ANIVERSARIO
El rescate perfecto: la portada de Semana sobre la Operación Jaque
El 2 de julio del 2008, se demostró que, en la guerra, la inteligencia puede llegar a ser más efectiva que la fuerza. Aquí, los detalles de la operación militar más espectacular de la historia de Colombia.
Una perfecta combinación de inteligencia y audacia fue la clave para liberar a Íngrid Betancourt, a los tres norteamericanos y a 11 policías y soldados colombianos, el 2 de julio de 2008. En una operación cinematográfica, donde no se disparó ni un solo tiro, un grupo de inteligencia militar logró montar una estratagema para engañar a los guerrilleros de las Farc que tenían bajo su cuidado a los secuestrados. Hicieron que éstos llevaran a los 15 rehenes desde la espesura de la selva del Guaviare hasta un claro de la selva donde había aterrizado un helicóptero civil, supuestamente de una organización humanitaria amiga de la guerrilla, que trasladaría a los cautivos hasta un lugar donde estaría Alfonso Cano, nuevo comandante de las Farc.
El libreto salió tal como estaba planeado. Bordeando el medio día, los rehenes subieron esposados a la aeronave, escoltados por ‘César‘ y ‘Gafas‘ quienes hasta hace poco habían sido sus carceleros. Apenas el helicóptero alzó el vuelo, y abajo se veían los demás guerrilleros como pequeños puntos en la selva, adentro empezó un fugaz forcejeo. Pocos segundos después, los guerrilleros estaban desnudos, vendados e inmóviles en el piso del helicóptero. "Somos del Ejército Nacional, bienvenidos a la libertad", les dijeron los militares a los incrédulos secuestrados que estallaron en abrazos y llanto.
Íngrid Betancourt rompió en llanto y gritó cuando les dijeron que estaban libres.
¿Cómo lograron los militares semejante éxito que ha dejado atónito a todo el mundo?
Gracias a una fascinante mezcla de inteligencia, análisis de información, juego de roles, coordinación y disciplina.
En la inteligencia resultó clave seguir con paciencia y prudencia las pistas que iban dando poco a poco la ubicación de los secuestrados. La fuga del intendente John Frank Pinchao, en abril del año anterior, les dio un giro a las operaciones militares porque gracias a su testimonio por primera vez en mucho tiempo las Fuerzas Armadas supieron con precisión el área en la que estaba este grupo de rehenes, entre Vaupés y Guaviare, a orillas del río Apaporis. Además conocieron detalles de cómo funcionaban los campamentos y sus cuidanderos. Sus flancos débiles y sus defectos.
La segunda gran pista la tuvieron en diciembre del 2007, cuando fueron capturadas dos mujeres con las pruebas de supervivencia de un grupo de secuestrados -exactamente el que fue liberado- y que dio nuevas evidencias sobre la zona en la cual estarían ubicados. Se supo que el área entre Tomachipán y San José del Guaviare era clave. Las liberaciones este año de dos grupos de secuestrados, en especial la de Luis Eladio Pérez, permitió ubicar con más precisión los campamentos donde estaban los secuestrados. Tanto, que en febrero de este año fuerzas especiales del Comando de las Fuerzas Militares, al mando directo del General Fredy Padilla de León, sabían donde estaban ubicados por lo menos los tres ciudadanos estadounidenses. Testimonios de fuentes humanas decían que habían escuchado en el río personas que hablaban un idioma extranjero, lo que sirvió para una infiltración en la selva y ubicar directamente el lugar.
Ya hacía tiempo todos los organismos de inteligencia se habían repartido los distintos objetivos de alto valor de las Farc. Esto es, los miembros del Secretariado, y los secuestrados. La inteligencia del Ejército tenía a su cargo lo que en su jerga llaman la ‘burbuja‘ de los secuestrados. Debían conocer todo acerca de ellos, ubicación, estado de salud, relaciones interpersonales. Todo. Y así lo hicieron. Los militares tenían información exacta sobre los movimientos y la vida de ellos.
Tendencias
Pero había un dilema enorme. Por más que se conociera la ubicación de los secuestrados, no era posible hacer un rescate a sangre y fuego. Los militares ya lo habían intentado en 2003 en Urrao, Antioquia, y fracasaron estruendosamente al obtener como resultado la muerte por fusilamiento del gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria; del ex ministro de Defensa Gilberto Echeverri, y de 10 soldados. Para entonces el Presidente Álvaro Uribe empezó a hablar de una propuesta que ya Inteligencia militar venía trabajando. La idea de un cerco humanitario.
Una vez ubicados los secuestrados, lo que se necesitaba era saber cómo funcionaría este cerco y cómo garantizar que tuviera éxito. La lógica del cerco humanitario era muy sencilla: negociar la liberación de los secuestrados con el cuidandero y no con los jefes de las Farc. Por eso el gobierno les lanzó a los guerrilleros de base una tentadora oferta: quienes entregaran secuestrados se harían no sólo a una jugosa recompensa, sino que podrían viajar a Francia, bajo condiciones especiales de protección.
Al tiempo que el gobierno lanzaba esta oferta, en el Comando General de la Fuerzas Militares intentaban desde hace dos meses diseñar un rescate que garantizara la libertad, sin un baño de sangre. Los ‘duros‘ de la inteligencia de todas las fuerzas, bajo la batuta del general Padilla de León, empezaron a ver los flancos débiles de las Farc y a hacer un estudio minucioso de ‘Cesar‘ y los demás guerrilleros que tenían bajo su cuidado a los secuestrados. Varios de estos oficiales de inteligencia, una generación nueva, profesional y muy bien asesorada por países como Estados Unidos e Israel, pensaban que la única solución era engañar a las Farc. La estrategia usada en la lucha antiterrorista, y en todas las guerras, conocida como la estratagema.
Una estratagema
Casi todas las experiencias internacionales exitosas en rescate de rehenes han sido posibles por este tipo de estrategia. La Operación ‘Entebbe‘, en la que las Fuerzas de Defensa de Isarel lograron liberar a 260 secuestrados en un avión, y matar a varios de los terroristas, o la misma realizada por el presidente peruano Alberto Fujimori cuando el Mrta se tomó la embajada de Japón, y en un asalto militar logró matar a todos los guerrilleros y sacar ilesos a los rehenes. Las mismas Farc habían usado la estratagema para secuestrar a los diputados del Valle en 2002, al hacerse pasar por miembros del Ejército. El problema es que todas las experiencias de rescate habían ocurrido en contextos urbanos. Nadie había hecho esto en la selva. Los militares se preguntaban si esto era posible.
A su favor tenían varias cosas. Primero, tenían la ubicación geográfica. Segundo, sabían que las comunicaciones entre las estructuras de las Farc están prácticamente rotas. Tercero, conocían a ‘César‘ mejor que nadie. Sabían que su gran debilidad era la arrogancia y que para doblegarlo deberían tocar ese talón de Aquiles. Al parecer, ‘César‘ también había recibido duros golpes recientemente. El episodio de la pérdida de Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, lo había puesto a prueba, y por otro lado, la captura a principios de este año de su compañera sentimental, Doris Adriana, quien está en prisión y muy seguramente será extraditada. Su moral no era la mejor. Por eso quizá confió en la persona que le habló por varios medios (radio, escrito, y personal) y que les sirvió a las Fuerzas Armadas para armar el engaño.
Hace 10 días ya todo estaba planeado. Un grupo elite se concentró para un entrenamiento especial, pues tenían que hacerse pasar por guerrilleros y por personas afines al proyecto de las Farc. También empezaron las labores para pintar de blanco y rojo dos helicópeteros rusos de l Ejército que serían usados como parte de la puesta en escena.
Al mismo tiempo, ‘Cesar‘ recibía de parte de una persona cercana al Secretariado la orden de juntar a los 15 secuestrados que hasta ese momento estaban en tres grupos. Lo que se le dijo a él era que Alfonso Cano quería trasladar a los rehenes y que quería que él los acompañara. Le inflaron el ego diciéndole que Cano lo apreciaba mucho, y que sólo confiaba en él, por lo que era el elegido para seguirlos cuidando. Incluso ‘César‘ decidió llamar el traslado Operación Manruel Marulanda. La mentira funcionó por la falta de comunicación de ‘César‘ con el secretariado, y de estos entre sí. Como ya antes hubo liberaciones, a ‘César‘ no le pareció extraño este movimiento de rehenes. Tampoco que se usara un helicóptero, como los que ya se habían usado, para su traslado. Por eso cumplió las órdenes tal como se las habían impartido y subió al helicóptero donde había 15 miembros del Ejército -incluidas mujeres- cumpliendo distintos roles, desde pilotos, hasta supuestos guerrilleros y mediadores. Cuando se dio cuenta de la estratagema, ya era muy tarde.
El cerco humanitario
El otro elemento que garantizó el éxito de la operación ‘Jaque‘, como se llamó el rescate de los secuestrados, fue la audacia. Los militares no estaban dando un salto al vacío. Por el contrario, hace mucho tiempo venían trabajando en la idea del cerco humanitario. En el mejor de los escenarios, las cosas saldrían tal como salieron: las Farc caerían en la trampa y los secuestrados recobrarían la libertad. Pero si algo fallaba, la alternativa era un plan B. El cerco militar estaba tendido según el ministro de Defensa con más de 30 helicópteros y 58 hombres en tierra que ya rodeaban el sitio. Una vez rodeados, la negociación de la vida de los secuestrados se haría directamente con los guerrilleros de base a cambio de dinero y libertad. Algo que hoy por hoy pocos declinarían en las Farc. Por eso el cerco humanitario está tendido hoy alrededor de casi todos los secuestrados. De manera tan precisa que luego de liberado este grupo, los militares entraron al campamento donde habían estado hasta hacía pocos minutos y encontraron todavía las ollas calientes, y las huellas frescas de los guerrilleros que quedaron más que sorprendidos con lo que les ocurrió.
En la práctica, el gobierno se ha gastado mucho tiempo pensando en una estrategia que le permita liberar a los secuestrados sin acudir a un acuerdo con las Farc. Parece haberla encontrado con una de las más antiguas tácticas de la guerra: engañar al enemigo. Y con base en lo que hace casi cinco siglos sugirió Maquiavelo: antes de usar la fuerza, intenta comprar a tu enemigo.