POSTMORTEM AL 5-0

La celebración salvaje de la goleada contra Argentina ha puesto a los sociólogos a actualizar sus teorías.

11 de octubre de 1993

SI LA NOTICIA DE LA SEMana antepasada habia sido el festejo por el resultado del partido contra Argentina, la noticia de la pasada fueron las implicaciones de esa celebración. En las 48 horas que precedieron a la histórica goleada en el estadio de River Plate, de Buenos Aires, salieron a flote tantos rasgos de lo bueno y lo malo de los colombianos, que el tema pasó de los comentaristas deportivos a los cronistas judiciales y de ahí a los sociólogos.
Aunque en muchos paises el deporte ha sido asociado a la violencia, lo sucedido en Bogotá va mucho más allá de esa descripción: 82 muertos, 67 de ellos por homicidio y 15 por accidentes de tránsito, y 725 heridos, todo como consecuencia de la embriaguez. Estas cifras están muy lejos de los promedios normales de violencia durante los fines de semana en la capital que giran alrededor de los 27 muertos y otro tanto de heridos.
Pero como lo señalaron varios especialistas a SEMANA, entre el 5 y 6 de septiembre pasados algo afectó el comportamiento de los bogotanos para que se produjera una jornada tan violenta. Mientras en ciudades como Barranquilla o Cali el festejo se circunscribió a los tradicionales bailes y carnavales callejeros, en la capital del país se vivió un pequeño infierno. Gente que disparaba al aire, borrachos que se lanzaban a los automóviles, buses y carros incendiados, y hasta instalaciones oficiales, como el aeropuerto El dorado y el estadio El Campín, semidestruidos por la turba.
Todo esto parece demostrar que el fantasma de la violencia sigue rondando a los colombianos. En un país donde existe una predisposición histórica a esa violencia, cualquier detonador aunque sea de júbilo, como el triunfo de Colombia sobre Argentina suelta los perros

LA PASION DEL FUTBOL
Para muchos investigadores y expertos está claro que los desmanes obedecieron a la confluencia de una serie de factores. Carlos Lemoine, director del Centro Nacional de Consultoría, ha sido uno de los que han intentado hacer un diagnóstico de lo sucedido la semana pasada. De su investigación se destaca un detalle: el excesivo orgullo de los colombianos por sus logros deportivos, orgullo que esta muy por encima de los promedios internacionales (ver recuadro) y que no guarda relación con los resultados habituales.
La encuesta de Lemoine, que es comparativa con otros países del mundo, indica que Colombia tiene el primer puesto del planeta en orgullo deportivo. Teniendo en cuenta lo que el fútbol representa en países como Brasil y Alemania, el resultado es desconcertante, pero estadísticamente incuestionable. Otra conclusión de las encuestas de Lemoine comprobó que el 49 por ciento de los colombianos se irrita con facilidad, y que otro 23 por ciento considera que es válido hacer justicia por la propia mano.
Lemoine dice que "es evidente que en la celebración de un evento que estimula un orgullo desproporcionado y desborda el consumo de alcohol pueda incurrirse en acciones que impliquen violencia física. Sobre todo cuando se dan situaciones incómodas en esos festejos, como que a una persona le lancen huevos y harina a la cara, o no la dejen transitar en su automóvil".
Los desastres pudieron ser de mayores proporciones si se tiene en cuenta que estos se habrían originado en sentimientos de frustración y represión que padecen muchos colombianos. La misma investigacion reafirma esa sospecha: de tres millones de bogotanos mayores de 18 años, hay 1.5 millones con graves problemas de irritabilidad y más de 150 mil consumidores de alcohol.

LA BAJA AUTOESTIMA
Otra entidad que se dedicó la semana pasada a meterle sociología al asunto fue el Ministerio de Salud.
El jefe de su división de Comportamiento Humano, José Abelardo Posada, considera que "'el fútbol es un fenómeno de masas que hace proclive a una persona para que cometa en ciertas circunstancias actos vandálicos y sin control".
Según una hipótesis de este siquiatra, en el caso del partido entre Colombia y Argentina se habrían dado esas circunstancias. La primera de ellas, la "guerra sicológica, que desataron los propios gauchos contra los futbolistas de la selección de Maturana, que se hicieron extensivas a los fanáticos colombianos:
después las declaraciones del propio Diego Armando Maradona que argumentaban "un destino manifiesto" del equipo gaucho para triunfar; las de Alfio Basile, el director del equipo austral, que juraba vengarse de los supuestos malos tratos dados a sus pupilos en el partido previo en Barranquilla, y la posición de la prensa bonaerense en general, que daba por descontada una segura victoria argentina.
Todo este triunfalismo de los gauchos, por sí solo, sería inofensivo si no fuera por un elemento que se le unió y que, según algunos expertos consultados por SEMANA, pudo ser el detonante de lo sucedido en las calles capitalinas: la frustración y desesperanza que la ola de violencia de los días anteriores al partido de fútbol tenía sumido al país. La goleada contra Argentina tenía dimensiones de venganza contra la violencia. Pero paradójicamente, produjo más violencia.
De estas consideraciones coyunturales, hay también otra de tipo estructural: la baja estima.
De acuerdo con una investigación del Ministerio de Salud, el 84 por ciento de los colombianos tiene una baja autoestima, es decir, se siente insatisfecho con lo que es como persona, con su vida y con el país. "Si la autoestima es baja -dijo el siquiatra Benjamín Yepes-, las personas tratan de buscar referentes simbólicos para aumentar ese sentimiento de desesperanza y de inferioridad. Eso explica el porqué se exacerba el patriotismo cuando un colombiano se encuentra en el exterior y se siente minoría. El fútbol es uno de esos referentes simbólicos por todo lo que significa para la gente como elemento aglutinador de la nacionalidad. Y en el caso del partido, este simbolismo -en el subconsciente de los fanáticos- pudo haber sido atropellado por los argentinos.
Se dieron casos de personas que quemaron la bandera de Argentina en medio del carnaval y los desmanes".
Visto de otra manera, la guerra sicológica, la baja autoestima y el alcohol fueron los motivos que habrían causado los 82 muertos de los festejos. Casi la totalidad de los 725 heridos reportados oficialmente tenían altos índices de embriaguez, según lo determinaron las autoridades de salud del Distrito Especial.
"El alcohol -dice Posada- baja el umbral que tienen las personas para resistir las frustraciones. Cuando la persona rompe con ese dique de contención y se encuentra inmersa en un fenómeno de masas, como es el fútbol, puede sentirse tentada a desbordarse en su comportamiento".
En un país tan violento como Colombia, donde inclusive existe una ciencia llamada "violentología", siempre pueden aparecer nuevos elementos en el análisis. A todo lo que los "violentólogos'' han escrito sobre este mal nacional, ahora tienen que agregarle otro capítulo: la violencia en el fútbol.