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Otra pesadilla para los niños: después de los paros y la pandemia, el 85% de los colegios tiene fallas de infraestructura

El 85 por ciento de la infraestructura de instituciones educativas en Colombia presenta graves problemas. Tras el regreso a las clases presenciales, el problema parece haberse agudizado.

9 de abril de 2022
    El colegio San Gabriel de Cajicá, Cundinamarca, fue cerrado por falta de agua potable y energía; 1.400 alumnos resultaron afectados.
El colegio San Gabriel de Cajicá, Cundinamarca, fue cerrado por falta de agua potable y energía; 1.400 alumnos resultaron afectados. | Foto: archivo particular

Estudiar a más de 35 grados de temperatura, sin aire acondicionado, en el interior de un contenedor o incluso a la intemperie, es el día a día de muchos estudiantes. El sofoco es tal que los más osados toman las clases sin camisa y el nivel de concentración es bajo. Ese ambiente pareciera normal en muchas instituciones educativas que están ubicadas en la ruralidad de Colombia. Llevan años en las mismas condiciones. La edad promedio de la infraestructura rural supera los 37 años de existencia, cerca del 70 por ciento no cuenta con alcantarillado, según un estudio realizado por la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode).

“Sí hay grietas en el piso y en las paredes donde los niños ven clases, no hay un encerramiento del lote, pero así ha sido siempre, uno ya se acostumbra”, dice uno de los profesores de la escuela El Uvito, en Santo Tomás, Atlántico. Los profesores tienen que dar clases en un solo salón para dos grados, la infraestructura no da para más. No pueden dejar computadores en la sede porque se los roban, no cuentan con un muro, ni un vigilante. No hay conexión con el acueducto, tampoco servicio de energía eléctrica, ni solar. El patio de receso de clases está improvisado con llantas que sostienen el resbaladero agrietado y decolorado que alguien donó hace mucho tiempo.

Sin embargo, es la única opción para que unos 100 niños entre 5 y 11 años de las veredas cercanas puedan tener acceso a la educación. Algunos caminan durante horas o son llevados en burro hasta la vía principal y allí los recoge la ruta escolar que los lleva hasta el colegio en el que ellos son felices, desconociendo que en realidad ese ambiente no es óptimo. Sus vidas están en riesgo por la infraestructura y el nivel de aprendizaje es bajo. El Ministerio de Educación es consciente de que se requiere invertir en la adecuación de los centros educativos, sobre todo en aquellos que están en la ruralidad. En los últimos años se han hecho inversiones que ascienden a 680.000 millones de pesos, y el Gobierno del presidente Iván Duque está renovando la infraestructura de 3.000 colegios oficiales en todo el país. Según el Ministerio, se han entregado, a la fecha, alrededor de 1.100 obras y hace cinco meses –en noviembre de 2021– fueron adjudicados 1.864 colegios adicionales.

    Solo el 1 por ciento de los colegios en Colombia tiene menos de diez años de construidos, según Fecode.
Solo el 1 por ciento de los colegios en Colombia tiene menos de diez años de construidos, según Fecode. | Foto: archivo particular

El problema es que algunos de los colegios que fueron entregados con bombos y platillos presentan afectaciones importantes, como sucedió en Cajicá, Cundinamarca, a menos de una hora de Bogotá. La Institución Educativa San Gabriel, sede primaria –en la que estudian más de 500 niños– fue entregada sin conexión de luz porque el diseño quedó mal hecho por la empresa constructora. Sin embargo, el Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE), del Ministerio de Educación, y la Alcaldía de Cajicá, al parecer, no vieron problema en que los niños fueran a estudiar sin servicio de energía. Desde el Fondo de Financiamiento dicen que todo se presentó por incumplimientos del contratista encargado de energizar la infraestructura. En 2019 inauguraron el colegio, que aparentemente está muy bien dotado, tiene laboratorios, cada salón cuenta con un televisor de última tecnología y un comedor amplio, pero sin luz nada de eso se puede utilizar. Ni siquiera los baños porque las motobombas no funcionan. Así que los más de 8.000 millones de pesos que se invirtieron no son del todo aprovechables.

Meses después de que se recibió el colegio empezó la pandemia, así que los problemas pasaron desapercibidos, pero con el regreso a la presencialidad todo se salió de control. Como no hay luz, las motobombas no llevan agua a los baños, lo que generó una serie de infecciones urinarias y gastrointestinales. Tres profesoras y 38 alumnos terminaron incapacitados con los mismos síntomas. De cinco personas que estaban contratadas para el aseo y mantenimiento de las instalaciones, tres renunciaron porque son mujeres de más de 50 años que tenían que subir agua en baldes desde el edificio antiguo del colegio hasta el tercer piso de la nueva sede, generando afectaciones en la espalda. Sin contar con que después de las 6:30 de la tarde todo quedaba oscuro y se dificulta organizar el colegio.

Los padres de familia pusieron en conocimiento a la Personería y el mismo ente de control interpuso una acción de tutela contra las entidades correspondientes para que den solución y brinden garantías óptimas a los estudiantes, que son niños, en su mayoría, menores de 10 años. El pasado 24 de marzo, llegaron al colegio unos contratistas indicando que van a empezar las obras correspondientes, pero “oh, sorpresa, me doy cuenta de que tiene un contrato firmado del 28 de enero, y solo hasta hoy aparecen”, dice Sonia Forero, rectora del colegio, evidentemente molesta al considerar que las enfermedades se hubieran podido evitar si se hubiese actuado oportunamente.

Para mitigar los problemas de agua, la Secretaría de Educación decidió hacer una conexión de la sede antigua del colegio a donde van los estudiantes de bachillerato, pero de manera irónica, en una visita de la Secretaría de Salud de Cajicá, se evidenció que el agua que estaba llegando al colegio no era potable, así que el 4 de abril ordenaron el cierre, afectando a más de 1.400 alumnos. El FFIE le confirmó a este medio que espera que, a más tardar, el 15 de mayo el colegio San Gabriel quede completamente habilitado con las obras que se están adelantando.

Según el estudio de Fecode, 18 por ciento de las instituciones educativas de Colombia no cuenta con un servicio público óptimo como en el colegio San Gabriel. El 24 por ciento de las sedes rurales presentan riesgos por deslizamiento e inundación, entre otros. El 10 por ciento de los hogares en el sector rural tiene acceso a internet y con falencias. “Así no se puede dar educación de calidad”, aseguran los docentes consultados. En el Ministerio de Educación destacan que son 4 billones de pesos los que actualmente se están invirtiendo en la construcción de colegios nuevos, la ampliación de los ya existentes y el mejoramiento de 1.011 en zonas rurales. Las obras van desde adecuación de los salones, cambio de techos y pisos, instalación de nuevos sanitarios y lavamanos, el reforzamiento de muros, columnas, el cambio de ventanas y enchapes, y la intervención integral de comedores, restaurantes y residencias escolares.

En su momento, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, indicó que en la primera etapa del programa Obras de Mejoramiento, el Gobierno “ha logrado muy buenos resultados”, argumentando esto en la inversión de 230.000 millones de pesos; 870 colegios entregados con obras de mejoramiento y, adicionalmente, se encuentran priorizados para ejecución de obra 241 sedes educativas. Tiene claro que los costos se incrementarán por el coletazo que trajo comercialmente la pandemia, como el acero, que subió de precio en el mundo entero, pero esa no será una barrera para brindar condiciones óptimas en la educación.

Lo que esperan los niños de los colegios de El Uvito, en Santo Tomás, Atlántico, es que ellos también cuenten con esos arreglos, porque por más adaptados que estén al mal estado, creen que se merecen las mismas oportunidades de aquellos que están en el centro del país.