POLÍTICA

Las implicaciones del No de Uribe al plebiscito

La retórica que definió el uribismo para oponerse a la refrendación de busca evitar el costo político de rechazar los acuerdos de paz. Análisis.

6 de agosto de 2016
El senador del Centro Democrático Álvaro Uribe se reunió con su círculo de poder más cercano para anunciar su postura frente al plebiscito. Como siempre, el expresidente tuvo la última palabra. | Foto: León Darío Peláez

Aunque está acostumbrado a improvisar la mayoría de sus discursos, el pasado martes Álvaro Uribe se encerró varias horas para redactar la intervención con la que al día siguiente anunciaría su campaña por el No en el plebiscito por la paz.

Quienes hacen parte del primer anillo del expresidente aseguran que él habría preferido tomarse más tiempo para anunciar su posición ante el plebiscito por la paz, pero que el fallo proferido por la Corte Constitucional para avalar su convocatoria aceleró su decisión. No era para menos: durante los últimos días las especulaciones sobre si el Centro Democrático invitaría a los colombianos a marcar el No en el tarjetón o a abstenerse fueron el tema de conversación preferido en los círculos del poder. 

La decisión de irse por el No en lugar de promover la abstención no fue una encrucijada en el alma para el expresidente y sus copartidarios, quienes, desde junio, se dedicaron a pensar la mejor estrategia para oponerse a la refrendación popular del proceso de paz. Hasta último momento, el principal defensor de la abstención fue Carlos Holmes Trujillo. Para el exministro y  precandidato presidencial del Centro Democrático, votar por el No implicaba legitimar un mecanismo de participación ciudadana que no debería utilizarse para consultar a los ciudadanos sobre los resultados de un proceso de paz cuya legitimidad también cuestiona el uribismo. “Abstenerse sería decir SÍ al fin de las Farc, y NO a la impunidad; abstenerse sería decir SÍ a la entrega de las armas de las Farc a la ONU, y NO a que no paguen ni un solo día de cárcel; y abstenerse sería decir SÍ al fin de los secuestros de las Farc, y NO a que los responsables de los más graves delitos sean sancionados con restricción de la libertad en condiciones especiales”, expresó en una columna reciente.

Con Holmes coincidía un grupo minoritario pero importante de senadores y representantes que, sin ser mayoría, argumentaban que el Centro Democrático, como principal partido de oposición al gobierno, debería promover la abstención para tratar de que el plebiscito no superara los cuatro millones y medio de votos del umbral y se cayera en las urnas. Pero en el partido de Uribe las divisiones de criterio pocas veces trascienden y lo que decide el expresidente nunca se cuestiona. Por eso, horas antes de que Uribe diera la instrucción a sus huestes de ir por el No, los argumentos de Holmes y su grupo de seguidores ya se habían desvanecido. “Acataré la decisión del partido”, insistió el exministro.

Para que todo el mundo quedara contento en su colectividad, la última semana de julio el expresidente le dio a su bancada dos instrucciones. Primero, que ya podía suspender la recolección de firmas invitando a la ‘resistencia civil’ y, segundo, que consultara a alcaldes, gobernadores, concejales y diputados qué hacer frente al mecanismo de refrendación de los acuerdos. En cuanto a las firmas, varios parlamentarios le insistieron a Uribe en que una vez promulgado el fallo de la Corte Constitucional que le dio vía libre al plebiscito, ya no tenía sentido interponer una demanda ante la misma corte en contra de lo acordado en La Habana. Además, en junio se habían propuesto recoger 4 millones de firmas y apenas llegaron a un millón. Y en cuanto a la consulta a las bases, los líderes regionales del Centro Democrático le insistieron al expresidente en que preferían hacer campaña por el No y ‘hacerse contar’. 

Pero antes de hacer las consultas internas en el Centro Democrático, Uribe ya había desarrollado una argumentación ideológica y estratégica para decidirse por el No. Los senadores Iván Duque y José Obdulio Gaviria, entre otros, habían ambientado las consideraciones ideológicas con el argumento de que votar por el No equivale a oponerse a tres temas que cuestiona el expresidente: que los líderes guerrilleros aspiren a cargos de elección popular, que haya impunidad en su tránsito a la vida civil y que la Justicia Especial para la Paz juzgue a miembros de la fuerza pública. 

En cuanto a las razones de corte estratégico, Uribe se la jugó por el No pues piensa que puede ganar. “Saldrá a hacer campaña por todo el país con poncho y sombrero para defender sus ideas de que la paz debe ser justa y el plebsicito consciente. Hará campaña a su mejor estilo: incansable. Él cree que puede ganar. La cantidad de gente que salió a marchar en abril en contra del gobierno de Santos lo tiene motivado”, dijo a SEMANA un alto dirigente del Centro Democrático. Adicionalmente, al ir por el No, el uribismo puede contar con algunas de las plataformas que tendrá el Sí para hacer campaña, que la corte no consideró para los defensores de la abstención: comités promotores, posibilidades de financiación y espacios institucionales en radio y televisión.

Pero Uribe nunca juega a corto plazo. Sabe que lo que suceda con el plebiscito definirá la dinámica de las presidenciales de 2018 y que si gana el No, el péndulo político se puede mover a la derecha que él representa. Y que si el No pierde, tampoco quedará enterrado: se presentará como el derrotado defensor de una paz justa, en cuya negociación no se tuvieron en cuenta sus argumentos. En últimas, esa fue la estrategia a la que acudió el miércoles para evitar el costo político de oponerse a la paz: “Solamente nos queda la opción de decir Sí a la paz votando No al plebiscito. Negar el ilegítimo plebiscito permite reorientar el diálogo, darle garantías a la Nación entera y también a las Farc”, dijo. 

El expresidente ya había usado dos semanas atrás esa misma fórmula de oponerse a los acuerdos de La Habana mostrándose como pacifista. Lo hizo cuando afirmó que estaría dispuesto a hacer parte del proceso con las Farc si se reevaluaban temas como el funcionamiento de la justicia especial de paz para los guerrilleros o la elegibilidad de los mismos. Aunque él sabe que a estas alturas de la negociación es prácticamente imposible que esos temas vuelvan a abrirse en la mesa de diálogo, la propuesta sirvió como preámbulo para decidirse por el No. 

La idea de invitar a votar por el No en nombre de la paz es difícil de vender. Pero Uribe es un maestro de la comunicación. Por eso, sin duda, su decisión de apoyar el No en lugar de la abstención hará que la campaña del plebiscito se defina entre dos bandos  y sea aún más emocionante.