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“Petro es todo, pero imbécil no es”, profesor de Harvard
El politólogo del momento asegura que hay riesgo de que Colombia caiga en manos de los populistas y hace un análisis sobre el estado de la democracia en nuestro país y los hechos más recientes en Estados Unidos.
Luis Carlos Vélez: ¿La democracia en Estados Unidos está en peligro?
Steven Levitsky: Sí, está en peligro aunque no es inminente su muerte. Creo que haber removido del poder a una figura autocrática como Trump es muy positivo y sano para la democracia; nos dio un respiro. Pero la democracia es solamente estable cuando todos los partidos son prodemocráticos y actúan para defenderla. Lamentablemente el Partido Republicano se ha vuelto un partido antisistema, un partido extremista que sigue siendo una amenaza para la democracia.
L.C.V.: Me está diciendo entonces que este problema va más allá de Trump…
S.L.: Sí. Trump es una figura única que tiene muy poco compromiso con la Constitución y los derechos básicos. Trata al Estado como si fuera su propio patrimonio. Tiene instintos que se parecen a los de Somoza o Trujillo, los dictadores de los viejos tiempos. Sin embargo, Trump es síntoma más que causa del problema. Él surgió nominado, elegido y protegido por el Partido Republicano. En su aventura de los últimos meses, que fue una especie de autogolpe al estilo latinoamericano, gran parte del Partido Republicano estuvo con él; sus miembros se quedaron en silencio o lo apoyaron. Esto no es un accidente en el que una persona autoritaria llega por suerte al poder. Llegó con el apoyo del partido entero.
L.C.V.: ¿Por qué los republicanos tomaron la decisión de apoyar a Trump?
S.L.: Esa es la pregunta del millón de dólares. En parte corresponde a la ambición política del partido. Trump es, de lejos, la figura más popular de su partido. No hay ninguna figura que compita con él. Algunos como el senador Jeff Flake o el senador Bob Corker, que se opusieron a Trump, terminaron su carrera política. Los republicanos decidieron tomar un cálculo en el que la mejor manera de mantener o avanzar en su carrera dentro del partido era ser aliado de Trump. Esto es dejar al lado los principios de la democracia. El gran fracaso histórico del Partido Republicano es pensar solamente en la ambición en un momento de crisis y renunciar a la defensa de la institucionalidad democrática. Todavía no entiendo por qué tan pocos decidieron defender las instituciones.
L.C.V.: Eso suena a un partido que solo quiere burocracia… entonces, ¿cómo logra tanto apoyo?
S.L.: No tiene tanto apoyo. El Partido Republicano solo ha ganado una vez en las últimas ocho elecciones. Esta fue una elección peleada en 2020, pero fue peleada en el Colegio Electoral. En el voto popular Biden ganó por más de cuatro puntos. El Partido Republicano es el de la mayoría blanca cristiana, que es la mayoría de personas del grupo étnico que fundó el país y que por siglos dominó la economía, la cultura, el Estado y la sociedad. En el último medio siglo Estados Unidos está pasando por un cambio social democrático, cultural, muy fuerte y muy importante. Estamos haciendo una transición hacia una democracia multirracial, multiétnica, mucho más diversa y más igualitaria que antes. Algunos miembros de esa mayoría blanca cristiana, que está en caída, están muy resentidos y sienten que están perdiendo su país. Muchos creen que les están robando el país en que crecieron; que esa América cristiana está empezando a desaparecer. Para más o menos 40 por ciento de la población republicana que busca a Trump esa es una crisis existencial, una amenaza.
L.C.V.: Así las cosas, es evidente que los populistas pueden romper las democracias, incluso las históricamente fuertes como la de Estados Unidos. ¿Falló el modelo democrático?
S.L.: Para mí, la democracia siempre es vulnerable. Siempre existe en democracia, dada la libertad y la competencia abierta que hay, el riesgo de la elección o la llegada al poder de fuerzas antisistema y antidemocráticas. Esto ha ocurrido en toda la historia y es un elemento inevitable de la democracia. No existe una democracia ciento por ciento protegida. Un problema que enfrentan algunas democracias viejas, especialmente Estados Unidos, que se cree la primera democracia, la más vieja, la más exitosa, mucho de lo cual es un mito, pero lo creemos, es que pensamos que la democracia la tenemos por dada. Ningún gringo vivo ha experimentado el colapso de la democracia. Es diferente a los chilenos, los brasileños, los argentinos, los españoles, que han vivido la pérdida de la democracia. Creo que aquí estábamos medio dormidos y sin la vigilancia necesaria para proteger la democracia. Los demócratas, los que creemos en la democracia y queremos mantenerla, tenemos que estar vigilantes siempre.
L.C.V.: Usted es experto en América Latina. ¿Cómo ve a Colombia?
S.L.: Es uno de los casos que menos conozco, pero entiendo que tiene muchas paradojas. Comparado con Argentina y Perú, el Estado de derecho y las instituciones democráticas son más fuertes, más sólidas. Pero al mismo tiempo Colombia tiene un Estado que no llega a todas las partes del territorio. Gran parte del territorio cae en la violencia y es controlado por actores no estatales y violentos. Esa mezcla de instituciones más o menos fuertes en Bogotá con la violencia y la inestabilidad en gran parte del territorio siempre me ha intrigado.
L.C.V.: ¿Usted ve riesgo de populismo en Colombia?
S.L.: Es un país que ha sufrido menos populismo que el resto de la región. Pero casi todos los países, especialmente de América Latina, son vulnerables. En todos los países en donde existen altos niveles de inseguridad social, en donde el Estado no funciona bien para todos y en donde los partidos políticos son débiles hay riesgo. Colombia cumple las tres condiciones. El riesgo existe.
L.C.V.: En Colombia se habla mucho del “castrochavismo” como una forma de populismo, sin embargo el populismo puede venir también de la derecha…
S.L.: Hay populismo de izquierda y de derecha. Es un fenómeno en el cual una figura política, normalmente un llamado outsider y personalista, moviliza a las masas en contra de toda la élite y promete al electorado tumbar todo el establecimiento. Esto puede ser una figura de izquierda como Hugo Chávez o como Correa, pero también puede ser una figura de derecha como Trump, Bolsonaro o Fujimori. Hay populismo de izquierda, de centro y de derecha. De hecho, Uribe tuvo algo de populismo; populismo de derecha.
L.C.V.: ¿Por qué?
S.L.: Tuvo elementos de populista, no tan fuertes como Correa o Chávez porque Uribe no fue, por ejemplo, un outsider. Fue un político profesional que vino del riñón del establecimiento. Su discurso no fue necesariamente populista, pero sí tuvo elementos de populismo.
L.C.V.: ¿Qué piensa sobre Gustavo Petro?
S.L.: No lo sigo tan de cerca, pero es una figura que opera en la zona gris entre la izquierda chavista y la izquierda más moderada en América Latina. Me parece que optó por la política electoral y civil y ha escogido las reglas del juego democrático.
L.C.V.: ¿Podría elaborar?
S.L.: No me parece tan obvio que sea un actor antidemocrático. Creo que este es un poco como el caso de Ollanta Humala en Perú. Petro y Humala son totalmente distintos. Humala era un populista, un militar, un outsider muy inexperto pero, al final de cuentas, muy pragmático. Petro es un político de izquierda mucho más ideológica y mucho más experimentado. Son diferentes, pero el Estado peruano se volvió histérico ante la asunción de Humala y su propuesta política. Humala gobernó en el centro y de una forma pragmática y moderada, en contra de todos los pronósticos de los periodistas en Perú. Colombia es muy parecido a Perú, porque debido a su historia de violencia y de la guerrilla es un país de derecha. El equilibrio de poder también favorece a la derecha. Yo creo que un candidato que llegue a la Presidencia va a tener muchos problemas para imponer un programa chavista o autoritario de izquierda; es casi imposible que tenga éxito en eso. No creo que Petro sea tan payaso de lanzar un proyecto chavista en el contexto colombiano. Petro es todo, pero imbécil no es.
L.C.V.: ¿Quién copió a quién?, ¿Estados Unidos a América Latina o al revés?
S.L.: Las dos cosas ocurren. Por la historia de Estados Unidos, y especialmente en lo racial, es difícil replicar el trumpismo en América Latina. Bolsonaro en cierta forma lo ha hecho con una base etnonacionalista, cristiana, blanca y liberal. Hay figuras de derecha que están surgiendo en muchos países y fenómenos de América Latina que están migrando hacia el norte. En Estados Unidos nadie sabía qué era populismo hace cuatro años. Hoy todos los politólogos están leyendo sobre quién carajos eran los populistas de América Latina para aprender.