Páramos de Santurbán
Páramo de Santurbán: ¿Vetas desaparecería del mapa?
La delimitación del páramo de Santurbán sigue siendo una preocupación para las comunidades que tienen asiento en esta zona del país. Para este municipio santandereano la poca agilidad del Gobierno nacional en las decisiones y la poca escucha no les permite conservar sus tradiciones y, menos, aspirar a proyectos de desarrollo.
Vetas, Santander, cumplió 466 años en la última semana y la celebración de los vetanos está atravesada por la preocupación que sigue generando la delimitación del páramo de Santurbán propuesta por el Ministerio de Medio Ambiente y por la que el municipio, uno de los más viejos de esta región del país, desaparecería.
Más que borrar de un tajo la existencia de esta localidad que palpita en el corazón del páramo, la propuesta del ministerio atraviesa por prohibir tres actividades particulares: minería, ganadería y agricultura, con el ánimo de conservar y cuidar todo el ecosistema de Santurbán.
La abogada especialista en derecho administrativo y oriunda de Vetas, Mónica Alexandra Contreras Delgado, detalla que la delimitación tiene como fin proteger, “pero esa protección se lleva a cabo con una restricción, y estas afectan el desarrollo del municipio, porque el casco del municipio está dentro de esa declaratoria de páramo”.
El limbo en el que está el municipio, según calculan líderes vetanos, lleva unos 15 años y que ha sido más drástico en el último lustro. La evidencia se centra en que al estar en zona de páramos la localidad no puede aspirar a desarrollar proyectos de vivienda, infraestructura, acueductos y otros porque la normativa y los requisitos suman restricciones y más requisitos.
Lo más leído
El asunto no ha sido de darse golpes de pecho, sino de tratar de que el Gobierno nacional actúe pensando en la comunidad. “Cada vez que las personas, porque ya les ha pasado a varios habitantes, quieren ir a presentar un plan para conseguir recursos, esas iniciativas no se pueden desarrollar tan libremente como en un municipio que no tuviera una limitación como la delimitación”, apunta la abogada.
Estamos ad portas de elecciones para Congreso y Presidencia y, sin duda, Santurbán será parte del discurso porque la defensa y protección del medioambiente suma réditos en la competencia política. Sin embargo, las comunidades paramunas están cansadas de ser vistas como un caballo de batalla para conseguir cargos públicos porque lo que necesitan es la materialización de hechos. En Vetas esa idea está clara y por eso han repetido el llamado al Ministerio de Medio Ambiente con propuestas que tienen como bandera la misma comunidad.
Adonai Guerrero Suárez tiene 54 años, todos vividos en Vetas, y alterna la agricultura con la minería ancestral. En el pueblo es difícil que los cerca de 2.500 habitantes que tienen no tengan relación con la minería ancestral. Además de ser la principal actividad económica, representa la identidad del municipio y, a su vez, ha sido una labor que cumple cuatro siglos y medio, que ha permitido, también, la conservación del ecosistema.
Por eso Guerrero manifiesta que la delimitación es “una preocupación que traemos desde hace largos años. Ciertamente, Vetas está en la parte alta de la cordillera, una situación muy particular porque es el pueblo más alto y basa su economía exclusivamente en la minería. Esa es la primera actividad. Lo ha sido durante muchos años”. Su relato suena más a reclamo ante la lentitud con la que le Gobierno nacional viene abordando la delimitación de Santurbán y más específicamente el caso de Vetas, que está en medio de un revoltijo de normas que le impiden seguir su desarrollo.
Dice Germán Camargo Ponce de León, biólogo, ecólogo e integrante de la Fundación Guayacanal, que “lo primero que hay que decir es que las delimitaciones no pretenden desaparecer el pueblo de Vetas, lo que pasa es que la delimitación hoy por hoy no hace ninguna claridad respecto a qué va a pasar con el pueblo”.
Explica que la situación radica en que “no hace ninguna claridad, porque lo que la norma prohíbe dentro del área delimitada dentro del área de páramo son cuatro actividades: la minería, los hidrocarburos, la agricultura y la ganadería. Dado que la norma no dice nada frente a asentamientos humanos ni infraestructura, uno diría que los asentamientos humanos, en sus cabeceras, siguen sometidos a los planes de ordenamiento que hacen los mismos municipios y la infraestructura tendrá que estar sometida a los estudios de impacto ambiental”.
Y aunque son varios los puntos que ponen en riesgo la existencia del municipio, Camargo detalla que una de las razones por las que se ve amenazada la existencia de Vetas es porque “se cancelan las actividades tradicionales que le dieron origen. 450 años de minería y agricultura. Eso es toda su cultura, es su nombre mismo. Vetas es una toponimia totalmente minera. Si desaparecen estas actividades, ¿cuáles son las alternativas?”
Por esto el exalcalde vetano Orlando Rodríguez asegura que pareciera “que nos quieren borrar de un solo plumazo desde un escritorio en Bogotá”, y argumenta que esta ha sido una de las maneras en las que han logrado conservar los ecosistemas y el páramo. “Nosotros somos mineros ancestrales, 466 años haciendo minería, y de esta manera hemos conservado el páramo; las cerca de 33 lagunas que tenemos en el territorio de Vetas existen porque las hemos conservado nosotros”.
Una de las alternativas económicas que el ministerio ha deslizado es la posibilidad del ecoturismo. Sin embargo, Camargo explicó que hicieron el proceso de investigación con varios profesionales y encontraron que este no era viable, como tampoco lo es la posibilidad de una agricultura sostenible que requiere por lo menos 20 años de investigación para conocer el comportamiento de la actividad en alta montaña.
Ivonne González, directora de la veeduría Dignidad Minera es tajante al decir que nunca los han escuchado. “El ministerio ha sido muy indolente, el cambio tan seguido de ministros y de los funcionarios ha dilatado el proceso. Nosotros sabemos que el Gobierno es lento, pero el ministerio se está pasando de la raya. La sentencia le dijo que tenía que revisar le delimitación en un año y ya han pasado más de tres”, dice González.
Mientras siguen insistiendo en una medida que beneficie realmente a Vetas, la directora de la veeduría resalta que para ellos el territorio es lo más importante. “La minería es una forma de vida, es nuestra identidad, nuestra forma de comer, de trabajar, pero para nosotros el trabajo es territorial. Queremos que se conserve lo que se tenga que conservar”.