Nación
Por noche de terror en La Modelo, cinco miembros del Inpec fueron capturados
Les fue imputado el delito de tortura agravada por los hechos ocurridos el 21 de marzo, en el marco de las protestas, por la prohibición de las visitas a los reclusos, que terminó en una masacre. Hubo 23 muertos y más de 80 heridos.
Las escenas de terror que se vivieron el 21 de marzo en la cárcel La Modelo de Bogotá, donde por más de diez horas hubo revueltas que tuvieron su origen en una protesta que realizaron los detenidos cuando, en medio de la crisis por la pandemia de covid, les prohibieron el ingreso de visitas, ya tiene a los primeros miembros de la guardia penitenciaria (Inpec) respondiendo por los hechos.
Lo que fue una noche de tortura, violencia, vandalismo y terror en la que murieron 23 personas y se registraron más de 80 heridos, muchos de ellos de gravedad, tiene ahora a cinco funcionarios del Inpec respondiendo por el delito de tortura agravada.
Los agentes que fueron capturados el sábado en Bogotá, por su presunta participación en agresiones y posibles abusos contra algunos reclusos de la cárcel La Modelo. Esta tarde se realizarán las audiencias de legalización, imputación y solicitud de medidas privativas por parte de la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos.
Ese día, simultáneamente, los presos en ese y otros 13 penales del país se amotinaron en ocho ciudades y causaron graves desórdenes. Pero sin duda la peor parte de la tragedia vivida tras las rejas ese fin de semana ocurrió en La Modelo.
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SEMANA, en su momento, tuvo acceso a los videos de lo ocurrido esa noche oscura en el penal. Decenas de fotografías y más de 50 horas de grabación de 20 cámaras del penal con imágenes inéditas y muy reveladoras. Adicionalmente, todas las necropsias de los internos que perdieron la vida.
El resultado de esos informes que fueron elaborados por el Instituto de Medicina Legal dejan graves interrogantes y demuestran que, por la forma como murieron la mayoría de los detenidos, hubo un grave exceso en el uso de la fuerza de la guardia. Y peor aún. Esos documentos, sumados a las pesquisas de los investigadores de la Procuraduría y a las declaraciones de los guardianes y los internos que sobrevivieron, permiten concluir que lo ocurrido en esas diez horas de amotinamiento y terror terminó en una masacre en la que varios de los detenidos murieron a bala en estado de indefensión.
“Es claro que hubo exceso de fuerza. Pero también es evidente que en muchos de los casos los disparos se hicieron con la firme intención de matar y no como una medida disuasiva. Por ejemplo, disparar al aire, las piernas o partes no vitales del cuerpo”, contó a SEMANA uno de los investigadores que estuvo en La Modelo pocas horas después de los hechos.
Ocho de los presos murieron por disparos de fusil en diferentes partes del tórax, uno de ellos con cinco impactos. “Un solo proyectil de un fusil en el pecho es suficiente para detener y matar a cualquiera. Ahora, cinco disparos pueden ser catalogados como sevicia”, explicó a SEMANA uno de los peritos de balística.
Algunos de los internos se rindieron y levantaron las manos, pero aun así recibieron tiros de fusil disparados por los guardias. Otros sufrieron todo tipo de vejámenes.
Cinco de los detenidos tienen impactos mortales en el cuello, tres de ellos en la nuca. Otro más tiene dos tiros en la espalda. “Esto quiere decir que les dispararon desde atrás, en estado de indefensión. Por la trayectoria de los impactos y las posiciones en que quedaron los cuerpos, es claro que no estaban de frente atacando a nadie. Podían estar caminando, corriendo o intentando escapar, pero definitivamente no estaban atacando a quien les disparó”, contó a esta revista uno de los investigadores forenses. Tres más tienen disparos en la cabeza, casi todos en la frente. Y otros tres presentan impactos en la cara, uno de ellos en la boca.
Ninguna de las necropsias dice que los cuerpos tienen tatuajes, es decir, el rastro de pólvora que se produce al disparar a menos de 1,5 metros de distancia con un arma larga. Para los guardias consultados por esta revista, eso demuestra que no se habría tratado de fusilamientos a quemarropa. Sin embargo, según los investigadores del caso, eso no quiere decir que no murieron por ráfaga de fusil a sangre fría y en estado de indefensión en medio del motín.
“Las trayectorias de los disparos así como el daño causado en los cuerpos, producto de la velocidad con la que impacta la munición, muestran que quien disparó no estaba lejos de su objetivo. También es llamativo que al menos cinco de los cuerpos quedaron tendidos en campo abierto como en una fila, cada uno a menos de un metro de distancia”, contó a SEMANA uno de los peritos que estuvo en la escena y forma parte de la investigación.
Justamente esos hallazgos, que demuestran violencia extrema en el actuar de los miembros de la guardia penitenciaria, están dando los primeros resultados con la captura de estos funcionarios.