Monseñor Óscar Urbina
Monseñor Óscar Urbina | Foto: REVISTA SEMANA

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“Perdono a los que me robaron”: Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana

Monseñor Óscar Urbina, presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, entregó detalles del atraco del que fue víctima su institución eclesiástica. Habló sobre sus captores y, a propósito de Semana Santa, insistió en que los diálogos por la paz con el ELN deben ser una urgencia

2 de abril de 2021

SEMANA: ¿Sigue sorprendido con el robo? ¿De qué magnitud fue?

Monseñor Óscar Urbina.: No solo yo he sido el sorprendido, sino también todos mis hermanos obispos colombianos y del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM), así como una cantidad de fieles católicos y personas no católicas cercanas a nuestra Iglesia; todos han manifestado su asombro y nos han expresado su voz solidaria ante esta situación tan lamentable.

La magnitud de lo sucedido está en la cantidad de trámites que demanda este tipo de situaciones, lo cual, sin duda, afecta el desarrollo de los procesos ordinarios de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC)

SEMANA: Monseñor, ¿le sorprende que el atraco haya sido cerca de una cárcel y un batallón?

O.U.: Claro que sorprende, pero sorprende más ver el ingenio del ser humano para orquestar el mal.

SEMANA: ¿Faltó seguridad?, ¿exceso de confianza?

O.U.: Creo más bien que la habilidad de los atracadores para disfrazarse, portar armas y movilizarse en motocicletas muy parecidas (o iguales) a las utilizadas por la Policía Nacional, hicieron que estas personas fueran confiables para los trabajadores que en ese momento cumplían el turno de vigilancia en la CEC. Ante una mente criminal no hay seguridad que valga.

SEMANA: Monseñor, ¿qué se llevaron?

O.U.: Documentos, equipos tecnológicos y algún dinero.

SEMANA: ¿Qué medidas de seguridad están tomando? Ya los delincuentes no respetan ni las iglesias…

O.U.: Estamos en conversaciones con las autoridades competentes para mejorar lo que necesite ser mejorado. Toda calamidad o crisis deja aprendizajes que hay que llevar a la práctica.

SEMANA: ¿Usted perdonaría a los delincuentes o los excomulgaría?

O.U.: Los perdono porque ante todo son hijos de Dios, necesitados de encontrar un camino distinto para ser personas distintas. Todo ser humano es sujeto de transformación. Cuando se camina la vida de la mano de Dios, siempre encontramos en él nuevas oportunidades, pero es necesario el arrepentimiento y la reparación.

SEMANA: Todos los robos son lamentables y Dios no está de acuerdo con ellos, ¿es más pecado los que se cometen contra los hijos de Dios, contra la Iglesia?

O.U.: Todo robo es pecado y tiene una connotación más grave cuando se le roba a los pobres. Los dineros de la CEC no solo son para el mantenimiento de la sede del episcopado en Bogotá, sino, especialmente, para impulsar la dinámica de las acciones pastorales y ayudas humanitarias que se implementan a través de programas y proyectos que benefician siempre a los más pobres en los territorios más apartados. Obviamente, este percance que hemos vivido no detendrá nuestra misión.

SEMANA: ¿Le preocupa como a cualquier ciudadano la seguridad en Bogotá? ¿Qué mensaje enviaría a las autoridades y gobernantes?

O.U.: Me preocupa la seguridad de Bogotá y de todas las ciudades y poblaciones de Colombia, por muy pequeñas y apartadas que estén. Siempre estaremos expuestos a aquellos que prefieren la violación de la ley para alcanzar sus objetivos. Por eso, las autoridades deben trabajar en equipo, eso es clave para vencer el mal.

SEMANA: ¿Qué mensaje les enviaría a los hombres que lo robaron? Ellos seguramente leerán la entrevista.

O.U.: Que hagan una pausa en su camino y se miren así mismos para que puedan reconocer qué están haciendo con su vida, qué le están dejando a sus hijos. Un patrimonio logrado al margen de la ley solo trae ruina, destrucción, muerte… Me animo a decirles que Dios no ha dejado de contar con ellos, que el Señor Jesús, el mismo que murió en la cruz en medio de dos ladrones, los ama y quiere brindarles la verdadera felicidad.

SEMANA: ¿Después de esta Semana Santa los colombianos deben convertirse? ¿A qué los llama?

O.U.: Dios nos llama a la paz, la reconciliación, la justicia, la solidaridad. Dios quiere que Colombia sea “casa y patria para todos”. Cada Semana Santa es una nueva oportunidad de conversión, por eso vivirla con fervor es el primer gran paso para el cambio, para salir de la oscuridad a la luz.

SEMANA: ¿Le preocupa la covid en Semana Santa? ¿Qué mensaje ha enviado a sus sacerdotes?

O.U.: Más que preocuparme, junto con mis hermanos obispos en todo el territorio nacional, nos hemos ocupado de organizar de la mejor manera estos días santos aplicando rigurosamente todos los protocolos de bioseguridad en nuestros templos, evitar las expresiones de fe y piedad popular en las calles y, algo muy importante, animar las transmisiones por medios de comunicación y redes sociales, de las celebraciones litúrgicas de las parroquias.

SEMANA: El mensaje final de esta Semana Santa…

O.U.: La resurrección de Cristo nos debe llevar a redescubrir que el ser humano fue creado para la vida y una vida eterna. En ese sentido urge abrirnos a la reconciliación para acercarnos y ser hermanos. Retomo aquí las palabras del Papa Francisco cuando estuvo en Villavicencio: “Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”. Que la Pascua nos abra mucho más a la misericordia.

SEMANA: Por último, ¿El gobierno debe buscar diálogos con el ELN? ¿es necesario el diálogo?

O.U.: Todos los esfuerzos que se hagan para reducir los niveles de violencia y aliviar la situación humanitaria de las comunidades es un camino válido. Hemos escuchado el clamor de comunidades en territorios donde se necesita urgentemente encontrar las soluciones de fondo y permanentes a la problemática de la violencia, por ello considero que, dadas las circunstancias humanitarias que genera el prolongado conflicto con este grupo armado, vale la pena intentar la solución negociada. El diálogo por la paz sigue siendo una urgencia para Colombia, pues el diálogo es una fuerza política que debe evitar el recurso de las armas. El diálogo por la paz siempre es posible.