A LA GUILLOTINA CON GUSTAVO GÓMEZ

"No soy vocero del Presidente"

Rodrigo Rivera habla de la reunión que sostuvo en Palacio sobre la estrategia reeleccionista, sobre las posibilidades de que pase el referendo y sus perspectivas personales en la política.

27 de junio de 2009

Comprometido en el 'Tour' de la Unidad, que pretende tender lazos entre el gobierno, la coalición uribista y la oposición, Rodrigo Rivera, el más ocupado de los políticos sin puesto, sacó tiempo para ir a Palacio a defender el plan A y descartar la larga lista de letras B de quienes insisten en Uribe parte III.

GUSTAVO GÓMEZ: ¿Por qué cuando los uribistas se reúnen con el Presidente da la impresión de que él quiere que le rueguen que se lance?

RODRIGO RIVERA: El Presidente tiene una incertidumbre real sobre la reelección.

G.G.: Tenía, porque después de las últimas reuniones en la Casa de Nariño, lo que tiene es una certidumbre.

R.R.: Mantiene la incertidumbre. Lo que pasa es que este no es un tema privado del Presidente, es un tema de los colombianos.

G.G.: Si no es privado, ¿por qué mantener el suspenso?

R.R.: Es una pregunta para él.

G.G.: Le pregunto a usted, que últimamente habla tanto con él…

R.R.: He hablado mucho con él, pero en privado la versión es igual a la pública: incertidumbre, argumentos a favor o en contra. El peso de millones de firmas respaldando la iniciativa popular más importante de este país tiene que poner a pensar al Presidente. La decisión de la gente no tiene que ver con culto a la personalidad, sino con algo más básico: instinto de conservación.

G.G.: ¿A usted quién lo invitó a Palacio?

R.R.: Luis Carlos Restrepo.

G.G.: ¿Se convirtió Palacio en sede política?

R.R.: La reunión era para hablar de orden público y de seguridad, poco después de la muerte de seis policías y un teniente en Cauca.

G.G.: ¿Era un consejo de seguridad que terminó en estrategia reelectoral?

R.R.: No, le estoy diciendo de lo que se trataba la reunión. Coincidimos en que a la barbarie hay que responderle con democracia y por eso llegamos al referendo y a la respuesta política al desafío de los violentos.

G.G.: No me ha contestado: ¿usaron Palacio como sede política?

R.R.: Comprendo los pudores que hay sobre el tema, pero es que el referendo es una iniciativa popular y sobre ella tienen que pronunciarse los partidos y el gobierno. Es un asunto que legítimamente se puede tratar en cualquier escenario.

G.G.: ¿Cuál fue la orden del Presidente?

R.R.: Ninguna. Lo que hubo por parte nuestra fue la decisión de concentrar fuerzas en el único plan de sacarlo adelante.

G.G.: ¿Hay tiempo?

R.R.: Si el Congreso se pronuncia sobre la conciliación, hay tiempo para que el Presidente sancione la ley, que vaya a la Corte y que el pueblo resuelva.

G.G.: ¿Esa conciliación está amenazada por el fantasma del prevaricato?

R.R.: Los parlamentarios no pueden prevaricar: es un delito imposible porque la Constitución los ampara con una cláusula de inviolabilidad.

G.G.: ¿Por qué les falló el conocimiento constitucional al cierre de la legislatura?

R.R.: Porque hubo una combinación de la animadversión del presidente de la Cámara y la investigación contra los congresistas por parte no de la Corte Suprema, sino de un magistrado que debió haber rechazado de plano esa denuncia.

G.G.: ¿El magistrado prevaricó?

R.R.: No quiero acusarlo, quiero partir de la buena fe. Él va a reparar el error al archivar esta investigación y demostrar que lo anima la defensa de la justicia.

G.G.: ¿La defensa de los intereses del uribismo es la defensa de la justicia?

R.R.: Si defendemos la Seguridad Democrática, defendemos la justicia.

G.G.: ¿Quién puede no defender la seguridad y la democracia?

R.R.: De dientes para afuera, todos, pero cuando vamos al terreno de los detalles se comienza a ver un espectáculo de patinaje artístico y de vacilaciones. Si estamos todos de acuerdo, muy sencillo: firmemos un documento y convirtamos la Seguridad Democrática en política de Estado.

G.G.: Si le firman, ¿el Presidente podría abstenerse de repetir?

R.R.: Desaparecería la preocupación de muchos, entre ellos el Presidente, de que no se continuara con la Seguridad. Pero no soy vocero del Presidente.

G.G.: ¿No?

R.R.: No. El Presidente no necesita voceros.

G.G.: Pero le sobran, y le voy a recordar una vieja frase suya que incluye esa palabra: "Al país le sobra personalismo y caudillismo". ¿Por qué no permitir que alguien diferente a Uribe sea presidente?

R.R.: Puede ser, pero ¿cuál es el miedo a que el pueblo se pronuncie? Que no nos vengan a convencer de que democracia es que solamente los columnistas pueden opinar.

G.G.: ¿Los planes B se descartaron para que no se mataran entre sí los uribistas con ideas?

R.R.: Entre la hostilidad de los enemigos del referendo y la pasividad de los 'amigos' han estado a punto de hundirlo. Desenmascaremos esa estrategia y concentrémonos en el único plan de sacar adelante el referendo.

G.G.: ¿Que haya gente en desacuerdo con el referendo le parece complot?

R.R.: No soy amigo de esa palabra tremendista. Aquí hay respetables opiniones en contra y a favor. Pero un Congreso amedrentado por la Corte no puede quitarles a los ciudadanos el derecho a decidir.

G.G.: ¿No tener Congreso es una posibilidad?

R.R.: Siempre es mejor la peor de las cámaras que la mejor de las camarillas. Pero si un Congreso obra bajo el imperio del temor, es como no tener Congreso.

G.G.: Si algo falla, los uribistas rodearían a un candidato único. ¿Le gustaría serlo?

R.R.: Esos intentos de cruzar los puentes antes de llegar al río son los que ponen en riesgo la buena salud del referendo.

G.G.: En las reuniones de Palacio, ¿mandaron a Vargas Lleras al limbo?

R.R.: Estuve en la primera parte de la reunión y de ese tema no se habló. Pero le digo una cosa: aquí el enemigo no es la oposición; el verdadero enemigo son los violentos y deberíamos estar todos unidos para hacerles frente. La respuesta es unidad alrededor de la Seguridad Democrática.

G.G.: Y usted volvería a encontrarse con César Gaviria. ¿Le debe mucho en términos de despegue de su carrera política?

R.R.: No tengo sino respeto y gratitud por él.

G.G.: Usted convence a Gaviria de que venga de Estados Unidos al ruedo político. Luego, él lo llama a usted, pero cuando llega sufre una extraña transformación. ¿Culpa de José Obdulio Gaviria?

R.R.: Eso tiene que ver con convicciones mías. En 1999, cuando el liberalismo acompañaba el proceso de paz del Caguán, fui el primer congresista que le hizo un debate. En 2006, cuando fui candidato, dije que no estaba en la oposición, sino en la proposición. Y en el congreso que eligió a Gaviria fui el único orador que dijo que era un error del liberalismo mantener la oposición a Uribe.

G.G.: ¿Qué les dice a sus camaradas del Nuevo Liberalismo que no ven con buenos ojos su cercana relación con José Obdulio Gaviria, primo del asesino de Galán?

R.R.: ¿Usted responde por los hechos de sus hermanos o por los de sus primos? Recuerdo una frase de Galán: "No reconozco enemigos ni en el Partido Liberal ni en la democracia colombiana".

G.G.: ¿Qué tan reeleccionistas son hoy los liberales de a pie?

R.R.: Mire la encuesta de Napoleón Franco: el 26 por ciento de la gente dice que no tiene partido; el 24, que es liberal; el 22, de La U; el 15, conservador; el 8, del Polo, y el 2, de Cambio Radical. Si le pregunta a los que se dicen liberales si están con el referendo y la reelección, más del 70 por ciento dirán que sí.

G.G.: ¿Por qué en esa encuesta usted desa-parece?

R.R.: Es que no estoy de candidato. Los 550.000 votos de hace cuatro años me imponen responsabilidades y no ambiciones personales.

G.G.: ¿Quiere ser fiscal?

R.R.: Mi responsabilidad es ejercer un liderazgo para unir a los colombianos contra los violentos. Eso se llama 'colombiar'.

G.G.: ¿Cómo?

R.R.: Nos ha tocado hasta inventarnos ese verbo, 'colombiar', y a eso invito a la gente, a que 'colombiemos'.

G.G.: ¿Por qué no 'colombiar' desde el Ministerio de Defensa?

R.R.: No me interesa.

G.G.: ¿Ha desechado muchos nombramientos o le han ofrecido pocos?

R.R.: Le doy una buena noticia: hay vida más allá de los puestos.