CAPITAL

“Habrá más Van der Hammen que nunca antes”: Enrique Peñalosa

Frente a la polémica de los últimos días, el alcalde le explicó a SEMANA su visión del crecimiento de Bogotá y lo que piensa hacer en esa zona protegida del norte de la ciudad.

27 de febrero de 2016
| Foto: SEMANA

La Bogotá de 2050

El debate sobre la reserva Van der Hammen está enmarcado en una realidad: Bogotá está creciendo. En las próximas décadas la ciudad tendrá 3,6 millones de habitantes adicionales, muchos de los cuales necesitarán viviendas nuevas. Además, las familias están cambiando. Según datos del DNP, mientras en 1980 el promedio de personas por hogar era de 5, hoy es de 3,2 y en 2050 será de 2,4. Hoy la ciudad tiene 2,9 millones de hogares, pero en 40 años se requerirán casi el doble: 5,4 millones. En otras palabras, se necesitaría construir otra ciudad completa.

¿Para dónde crecer?

Bogotá lleva varias décadas intentando resolver esa pregunta. Según Peñalosa, en los últimos años la ciudad se ha “desparramado”. Propone planear ese crecimiento desde hoy en 18.000 hectáreas adyacentes a la ciudad actual, que están distribuidas así (ver mapa): 1) Ciudad Norte, que es donde están ubicadas las 1.395 hectáreas de la reserva Van der Hammen. 2) Ciudad Mosquera, en donde llegaría la primera línea de metro. 3) Ciudad Río, que tendría 60 kilómetros de malecones y 4) Ciudad Bosa-Soacha.

¿Por qué no para arriba?

Una de las grandes discusiones de los últimos años es la de la densificación. Esto no es más que la propuesta de que la capital no extienda sus fronteras, sino que crezca verticalmente. Peñalosa cree que esto puede ser posible en algunos sectores y que de este modo podrían crearse 300.000 nuevas viviendas, pero nada más. Por eso, derogó el decreto que permitía construcciones de gran altura. Para el gobierno distrital hay sectores que no tienen la capacidad en vías, alcantarillado, zonas verdes, iluminación para soportar un crecimiento desmedido en este sentido. Según el alcalde, Bogotá ya tiene una de las densidades más altas del mundo: 202,8 habitantes por hectárea. Esto es 8,5 veces la densidad de Los Angeles; 5,4 la de Paris; 3,9 la de Londres y 3,2 la de Sao Paulo.

¿Y los municipios vecinos?

Según Peñalosa, si la ciudad crece en esas 18.000 hectáreas (5.000 de ellas en el norte) se evitaría que miles de bogotanos compren vivienda en otros municipios, a 20 o 30 kilómetros de su trabajo, al que podrían llegar solo en carro. El alcalde considera que ese modelo sería más dañino para los ecosistemas, pues ocuparía más espacio de la sabana de Bogotá, muy valioso también en términos ecológicos. Mientras en los municipios viven 20 habitantes por cada hectárea, en la capital lo hacen 200. Ocupar menos espacio permite a su vez gastar menos energía y gasolina, uno de los principales indicadores de la sostenibilidad. Compactar la ciudad termina siendo una apuesta de equidad social pues los altos precios de la tierra en Bogotá han obligado a personas de menos recursos a vivir en los extramuros. Según datos de Galería Inmobiliaria, el 48,9 por ciento de los metros vendidos el año pasado para vivienda estaban en municipios aledaños. Sin embargo, en el caso de vivienda de interés social esa cifra aumentó al 70 por ciento.

¿Por qué la ciudad no ha crecido por el norte?

Bogotá cerró hace algunos años esa frontera La reserva Van der Hammen, creada en 2000, explica solo en parte la prohibición de construir en ese sector pues afecta 1.395 hectáreas. En otras 3.758 hectáreas también hay restricción pues están clasificadas como suelo rural, 706 por estar en la ronda del río, 175 por el aeropuerto Guaymaral y 2.014 hectáreas están a la espera de que se defina el Plan de Ordenamiento Zonal del Norte (POZ).

¿Qué pasa con la reserva?

La principal crítica a la propuesta es que urbanizar la reserva atenta contra el medioambiente. El alcalde argumenta que su proyecto es “más verde de lo que hemos tenido hasta hoy”, pues de las 1.395 hectáreas, solo el 7,8 por ciento está intacto. El 92 por ciento son cementerios, colegios, industrias, urbanizaciones, universidades, vías, cultivos de flores, entre otros. El objetivo de la reserva es conectar los dos tesoros verdes que tiene la capital: sus cerros y su río. Sin embargo, hoy esta conexión no es la ideal, ni siquiera con la reserva Van der Hammen, pues en 1958 se construyó la autopista Norte en medio de ese canal natural y de los humedales de Torca y Guaymaral.

¿De quién es la reserva?

Contrario a lo que muchos creen, estas tierras no son de la ciudad, sino de decenas de particulares que tienen allí sus casas y negocios. Desde 2000, las construcciones están congeladas, pero lo que había antes permanece en pie. Comprar esos terrenos para hacer un gran parque, como se ha propuesto, costaría mínimo 3 billones de pesos. Cuando se dio la discusión sobre convertir el Country Club (que es apenas el 10 por ciento) en un parque público, este se avaluó en 2,5 billones de pesos.

¿Qué se haría en la Van der Hammen?

El alcalde sostiene que su modelo de ciudad no es de cemento y promete que en esa zona habrá “más Van der Hammen que nunca antes”. Propone que los propietarios aporten los predios a una fiducia y que, si se aprueba la construcción, se condicione a que habrá zonas verdes de cesión. Es decir, que no le costarían a la ciudad. El alcalde planea hacer un parque de más de 200 hectáreas (el doble del Simón Bolívar y casi lo mismo que el Central Park de Nueva York) y 1.200 hectáreas de parques lineales que irían desde los cerros hasta el río.

Otro Tema clave

La propuesta de compactar la ciudad tiene un impacto sobre todo en el transporte, pues si esta es 15 veces más grande, los viajes serán 15 veces más largos. Peñalosa asegura que la clave para que el sistema masivo funcione está en la alta frecuencia y el bajo costo. Considera que es imposible llevar ese modelo a los extramuros. Por eso, la discusión de cómo crece la ciudad ha tenido más peso que muchas otras en su gobierno. El alcalde asegura que le parece más importante incluso que el metro o nuevas troncales de TransMilenio, pues ninguno de estos sistemas podría funcionar con una ciudad expandida. Además, se podría desembotellar la salida al norte que hoy solo se puede hacer por la séptima y la autopista, pues por ahora la reserva tiene bloqueada la construcción de la ALO, y la expansión de la avenida Cali y la avenida Boyacá hacia el norte.