judicial
Pollitos en fuga
Cuatro escapes de presos en una semana dejan en evidencia la falta de una política carcelaria seria.
El miércoles pasado una noticia estremeció al Ministerio de Defensa. Esa noche el general Carlos Alberto Ospina, comandante de las Fuerzas Militares y ministro encargado de Defensa, se enteró que de las entrañas del Batallón de Policía Militar número 13 (PM-13), en Puente Aranda en Bogotá, se había escapado el mayor (r) del Ejército César Alonso Maldonado. No sólo era grave que se hubiera escapado un miembro del Ejército, sino que además Maldonado había sido condenado por el atentado contra el presidente de Fenaltrase y hoy congresista, Wilson Borja.
Este caso, que le ha costado al gobierno colombiano más de un cuestionamiento internacional, ocurrió en la mañana del 15 de diciembre de 2000. Varios hombres dispararon ráfagas contra Borja cuando salía de su casa. Éste sobrevivió al atentado, pero quedó gravemente herido. La investigación por esos hechos demostró que el mayor (r ) y el paramilitar Régulo Rueda Chávez fueron los autores intelectuales. Maldonado, capturado el 13 de mayo de 2001, fue recluido en las instalaciones de la PM-13. Un año después un fiscal lo dejó en libertad por vencimiento de términos. Sin embargo, la Fiscalía ordenó su recaptura y el funcionario que lo liberó fue declarado insubsistente. Maldonado fue nuevamente recluido en el batallón militar mientras el caso avanzaba en los estrados judiciales.
El 19 de diciembre de 2003 un juzgado de Bogotá lo condenó a 28 años y nueve meses de cárcel, por tentativa de homicidio y concierto para delinquir, fallo confirmado luego por el Tribunal Superior de Bogotá. Una semana antes de su fuga, el ex oficial fue llamado a indagatoria pues también estaba involucrado en el proceso por la muerte de María del Pilar Bolaños, vendedora de tintos, y el sicario Élmer Rueda, en el mismo caso de Borja, pero no se presentó.
La reacción del gobierno cuando se supo de la fuga de Maldonado fue drástica. "Que sean removidos todos aquellos integrantes de la Fuerza Pública que tenían alguna responsabilidad con el cuidado de esta persona que estaba presa", dijo el presidente Álvaro Uribe desde Brasil. Unas horas después el general Ospina confirmó que cuatro oficiales de la PM-13 habían sido destituidos. Su decisión, que aplacó el escándalo, quedó opacada el viernes por las afirmaciones del comandante de la PM-13, coronel Jesús María Vivas, uno de los oficiales llamados a calificar servicios, quien aseguró que en repetidas ocasiones solicitó el traslado de Maldonado a la cárcel militar de Tolemaida, Melgar. "Desde el 2 de enero, luego en abril, en mayo y en junio, envié comunicaciones solicitando al director del Inpec y al comando de la Fuerza, el traslado del señor mayor Maldonado porque en el lugar donde estaba no se le brindaban las condiciones para una persona condenada", afirmó Vivas.
Las declaraciones del coronel, que considera injusta su salida, tienden un manto de duda sobre los hechos. El caso tiene repercusiones políticas para el gobierno, tanto interna como internacionalmente, ya que no es la primera vez que un oficial del Ejército condenado por violaciones a los derechos humanos se fuga de una guarnición militar (ver recuadros).
Las otras fugas
El caso de Maldonado ocurrió tan sólo 72 horas después de otra fuga que causó indignación. El lunes Hernando Buitrago, alias 'Julián', segundo comandante de la columna 'Teófilo Forero' de las Farc, se fugó de las celdas del que se supone es uno de los edificios más custodiados y seguros del país: el búnker de la Fiscalía General de la Nación.
El pasado 28 de julio 'Julián' fue capturado por la Fiscalía y el Ejército en la población de Gigante, Huila. Como miembro de la 'Teófilo Forero', el guerrillero había participado en el secuestro de 15 personas en el edificio Miraflores en Neiva en abril de 2001 y en macabros atentados terroristas como el de la casa bomba en Neiva, ocurrido el 14 de febrero de 2003, en donde murieron todos los integrantes de una comisión judicial.
Tras su captura, 'Julián' fue trasladado hacia Bogotá el 20 de julio. A partir de esa fecha quedó recluido en el búnker y, según un comunicado de la Fiscalía para explicar por qué el guerrillero llevaba varios meses en celdas que se suponen son de tránsito mientras se define un sitio de reclusión permanente, "con sus aportes, la Fiscalía logró la incautación de caletas de armas, capturó guerrilleros y evitó secuestros. Por esta razón, el sindicado permanecía en el búnker, pues además existía información según la cual si era trasladado a una cárcel sería asesinado".
La fuga del guerrillero se conoció el martes, y el fiscal general Luis Camilo Osorio ordenó una investigación. En la tarde siete funcionarios fueron declarados insubsistentes y dos días después otros seis fueron arrestados con el fin de establecer su responsabilidad en una fuga.
Los investigadores establecieron que 'Julián' se voló utilizando una segueta que le llevó, camuflada en un pescado, su compañera sentimental.
'Julián' comenzó a serruchar los barrotes desde la mañana del lunes, y para disimular el ruido subió el volumen del televisor. Intimidó a sus dos compañeros de celda para evitar que lo delataran y cuando salió de ella, la cámara del corredor estaba bloqueada por un afiche. De ahí corrió hacia los parqueaderos de los funcionarios, pasó al lado de los perros de seguridad y atravesó la concertina. Luego saltó la reja hacia la calle. Los investigadores revisan los videos de las 34 cámaras de seguridad del búnker para tratar de buscar nuevas pistas que les permitan saber si otros funcionarios fueron cómplices.
Pero los casos de Maldonado y 'Julián' no son los únicos recientes. Días antes, el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) había estado en el ojo del huracán por hechos igualmente bochornosos. En la madrugada del viernes 29 de octubre el puertorriqueño David Vásquez Ríos, buscado por la Interpol, se escapó mientras dos funcionarios del DAS lo custodiaban. Ríos, quien había sido capturado en Barranquilla, iba a ser deportado a Puerto Rico. Mientras esperaban la partida del vuelo en el aeropuerto El Dorado, el detenido pidió permiso para ir al baño. No se supo más de él.
Igual de inexplicable fue la fuga de Carlos Andrés Pérez, un guerrillero del sexto frente de las Farc que había sido capturado el 3 de septiembre en Cali. Ese día, mientras era transportado por cinco detectives del DAS a una diligencia judicial, Pérez aprovechó un trancón, se bajó del carro del DAS y huyó en otro vehículo que lo esperaba a pocos metros.
Sin duda alguna, las cuatro fugas son hechos vergonzosos para cada una de las instituciones involucradas. Más allá de que se investiguen los casos para encontrar a los responsables, estos hechos revelan la urgencia de diseñar una política carcelaria seria en el país que ponga a los delincuentes en prisiones seguras.