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“Hay que devolverles la confianza a los ciudadanos”: Óscar Naranjo
El próximo vicepresidente habló sobre cómo ejercerá el mando en el segundo cargo del país.
SEMANA: ¿Cuál es su principal objetivo una vez asuma su nuevo cargo?
ÓSCAR NARANJO: Lo primero que tengo que precisar es que a la hora de dar esta entrevista soy un colombiano respetuoso de los procedimientos que el Congreso tendrá que agotar, para aceptar la renuncia del vicepresidente Germán Vargas y acoger mi nombre como lo ha sugerido el presidente de la república.
SEMANA: ¿Pero una vez se surta ese trámite cuáles van a ser sus objetivos?
O.N.: Me incorporaré plenamente al gobierno para impulsar la implementación de los acuerdos y asegurar que la paz sea irreversible.
SEMANA: ¿Qué significa eso?
O.N.: Que la paz debe ser irreversible implica que le imprimamos velocidad a la implementación, aseguremos el cumplimiento de los compromisos del gobierno y las Farc, y por otro lado la ciudadanía se comprometa de manera más decidida y se apropie de los dividendos de la paz.
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SEMANA: ¿Cómo piensa evitar que el cáncer de la corrupción toque todo lo que implica ese proceso de implementación?
O.N.: Para que la paz sea irreversible es claro que su proceso de implementación tiene que estar blindado contra la corrupción y eso significa generar desde el gobierno un sistema de rendición de cuentas, abrir espacio a la crítica y hacer equipo con los órganos de control: Fiscalía, Procuraduría y Contraloría. Tengo la convicción de que el mejor antídoto contra la corrupción es la participación ciudadana y la veeduría pública.
SEMANA: En las últimas semanas ha surgido una controversia sobre las zonas de ubicación en donde están las Farc, lo cual ha dado paso a críticas y dudas sobre el proceso. ¿Cómo ve usted esto?
O.N.: Por delegación del presidente, la Vicepresidencia se convertirá en un integrador político y gerencial del proceso de implementación de los acuerdos, reconociendo en todo caso que es el presidente de la república el líder indiscutible en esta materia y que el conjunto del gobierno trabajará de manera armónica para superar los desafíos de la construcción de la paz. Tenemos que evitar la controversia pública sobre la implementación de las zonas veredales transitorias de normalización. No puede ser posible que dificultades o incluso incumplimientos logísticos absorban la atención de los colombianos, y no nos permitan reconocer el hecho fundamental de que hoy tenemos unas Farc en proceso de dejar las armas y dispuestas a reintegrarse a la vida política y civil del país.
SEMANA: En los últimos meses han aumentado los asesinatos de líderes sociales. ¿Cómo piensa evitarlos?
O.N.: Desde la Vicepresidencia espero que por medio de un trabajo en equipo, no solo con entidades del gobierno y la fuerza pública, sino también con la participación muy decidida de la Fiscalía, la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo lleguemos integralmente a los territorios que han padecido el conflicto con capacidades preventivas y protectivas para asegurar la integridad de los defensores y líderes sociales.
SEMANA: ¿Cómo se logra eso?
O.N.: Avanzando en consolidar los planes. Durante los últimos años se han preparado instituciones como las Fuerzas Militares y la Policía para que en un país sin conflicto con las Farc el control territorial integral y permanente se extienda y afiance.
SEMANA: Algunos sectores perciben el acuerdo de paz con escepticismo e incluso con preocupación. ¿Qué piensa de eso?
O.N.: Después de cinco décadas de conflicto es natural que nuestra sociedad haya quedado marcada por la desconfianza y el miedo. Se trata de reconocer que hemos llegado a un acuerdo que no solamente silencia los fusiles, sino que abre caminos para transformaciones políticas, sociales y económicas que deben cerrar brechas de inequidad, y también fortalece al Estado y sus instituciones. Los hechos de construcción de la paz tienen que derrotar la visión apocalíptica y pesimista de hoy. No entiendo por qué no queremos reconocer que la violencia ha disminuido a las tasas más bajas de los últimos 40 años y que el secuestro, una expresión horrorosa del conflicto, está en su mínimo histórico.
SEMANA: Usted llega a reemplazar a Germán Vargas Lleras. ¿Piensa poner el espejo retrovisor sobre la gestión que él realizó?
O.N.: He sido funcionario público durante 36 años y nunca recurrí al espejo retrovisor y en este caso categóricamente digo que solo corresponde valorar la acción del presidente que, a través del vicepresidente, produjo una verdadera revolución en infraestructura en materia de vivienda y acceso a servicios básicos. Los logros obtenidos hablan por sí mismos.
SEMANA: ¿Qué piensa del hecho de que el vicepresidente Vargas Lleras no respaldara abiertamente el proceso de paz?
O.N.: Más allá de su respaldo al proceso yo tengo una interpretación contraria a esa afirmación y me atengo a lo que dijo públicamente Germán Vargas cuando afirmó: “Yo soy un político institucional, y si llego a la Presidencia me ocuparé de que se cumpla lo acordado”.
SEMANA: El presidente dio luz verde para que las grandes líneas que marcaron la Vicepresidencia de Vargas Lleras fueran las obras de infraestructura y vivienda. ¿Cuáles van a ser los pilares de su Vicepresidencia?
O.N.: El presidente de la república cuando hizo público mi nombre, para someterlo al Congreso, para que lo acompañe en este último tramo, expresó en líneas generales que la prioridad sería una Vicepresidencia comprometida con implementar los acuerdos y que además contribuya a trabajar por los temas de seguridad ciudadana y por superar el problema de los cultivos ilícitos y las drogas.
SEMANA: La semana pasada, en una entrevista con esta revista, Jean Arnault afirmó que le preocupa el día 180+1. Es decir, la reincorporación da la sensación de que las Farc están en una situación de mucha vulnerabilidad y que se puede desgranar todavía más la gente. No hay plan de reincorporación, usted sabe que eso se negoció en La Habana, a lo último y de manera muy atropellada. Esto es una preocupación de mucha gente, incluso de la comunidad internacional. ¿Cómo ve ese tema?
O.N.: Como negociador plenipotenciario en La Habana y de cara al acuerdo que compromete a las Farc y al gobierno, tengo la convicción de que las dificultades logísticas de implementación se superarán sin afectar los tiempos. Nos corresponde trabajar con eficacia y no sembrar incertidumbre sobre la decisión que han tomado las Farc acerca de la dejación de las armas y transformarse en un movimiento político legal.
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SEMANA: ¿Qué opina usted sobre la preocupación que existe en algunos sectores de que las zonas veredales pueden convertirse en repúblicas independientes?
O.N.: En función del acuerdo y los compromisos asumidos es claro que las zonas veredales transitorias de normalización, como lo implica su nombre, son temporales y excepcionales y además sujetas a un mecanismo de verificación con un componente internacional liderado por Naciones Unidas, que debe garantizar en todo caso que esas zonas no pongan en peligro a las comunidades.
SEMANA: La otra preocupación de la gente es qué va a pasar con los otros territorios donde estaban las Farc y cómo asegurar que las bacrim no se aprovechen. ¿Cómo está el plan de seguridad para impedir que eso suceda?
O.N.: La directriz del presidente como responsable del orden público y comandante supremo de las Fuerzas Militares y la Policía es que las zonas abandonadas por las Farc sean copadas con prioridad por la fuerza pública y el conjunto de las instituciones en aplicación del concepto de control territorial integral y permanente. Conozco de primera mano el Plan Victoria diseñado por las Fuerzas Militares y el Plan Comunidades Seguras y en Paz de la Policía Nacional, los cuales deberán consolidarse para dar garantía plena de que el conflicto armado no se regenere o lleguen nuevos actores criminales a perturbar la seguridad de las comunidades.
SEMANA: Frente al tema de los cultivos, con estas cifras y sin la posibilidad de fumigar, ¿cómo ve la estrategia del gobierno con los pactos que hace con los cultivadores?
O.N.: Es verdad que alrededor del crecimiento de los cultivos enfrentamos un desafío enorme. Señalo que el gobierno con toda determinación ha diseñado y puesto en marcha un plan que en mi opinión por primera vez, ya sin conflicto con las Farc, permitirá en las zonas cocaleras dar el paso fundamental para que cerca de 70.000 familias que por años estuvieron condenadas a sembrar y resembrar coca puedan transitar a economías legales, bajo un sistema de sustitución de cultivos y rompan su vínculo con los narcotraficantes. La estrategia es integral y combina sustitución voluntaria, erradicación forzosa, operaciones de interdicción, acciones contra las organizaciones dedicadas al tráfico de precursores y énfasis en la persecución contra las rentas criminales.
SEMANA: Más allá del tema del negocio, con la cantidad de cultivos que hay hoy, con el fenómeno de la minería, con el tema de la tala, hay un panorama criminal complejo, ¿no cree?
O.N.: El reto y prioridad para los próximos años, determinado por el gobierno en concurso con la Fiscalía General de la Nación, es atacar sistemáticamente las rentas criminales. No solo la basada en narcotráfico, sino también la que incluye la minería ilegal, la extorsión y la vinculada a la corrupción. Yo diría que la lección aprendida durante los últimos 20 años es que no basta con atacar las organizaciones si simultáneamente no se destruyen sus aparatos financieros y legales.
SEMANA: Las bacrim preocupan a muchos. ¿Está de acuerdo con una política de sometimiento a la justicia para esos grupos? ¿Usted lo ve viable?
O.N.: Las llamadas bandas criminales son en mi opinión una manifestación clara de crimen organizado. A esos delincuentes les quiero notificar que no será posible acceder a beneficios judiciales bajo el ropaje seudopolítico que han pretendido venderle al país.
SEMANA: ¿A qué se refiere con eso?
O.N.: Me refiero a los esfuerzos fallidos de estas organizaciones dedicadas al narcotráfico, como el Clan del Golfo, que han pretendido refugiarse en la etiqueta de autodefensas gaitanistas cuando en realidad son un aparato criminal dedicado al narcotráfico, que en su proceso de expansión afecta a las comunidades y asesina líderes sociales buscando incrementar sus rentas ilegales. Ellos y en general las organizaciones criminales tienen que ser conscientes de que solo hay dos caminos: o enfrentarse a la autoridad o someterse voluntariamente a través de la Fiscalía para desmontar los aparatos delincuenciales.
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SEMANA: ¿Por qué usted, que es un hombre tan reconocido, que suscita confianza y que tiene un programa para la implementación, decide aceptar una Vicepresidencia de un año y no pensar en ser un candidato en 2018?
O.N.: El país me conoce fundamentalmente como un servidor público e institucional y por lo tanto no tengo vocación de convertirme en un político. Tengo que decir que he aceptado con entusiasmo que el presidente someta mi nombre al Congreso para ejercer la Vicepresidencia por estos 17 meses finales del gobierno porque creo en la agenda de transformaciones que asumió el presidente y porque al final de mi vida pública procurar cerrar un conflicto armado que ha dejado tantas heridas abiertas se me ha convertido en un propósito de vida.
SEMANA: Usted asumiría en una coyuntura que muestra, según las encuestas, un gran desgaste del gobierno. ¿Por qué subirse a ese barco en este momento?
O.N.: Para ser franco siempre he estado a bordo del barco desde orillas diferentes: como director de la Policía y como negociador plenipotenciario, y en esta coyuntura especial quiero asumir un compromiso con el presidente y los colombianos. Y me quedaré montado en el barco porque, entre otras cosas, los resultados que ha obtenido el gobierno en estos años son indiscutibles más allá de las encuestas, porque lo que no se puede omitir es el valor testimonial de los ciudadanos a los que les ha cambiado su vida en este tiempo.
Menciono unos ejemplos: en este gobierno, entre vivienda de interés social y vivienda gratis, se han construido 1.300.000 inmuebles. En este momento, hay más de 500.000 estudiantes en jornada única en más de 1.100 colegios del país. El programa de Cero a Siempre ha beneficiado a 1,2 millones de niños. Más de 5 millones de colombianos tuvieron acceso a agua potable en estos años. Se crearon 3,2 millones de empleos directos. Y la tasa de homicidios ha sido la más baja desde hace 37 años.
SEMANA: ¿No teme que la polarización que vive el país destruya el prestigio que usted ha construido durante tantos años?
O.N.: He llegado a la conclusión de que si tengo un capital de confianza y credibilidad de los ciudadanos, debo invertirlo todo en la construcción de un país que proscriba la violencia para siempre. Y por otro lado, he concluido que tenemos que ser capaces de instalar la verdad y no la mentira en el centro del debate político. Así como creo firmemente que la responsabilidad de los líderes políticos es asegurar la participación ciudadana, no con fundamento en el miedo y la rabia sino estimulada por la confianza y la esperanza de que tengamos un país mejor.