Política

García y Cuenca: en sus manos queda el Congreso

Los nuevos presidentes de Senado y Cámara, Lidio García y Carlos Cuenca, no hablan mal de Duque, pero nunca han estado con el uribismo. El mundo político está a la espera de cómo será su gestión y los pronósticos, por ahora, son inciertos.

20 de julio de 2019
García y Cuenca son del Partido Liberal y Cambio Radical respectivamente. Ambos apoyaron la paz y han visto con distancia el gabinete de Duque.

Aunque Lidio García y Carlos Cuenca nacieron en dos extremos del país, tienen mucho en común. Son políticos con arraigo regional, no se identifican con los extremos, hasta ahora habían tenido un bajo perfil y son hombres de partido. Los dos llegarán este sábado a la presidencia del Senado y de la Cámara, después de que esa posición la ocuparan, en medio de la controversia, Ernesto Macías y Alejandro Carlos Chacón.

Ver: Partido de la U y Cambio Radical se unen para formar la mayor bancada en el Congreso

Pero probablemente la mayor similitud que tienen García y Cuenca es que, si bien no son antiduquistas, representan una nueva complejidad para la relación del Gobierno con el Congreso.

En la pasada legislatura ambos se opusieron a capa y espada a las objeciones presidenciales a la JEP, los dos se consideran férreos defensores de la integridad del acuerdo de paz y aseguran que el Gobierno se ha equivocado al confundir falta de representación con mermelada.

Las pretensiones políticas de los dos no son aún de alcance nacional, pero reclaman una mayor presencia partidista en el Gobierno. Insisten en que Duque ha sido un presidente amable y con buen tono, pero que le ha faltado “hacer política” para lograr consensos.

 También coinciden en que el Gobierno se obsesionó con el tema de las objeciones y que en ese intento se perdieron 90 días de la agenda legislativa. Le reclaman al presidente concentrarse en una nueva agenda, “acorde a las necesidades del país” y “tramitada por un gabinete que conozca las regiones”.

Los reclamos de García y Cuenca tienen poco de nuevo en el mundo de los políticos, en el cual siempre se le pide al Ejecutivo mayor inversión y mayor representación. Sin embargo, permiten ver entre líneas que con ellos el Gobierno tampoco la tendrá fácil.

El senador Lidio García es considerado por sus colegas el parlamentario clásico de la bancada costeña y liberal. Nunca se ha apartado de ese partido, en donde hizo una carrera política escalón por escalón pasando por el Consejo de El Carmen (Bolívar) y la Asamblea del departamento, para llegar a la Cámara en 2006. De ahí pasó al Senado, corporación a la que llegó en 2010 en reemplazo de Piedad Córdoba.

El año pasado logró convertirse en la primera votación liberal con 118.000 votos, después de haber tenido 73.000 en 2014. Este aumento en su caudal se debe, según sus coterráneos, al hecho de que en 2016 fue elegido su primo, Dumek Turbay, en la Gobernación de Bolívar. Varios polítícos de la región le aseguraron a SEMANA que, desde ese año, García se convirtió en uno de los parlamentarios más poderosos de la costa.

Aunque Lidio García es un hombre de partido, tomó distancia del expresidente César Gaviria, director de la colectividad, cuando se decía que este le hacía barra al senador Mauricio Amín y no a él, para llegar a la presidencia del Senado.

Sin embargo, sus relaciones volvieron a ser armónicas en el momento en que el liberalismo tomó la decisión de votar negativamente las objeciones a la JEP. De hecho, esta postura le costó a García un sonado roce con el senador Álvaro Uribe quien, delante de sus colegas, le habría reclamado por no apoyar al Gobierno e insinuado que el Centro Democrático no apoyaría su aspiración a la presidencia del Senado.

García apoyó a Duque en segunda vuelta, pero eso tampoco lo hizo gobiernista. Varias fuentes le dijeron a SEMANA que el presidente llamó al senador en el trámite de las objeciones, pero que este contraargumentó y no se dejó convencer.

Con Juan Manuel Santos también tuvo una relación de matices. García fue uno de los activistas más destacados del Sí en la costa, pero se distanció de él en coyunturas específicas. Así, por ejemplo, no votó la Ley de Amnistía impulsada por el Gobierno, porque este le había objetado un proyecto relacionado con la gratuidad de reconexión de servicios públicos. También, en reunión de bancada, le puso una queja al presidente por una cita que no le habían dado en el Palacio de Nariño. Es instintivo y temperamental.

Si en la presidencia del Senado el Gobierno no tiene un aliado garantizado, en la de la Cámara tampoco. El representante Carlos Cuenca llegó a esa posición en nombre de Cambio Radical y después de una dura puja, con el apoyo del ala vargasllerista del partido, le ganó el pulso a los representantes Betty Zorro y César Lorduy, de la casa Char. Es poco predecible que le apueste a que su bancada se vuelva gobiernista, pero para ello tendrá que superar tensiones internas en las que el uribismo-charista tiene cada vez más fuerza.

Cuenca llegó a la Cámara en representación del Guainía con 2.680 votos. Al igual que García, hasta ahora su liderazgo no ha tenido pretensiones más allá de lo regional. Su trabajo político se ha concentrado en departamentos de la Amazonia, que lo han elegido representante a la Cámara desde 2008, convirténdolo en el más antiguo de la bancada de  Cambio Radical.

En el trámite de las objeciones, fue un fundamentalista defensor del acuerdo y crítico del uribismo. “Yo soy un tipo convencido de la paz. Acompañé la firma del acuerdo, el plebiscito y la JEP. Respetaré lo que decida la plenaria, pero en ese tema, estoy firme”, asegura.

Es cercano a Vargas Lleras, pero no lo reconoce como jefe absoluto. “la bancada funciona de manera independiente de las tensiones que pueda haber entre él y Char”, asegura mientras cuenta que, a pesar de la oposición del exvicepresiente, en la Cámara Cambio Radical apoyó la Ley TIC.

Aunque con ese apoyo Cuenca y sus copartidarios le hicieron un guiño al Gobierno, en sus recientes entrevistas él le ha dado palo a la posición de Iván Duque frente a la paz y también frente a Venezuela. Considera que “se obsesionó con modificar la JEP” y que no logró consolidar el liderazgo regional que se había propuesto en el tema venezolano.

También insiste en que el presidente no puede gobernar solo con el Centro Democrático y cuando se le pregunta por la fórmula para que Duque tenga más gobernabilidad, asegura que debería incorporar proyectos de todas las bancadas en la agenda legislativa. Entre ellos, los de Cambio Radical. “El presidente es un hombre con ganas, y para que esas ganas se traduzcan en resultados debe trabajar con el Congreso”.

Lidio García y Carlos Cuenca aseguran que en la próxima legislatura, y  bajo su presidencia, le darán todas las garantías a todas las bancadas para participar y para hacer control político. No son antiduquistas, pero nunca han estado del lado del uribismo. Eso probablemente hará que sus gestiones no pavimenten mejores condiciones de gobernabilidad para el Gobierno.

Las presidencias de Ernesto Macías y Alejandro Carlos Chacón estuvieron marcadas por la polémica. El primero fue criticado por estar jugado exclusivamente con las posiciones del Centro Democrático y por ser una persona radical y poco proclive a la concertación. El segundo, por sus indefiniciones. A pesar de que al inicio se consideró cercano a Iván Duque, con el tiempo demostró que tenía vuelo propio y tomó decisiones clave frente a temas como  la reforma a la justicia, las objeciones a la JEP y el proyecto  anticorrupción.

Desde este sábado se sabrá cuál es el talante de García y Cuenca, y qué tanta habilidad tienen estas dos figuras, hasta ahora poco conocidas en el plano nacional, para medir los alcances de su propia coyuntura.