Nación
Dejen de defender al criminal Otoniel y no pongan trabas a su extradición
La Corte Suprema tiene en sus manos la decisión, pero el jefe del Clan del Golfo ya se presentó ante la JEP y puso en marcha una estrategia jurídica y mediática para hacer creer que lo quieren callar.
Hoy, la extradición hacia EE. UU. de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, el ex jefe del Clan del Golfo, el peor narcotraficante de los últimos tiempos está en riesgo. Como en las épocas de Pablo Escobar, pero con otros métodos, ‘Otoniel’ trata de impedir ser enviado a responder a una corte de ese país.
Hace cuatro décadas, los narcotraficantes como Pablo Escobar del Cartel de Medellín y los hermanos Rodríguez Orejuela, del Cartel de Cali, lograron infiltrar las más altas esferas de la sociedad política y judicial del país a través del dinero producto del narcotráfico. El mismo Escobar decía que prefería una tumba en Colombia que una cárcel en EE. UU.
Una de las principales razones de la violencia y del terrorismo desatados en los años 80 fue, precisamente, el deseo de esos capos de acabar con la extradición. Y en un momento dado arrodillaron al país a punta de plata y plomo y lo lograron. En ciertos casos se compraban funcionarios, periodistas, policías y militares con el poder casi infinito de corrupción de los narcodólares. Miles de personas que se opusieron a esos objetivos acabaron muertos defendiendo la legalidad. Finalmente, se logró restablecer el mecanismo de extradición para castigar a estos criminales. Durante décadas ha sido una herramienta poderosa en la lucha contra la corrupción y muchos delincuentes colombianos están presos en EE. UU. o ya pagaron largas condenas delatando a sus cómplices.
Hoy pareciera que Colombia regresa a esos dolorosos años. El mundo al revés. Algunos políticos de la oposición, periodistas e incluso voces en la justicia aplauden y piden que ‘Otoniel’ no sea extraditado como lo hicieron en el caso de Jesús Santrich, que terminó escapando hacia Venezuela, al ser dejado en libertad tras su captura con pedido de extradición por narcotráfico por parte de EE. UU. Su caso quedó en la impunidad. Como sociedad no podemos aceptar que los más peligrosos delincuentes se escuden en supuestas verdades para evadir la justicia. Así como ha pasado especialmente con los más peligrosos excomandantes de las Farc que no han dicho la verdad, no han reparado a sus víctimas, y tampoco se les ha aplicado justicia. Por el contrario usaron los acuerdos para limpiar su pasado impunemente. Muchos siguieron delinquiendo, y se dedicaron principalmente al narcotráfico y Colombia ahora exporta más cocaína que nunca. Algunos van más allá con la idea de moda de legalizar las drogas. Es hora de despertar.
El capturado jefe del Clan del Golfo, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, quiere evitar a toda costa su extradición hacia los EE. UU. Para ello, ha puesto en marcha una ofensiva mediática y jurídica, apoyado en los recursos y blindajes que el entonces presidente Juan Manuel Santos les entregó a las Farc en La Habana.
Aunque su captura fue con fines de extradición y EE. UU. lo reclama por ser la cabeza de una inmensa organización criminal e introducir cientos de toneladas de cocaína a ese país, Otoniel ya se presentó formalmente ante la JEP aduciendo que supuestamente quiere contar la verdad de lo que vivió con su organización narcotraficante en el conflicto. A cambio podría obtener, incluso, la libertad. Como ocurrió con Timochenko, los otros excomandantes más sanguinarios de las Farc y los militares condenados por falsos positivos.
En manos de la Justicia especial para la paz está apoyar la extradición, que debería aprobar la Corte y exigirle al procesado que desde su lugar de reclusión en EE. UU. cuente su verdad o, de lo contrario, se iniciaría un debate jurídico que sin lugar a dudas solo les favorecería a los delincuentes más peligrosos en la historia de Colombia. ‘Otoniel’ podría terminar saliéndose con la suya al retrasar su extradición. Así mismo ocurrió con su segundo a bordo en el Clan de Golfo, Carlos Antonio Moreno Tuberquia, alias Nicolás, capturado en 2018. Su proceso de extradición estuvo enredado 3 años en la Corte.
Paralelamente, ‘Otoniel’ aceptó hablar ante el padre Francisco de Roux de la Comisión de la Verdad, pero pareciera estar aprovechando ese hecho para desarrollar su estrategia mediática en la que algunos han querido defenderlo, como si se tratara de un inocente y no lo que realmente es: un criminal, acusado de los peores delitos. Así, han dicho que supuestamente la Policía ha entorpecido con su presencia las versiones de ‘Otoniel’ ante De Roux, que le ponen trabas para ver a sus abogados y que quieren callarlo. Mentira. Otoniel está aprovechando su cuarto de hora porque encontró defensores de oficio que se han encargado, al lado de algunos opositores, de expandir su falso mensaje de víctima del Estado colombiano. Hasta ha dicho que no fue capturado sino que se entregó.
En horas recientes, la propia Comisión de la Verdad informó que le fueron robados al investigador los aparatos donde estaba guardada la declaración del narco. Un episodio extraño que debe ser investigado, especialmente porque enrarece el ambiente y alimenta la fábula de que hay quienes quieren que no hable. Pero también es necesario saber por qué documentos tan sensibles estaban en una casa, absolutamente desprotegidos, en lugar de cumplir con unos protocolos de seguridad y custodia.
El abultado prontuario de ‘Otoniel’
‘Otoniel’ es un delincuente de marca mayor. Fue capturado en una operación conjunta de las Fuerzas Armadas y de Policía de Colombia. Por la cabeza de este narcotraficante EE. UU. ofrecía 5 millones de dólares y Colombia 3 mil millones de pesos. Su carrera delictiva la empezó hace 34 años en el EPL. Para montar la red de tráfico, ‘Otoniel’ había establecido alianzas internacionales en Panamá, México, República Dominicana y Bélgica. El dosier al que tuvo acceso SEMANA da cuenta de negociaciones con emisarios de carteles mexicanos; la mafia calabresa y siciliana, en Italia; y redes narcotraficantes de los Balcanes.
A ‘Otoniel’ le figuran 128 órdenes de captura por distintos delitos como narcotráfico, extorsión, homicidio, desplazamiento forzado, tráfico de armas, conformación de grupos armados, concierto para delinquir y delitos de lesa humanidad, entre otros. Así mismo, tiene vigentes siete sentencias condenatorias y ocho medidas de aseguramiento, dos circulares rojas y una azul de Interpol y una solicitud de extradición emitida por una corte de los Estados Unidos.
Ese último delito lo ubicaba como un depredador de menores que se daba la forma de llevar hasta sus campamentos. Tal como lo dijo el presidente Iván Duque en su alocución al dar a conocer la noticia al país “era un reclutador de menores, su demencia lo llevó a abusar de niños niñas y adolescentes”.
La justicia de los Estados Unidos lo busca por ser uno de los narcotraficantes del mundo que más cocaína ha enviado a este país. Una la Corte del Distrito Oriental de New York lo pide en extradición para juzgarlo a él y a otros 10 cabecillas del Clan del Golfo, algunos de los cuales ya se encuentran en prisiones federales.
Lo acusan no solo del envío de cocaína hasta Centroamérica, especialmente a México y Honduras para luego llevarla hasta Estados Unidos. Además, está documentado que presta las rutas de salida de drogas en Colombia y hasta cobra “impuesto” por permitir el pasó de los alcaloides a otra organizaciones criminales.
En el indictment no solo del envío de cocaína hasta Centroamérica, especialmente a México y Honduras para luego llevarla hasta Estados Unidos. Además, está documentado que presta las rutas de salida de drogas en Colombia y hasta cobra “impuesto” por permitir el pasó de los alcaloides a otra organizaciones criminales.
La acusación de la Corte estadounidense también señala que ‘Otoniel’ tenía un ejército de sicarios a su cargo para mantener la obediencia, el control territorial y expandir su negocio de drogas.
Era conocido como un asesino de policías, era tal su poder en las zonas del Chocó y Antioquia decretaba los conocidos “Plan Pistola” con los le ponía precio a la cabezas de los miembros de la Policía, en especial cuando se les daban golpes contundentes a su estructura criminal.
Tenía ocho anillos de seguridad, que estaban separados cada uno por tres kilómetros. De su segundo anillo de seguridad hacían parte 60 hombres fuertemente armados, con esquemas de comunicaciones. Pero su tropa es más robusta, las autoridades dan cuenta de un aparato criminal compuesto por cuatro estructuras, 21 subestructuras y tres comisiones. En total, se habla de 1.460 hombres en armas y 1.800 de la red urbana.
Por todo esto, ‘Otoniel’ deberá responder por sus delitos en Colombia y EE. UU. Ojalá la justicia actúe y no se preste para que este criminal logre su objetivo de quedarse en el país y muy rápido estar en la calle como sin nada hubiera pasado. Ya los tribunales colombianos tuvieron que enfrentar la responsabilidad de haber dejado volar a Jesús Santrich al otorgarle más garantías de las que merecía siendo un bandido con delitos de lesa humanidad a sus espaldas. Que ‘Otoniel’ cuente todo lo que sabe y que caiga quien caiga, pero sin premios. Que pague como tiene que pagar por el daño que hizo, empecemos por enviarlo extraditado a EE. UU.