INFORME ESPECIAL

El ‘triángulo de oro’ del cannabis

En el norte del Cauca, en una zona montañosa de 100.000 hectáreas entre los municipios de Corinto, Miranda y Toribío, producen la variedad de marihuana más potente y apetecida en el mundo: la cripy. El paisaje parece un pesebre de cultivos ilícitos.

20 de octubre de 2018

En el suroeste del país, una ‘ciudad perdida’ solo aparece en las noches. Se muestra como una pesebrera luminosa incrustada en las laderas de la cordillera Central. En el día, se camufla con el verde oliva de sus entrañas. Y cuando desaparece el sol, brotan avenidas nocturnas repletas de luces.

Se trata del llamado ‘triángulo de oro’ ubicado en el norte del Cauca. En esa región montañosa de 100.000 hectáreas, integrada por los municipios de Corinto, Miranda y Toribío, hoy florece el denominado boom marimbero que tiene sembrando marihuana a cientos de familias indígenas y campesinas.

Paradójicamente, en ese triángulo hasta hace un par de años funcionaba uno de los santuarios cocaleros del país. Además, en el pasado las Farc lo consideraba su joya de la corona. Allí libraron cruentos combates con el Ejército y muchas veces la población civil quedó atrapada en medio de ese fuego cruzado.

Dicho en otras palabras, esa zona era el vórtice de la guerra contrainsurgente que sumió a Colombia en la violencia por varias décadas y luego se convertiría en la meca de los cultivos ilícitos. SEMANA visitó esos lugares para conocer de cerca la nueva mecánica del boom marimbero, qué piensan las comunidades, por qué cambiaron la coca por el cannabis, qué tanta rentabilidad dejan esos cultivos y los riesgos a los que se enfrentan.

Al llegar no pasa desapercibido que el paisaje natural de la región cambió por completo. Del verde encendido de la hoja de coca que cubría las montañas, pasó al verde oliva de la marihuana. Además, reapareció la vida nocturna no solo en los municipios, corregimientos y veredas, sino en sus vías rurales. Se siente otra dinámica.

En los tres municipios viven unas 100.000 personas, más de la mitad en la zona rural. Muchos recuerdan que por sus tierras brotaron hace décadas la amapola, luego la coca y ahora la marihuana. “No planeamos nada de esto, sencillamente uno siembra lo que mejor pagan”, explicó don Freddy, un humilde indígena nasa que cultiva 200 matas de marihuana en su pequeña parcela, localizada en el corregimiento de Tacueyó, en Toribío.

Freddy hace cuentas simples: “Cuando siembro café, solo obtengo dos cosechas al año y con problemas de precio, pero con la marihuana puedo sacar hasta cuatro cosechas al año”, precisa.

En esa región del país la siembra de marihuana tiene ya algún tiempo. De hecho, en años anteriores varios medios se interesaron por los vistosos cultivos hidropónicos que brillaban en las noches. Pero ahora el fenómeno aumentó a tal extremo que cifras conservadoras estiman que cada parcela familiar tiene por lo menos 2.000 matas sembradas.

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Los campesinos cambiaron la coca por el cannabis no por una  cuestión de moda, sino de mercado. Todos los cultivadores de la zona consultados por SEMANA coincidieron en repetir un ejemplo matemático sencillo, “hoy pagan una arroba (25 libras) de hoja de coca a 35.000 pesos, mientras que por una libra de moño de marihuana nos pagan 40.000 pesos”, concluyó Pablo, un campesino que sembró 1.500 matas en el filo de una montaña en zona rural de Toribío.

A esto se suma otra ventaja artesanal incuestionable. Mientras que la hoja de coca pasa por laboratorios para obtener la base o el clorhidrato de cocaína, “con la marihuana basta cortar la mata, extraer el moño y empacarlo”, explicó Edwin, otro campesino dedicado a sembrar cannabis.

En el tema no podía faltar la malicia indígena que les permitió repotenciar una variedad conocida como cripy (por la palabra inglesa creepy, o ‘de miedo’) muy  apetecida en el mundo. Para ganar tiempo y mejorar la producción, cambiaron los forrajes de plástico de los cultivos por bombillos “La luz permite que la mata crezca hasta 70 centímetros y la cosecha salga en menos de tres meses”, explicó uno de los cultivadores tras asegurar que con 30 luminarias cubre 1.500 matas y paga 70.000 pesos mensuales por la cuenta de energía.

Pero detrás de ese boom marimbero llegaron otros problemas a la zona.  Ya han expresado su angustia al respecto los dirigentes de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Acin), entidad que aglutina a los 21 cabildos que representan a los 110.000 nativos de la etnia nasa que viven en esa zona.



Ellos tienen claro que el tema de los cultivos ilícitos trajo otros problemas como el consumo local y la presencia de forasteros y nuevos grupos armados. “Todo eso nos robó la tranquilidad y disparó la delincuencia, hurtos, asesinatos. Y la guardia indígena ha decomisado 100 motos sin papeles, al parecer robadas en otras regiones”, explicó uno de los gobernadores indígenas de la zona. Asegura que la mejor forma de combatir el problema es con inversión social.

Entre los crímenes se cuenta el de Víctor Mario Bolaños Santacruz, un alguacil indígena asesinado en un aparente acto de intolerancia durante las fiestas patronales de Tacueyó. Sucedió el pasado 20 de agosto y lo habría matado uno de los tantos forasteros atraídos por la bonanza marimbera.

Similar suerte corrió Mónica Blanco, la reconocida guía turística argentina que promocionaba los famosos Cannabis Tour para extranjeros por los cultivos de marihuana del ‘triángulo de oro’. Su cuerpo apareció el 23 de mayo de este año, abandonado en zona rural de Toribío y con un tiro de gracia en la cabeza. Varias versiones apuntan a que días antes la intimidaron grupos disidentes de la guerrilla  que veían su negocio como una amenaza.

Para Pedro Luis Zuleta, más conocido como el Inválido, un exguerrillero que fue jefe de finanzas del Sexto frente de las Farc y se acogió al proceso de paz, el verdadero problema de la marihuana no es el cultivo, sino el uso que recibe. “Los cultivadores son los más débiles de esa cadena y los traficantes los que realmente tienen el poder y el dinero”, explicó el exjefe subversivo, sobre quien recae un pedido de extradición de Estados Unidos por narcotráfico.

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La crítica de Zuleta radica, según él, en el doble rasero que recibe el problema de los cultivos ilícitos. Dice que no se entiende que, por un lado, el Estado otorgue a las multinacionales licencias para sembrar marihuana con fines medicinales y, por el otro, ataque al campesino que no hace parte de esa cadena lícita. “Y esa es la producción que se va para el tráfico ilegal”.

En efecto, el tráfico de marihuana viene creciendo en Colombia y lo prueban las incautaciones reportadas por las autoridades. El pico más alto de esa curva ascendente llegó en 2014, con 410 toneladas de cannabis. Ese mismo año apenas incautaron 148 toneladas de cocaína.

También resulta alarmante que el departamento de Cauca aporta el 9 por ciento de los cultivos de cannabis en Colombia; algo así como 12.595 hectáreas según el reporte del Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci). En plata blanca, ese sería el potencial de área disponible para sembrar marihuana en la región.


Estas luces iluminan cultivos ilícitos de marihuana que se han tomado las montañas del Cauca, como se observa en la foto.

Irónicamente, esa limitación en los cultivos disparó el precio de la marihuana e impulsó el boom. Un análisis del Observatorio de Drogas de Colombia, que maneja el Ministerio de Justicia, reveló que solo en 2015 el precio del cripy se incrementó en un 45 por ciento, al pasar de 778.900 pesos a 1.094.100 pesos el kilogramo.

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Quizás eso explica por qué el llamado narcotour, que el 14 de agosto terminó en tragedia en Ecuador al accidentarse el bus en el que viajaban desde Cali, resultó ser un paseo fachada para llevar media tonelada de marihuana, no de cocaína. Resulta diciente que los responsables del ilícito cargaron en un parqueadero de Jamundí, Valle, la yerba, de calidad cripy, y seguramente cultivada en el ‘Triángulo de oro’ del norte del Cauca.

El museo de la marihuana


En un solo año la marihuana tipo cripy incrementó su valor en 45 por ciento. Un kilo paso de 778.000 pesos a venderse en más de un millón de pesos en el Cauca.

El boom marimbero ha sido tan impactante en el denominado ‘triángulo de oro’ del norte del Cauca que ya cuenta con un sitio temático llamado Guest House Museum.

La idea surgió ante el fracaso de la Asociación Paz y Progreso de Toribío, que buscaba acceder a una de las codiciadas licencias para el cultivo de marihuana con fines medicinales.

Integran la asociación 21 mujeres y hombres del municipio que tenían la meta  de explotar comercialmente los derivados medicinales de la marihuana. Pero cuando les negaron la licencia, optaron por impulsar un sitio temático para mostrar las bondades de esa planta.

Y para lograrlo se asociaron con un inversionista gringo que puso el dinero para comprar la casa donde hoy funciona un hostal con el museo del cannabis, que cuenta con variedad de semillas, cuadros y pócimas.

El hostal abrió sus puertas en noviembre de 2017 y desde entonces ha recibido a 24 visitantes extranjeros provenientes de Alemania, Canadá, Holanda, España, Bélgica, Francia, Israel, Australia y Jamaica.

Además del alojamiento, los turistas pueden visitar los cultivos de marihuana, fumarla y conocer la variedad de pomadas y aceites que se elaboran con el extracto de la apetecida planta. “Contamos con seis habitaciones y una terraza para fumar. El valor de la noche para extranjeros es de 40 dólares. A los turistas colombianos esa misma noche les cuesta 40.000 pesos”, explicó Susana Yule, administradora del hostal museo.