LA ENTREVISTA LUIS CARLOS VÉLEZ
“Pasada la pandemia vamos a encontrar un escenario muy favorable para el populismo”
Mauricio Cárdenas asegura que el camino hacia la recuperación será lento y estará lleno de retos. El exministro advierte que la pospandemia será un caldo de cultivo para fenómenos indeseables.
Luis Carlos Vélez: Qué es más importante, ¿salvar vidas o evitar que la economía se quiebre?
Mauricio Cárdenas: Esa es la pregunta que se están haciendo todos los Gobiernos del mundo. Y es una pregunta que verdaderamente conlleva un dilema. Lo importante es que en este momento ya hay fórmulas para salvar vidas y mejorar la situación económica al mismo tiempo. Y esa es la fórmula que tenemos que adoptar nosotros.
L.C.V.: ¿Cuál es esa fórmula?
M.C.: Flexibilización gradual, paso a paso. No se trata de prender y apagar, sino más bien un sistema en el que lentamente se va permitiendo que más personas salgan a trabajar y estudiar. Requiere ir monitoreando en tiempo real cómo va la situación por el lado de la salud, con pruebas y seguimiento a las personas infectadas. En este momento, Colombia puede flexibilizar un poco más, sin que esto tenga consecuencias graves para la salud. Se puede abrir de una forma controlada, con muchos protocolos. Esto conlleva otro efecto colateral, muy positivo, y es que un mayor porcentaje de la población se va inmunizando. Hoy estamos confinados y eso ha reducido el número de casos, pero también nos hace susceptibles.
L.C.V.: ¿Cómo ve la velocidad de la reapertura económica?
M.C.: La clave está en la letra menuda. No se abre por sectores, sino por oficios. Las personas que puedan trabajar desde sus casas no deben salir. Esto incluye al personal administrativo, por ejemplo. Los operarios que puedan trabajar con distanciamiento podrían salir. Eso sí, los mayores de 70 y las personas con enfermedades deben permanecer bajo estricto aislamiento. La normalización debe ser lenta y gradual debido a que la tasa de reproducción de la covid-19 es todavía mayor a 1, y con tendencia al aumento en algunas zonas del país. No queremos repetir la experiencia de Chile, que se relajó y tuvo que regresar este viernes al aislamiento total en Santiago.
L.C.V.: ¿La apertura es una ideología de derecha que se enfrenta a una de izquierda que quiere mantener todo cerrado?
M.C.: Esto no tiene nada de ideología. Los dilemas y disyuntivas requieren criterio para resolverlos, pero no dogmas. Es como decidir el límite de velocidad en las vías. Hay pros y contras, y si se quiere debates políticos, pero nadie ha dicho que esa sea una discusión de izquierda versus derecha. El aumento de la pobreza es un problema tan serio como la pandemia, son las dos caras de una misma moneda. Lo que hay es que trabajar sobre la base de la evidencia en moderar ambos problemas al mismo tiempo. Nadie puede poner en el espectro ideológico la discusión entre empleo o salud.
L.C.V.: Hablemos de cómo enfrentar esto económicamente. Algunos aseguran que el Gobierno ha sido muy ortodoxo en la manera de ofrecer y presentar ayudas. ¿Cómo lo ve?
M.C.: Esto apenas está empezando. Es como en el boxeo: estamos comenzando el segundo asalto. El primero fue el del aislamiento generalizado. Mal haría el Gobierno en gastarse todos los cartuchos ya. Nos faltan 11 rounds y ya estamos llegando al 6,1 por ciento del PIB de techo al déficit fiscal. Las circunstancias que tendremos que enfrentar hacia adelante son muy inciertas y requerirán un impulso fiscal mayor. Además, por una consideración política: si el Gobierno ofrece un espacio fiscal del 6,1 por ciento del PIB, inmediatamente se copa. Las presiones de todos los sectores son enormes. Sería una pésima estrategia poner todas las cartas sobre la mesa desde el comienzo. El Gobierno lo ha hecho bien hasta ahora. Ojalá haya guardado munición.
L.C.V.: Me quedó sonando… Esto apenas está comenzando…
M.C.: No sabemos cuánto durará y por eso es que no sabemos cuánto costará. Hoy existen subsidios para la población vulnerable, para el personal de la salud, para las nóminas. Creo que requeriremos esas ayudas por más tiempo de lo que se está pensando. Viviremos en un área gris, entre aislamiento y distanciamiento, con personas en cuarentena por riesgo de contraer el virus, hogares sin suficientes ingresos y negocios que no logran volver al punto de equilibrio. Esto requerirá muchos recursos fiscales, incluso después de que la pandemia deje de ser la principal preocupación.
“Los resentimientos no van a servir para ganar las elecciones de 2022, y mucho menos para gobernar en ese momento”.
L.C.V.: ¿Cómo será esa recuperación? ¿Una U, una V, una W, o como el chulo de Nike?
M.C.: No va a ser el chulo de Nike, y ni siquiera una V. Si la vacuna se demora 18 meses, vamos a tener olas y ciclos de la pandemia que se van a reflejar en la economía. La recuperación tendrá altibajos y nos demoraremos mucho tiempo en volver a algo que pueda parecerse a cierta normalidad.
L.C.V.: ¿Quién terminará pagando por estas ayudas?
M.C.: La directora del FMI dijo por estos días una frase que me pareció muy clara: “Gasten todo lo que puedan, pero guarden las facturas, pues más adelante hay que pagarlas”. Y eso es cierto. La deuda colombiana se va a subir. Estaba en el 52 por ciento del PIB al final del año pasado y llegará al 60 por ciento del PIB este año. Vamos a tener que bajar ese nivel de endeudamiento, y eso no se hace si no es a punta de recortes de gasto o de impuestos. El Gobierno debería tener un equipo pensando desde ya en un presupuesto base cero. ¿Qué quiere decir esto? Que esta es una buena oportunidad para dejar de hacer cosas que no son indispensables. El 15 de junio se debe presentar el llamado Marco Fiscal de Mediano Plazo, que es la proyección a diez años de las finanzas. En teoría, según la regla fiscal, se debería volver a la situación fiscal anterior en dos años. No creo que eso vaya a ocurrir por la situación económica y por las restricciones políticas que tiene el Gobierno. Ese problema le va a quedar al próximo Gobierno.
L.C.V.: ¿Eso quiere decir que se tiene que modificar la regla fiscal?
M.C.: Seguramente van a tener que modificar ese artículo. La regla fiscal está bien diseñada porque dice: si hay un choque como este, se da un espacio fiscal. Pero, tan pronto pase el choque, se dan dos años para que las cosas vuelvan al punto en el que estaban. Ese artículo será necesario ajustarlo para que el Gobierno tenga más oxígeno, más tiempo para volver a donde estaba en diciembre del año pasado.
L.C.V.: Entonces, ¿cuándo y cómo pagamos lo que estamos debiendo y lo que vamos a deber?
M.C.: Este será el gran tema para las elecciones de 2022. Vamos a tener una división entre quienes digan “olvidémonos de toda esa herencia, hay que reprogramar la deuda, hay que cambiar el modelo”, y quienes traten de promover una agenda de centro queriendo resolver todos estos problemas con pragmatismo y responsabilidad. No estoy seguro de que el capital político le dé al presidente Duque para hacer los ajustes que se requieren para tener estabilidad fiscal antes del fin de su gobierno.
L.C.V.: Cuando terminó la Gran Depresión, por querer ajustar la caja fiscal rápidamente, el presidente Roosevelt prolongó la crisis. Eso no lo podemos repetir en Colombia.
M.C.: Existen enormes costos si no hay un plan ordenado de ajuste. Colombia pierde no solo el acceso a los mercados y el grado de inversión, sino la confianza para mantener alta la inversión, lo cual cuesta en términos de empleos y se agrava todo mucho más de lo que está hoy. Ahora tenemos un país que ha logrado acomodarse a una tasa de cambio de 4.000 pesos. Con un manejo populista podríamos estar como Brasil. El dólar estaría a 5.500.
L.C.V.: Pero hablar de grado de inversión cuando las empresas no van a poder recuperarse de este golpe es estar pensando en pajaritos…
M.C.: No. Porque con un buen plan de salida –como Colombia ha hecho siempre–, serio y realista, la economía vuelve y se encauza. Lo que se debe evitar es que después en 2022 nos movamos hacia la demagogia, y hay riesgos serios de que eso ocurra. Cada vez que ese tipo de Gobiernos han llegado a los países latinoamericanos, las promesas de campaña se esfuman en medio de grandes frustraciones. Los países quedan peor que como estaban antes.
L.C.V.: Escuchándolo parece que este es el caldo de cultivo para que llegue un modelo tipo socialismo del siglo XXI…
M.C.: Pasada la pandemia vamos a encontrar un escenario muy favorable para el populismo y la demagogia, porque habrá que pagar las cuentas. Ahí es donde el populismo está en su salsa. La opción de no pagar cuentas, aumentar el tamaño del Estado, prometer de todo y evadir las decisiones difíciles es el escenario perfecto para el socialismo del siglo XXI. Y todo esto mientras la derecha sigue desenfocada, pensando en el pasado. Los resentimientos no van a servir para ganar las elecciones de 2022, y mucho menos para gobernar en ese momento.
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L.C.V.: Pongámosle un nombre a ese demagogo. ¿Quién encarna el mayor riesgo de Colombia cayendo en la demagogia?
M.C.: El país conoce los líderes de izquierda que encarnan esta visión. Lo que pasa es que las posiciones de centro la gente las confunde con la ausencia de firmeza. Y ese es el error. Es precisamente en el centro donde se toman las decisiones difíciles, que buscan equilibrio entre los sectores sociales y los empresarios. Pero hay que fijar posiciones. El país está en una coyuntura en la que no se pueden dar respuestas vagas, no se pueden decir generalidades. Aquí se necesitan respuestas concretas, producto del conocimiento, del análisis y de la experiencia, porque los desafíos que vienen para el país serán mayúsculos.
L.C.V.: ¿Me está diciendo que la izquierda de Petro es la de mayor riesgo, pero la indefinición de Fajardo no es la solución?
M.C.: (Silencio). No quisiera personalizar esta discusión, pero el país sabe.