ENTREVISTA
“Es una ironía que los hombres decidan si el enfoque de género se saca de los acuerdos”
La abogada Mónica Roa, defensora de los derechos de las mujeres, habló con Semana.com sobre el enfoque de género y la nueva etapa de diálogos entre el Gobierno y los promotores del No.
El enfoque de género incluido en los acuerdos de La Habana entre el Gobierno y las FARC pretendía reconocer el impacto particular de la violencia generada por el conflicto sobre las mujeres, pero se convirtió en un tema de debate antes y después del plebiscito del 2 de octubre. Varios promotores del No lo vinculan con otro concepto, la supuesta ideología de género, de la que no hay mención alguna en los acuerdos. Ahora, en medio de los diálogos con el Gobierno, piden modificar los apartes que afectan los valores de la familia tradicional.
La abogada Mónica Roa encabezó el que probablemente ha sido el debate más importante de la última década en Colombia en cuanto a derechos de las mujeres. Junto a la organización Women’s Link Worldwide, logró el 10 de mayo del 2006 la despenalización del aborto en ciertos casos.
En junio, pocos días después de que la emblemática sentencia cumplió 10 años, Roa se retiró de Women’s Link. Ahora está radicada fuera del país, dedicada a la consultoría en el diseño de estrategias para el cambio social, pero viaja cada vez que tiene la oportunidad. Estuvo en Colombia, por ejemplo, durante la jornada del plebiscito. “Dedico tiempo para seguir con atención muchos de los procesos políticos, sociales y jurídicos del país, y para tener una presencia en ciertos debates de la opinión pública”, explica. Semana.com habló con ella sobre el enfoque de género, el papel de las mujeres y la actual coyuntura política.
Semana.com: ¿Qué opina del enfoque de género que incluían los acuerdos entre el Gobierno y las FARC?
Mónica Roa: Tanto los estándares internacionales de derechos humanos como la Constitución Política de Colombia imponen un mandato al Estado de garantizar la igualdad en dignidad, derechos y oportunidades para todos. El enfoque de género es una herramienta que permite entender las necesidades especiales de diferentes grupos de víctimas tradicionalmente invisibilizados como las mujeres y la población LGBTI para diseñar respuestas a los problemas específicos de cada uno y garantizar plenamente los derechos de los sectores más vulnerables. Esta herramienta se viene usando en todos los organismos del Estado en Colombia y muchísimos países alrededor del mundo desde hace varias décadas.
Semana.com: En estos días circuló una foto de los diálogos entre el Gobierno y los promotores del No en la que sólo se veían hombres en una enorme mesa, lo que llevó a muchos a preguntarse ¿dónde están las mujeres en esta nueva etapa?
M.R.: Es la pregunta obligada cuando uno ve esa foto. A pesar de que somos la mitad de la población y por razones tanto éticas como estratégicas deberíamos estar presentes en todos los espacios, tristemente las mujeres seguimos estando ausentes de los escenarios de poder donde se toman las grandes decisiones. Es una gran ironía que sean los hombres blancos heterosexuales, quienes vayan a decidir si el enfoque de género se queda o se saca de los acuerdos.
Lo interesante es que cuando empezaron las negociaciones de La Habana tampoco había mujeres en la mesa de negociación, tal vez sólo una en el equipo de la guerrilla. El movimiento de mujeres tuvo que organizarse y empezar un trabajo titánico para lograr que se nombraran dos plenipotenciarias, se creara la subcomisión de género y se incluyera el enfoque de género a través de todos los acuerdos. Al final todos decían que las mujeres habían dado ejemplo de cómo construir paz. Yo pensé que la lección se había aprendido, pero parece que no.
Semana.com: Algunos promotores del No alegan que el acuerdo quería imponerle al país la “ideología de género”. El propio presidente Santos ha tenido que aclarar que los acuerdos no promueven la ideología de género. ¿Existe la ideología de género? ¿Qué tiene que ver con el enfoque de género?
M.R.: Vamos por partes. El enfoque de género es la herramienta que permite hacer realidad el derecho a la igualdad para todas las personas, independientemente de su sexo, género, orientación o identidad.
Quienes se oponen al avance de los derechos de las mujeres y de la población LGBTI llaman “ideología de género” al “enfoque de género” para confundir y desprestigiar esta herramienta que sólo busca garantizar derechos.
El concepto Ideología de género se acuñó en el Vaticano en la década de los 1990 para oponerse a los avances de los derechos de las mujeres y las minorías sexuales que se estaban dando en Naciones Unidas. En Colombia, Alejandro Ordóñez ha escrito al respecto en su libro Ideología de Género. Utopía trágica o subversión cultural. En su libro afirma que hay que restringir los derechos de las mujeres porque ellas deben estar sometidas a los hombres, y el Estado debe estar sometido a Dios. También dice cosas como que si se aceptan los derechos de población LGBTI luego vendrá la legalización de la zoofilia y de la pederastia.
Semana.com: Algunos sectores hablan de modificar el Acuerdo Final para “purgar” el enfoque de género. ¿La renegociación bajo ese parámetro perjudicaría los derechos de las mujeres y niñas víctimas del conflicto armado?
M.R.: Primero que todo vulneraría los parámetros que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha establecido en la Resolución 1325 sobre la participación de las mujeres y la inclusión de la perspectiva de género en negociaciones de paz, las operaciones de mantenimiento de la paz y la consolidación de la paz en situaciones de posconflicto. La historia y la experiencia demuestran que si no se hace un esfuerzo explícito por incluir a las víctimas mujeres y de la población LGBTI, se quedan por fuera.
Por ejemplo, gracias al enfoque de género en los acuerdos de La Habana, las mujeres campesinas podrán tener acceso especial al fondo de tierras, subsidios y créditos, teniendo en cuenta que “desempeñan un papel fundamental en la economía campesina”, pero “no están en igualdad de condiciones con los hombres para la explotación y el desarrollo del campo”. En el punto de víctimas se pactó la creación de un grupo especial de trabajo que determinará las formas como el conflicto afectó a las mujeres y la población LGBTI, y la Jurisdicción Especial para la Paz tendrá un equipo especial de investigación para casos de violencia sexual.
Semana.com: Los crímenes contra las mujeres tienden a ser invisibilizados en los conflictos armados, ¿Colombia corre ese riesgo si se retira el enfoque de género de los acuerdos?
M.R.: Los crímenes contra las mujeres tienden a ser invisibilizados dentro y fuera de los conflictos armados. De hecho, la esperanza es que la jurisdicción para la paz, con los mecanismos especiales que se acordaron en La Habana, pueda resultar en menos impunidad de la que existe en la justicia ordinaria y permita identificar algunas buenas prácticas. Yo me he dedicado a estudiar sistemas de justicia con enfoque de género en diferentes países alrededor del mundo y, efectivamente, si no se usa el enfoque de género no se entiende la dimensión del problema que enfrentan las mujeres y personas LGBTI frente a los sistemas de justicia, que muchas veces representan más una amenaza que una protección para sus derechos.
Semana.com: La actual coyuntura ha llevado a que partidarios del No señalen que los acuerdos afectaban los valores de la familia tradicional y el resultado del plebiscito evidenció la influencia política de las distintas iglesias.
M.R.: La separación entre Iglesia y Estado es un avance fundamental para facilitar la convivencia entre personas diferentes, con iguales derechos. Cada persona tiene derecho a elegir cuáles son las creencias religiosas o lineamientos morales que quiere usar para guiar su estilo de vida. El Estado debe garantizar ese espacio de libertad y dedicarse a que los derechos de todos sean protegidos, sin que importe el estilo de vida que haya elegido.
Semana.com: La senadora Viviane Morales también habla de los valores de la familia tradicional. ¿Qué opina del referendo que propone para prohibir la adopción por parte de parejas homosexuales?
M.R.: Yo le doy la bienvenida al debate sobre las familias en Colombia. Las familias, como núcleo esencial de la sociedad, tienen muchos problemas y es hora de discutir cómo garantizar que sean espacios donde se ofrezca la protección y bienestar que sus miembros, en particular los niños y niñas, necesitan para desarrollar su potencial como personas autónomas y responsables. Sin embargo, creo que la propuesta de la senadora Morales se enfoca más en la forma que en el fondo. El problema no es cómo se conforma la familia, pues existen múltiples formas de familia en Colombia y cada uno sabe que su familia es única, sino cómo formamos ciudadanos que ejerzan la libertad de manera responsable y tengan las condiciones necesarias para conformar familias sanas, solidarias y prósperas.
No podemos sostener una idea romántica e idealizada de la familia, pues la realidad es que en Colombia muchas de ellas son escenarios de violencia, abuso y frustración. ¡Cuántos niños y niñas prefirieron fugarse de su casa y dejarse reclutar por las FARC con tal de escapar del abuso constante de sus padres! ¡A cuántos adolescentes se les impone la obligación de empezar una familia como castigo porque metieron la pata! ¡Cuántas familias han normalizado que el hombre le pegue a la mujer! ¡Cuántas personas prefieren crear una familia bajo la mentira y el engaño por miedo a asumir una orientación sexual diferente! Y por esto debemos pensar que si las familias son el núcleo de la sociedad, a todos nos interesa que nuestras relaciones familiares sean más sanas y honestas para que eso se traduzca en una sociedad menos violenta.
Semana.com: El auge de movimientos que defienden la familia tradicional está ocurriendo en toda la región. ¿Eso representa un riesgo para los derechos de las mujeres?
M.R.: Tenemos que empezar por aclarar lo que significa familia tradicional. Si familia tradicional es ese espacio donde los individuos encuentran un espacio donde encontrar apoyo y protección para desarrollar su potencial vital, bienvenido.
Pero insisto en que no podemos desconocer que la familia tradicional también ha sido un lugar donde se reproducen muchas violencias. El lugar más peligroso para una niña en Colombia es su propia casa y eso debería hacernos reflexionar sobre cuál es el debate que debemos dar. Creo que la preocupación por el bienestar de los niños y las niñas es un punto en común, pero tenemos que indagar cuáles son las medidas más eficaces para lograr ese objetivo. De acuerdo con las experiencias internacionales más exitosas, la mejor estrategia para protegerlos es darles herramientas para que sean ellos mismos quienes aprendan a identificar posibles casos de acoso o abuso y sepan denunciarlo a tiempo.
Adicionalmente, tenemos que estar muy alerta de que ese discurso no sea el vehículo de quienes quieren promover un estilo de familia donde el hombre manda y la mujer e hijos obedecen y cuando no obedecen se “disciplinan” con violencia.
Semana.com: Usted consiguió importantes avances gracias al litigio estratégico. ¿No teme que el actual ambiente de polarización se preste para retrocesos en los derechos alcanzados por este medio?
M.R.: Le temo al ambiente de polarización por muchas razones. No sólo creo que hay riesgo de retroceso frente a los derechos que hemos logrado gracias al litigio estratégico, sino a muchos otros que se reconocieron en la Constitución de 1991 o incluso en debates globales en Naciones Unidas, como está ocurriendo actualmente con la crítica al enfoque de género como herramienta para garantizar la igualdad de género. Acusar a quienes no están de acuerdo con cualquier posición de ignorantes no construye nada. Es importante hacer mucha pedagogía en lenguaje claro para cualquier persona, aclarar los conceptos sobre los que se discute, no escalar los debates, y mantener la sensatez cuando hay tanto en juego.
Semana.com: ¿Que opina de que la incertidumbre actual desemboque en una Asamblea Constituyente, como algunos proponen?
M.R.: Una Asamblea Constituyente en un contexto tan polarizado no es buena para nadie.