BOGOTÁ

Operador público en TransMilenio y la Séptima: el debate apenas empieza

El plan de desarrollo de Claudia López, que entrará a votación en la plenaria del Concejo, contempla dos proyectos en materia de movilidad que estarán en medio de la controversia.

27 de mayo de 2020
| Foto: Distrito

Después de varios días de debate en el Concejo de Bogotá, fue aprobado en comisión el Plan de Desarrollo de la alcaldesa Claudia López, llamado ‘Un nuevo contrato social y ambiental para el siglo XXI‘.

Se trata del documento que marcará el rumbo de la capital en los próximos cuatro años. En medio de la discusión hubo dos importantes y polémicos temas relacionados con la movilidad que serán controversiales durante la votación del Plan, en la plenaria, y en los próximos años.

El primero tiene que ver con el futuro de la carrera Séptima. Esta vía emblemática de la ciudad sí o sí necesita una intervención que no se ha podido concretar. Hay trancones interminables, no hay espacio público, falta iluminación y la malla vial está deteriorada. El último proyecto que quedó en remojo fue el de hacer una troncal de TransMilenio. Sin embargo la iniciativa fue demandada y tan solo tres días antes de ser licitada fue suspendida por orden de los jueces. 

Claudia López llegó a la Alcaldía de Bogotá con la promesa de no hacer dicha troncal. Sin embargo, cuando se presentó el primer borrador del plan para varios concejales del Polo y la Alianza Verde no era muy claro si realmente se haría una troncal o se implementaría un sistema similar con carriles exclusivos y grandes estaciones.

Al final quedó claro que no se hará una troncal sino un corredor verde del que todavía no se sabe mucho. La administración ha prometido que en seis meses se sabrá qué es lo que va a ocurrir en esa vía. 

Esta decisión, sin embargo, no dejó muy contentos a concejales como Emel Rojas, de Colombia Justa Libres; Lucía Bastidas, de la Alianza Verde; o Andrés Forero, del Centro Democrático.

Ellos consideran que empezar un proyecto de ceros va a retrasar la renovación de la Séptima y además ven que la troncal diseñada en el gobierno de Enrique Peñalosa es una solución, ya que se tienen listos 2,4 billones de pesos y se han comprado los predios necesarios para esa obra. Otro punto a favor es la renovación urbana y la ampliación de andenes que se contempla en dicho proyecto.

Sin embargo, la alcaldesa Claudia López dijo que la compra de predios y el dinero no van a perder, pero reiteró que la ciudad había votado para que en esa vía no se hiciera una troncal de TransMilenio. 

Otro motivo de controversia en materia de movilidad fue la creación de un operador público de TransMilenio, que fue aprobado en una votación reñida (ocho votos contra siete) en comisión.

Varios concejales de bancadas como el Centro Democrático y Cambio Radical estaban en desacuerdo con esa propuesta porque la experiencia de empresas públicas en la prestación de servicios clave no ha sido la mejor. Lo que ha ocurrido con Aguas de Bogotá, creada en el gobierno de Gustavo Petro, es un ejemplo de ello.

En Bogotá, a principios de los años 90, funcionó la Empresa Distrital de Transportes Urbanos (EDTU). Aunque empezó muy bien, terminó quebrada y con escándalos de corrupción. Llegó a tener hasta 13 conductores por bus, cuando lo normal son dos por vehículo. Y en la actualidad el operador público TransCaribe, en Cartagena, ha tenido problemas de flujo de caja para adquirir nuevas flotas y chatarrizar los buses viejos. 

El Distrito ha defendido que buscan crear un “actor adicional” en la ciudad que pueda garantizar la prestación del servicio en aquellas situaciones en que haya una contingencia o un desinterés del mercado de atender un grupo de servicios”. Los concejales que estaban detrás de este operador, principalmente del Polo, Alianza Verde y Colombia Humana–UP, esperan que con este nuevo jugador se puedan hacer cosas como reducir la tarifa y tener cómo operar cuando un privado suspenda actividades por distintas causas. 

Varios expertos en movilidad como Fernando Rojas han advertido que hay que ver cómo se estructura porque si el operador público presta sus servicios en las zonas menos rentables, eso los podría llevar a la quiebra. Rojas también considera que hay que aprender de los errores del pasado y ver si a Bogotá le conviene financieramente esta propuesta, ya que se está haciendo un esfuerzo para cubrir un déficit que se está agravando en TransMilenio debido a que solo puede llevar al 35 por ciento de los 2,6 millones de pasajeros que llevaba antes para evitar el contagio de la covid–19.

La aprobación de estos dos proyectos es apenas el comienzo de grandes debates que se verán alrededor del operador público de transporte y de lo que suceda en la Séptima.