NACIÓN
¿Por qué Iván Velásquez, ministro de Defensa de Gustavo Petro, es considerado por el uribismo como una “declaratoria de guerra”?
En la oposición y en las Fuerzas Militares, la llegada de Iván Velásquez como ministro de Defensa causó desconfianza y miedo. SEMANA habló con los generales. Esto es lo que piensan.
Quizás ningún nombramiento en tiempos recientes había generado tanto júbilo y tanta consternación simultáneamente como el de Iván Velásquez en el Ministerio de Defensa. Se sabía que el exmagistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia se convertiría en uno de los alfiles del nuevo Gobierno, pero nadie anticipaba de qué manera. El otrora investigador jefe de la parapolítica despierta tanta desconfianza como admiración, y el país se dividió inmediatamente con su designación.
La llegada de Velásquez irrumpió abruptamente en el espíritu de reconciliación y acuerdo nacional que reinaba en el país y esa seguidilla de fotos en la que Petro parecía haber logrado unir a todos sus antagonistas. Y fue mucho peor que un baldado de agua fría. “Se asoman no solo las orejas, sino los dientes del lobo. El disfraz de oveja se cayó”, trinó con agudeza Paloma Valencia.
La senadora fue la que mejor retrató el sentimiento de desazón y miedo que reina en un sector del país, incluido el silencioso estamento militar. “El nombramiento de un enemigo acérrimo del partido y del jefe del partido de oposición como ministro de Defensa no es solo un desafío; es una amenaza”, aseguró. Para ella, la oposición está en riesgo con su arribo. Velásquez es tal vez uno de los principales adversarios del expresidente Álvaro Uribe y de un sector de la clase política.
Una enemistad que surgió cuando el abogado fue jefe de Fiscalías en Medellín, pero que tuvo su punto de ebullición durante el gobierno de la seguridad democrática, en este enfrentamiento sin antecedentes con las altas cortes.
El jurista era entonces el coordinador de la investigación por parapolítica, un megaproceso judicial que derivó en la captura de más de un centenar de funcionarios, 50 de ellos congresistas. En 2007, alias Tasmania denunció desde la cárcel que un magistrado, Iván Velásquez, le había ofrecido beneficios judiciales a cambio de enlodar al presidente de la república, es decir, a Uribe. En un hecho sin antecedentes, el entonces presidente acudió a la Fiscalía para que abriera una investigación y se ofreció a testificar en esta.
En medio de la confrontación que había con la Corte Suprema, que para la época ya había enfilado baterías contra la primera línea de los funcionarios del Gobierno y su primo Mario Uribe, el asunto de Tasmania se volvió un punto de honor en ambas orillas. El uribismo siempre le ha dado credibilidad a Tasmania, mientras que el antiuribismo considera que se trataba de un complot para enlodar a la Corte Suprema. La tensión entre ambos bandos subió y se descubrió el escándalo de las chuzadas, en el que se probó que el DAS espiaba a los magistrados.
Uno de ellos, Iván Velásquez. La justicia condenó al Estado por este hecho y ordenó reparar al funcionario años después. Velásquez se fue del país para presidir, junto con la exfiscal Thelma Aldana, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) en esa nación. Y allá le sucedió lo mismo. Su trabajo suscitó elogios, pero también críticas feroces. El presidente de entonces, Jimmy Morales, le prohibió la entrada a Guatemala. Aseguró que su presencia afectaba la “gobernabilidad, institucionalidad, la justicia y la paz en el país”.
Velásquez había solicitado levantar el fuero del presidente para investigarlo por irregularidades en la financiación de su campaña. Una mirada rápida por su Twitter anticipa que este talante sacará chispas en las Fuerzas Armadas. Velásquez, por ejemplo, opinó despectivamente de los militares en medio del paro armado que adelantó el Clan del Golfo tras la extradición de Otoniel.
“¿Y qué pasó con el Ejército más profesional, capacitado y de los más numerosos de América Latina? ¿Dirán algo el no-censurado ministro Molano y el héroe Zapateiro?”, se preguntó en su momento. También ha sido el más acérrimo promotor del informe de la Comisión de la Verdad, que ha sido criticado, en el que los militares no salieron bien librados.
“Hay muchísimos más que 6.402 para desear que el 29 de mayo sea el día en que empiece el desmonte del régimen uribista y con el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez, la construcción de la democracia, la paz, el progreso, la vida digna para toda la población”, trinó el día de las elecciones. El 6.402 es el número de falsos positivos que, según la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), se cometieron en el gobierno de Álvaro Uribe.
Al expresidente lo ha tratado con especial saña en esa red. “La obsesión de Álvaro Uribe es enfermiza. ¿Tendrá que ver con su frustrada presidencia vitalicia?”, interrogó hace poco. En un video publicado en mayo en Twitter, el expresidente había reaccionado a una publicación de una foto de Gustavo Petro con Velásquez.
“Iván Velásquez, magistrado auxiliar de la Corte Suprema, el investigador contra la parapolítica, farcpolítica impune. Iván Velásquez, delegado por la ONU para investigar la corrupción política de Guatemala y ahora adherente de Gustavo. ¡Por favor! ¿Qué confianza puede haber?”, dijo. En las Fuerzas Armadas la llegada de Velásquez produce un especial escozor. “Recibimos con mucha sorpresa el anuncio”, le dijo el coronel (r) John Marulanda a SEMANA.
Agregó que hay muchos elementos que le generan desconfianza: “Él (Velásquez) es un enemigo irreconciliable de un partido político y de una persona de ese partido político que es Álvaro Uribe y el Centro Democrático. En segundo lugar, él presidió una comisión anticorrupción en Guatemala, donde fue expulsado por haber sobrepasado sus funciones. Y, en tercer lugar, hay videos en donde él acusa a la Policía de sacarles los ojos a los jóvenes que participaron en protestas”.
La reserva activa fue llamada a una reunión para fijar una posición sobre el nombramiento.En las tropas, el momento de la designación tuvo mucho simbolismo. Gustavo Petro lo anunció justo horas antes de que el presidente Iván Duque despidiera con honores al comandante del Ejército, el general Eduardo Zapateiro, en una ceremonia en la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova.
“Si son coherentes con lo que dijeron en campaña sobre los militares implicados en casos de falsos positivos, varios generales están en la cuerda floja por cuenta del nombramiento del nuevo ministro”, dijo uno de los altos oficiales, que participó en la ceremonia de transmisión de mando, en la que asumió el general Carlos Moreno como nuevo comandante del Ejército.
“El que nada debe nada teme”, fue otra de las expresiones de un alto oficial, que opera en una de las regiones más complicadas en materia de orden público. “Una cosa es ver los toros desde la barrera y otra es torear. El país tiene unos problemas de seguridad muy grandes y no se puede ceder terreno. Si llegan a hacer grandes cambios sin planeación, puede ser catastrófico”, agregó.
Para otros generales, la situación es de mayor incertidumbre por lo que pueda pasar y las decisiones que pueda tomar el presidente electo y el designado ministro de Defensa. “Llegó la hora de que ellos (izquierda) se den cuenta de los problemas del país. Que se den cuenta de que el sol no se tapa con un dedo… Velásquez en el pasado nos pudo dar muy duro, decir que no respetamos los derechos humanos, ahora se van a dar cuenta de que eso no es la realidad”, aseguró otro alto mando. En este nivel anticipan que los cambios en la cúpula se darán los primeros días del gobierno.
Velásquez llega a comandar una de las carteras más estructurales y también con mayor presupuesto del país. Muchos señalan que comenzará por ponerles lupa a los contratos y los gastos reservados que se han tenido históricamente en el frente del conflicto. Otros creen que el cambio en la comandancia será enorme, ya que Velásquez ha sido un crítico de las Fuerzas Militares y no precisamente un admirador. En él los uniformados podrán tener un aliado que los defienda y los cuide o un capataz que los crucifique. No se sabe cómo le irá, pero lo que está claro en todo caso es que el revolcón apenas está comenzando.