede hablar, entonces, de que esté perdiendo lo que nunca he tenido, es decir, una clientela parlamentaria cautiva. Quienes hoy me acompañan en el Congreso no lo hacen porque yo los hubiera elegido al precio de tumbar el liberalismo. Todos ellos logran su elección en forma independiente y hoy me acompañan movidos por una identidad intelectual, política o generacional y no por gratitud personalista. Partí de cero, después de mi contribución y mi sacrificio por la unión del partido y hoy tengo un honroso equipo parlamentario. A nosotros nos ha aumentado y nos aumentará la fuerza, mientras a otros se les han ido los parlamentarios que eligieron en el batallón anti-partido del galanismo.
S.: ¿Qué fuerza parlamentaria tiene actualmente?
A.S.: Cerca de 20 parlamentarios.
S.: Sin embargo, la fuerza que menciona es inferior a la que tenía al comienzo de la legislatura.
A.S.: Dentro de la política existe coincidencias, alianzas y coaliciones de evidente transitoriedad. Nunca hice cuentas para efecto de mi destino político de aquellos parlamentarios que, con algunos amigos y unidades aisladas del liberalismo, coincidíamos en cierta actitud frente al gobierno conformamos el sector de los independientes que desapareció al retornar a la disciplina del llamado legitimismo. Además, es bueno que la gente sepa que un movimiento renovador y con porvenir tiene más su dinámica y su fuerza en los que quieren llegar al Congreso que en los que están en el Congreso. No olvide que en cada diputado o concejal hay un parlamentario dormido para el 86.
S.: Pero no puede negar que hay miembros de su staff directivo que han dejado las filas de su movimiento.
A.S.: Sí. Pero lo hicieron dentro de la versatilidad que tienen los intelectuales para cambiar de rumbo, cuando los seducen otras ideas. Eso es natural, lo que ocurre es que conmigo cierta prensa hace lo de los porteros bribones: cuentan con escándalo cuántos salen, pero jamás dicen cuántos entran.
S.: Usted, no puede negar que la vinculación de su movimiento con el debate de los "dineros calientes" y, concretamente, con el señor Pablo Escobar, afectaron su movimiento.
A.S.: Quienes sistemáticamente buscan argumentos para poner obstáculos a mi carrera política, cambian de enfoque según las circunstancias.
Hace unos meses lo que me había perjudicado era mi amistad con López Michelsen y el hecho de haber apoyado su candidatura. Para otros, haber ofrecido en los momentos de la emergencia económica apoyo a las iniciativas del gobierno. Recientemente, se esboza la circunstancia del debate sobre los llamados "dineros calientes" .
S.. Pero se dice que Pablo Escobar estaba financiando su movimiento...
A.S.: Nuestro movimiento es el más pobre en recursos que puede existir en Colombia. Desde el punto de vista de organización nacional, tenemos una sede tan modesta como la que puede tener en Bogotá cualquiera de los aspirantes al Concejo. Y en los departamentos, los costos de organización, movilización y giras corre por cuenta de los dirigentes regionales.
Nuestra sede funciona con voluntarios sin sueldo y por eso hemos logrado mantenerla a pesar de las dificultades.
S.: Hay quienes sostienen que usted orquestó el debate contra el Ministro Lara.
A.S.: El país que me conoce sabe suficientemente que yo no hago debates por terceras personas y que si algo me ha traido oposiciones y problemas es el de asumir personalmente, corriendo todos los riesgos, las polémicas y los debates. Imagínese si iba a necesitar recurrir a otra persona si tuviera en mi navegación el deseo de destruir a algun empleado del gobierno, cuando las gentes me han visto en abierta lucha contra instituciones y personas del mayor poder. ¿Si he batallado muchas veces en abierta contravia con los ex presidentes de la República, los gobiernos y la prensa, por qué habría de temer adelantar una jornada parlamentaria contra alguien si eso hubiera sido de mi interés?
S.: ¿Cual es su posición actual frente al gobierno?
A.S.: Somos el único sector liberal que no tiene voceros ni representantes en el gabinete político del Presidente.
Desde el comienzo de la administración, nos propusimos un claro derrotero: independencia critica, fiscalización libre y cooperación patriótica en aquellos aspectos en los cuales encontráramos coincidencia con nuestras condiciones y principios o conveniencia para sectores de la vida nacional. No somos gobiernistas, no pertenecemos al enajenado coro de los unanimistas, pero tampoco ejercemos oposición sistemática, obstruccionista y ciega Derrotada la vieja y esencial propuesta de regresar a los términos de partido de gobierno y partido de oposición, lo que queda es asumir una posición como la nuestra, que le permita al liberalismo tener al menos un sector que,no comprometido con una participación en el gabinete ministerial, suscite confiabilidad en sus juicios críticos y en la oferta de alternativas para el futuro nacional.
S.: ¿Propone Ud. una convivencia entre los partidos tradicionales en el poder, una extensión del Frente Nacional, o cree que el experimento del Movimiento Nacional resultó tan exitoso electoralmente que hay que continuarlo?
S.A.: Tengo la convicción de que Colombia no logrará regresar al imperio de las hegemonias, ni a los gobiernos de partido, y que se mantendrá una cooperación de las corrientes políticas para hacerle frente al reto de las grandes dificultades que acosan al país y, sobre todo, al sistema democrático. No veo en el futuro una lucha de sectarismo, aun cuando sí creo en un realinderamiento ideológico que cambie los términos de la burda coalición burocrática que hoy existe por una coalición donde quien aspire a gobernar con mayorías de un partido encuentre la clave de la paz en transacciones y conciliaciones de carácter programático. Por ello le veo futuro y vigencia a un espiritu nacional de los gobiernos, lo que no implica en manera alguna la subsistencia o continuidad del Movimiento Nacional que abanderó el doctor Betancur y que cumplió sus fines concretos al elegirlo, pero que no se está reflejando ni en la actitud ni en la integración del actual gobierno.
S.: ¿Quiere decir, entonces, que se acabaron las candidaturas de partido ?
A.S.: Los gobiernos de partido se acabaron, pero podrán subsistir las candidaturas de partido.
S.: El liberalismo podría entonces invocar un espiritu nacional para darle carácter de movimiento nacional y ofrecer la alternativa de cambiar un movimiento nacional por otro. Podría maquillar así al partido, pero no le sería tan fácil hacerlo con el candidato...
A.S.: Lo sensato para el liberalismo es buscar los caminos de su unidad futura en el plebiscito programático y en la consulta popular. Si se conquista la unión en las elecciones parlamentarias de 86, quien resulte candidato del partido debe hacer, tiene que hacer una franca apertura hacia los demás partidos y sectores, para buscar a través del diálogo el fortalecimiento del frente político del liberalismo y las mayorías suficientes que le permitan gobernar con audacia y realizar un cambio sin odiosas exclusiones. Si el partido logra a través de los mecanismos de consulta popular su reunificación, no sería para plantear un retorno revanchista al poder o una ilusoria república liberal sino para avanzar como la primera fuerza política de Colombia, fortalecida con alianzas y coincidencias en torno a un programa, y ejercer un gobierno futuro con espiritu nacional y orientación liberal.
S..: ¿En esas alianzas y coincidencias incluiría al partido conservador?
A.S.: Podría presentarse la realidad de que, ante la consolidación de la unidad liberal, antes de la elección presidencial, aparecieran sectores del conservatismo que no descartaran el avenimiento programático para desectarizar el futuro gobierno y consolidar la concordia política.
S.: ¿Entonces no descarta coaliciones o alianzas con conservadores?
A:S.: No las descarto, pero tendrían que ser después de las elecciones parlamentarias, en torno a una conducta y una decisión de todo el liberalismo y de su candidato vistorioso en la consulta popular.
S.: Ud. viene hablando desde Medellín de consulta popular. ¿Cual sería la fórmula concreta que propone?
A.S.: En la Convención de Medellín, los jefes tradicionales del liberalismo derrotaron mi propuesta de consulta popular. De haberse impuesto, hoy no estariamos expiando la derrota, sino gobernando el país. En esa jornada del liberalismo terminó, a mi juicio, para siempre, la posibilidad unificadora del sistema de las convenciones. Por eso insisto en que si el liberalismo no acoge la consulta popular, para dirimir las diferencias entre sus matices y escoger democráticamente su candidato, el partido no volverá al poder en lo que resta de este siglo.
S.: Pero ¿cómo precisaría la fórmula?
A.S.: Tiene que ser una consulta en las elecciones parlamentarias del 86, pues está demostrado históricamente que, antes de la elección de Congreso, es imposible conseguir la unidad, desde el momento en que institucionalmente se separó la elección de Presidente de la de Parlamento. Pero tiene que ser una consulta popular abierta, amplia, igualitaria y democrática. No como equivocadamente la conciben algunos: como gabelas para unos y desventajas para otros. No puede ser una lucha torpe entre oficialismos y disidencias, entre legítimismos y rebeldías, sino una competencia pareja, donde el partido no tenga candidatos sino opciones igualmente válidas para que compitan y acojan el fallo de las urnas.
S.: ¿Cómo se podría garantizar que eso suceda?
A.S.: Para que eso fructifique y no exista el temor a las defecciones o el irrespeto a los resultados electorales, es preciso que, previamente a las elecciones parlamentarias, haya un compromiso de honor entre todas las vertientes del partido, los ex presidentes y, desde luego, la objetividad de los medios de comunicación afectos al liberalismo.
S.: ¿Se compromete a aceptar el ganador que salga en las primarias sea quien fuere?
A.S.: Lo importante es que todo el partido se comprometa a respetarlo, para que podamos regresar al poder.
S.: Le está sacando el cuerpo a la respuesta...
A.S.: Pero es que lo que importa es que el liberalismo lo acepte, no que yo lo acepte.
S.: ¿Qué será de Alberto Santofimio en el 86 si hay o no consulta popular o si ésta no le fuera favorable?
A.S.: Yo no soy un aspirante angustiado ni un candidato crónico. Soy un trabajador intelectual y un líder político y ahora ando de obrero de la reconstrucción liberal. Si lo que pregunta llegare a ocurrir, volvería sobre la cita cristiana que alguna vez en un momento de dificultad trajera a colación el entonces jefe del MRL: "Soy un siervo de la voluntad popular" hágase en mí su palabra".
P.: Hablando de candidaturas ¿qué opción les ve ud, por dentro o por fuera de la consulta popular, a las siguientes personas: Barco, Durán, Galán?
A.S.: Dentro de la consulta todos podrían tener opción, por fuera de ella ninguno tendría nada qué hacer.
P.: Defina las opciones que Ud. les ve a los eventuales candidatos del partido liberal: Barco, Durán, Galán, Santofimio.
A.A.: Barco: en la vacilación y en el silencio se puede hacer poesía pero difícilmente política.
Durán: una generación a la cual se le está terminando su tiempo histórico y un temperamento muy fuerte para los tiempos del diálogo y la conciliación.
Galán: su madurez electoral por cuenta del antireeleccionismo y su inmadurez política de ahora, le ofrecen un largo camino para que atraviese la indispensable adversidad y los sacrificios sin los cuales nadie puede llegar al poder o al liderazgo.
Santofimio: si fuera galanista cometería la osadía de autodefinirme
P.: Galán ha pedido que los ex presidentes se retiren de la actividad politica. ¿Ud qué opina?
A.S.: Una propuesta de tal naturaleza bordea los linderos de la cobardía política. La tradición colombiana es otra. López Pumarejo en 1929 no le pidió permiso a los generales de La guerra civil para llegar al comando de su partido, no solicitó con aire de plañidera su retiro. Se impuso frente a ellos y conquistó su autoridad de jefe por el ascediente que lograron sus tesis. Jorge Eliécer Gaitán jamás clamó por el retiro de las figuras con sagradas de su partido en esa época sino que a través de la agitación de ideas y de masas conquistó la jefatura liberal. Alfonso López Michelsen en largos años de vanguardia intelectual y política del MRL nunca solicitó el retiro de los Lleras o de Echandía sino que consolidó su fuerza y su prestigio en las filas de su propio partido y así llegó a la dirección política y a la primera magistratura. No es pidiendo que las generaciones instaladas regalen el retiro como llegan los nuevos a la conducción de un partido y de un país. Es imponiéndose por la bondad de sus ideas y el prestigio y la capacidad para el liderazgo.
P.: ¿Podría definir el estado de su relación las siguientes personas de la vida nacional? Betancur, López, Lleras Restrepo, Lleras Camargo, Turbay, Echandía.
A.S.: B.B.: aproximación personal y distanciamiento ideológico y doctrinario.
López: Lucha política compartida, admiración intelectual y divergencias ocasionales en la vida pública, las que jamás han empañado la amistad que siempre le he profesado.
Turbay: nos alejó su estilo de gobierno y desde entonces, como la canción popular, la distancia entre los dos es cada día más grande...
Lleras Restrepo: como él vive dedicado a escribir la crónica de su propia vida y yo a servirle a los demás, hoy no tengo con él nuevas ni viejas fronteras.
Lleras Camargo: El símbolo de una época que no me tocó vivir.
Echandía: el talento grande de una generación perdida.