Política
Precandidato afro dice que Centro Esperanza lo invitó y cuando llegó le dijeron que no había puesto
Luis Gilberto Murillo se queja de que los dirigentes políticos hablen tanto contra la exclusión, pero que eso solo sea un discurso. Irá solo a primera vuelta en representación de sectores marginados.
Luis Gilberto Murillo dijo que al llegar a la Coalición Centro Esperanza se sintió como cuando a uno lo invitan a una comida y cuando llega le dicen... “Ay, qué pena doctor, es que la comida no alcanza para usted, pero ya miramos qué hacemos”.
Murillo, quien renunció a su proyecto en M.I.T., una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, para vincularse al debate electoral, contó que en la primera reunión a la que asistió a Centro Esperanza para vincularse como precandidato, sus compañeros comenzaron a hablar de que ya eran muchos.
El exministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible dice que no solo representa a los afros, sino a la Colombia profunda que siempre ha sido excluida del poder.
El ahora candidato presidencial que dice que irá a primera vuelta así solo saque tres o cuatro votos, habló con SEMANA.
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SEMANA: ¿Por qué usted no está hoy en la Coalición Centro Esperanza?
Luis Gilberto Murillo (L. G. M.): No nos sentimos bienvenidos en la coalición, porque precisamente cuando Colombia Renaciente le comunicó a Centro Esperanza que yo sería su candidato, ellos plantearon la reducción del número de candidatos a la consulta.
En la primera reunión de los precandidatos de Centro Esperanza a la que yo asistí como el candidato de Colombia Renaciente me encontré con que había una discusión sobre disminuir el número de candidatos a la consulta.
Yo entendí esa discusión como un mensaje de que yo no podía estar ahí.
SEMANA: ¿Lo sintió como un desplante?
L. G. M.: Sí, me pareció un desplante. Yo soy apegado a las formas y si había un acuerdo para entrar no entiendo por qué comienza en esa discusión precisamente cuando yo voy a entrar a la alianza.
Me sorprendió mucho esa situación, porque el número creciente de candidatos, en una democracia, lo que indicaría es que hay mayor apertura y ese no era el caso de Centro Esperanza.
SEMANA: ¿Qué fue lo que no funcionó para que usted solamente descubriera en la reunión que no era bienvenido?
L. G. M.: Es como cuando a usted lo invitan a una cena, pero cuando llega le dicen qué pena, parece que la comida no alcanza para usted, pero vamos a ver qué hacemos. Eso fue lo que ocurrió en Centro Esperanza.
Nosotros interpretamos ese gesto como que se le estaba cerrando la puerta a un partido muy representativo de la Colombia profunda y frente a eso no hay tiempo que perder.
Este no es un momento político para actuar con exclusiones de sectores y poblaciones que tradicionalmente han estado marginadas de los escenarios de poder y la toma de decisiones.
También lo interpreté como un reflejo de lo que pasa en el país, donde hay mucho discurso y mucha retórica sobre la apertura y la inclusión, pero cuando se trata de tomar la decisión sobre el tema, se cierran las puertas.
Pero es un fenómeno que está ocurriendo en el panorama político en general, porque situaciones similares se han vivido en otras coaliciones que también han cerrado las puertas a una expectativa justa de equidad.
SEMANA: ¿Se está refiriendo a lo que pasó en el Pacto Histórico con los afro?
L. G. M.: Sí, en ese grupo también se presentó el cumplimiento de los acuerdos y coincidencialmente los afectados han sido los grupos étnicos. Todavía hay muchos sectores políticos que no quieren darle espacio a esa expresión de colombianos marginadas.
SEMANA: ¿Usted percibe algún tufillo de discriminación racial en estas decisiones?
L. G. M.: Todavía hay muchos factores que impiden que los sectores marginados tradicionalmente del poder lleguen a participar en las decisiones del país. Y alguno de esos factores son claramente manifestaciones de racismo estructural o discriminación racial, pero esta no es la única. La discriminación es en general con zonas, con regiones, con grupos sociales que han estado olvidados del país siempre.
El país político todavía se resiste a generar una mayor apertura, aunque algunos de sus líderes tengan ese discurso. Para ellos la diversidad racial o étnica no es un factor importante.
Si apenas armando la coalición uno se encuentra con este tipo de dificultades, yo me pregunto cómo será más adelante en la configuración de un gobierno.
SEMANA: ¿Se considera víctima de la exclusión?
L. G. M.: Yo lo que estoy diciendo es que no hay suficiente apertura en la política colombiana de hoy para los sectores olvidados. No siento ni la intención ni la materialización de esos procesos de apertura. Hay mucha retórica, mucho discurso, pero cuando se trata de materializar esa representación y esa participación en igualdad de condiciones, pues no se da.
SEMANA: ¿Esas expresiones de exclusión implican ciertas manifestaciones de racismo?
L. G. M.: Toda esta exclusión en Colombia del poder político frente a sectores del país olvidado van mucho más allá de la discriminación racial. Claro que incluye la población negra, pero no es la única.
Los escenarios de poder en Colombia, que siguen siendo muy elitistas, toleran el éxito de líderes de nuestras comunidades, pero no lo celebran. No es motivo de que el país se sienta orgulloso de ello. No vemos que las condiciones políticas para el ejercicio del poder sean incluyentes.
En Colombia Renaciente queremos un centro pragmático que realmente mueva al país a los desafíos de la reactivación económica, a los nuevos mercados y las nuevas cadenas de valor que es lo que trae oportunidades a los jóvenes.
El centro político no puede ser un ejercicio solamente intelectual de élites. El centro tiene que incluir a la gente para dar soluciones pragmáticas no ideologizadas. Hay que proponerle al país salidas concretas.
SEMANA: ¿Es un riesgo ir solo a primera vuelta?
L. G. M.: Nosotros estamos haciendo una propuesta sin cálculos políticos. Si solo sacamos cuatro votos de los indígenas, tres votos de las mujeres, un voto a los campesinos, dos votos de la gente de los páramos, tres votos de las comunidades populares del sur de Bogotá o de las laderas de Cali o de Agua Blanca, y 3 de los afro, con eso quedaríamos tranquilos.
Estamos planteando debates que le interesan al país, sin cálculos electorales, o meramente electorales.
Colombia necesita rectificar para poder avanzar. Tenemos que dar estas luchas con mucha dignidad, porque si no lo hacemos ahora tendrán que hacerlo nuestros hijos o nietos.
En este debate vamos a reflejar la Colombia alegre que avanza en medio de las hostilidades, por entre tantos obstáculos y dificultades, pero que nunca pierden la fe ni la esperanza a pesar de estas decisiones que les cierran la puerta o que los ven por encima del hombro, porque todavía no aceptan que la gente humilde puede llegar a gobernar, sin tener los apellidos de familias de abolengo de este país.
SEMANA: Algunos candidatos de Centro Esperanza le han solicitado que regrese a la coalición. ¿Esto es posible?
L. G. M.: Nosotros tenemos una decisión ya tomada: vamos a ir a primera vuelta. Vamos a plantear las propuestas de la Colombia profunda, de la otra Colombia, y queremos hacer un gobierno que refleje la diversidad colombiana desde todo punto de vista.
Nuestra decisión no tiene reversa y lo que queremos es plantearle al país una candidatura independiente así saquemos dos o tres votos, vamos a tener la conciencia tranquila de que hicimos lo que correspondía.
Nosotros queremos un gobierno donde las prioridades del país sean esas que los gobiernos han negado a los sectores olvidados. El país no va por el camino correcto. Es muy vergonzosa la desigualdad de este país. ¿Dónde está la otra Colombia reflejada en las coaliciones?