AMBIENTE

Piden declarar probablemente extinto al sapo quimbaya

Los últimos registros que se tienen de esta especie, única de Colombia, datan de entre 1994 y 1997 y recientes esfuerzos para encontrarla fueron infructuosos.

29 de junio de 2018
| Foto: Gustavo H. Kattan / Instituto Humboldt

Según los expertos, los anfibios, como el sapo quimbaya, son un buen indicador del estado de un ecosistema porque son especies susceptibles a la contaminación y la degradación del hábitat.

Su ausencia es señal de que ha habido cambios en el paisaje y el ambiente, causados por distintas actividades que afectan la biodiversidad.

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En el caso del sapo quimbaya o atelopus quimbaya, solo se habían hecho avistamientos de esta especie en tres lugares de Colombia, en lo específicamente en la vertiente occidental de los Andes centrales colombianos: la reserva natural La Montaña, en el municipio de Salento (Quindío); el parque natural regional de Ucumarí, en Pereira, y en la Reserva Bosque del Río Blanco, en la cuenca del río Chinchiná.

Sin embargo, en esta región, en la cuenca del río Otún y en el Quindío existe hoy en día gran presencia de la trucha arcoíris, una especie exótica, que fue introducida en los ríos y estanques artificiales en 1953.

Esta especie, según los investigadores del Instituto Humboldt, las universidades del Valle y Javeriana de Cali y Wildlife Conservation Society, entre otras entidades, podría estar involucrada en la disminución de las poblaciones de anfibios, por la depredación que hacen de sus huevos, y posiblemente de sus renacuajos.

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Aunque se continúan investigando las causas de la probable extinción del sapo quimbaya, las sospechas se dirigen al potencial efecto negativo del pez sobre este grupo de sapos, pues existe evidencia científica del impacto que ha tenido en otras especies de anfibios.

Si bien la introducción de la trucha al país no coincidió con el momento en que inició la disminución de poblaciones del quimbaya, lo más factible, según los investigadores, es que su expansión alcanzó el hábitat del sapo precisamente hacia 1990.

Con base en estos hallazgos, los investigadores pidieron a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que declare como probablemente extinto al sapo quimbaya, cuyo género, el Atelopus, es crítico en Colombia, ya que cerca del 80 % de las 44 especies que habitan el país enfrentan un grave riesgo de extinción.