POLÍTICA
¿El presidente Duque escuchó a los miles de manifestantes?
El paro nacional fue multitudinario, al inicio pacífico y después con brotes de violencia. El temor no impidió que los manifestantes salieran a las calles, incluso hasta la madrugada con el cacerolazo. De la respuesta del Gobierno en las próximas horas dependerá en gran medida que el paro no se extienda.
Este 21 de noviembre los colombianos se hicieron sentir en las calles. La marcha fue multitudinaria, no en la magnitud de la icónica marcha contra las Farc en 2008, pero sí lo suficientemente grande como para que el Gobierno Duque tuviera que prestarle toda la atención.
En Medellín la marcha fue pacífica, incluso se dieron encuentros improbables, las barras bravas de Nacional y DIM marcharon unidas.
El propósito de los manifestantes era que el presidente oyera sus reclamos y buscara soluciones reales. Sin embargo, algunos sintieron que esto no sucedió. El presidente Duque hizo un balance de la jornada, primero reconoció que la marcha fue, en su mayoría, pacífica, y separó a los “vándalos” del grupo de los manifestantes. Este es un punto importante si se tiene en cuenta que en los días previos al paro denunciaron estigmatización.
“Hoy hablaron los colombianos, los estamos escuchando”, dijo el presidente en su alocución insistiendo en que su gobierno cree en el diálogo. Sin embargo, no se refirió en concreto a ninguno de los reclamos que hicieron los manifestantes, que eran múltiples y contenían desde los asesinatos a líderes sociales e indígenas, hasta el temor de una reforma laboral y pensional que termine afectando la estabilidad laboral y los derechos conquistados.
“Alocución del presidente Iván Duque después del exitoso Paro N21 demuestra que no escuchó lo que le hablaron millones de colombianos! Nada dijo de las reformas tributaria, pensional y laboral. Nada de educación pública, nada de paz, nada de líderes asesinados. ¡Nada!”, reclamó el senador Antonio Sanguino (Verde).
Esta también fue la sensación que quedó al interior de la CUT. Por medio de una declaración del Comité Nacional de Paro, reclamaron la victoria de la marcha y la calificaron de "histórica" por ser una "expresión de inconformidad y rebeldía desarrollada de forma pacífica" que el Gobierno deberá asimilar.
"Se equivocó el gobierno diciendo que no había razones, se equivocó el gobierno diciendo que esto era una marcha de violentos y anarquistas, tal como también lo expresó el partido de gobierno y su jefe Álvaro Uribe Vélez", aseguraron.
Sin embargo, lo que más llama la atención es que se declararon en "estado de alerta" y solicitaron de inmediato una reunión con el presidente Duque, para debatir las razones del paro, es decir: "contra el paquetazo de medidas regresivas en materia económica, social, laboral y ambiental, por la vida, la paz y los derechos humanos".
“Cuando escuchamos las explosiones y los enfrentamientos dimos media vuelta y nos fuimos porque no queremos hacer parte de eso. Ojalá el mensaje que se dio durante la mayoría de la jornada sea el que quede”, dijo Jaime Collazos, es uno de los “mayores” o sabios Naza.
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Que quienes convocaron a la marcha se sientan desoídos puede llegar a provocar una mayor indignación. Las consecuencias de este paro nacional todavía están por verse. Pero, por el momento, hay varias conclusiones. Primero, que el temor no paralizó a los ciudadanos que estaban decididos a marchar. Segundo, que a pesar de los desmanes y la delicada situación de orden público en Cali -donde se decretó toque de queda-, la mayoría de la marcha resultó pacífica, así lo reconoció el presidente, la ministra del Interior y la vicepresidenta.
Tercero, que fue mayor la expectativa generada que la realidad. El temor de que en Colombia se emulara a Chile no resultó cierto. Aunque la marcha sí se extendió hasta la madrugada con el cacerolazo en las calles de Bogotá. La ciudadanía demostró que sus reclamos van en serio, e incluso hay voces convocando a un nuevo cacerolazo para el viernes a las cuatro de la tarde en la Plaza Bolívar, aprovechando el fervor.
En la víspera de la marcha el ambiente en la capital estaba enrarecido por la presencia del Ejército en las calles, la orden de acuartelamiento en primer grado y los allanamientos. Estas medidas, poco comunes para una marcha, fueron interpretadas por algunos sectores como una forma de retarlos y de amedrentarlos. Sin embargo, al término de la marcha, el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, aseguró que gracias a la “seguridad” que brindó la fuerza pública los colombianos pudieron manifestarse. “La fuerza pública cumplió con el deber de hacer frente mediante el uso de la fuerza legítima a los violentos”. Trujillo hizo hincapié en que “una turba violenta” causó desmanes e hirió a 70 uniformados en todo el país, a miembros de la Defensoría del Pueblo.
De la respuesta del Gobierno en las próximas horas dependerá en gran medida que el paro no se extienda, como lo sugirió el senador Gustavo Petro. El Gobierno Duque no se encuentra en su mejor momento, políticamente hablando, y una situación desbordada en las calles podría afectarlo aún más. Pero si las manifestaciones y los reclamos se siguen tornando violentos la esencia del paro se puede desdibujar, por tanto los colombianos inconformes y el Gobierno se mueven en una delgada línea entre encontrar soluciones de fondo o provocar caos.