POLÍTICA
¿Por qué la Comisión de la Verdad escuchó a Juan Manuel Santos y a Álvaro Uribe quiso enjuiciarlo?
La versión de Santos fue formal y se desarrolló en completa calma y respeto. La de Uribe fue informal frente al padre Francisco de Roux y dos comisionados más. Hubo mucha tensión.
La entrevista del expresidente Álvaro Uribe con el padre Francisco de Roux y los comisionados Lucía González y Leyner Palacios estuvo llena de tensión.
Por ese motivo, muchos recuerdan ahora, a manera de comparación, la diferencia con la comparecencia formal del expresidente Juan Manuel Santos ante la Comisión de la Verdad, que se desarrolló bajo el protocolo y en calma.
Uribe y De Roux tuvieron una sesión informal y profunda de seis horas aproximadamente. Se catalogó como “entrevista” y tuvo lugar en la casa del expresidente en Rionegro (Antioquia).
Allí se vio de todo: se hizo en un corredor de la finca de Uribe; se transmitió con cámaras caseras; se escucharon los animales, caballos, patos y perros; muchas personas de la casa entraron en escena, entre ellas las señoras que llevaban el refrigerio; se veían quién arreglaba la mesa del almuerzo; y varias veces se escucharon las voces de Tomás y Jerónimo Uribe, los hijos del expresidente.
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En el caso de Santos, hubo un tiempo establecido. El acto duró un poco más de dos horas y sucedió bajo la absoluta formalidad. Ocurrió en el recinto de la Comisión de la Verdad y Marta Martínez, la jefe de prensa, presentó el saludo y empezó agradeciendo al expresidente y explicando la metodología.
El padre Francisco de Roux saludó brevemente. “Muchísimas gracias y muy bienvenido”, le dijo sonriente a Santos, a quien invitó a firmar un libro de comparecientes.
Santos, vestido de traje, afanado porque le pasaran las gafas cuando ya estaba en el atril, habló durante una hora y 40 minutos. Lo hizo leyendo un documento que preparó.
El expresidente explicó su papel como ministro de Defensa, se mostró como la persona que destapó los falsos positivos, hubo lágrimas, perdón y aprovechó para dejar sembrado un manto de duda sobre su exjefe, el expresidente Uribe. Aseguró, además, que existió la llamada “doctrina Vietnam”, de conteo de cadáveres.
Tras la intervención de Santos, De Roux hizo tres preguntas en un ambiente de gran amabilidad, en tono suave y sin recriminaciones contra el expresidente. “La verdad nos libera”, cerró Santos. La presentadora del evento se despidió agradeciendo a “todos y a todas”.
Las diferencias
Por el contrario, la entrevista con Uribe fue convulsa. Empezó con la intervención del exmandatario, explicando por qué no podía legitimar la Comisión de la Verdad. La principal razón: el plebiscito del acuerdo de paz suscrito con las Farc tras los diálogos en La Habana, en el que ganó el no.
Luego vino una extensa intervención de Uribe que fue precedida por un incidente con “Lola”, la mascota de la casa que también quería estar en el corredor.
Después uno de los comisionados interrumpió para decir que, en el plano de la cámara, tenían que aparecer Uribe y De Roux. En el caso de Santos, no fue así. Santos intervino solo.
Uribe se refirió a los falsos positivos y reconoció su error al decir que “no estarían cogiendo café” al referirse a los jóvenes de Soacha que aparecieron como muertos en combate en Ocaña (Norte de Santander).
El expresidente afirmó que, en la masacre de Cajamarca, los soldados lo engañaron. Así mismo, Uribe explicó su papel como gobernador de Antioquia y como presidente en medio del conflicto armado y habló de todo lo que hizo para contener la violencia. Hasta ahí todo iba en calma.
Después de un receso, las cosas se complicaron un poco. El padre De Roux empezó a hacerle una serie de recriminaciones a Uribe en un tono mayor, mientras movía las manos y se frotaba la cabeza por momentos:. “Quiero saber quién dio las órdenes, si había razones políticas para que esto aconteciera”, se preguntó.
Luego el padre hizo una fuerte crítica a la red informantes que Uribe había defendido y se refirió a las presiones y al “qué es lo que realmente el jefe quiere”, indicando que era muy difícil decir: “fueron manzanas podridas”.
Más adelante, el sacerdote puso sobre la mesa la alianza de miembros de la fuerza pública con los paramilitares y pidió explicaciones, diciendo que solo se atendieron las denuncias de falsos positivos en el 2007.
La intervención del jefe de la Comisión de la Verdad duró casi 40 minutos y, en algún momento, participó, con un aporte, la comisionada Lucía González. “Usted no me escuchó padre, al oírlo a usted y a la doctora Lucía, parece que yo no hubiera hablado”, replicó Uribe.
“No tome esto como un señalamiento a usted”, le respondió De Roux. Pero los ánimos siguieron subiendo mientras el expresidente les recordaba que su gobierno desmontó los paramilitares. “A mí no me faltó si no aplicarles pena de muerte, ¿cuántos fueron extraditados? Yo perdonó muy fácil. En algunos casos no se ve el perdón, por ejemplo con el gobierno anterior, no es que les tenga odio, sino que les tengo pánico”.
Cuando los ánimos estaban encendidos, se escuchó la voz de Tomás Uribe, el hijo mayor del expresidente. “El 57 por ciento de los falsos positivos ocurrió en el ministerio de Juan Manuel Santos, eso explotó con Santos”, dijo: “A Santos lo trataron como un rey. Santos allá lloró y ustedes no lo increparon en nada”, agregó.
Luego vino la tranquila intervención del comisionado Leyner Palacios. Cuando todo ya estaba a punto de terminar, el padre De Roux le reclamó a Uribe por haber llamado sesgada a la comisionada Lucía González.
De nuevo, desde lejos, se escuchó la voz de Tomás, increpando a la comisionada por un trino de 2017. “Le encantan las Farc”, le dijo.
Ella aseguró que Tomás la había amenazado. Jerónimo Uribe defendió a su hermano y ella terminó reconociendo que no la amenazó sino que la increpó.
Mientras tanto, al fondo se escuchaba: “Dígalo, dígalo, yo comparto los principios de las Farc”. “Pensamos distinto”, aseguró la comisionada.
“Yo nunca diría: comparto los principios de Pablo Escobar, ni de Castaño, ni de Mancuso, ni de las Farc, ningún grupo terrorista, todos me saben a mierda”, concluyó Tomás Uribe.
Finalmente, el padre De Roux le agradeció al expresidente por recibirlos.
Es claro que lo que sucedió con el expresidente Uribe fue totalmente distinto a lo ocurrido con el expresidente Santos.
Esto genera muchas preguntas: ¿por qué tratan tan diferente a los dos expresidentes en la Comisión de la Verdad, si los falsos positivos ocurrieron cuando Santos era ministro y Uribe presidente? ¿Es más cercano ideológicamente Santos a la mayoría de los comisionados que Uribe? ¿Mientras a Santos se le escucha, a Uribe se le enjuicia? ¿La Comisión de la Verdad tiene prejuicios contra Uribe? ¿Qué dirá el relato que está construyendo la Comisión de la Verdad sobre el conflicto en Colombia si una simple entrevista con el expresidente Uribe parecía más un interrogatorio y un juicio?