ENTREVISTA
"En el plebiscito a todos nos faltó humildad": Catalina Botero
La nueva decana de derecho de la Universidad de los Andes habla de las marchas estudiantiles, del triunfo del No y de las posibles salidas a la crisis.
Catalina Botero Marino es una de las abogadas constitucionalistas más reconocidas del país. Fue magistrada auxiliar de la Corte Constitucional y luego relatora de Libertad de Expresión de la OEA. Esta semana se posesionó como decana de derecho de la Universidad de los Andes. Semana.com la entrevistó sobre sus impresiones frente a la incertidumbre jurídica y política en la que se encuentra el país por los resultados del plebiscito.
Semana.com: Usted fue ayer una de las asistentes más entusiastas a las marchas de los estudiantes. ¿Qué tanto se le asemeja ese movimiento al de la Séptima Papeleta del que usted hizo parte?
Catalina Botero: En la marcha del silencio de 1989 los jóvenes de todas las universidades le dimos esperanza a un país desolado. El miércoles los jóvenes volvieron a unirse para darnos esperanza a quienes no hemos sabido construirles un futuro en paz. Para que no se nos olvide que las víctimas deben ser las únicas protagonistas y que por ellas hay que avanzar con sensatez, grandeza y humildad. Los jóvenes del 91 nos unimos teniendo nociones distintas de país, queriendo destrabar un sistema político y darles una respuesta a las mafias y a la violencia, y superamos nuestras diferencias porque creíamos en ese proyecto. Eso también puede pasar hoy.
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Semana.com: En los últimos días se ha sentido un ambiente de incertidumbre en el país. Muchos han planteado incluso convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. ¿Lo ve viable?
C.B.: No estamos en lo que se denomina el momento constituyente. Para hacer una nueva Constitución es indispensable que todas las partes estén de acuerdo sobre algunos mínimos fundamentales que permitan que los que gobiernan y los que ejerzan la oposición lo puedan hacer con seguridad y libertad. El país está absolutamente fragmentado con sectores que tienen visiones radicalmente opuestas sobre asuntos tan fundamentales como el derecho a la igualdad y a la no discriminación o sobre la existencia de controles al Ejecutivo, por ejemplo. Pretender reformar la Constitución en este momento es enormemente arriesgado.
Semana.com: ¿Es posible jurídicamente reformar el Acuerdo de La Habana?
C.B.: Hay muchas cosas del Acuerdo que no me gustan, lo que pasa es que yo confío en que el equipo negociador hizo su mayor esfuerzo y que las deficiencias se podían corregir en la implementación. La otra opción, la que estamos viviendo hoy, significa una gran incertidumbre y me preocupan las poblaciones más vulnerables y afectadas por el conflicto. Sin embargo, aunque a estas alturas es necesario revisar unos puntos sensibles, lo cierto es que hay algunos aspectos que no se pueden reformar, porque simplemente son falsos, como la supuesta ideología de género, que no se deduce de ninguna parte del Acuerdo.
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Semana.com: ¿Por qué dice que es falso?
C.B.: Porque lo que existe es un enfoque diferencial para las mujeres y los niños por las graves y diferenciadas consecuencias que tuvo el conflicto sobre ellos. Una mujer que fue víctima de violencia sexual no puede regresar a su comunidad como si nada hubiera pasado, porque la agresión no es sólo física sino también moral. Pero si lo que quisieran es eliminar la palabra género, que lo digan así porque no hay ningún argumento para decir que el acuerdo afecta los valores tradicionales de la familia. Al contrario: permite que familias que han sido separadas por la violencia vuelvan a unirse.
Semana.com: Si hay renegociación del Acuerdo, ¿cuál es la actitud que deberían tener a las FARC y los que lideraron el No?
C.B.: Las personas que lideraron el voto por el No deben ser humildes y deben hacer propuestas que sean viables porque una negociación es entre dos, no es un contrato de adhesión, y en un país dividido como este, tienen que ceder las dos partes. A las FARC hay que pedirles que también sean humildes frente a la votación democrática, si es verdad que quieren someterse a las reglas de los procesos democráticos. Y al resto del país que consideró que los acuerdos eran mejores que esta incertidumbre, que hagan propuestas concretas.
Semana.com: ¿Y los que votaron Sí, qué deben hacer?
C.B.: Tenemos que forzar a los gobernantes y a los líderes de los partidos políticos a sentarse en la mesa a renegociar. El país entero tiene la obligación de salvarle literalmente la vida a la gente de Caloto, de Bojayá y, en general, de las zonas más afectadas por la violencia. La gente que votó Sí no votó por las FARC, votó para que se acabara la violencia y porque no le tiene miedo a la derrota de las FARC en las urnas.
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Semana.com: ¿Considera que hay posibilidad de renegociación sobre los temas propuestos por los líderes del No?
C.B.: Hay que descifrar las razones del No, una por una. Los promotores del No tienen la responsabilidad moral de decir exactamente qué parte quieren modificar de los acuerdos, no pueden salir con frases generales como la dicha por el exprocurador Ordóñez, que el Acuerdo atenta contra los valores de la familia.
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Semana.com: Por su experiencia como Relatora de la Libertad de Expresión de la CIDH, ¿cuál cree debe ser el papel de los medios de comunicación?
C.B.: Tenemos que reflexionar sobre lo que pasó. Es un llamado de atención a todos, para responder si las razones que llevaron a tomar la decisión del Sí y del No estuvieron soportadas en información confiable. Si no, hay que reflexionar sobre cómo hacer mejor la tarea. Los medios tuvieron distintas posiciones, y a mí me parece que lo importante es que sean transparentes en expresar su posición editorial.
Más allá de eso, creo que también debemos estudiar los canales por los que la gente está accediendo a la información: las redes sociales, las pequeñas comunidades, los barrios, la Iglesia. Una sociedad sólo puede tener un futuro común, civilizado, si las decisiones se fundamentan en hechos confiables. Pueden tener opiniones distintas pero sobre hechos fidedignos y, creo que esto no necesariamente pasó en este proceso.
Semana.com: El miércoles se posesionó como decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, ¿cómo ve la participación de la academia en este proceso?
C.B.: Hay una ética académica que estamos obligados a respetar: la lealtad frente a los hechos y la obligación de exponer argumentos razonables. No podemos fundar nuestros hallazgos o afirmaciones en argumentaciones populistas, irracionales o en actos de fe, debemos ser capaces de ofrecer razones que sirvan a la deliberación. Nuestra obligación, a diferencia de otros actores de la vida social, es ser leales a los hechos.