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Monseñor Rubén Jaramillo, obispo de Buenaventura
Monseñor Rubén Jaramillo, obispo de Buenaventura | Foto: Cortesía

VALLE DEL CAUCA

Obispo de Buenaventura fue amenazado de muerte

Monseñor Rubén Jaramillo recibió amenazas por denunciar la creciente violencia en Buenaventura.

3 de marzo de 2021

La situación en Buenaventura nuevamente pasó a estar tras bambalinas en el gran escenario de noticias nacionales. Ya no hay despliegue mediático de la creciente ola de violencia que aqueja al puerto, sin embargo, siguen pasando cosas aterradoras: por ejemplo, el fin de semana pasado seis jóvenes resultaron heridos al manipular un artefacto explosivo dejado por la delincuencia en el barrio Juan XXIII y monseñor Rubén Jaramillo, obispo de la ciudad, recibió amenazas de muerte por levantar su voz contra los violentos.

”Todo lo que se diga para denunciar lo que está pasando les incómoda a quienes les interesa mantener el desorden y el caos”, dijo el vulnerable obispo, que no tiene más defensa que su fe y el apoyo de la gente en una ciudad que ha quintuplicado las cifras de homicidios por cuenta de una violenta guerra entre reductos de la temible banda narcotraficante La Local.

Las amenazas son a través de WhatsApp. Le dicen que le van a poner una bomba. ““No es la vida de Monseñor Jaramillo, es la vida de toda la comunidad en Buenaventura a que está amenazada”, subraya el obispo. “No tenemos temor porque estamos de la mano de Dios y porque estamos cumpliendo una misión en una ciudad que necesita voz”, concluye.

El obispo Jaramillo ha alertado en múltiples ocasiones de lo que viene ocurriendo en Buenaventura. Incluso, denunció que en muchos sectores aún desaparecen personas como en los peores tiempos de la guerra entre las Farc y paramilitares o el lamentable suceso de las casas de pique.

Los casquillos de bala en el piso son la síntesis de las angustias que viven los habitantes de algunos de los barrios de Buenaventura.

Él ha acompañado a los líderes juveniles que organizan las manifestaciones contra la violencia en Buenaventura, ha visitado los barrios más afectados y desde su púlpito nunca ha callado ante las injusticias. Todo eso molesta a quienes empuñan las armas y quieren tener el control ilegal de la ciudad.

Precisamente, en el barrio Juan XXIII, donde resultaron los jóvenes heridos por el artefacto explosivo, han salido desplazadas más de cuarenta familias que no aguantan más los enfrentamientos nocturnos que se prolongan hasta el amanecer. En los primeros 44 días del 2021, Buenaventura registró igual número de confrontaciones armadas urbanas en diferentes sectores.

El alcalde de Buenaventura, Víctor Vidal, ha podido hacer poco para mejorar la situación. Él -con justa razón- habla de un problema que se le sale de las manos a cualquier mandatario local, porque la confrontación armada “no es de cinco muchachos”, dice. “Aquí estamos hablando de grandes estructuras armadas con fusiles, lanzagranadas y armamento bélico”, agrega.

Por eso, él sabe que las amenazas a monseñor Jaramillo no son un juego. Y además con el antecedente de que contra monseñor Jaramillo existió un plan para asesinarlo el año pasado, pero el sicario contratado se arrepintió y alcanzó a avisarle que su vida corría peligro.

Buenaventura ha padecido 34 combates armados durante este año. Cada tanto, la Policía informa sobre incautación de armas de largo alcance.

“Él dijo que habían recogido un dinero grande para hacer un trabajo grande que era matar al obispo de Buenaventura. Esa persona se negó a hacer ese trabajo (...) Dijo que los hombres armados que le hicieron la propuesta, una vez cumpliera esa misión, lo iban a asesinar también. Fue entonces cuando llegó corriendo a la arquidiócesis a avisar”, contó el religioso.

Mientras se conocían estas amenazas a la vida de monseñor Jaramillo, en la zona rural de Buenaventura se presentaba un desplazamiento masivo de varias familias por presión del ELN.

Según medios locales, miembros de la comunidad de la vereda San Antoñito del río Yurumanguí estuvieron confinados por más de dos días, y cuando pudieron salir se desplazaron alrededor de 115 personas hacia las veredas San José y El Águila.