PARO EN CAUCASIA

Ni el cura aguanta más

23 de agosto de 1982

Quien quiera imaginar el sitio más inhóspito de la tierra no necesita hacer demasiado esfuerzo mental, porque basta con que piense en el Municipio de Caucasia, Antioquia, que se ha convertido en un pequeño infierno dantesco.
Durante el invierno, que dura la mitad del año, las aguas del río Cauca desdeñan su cauce monótono y optan por correr libremente por las calles del pueblo, lamiéndoles las rodillas a los habitantes. En el verano, que empieza por esta época, se retiran las aguas y entra a reemplazarlas un calor de 34 grados centígrados que desaloja a la gente de unas casas que se convierten en proyectos de hornos crematorios, así que es posible que en el verano los caucasios añoren la frescura de las calles venecianas que tienen en el invierno.
Tienen dos plantas Diesel para alumbrar las casas y negocios de los 41.000 habitantes, pero las autoridades no disponen de dinero para la gasolina necesaria para hacerlas funcionar, lo cual es "como tener mamá, pero muerta". Los restaurantes y heladerías están cerradas por falta de luz, y hasta el Comandante de policía está a oscuras.
Como los ventiladores sin corriente eléctrica evidentemente no funcionan, no hay nada --ni siquiera un helado- que mitigue el calor. Y ésto es problema menor frente a la inutilidad forzada de otro electrodoméstico, la nevera, cuyo interior permanece tan tibio como el resto de la casa, mientras los alimentos se van cocinando al calor del ambiente hasta que se pudren.
Agua tampoco tienen, porque no hay energía ni gasolina para accionar las bombas hidráulicas. ¿Qué hacer en este moridero? Quizá tirarse en la cama y hablar por teléfono con algún sofocado y somnoliento vecino. Pero tampoco se puede porque las tarifas telefónicas, que llegan a ser hasta de 36.000 pesos, están entre las más altas del país.
Esta semana los caucasios dijeron basta e inmovilizaron aún más su ya paralítico pueblo con un paro cívico. Pararon los 1.300 estudiantes y profesores, pararon los banqueros y los empleados de los bancos, los dueños de restaurantes y los meseros, los oficinistas, los campesinos y hasta el cura párroco. Las tachuelas impidieron el tránsito de vehículos y los buses no entraron ni salieron ese día. Durante 28 horas el pueblo se sumió en el sopor total. Después se levantó el paro, y el sopor volvió a ser simplemente semitotal. Sigue sin haber luz, ni agua, y la mitad de los restaurantes y almacenes continúan cerrados por imposibilidad de funcionar.
Una comisión de representantes de la población, junto con funcionarios locales, viajaron a Medellín a contar sus cuitas y a exigir soluciones. Mientras tanto el pueblo se desmaya de calor, porque los 34 grados siguen sofocando imperturbables a pesar de las protestas y del paro cívico de los desesperados habitantes.
UN "GOL" DE BELISARIO
Según el columnista Daniel Samper, la atmósfera de "belisarización" del país subió de punto con el telegrama enviado por el Presidente electo Belisario Betancur al escritor García Márquez para invitarlo a la transmisión de mando.
Samper estima que el telegrama "representa un reconocimiento justo, una reparación debida y una reconciliación oficial con quien fuera mirado como enemigo públicó".
El telegrama parece confirmar en su forma un nuevo estilo presidencial, desembarazado de la tradicional retórica de los mensajes que suelen cruzar nuestros personales políticos. El hijo del arriero de Amagá saltó por encima de las fómulas estereotipadas e inclusive de diferencias políticas fundamentales, para dirigirse al hijo del telegrafista de Aracataca, su amigo.
El fondo es aún más sorprendente porque, cualquiera que fuese el beneficio político que el nuevo Gobierno pudiese derivar de la asistencia del escritor, el gesto de invitarlo muestra a la vez un sentido del pluralismo político por parte del Presidente electo y su propósito de distensión, unido a su ya antiguo respeto por la cultura que lo ha hecho familiar en los medios intelectuales.
El telegrama en cuestión dice así:
"Muchos colombianos, yo entre ellos, no estamos de acuerdo con tus ideas políticas pero te queremos y admiramos porque has dado gloria a Colombia. Sé que te está haciendo falta el olor de la guayaba y aquí en tu patria y en tu casa lo tenemos. Por eso quiero verte con Mercedes y tus hijos en mi posesión como Presidente de la República. Avísame cuando llegan para salir a recibirlos a Eldoradó . Te abraza tu amigo de siempre.
BELISARIO BETANCUR".
Desde luego, el escritor García Márquez está en su derecho de declinar la invitación, considerando que todavía no han desaparecido las circunstancias que lo obligaron a salir del país.
Probablemente el ciudadano común y corriente, ajeno a las sutilezas de la política y aún del carácter mismo del escritor, no entienda por qué García Márquez ha declinado la invitación de Betancur. Lo que sí es seguro es que éste último sí está en condiciones de entenderlo.
Desde cualquier punto de vista, se trata de un "gol" del Presidente electo.