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IMÁGENES

Así vivieron el plebiscito Ordóñez y Uribe

Proclamando mensajes de inminente peligro que apelan a Dios, algunos líderes del Centro Democrático y opositores del plebiscito salieron a votar.

2 de octubre de 2016

La mayoría de las mujeres estaban cubiertas con velos negros. Concentradas, seguían la lectura de los devocionarios. Los hombres, entre los que estaba Alejandro Ordóñez -uno de los devotos más fieles del templo-, permanecían de rodillas, con los ojos cerrados, alentando los cánticos en latín.

Así fue la misa este domingo en la pequeña e íntima capilla del Sagrado Corazón de Jesús y María del barrio Teusaquillo en Bogotá. Ordóñez comenzó el día del plebiscito en su iglesia. El día anterior algunos entusiastas del proceso de paz la habían llenado de grafitis y eso había generado indignación. “Mejor sí”, decían los letreros pintados en negro que les dejaron en las paredes.

“Vengo a cumplir el deber cívico de votar después de haber ido a misa. Después de haberle dicho sí a Dios y no al acuerdo Santos-Timochenko. Después de haberle dicho sí a la Justicia y no a la impunidad. Después de haberle dicho sí a la familia y no a la ideología de género”, dijo una vez llegó a la Plaza de Bolívar.

Alejandro Ordóñez. Fotografía: Álvaro Tavera / SEMANA

El expresidente Álvaro Uribe tampoco quiso dejar por fuera su religiosidad a la hora de votar. Antes de que lo salpicara la lluvia que caía sobre Bogotá y como si fuera un pedido de imperiosa catástrofe bíblica, Uribe encomendó al país a la Santísima Vírgen.

Desde Twitter -como es su estilo- el líder natural del Centro Democrático pidió rezar y orar por el país, luego de lo cual colgó un viejo recorte de periódico con un titular que decía, “Las Farc pusieron un collar de C4 en cuello de un venezolano”. La noticia no especificaba el nombre del medio de comunicación ni la fecha de la supuesta publicación. Pero todas las veces en las que habló ante micrófonos se refirió al tema. Era el tema que quería posicionar.

La representante María Fernanda Cabal también apeló a invocar la divinidad: “Hoy Santos pretende entregar el país a las Farc, nosotros lo ponemos en manos de Dios”, trinó.

La congresista, quien hace poco y a petición del mismo Uribe debió pedir excusas al Ejército por acusar a los generales de recibir primas a cambio del silencio, reprodujo mensajes de supuestas denuncias electorales. “En Melgar están dando 20 mil por voto, mi hermano trató de grabar y le rompieron el celular”.

Con un “nos dirigimos a la Plaza de Bolívar a votar y a expresar unas palabritas”, Uribe publicitó su llegada a las urnas, en una mañana cubierta por un cielo del que no caían favores ni milagros sino mucha agua.

Pero más que “palabritas” fueron interrogantes bien terrenales. Uribe, rodeado de su círculo de confianza, Óscar Iván Zuluaga y Carlos Holmes Trujillo, centró su discurso en elevar una seguidilla de preguntas al Gobierno:

“¿Por qué para el plebiscito bajó el umbral del 50% al 13 %? ¿Por qué no permitió Santos una sola pregunta para 297 páginas? ¿Qué le van a decir a 140 mil presos colombianos que en promedio han cometido delitos menos graves que los de Farc? ¿Qué le van a decir a los ciudadanos que quieren la paz pero que han dicho No a los textos de La Habana?”.

Óscar Iván Zuluaga y Francisco Santos, siempre al lado de Uribe, hablaron menos que su jefe después de haber votado. Se concentraron en otro de los temas en los que el Centro Democrático continuó cerrando filas: advertir de un posible fraude electoral.

Que los promotores del No lanzaran mensajes alusivos a Dios no resultó gratuito si se tienen en cuenta las consecuencias políticas y el peso religioso que el plebiscito ha movido dentro del electorado.

Pese a que la Conferencia Episcopal de Colombia (en el caso de la religión católica) públicamente promovió un voto a conciencia -sin casarse con el Sí o con el No- en las comunidades y en la bases tuvo amplia resonancia la oposición a los acuerdos con el argumento de que en ellos había contenida una ideología de género.  

Para muchos de los promotores del No poco pareció influir el mensaje que envió el Papa Francisco hace un par de días desde Georgia, ese en el que agradecía al presidente Juan Manuel Santos arriesgarlo todo por la paz, mientras que otros lo arriesgaban todo por la guerra.  

De hecho, en un audio que circuló por WhatsApp, monseñor Luis Augusto Castro, arzobispo de Tunja y presidente de la Conferencia Episcopal, dijo que las declaraciones del Papa Francisco no eran un apoyo al Sí. “La visita del Papa está muy, pero muy por encima del Sí o el No. No hay ninguna relación entre la visita del Papa y el evento político tan importante que estamos viviendo en Colombia, obviamente él quiere que Colombia viva en paz pero no se mete en estas cosas, menos a condicionar la visita por un resultado”.

Y eso que las palabras del Papa Francisco literalmente decían: “prometo que cuando el acuerdo sea blindado por el plebiscito y por la comunidad internacional, estaré en Colombia para enseñar la paz”.

Tanto Ordóñez como dijeron que se resguardarían, cada uno con su familia, a esperar los resultados. El primero en Bogotá y el segundo en Rionegro, en Antioquia, allá donde suele pasar largas horas de vigilia, tertulia y rezos.