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Primicia: Esta es la primera imagen de alias Otoniel al llegar a EE. UU.
Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, permanecerá en la misma cárcel donde estuvo el Chapo Guzmán y alias Don Mario, el padre del paramilitarismo en Colombia.
El excomandante del Clan del Golfo, Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, ya está en Estados Unidos, donde deberá responder en juicio ante la Corte del Distrito Sur de la Florida por los delitos de narcotráfico, tráfico de armas y homicidio selectivo.
La Corte señala en el escrito de acusación (indictment) que alias Otoniel lideró una extensa guerra con otros narcotraficantes con el fin de controlar las rutas para el envío de cocaína y el control territorial. Estas acciones delictivas se presentaron en el Urabá antioqueño.
En el marco de esta guerra liderada por Otoniel, varios narcotraficantes fueron asesinados por orden del capo, quien quería imponer un régimen de terror. De hecho, para aumentar su poder, creó nexos con organizaciones delincuenciales en Venezuela, Ecuador, Guatemala, Panamá, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, México y Estados Unidos.
Con su llegada en extradición a Estados Unidos, la cárcel de Brooklyn, uno de los centros penitenciarios de máxima seguridad en el país norteamericano, podría ser el nuevo lugar que albergue al excomandante del Clan del Golfo. El reclusorio, además, alberga a los más temidos terroristas y líderes de la mafia de extrema peligrosidad, en su mayoría pedidos en extradición por el Gobierno estadounidense.
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Allí, por ejemplo, ha permanecido el Chapo Guzmán, uno de los más sanguinarios narcotraficantes mexicanos, considerados de igual o peor calibre que Pablo Escobar Gaviria y quien terminó recapturado tras fugarse de otra cárcel norteamericana.
Aunque el Gobierno colombiano no ha confirmado que Otoniel vaya rumbo a Brooklyn, es lo más seguro. La cárcel alberga a 3.000 reos aproximadamente, está conformada por dos edificios cada uno de nueve pisos, conectados por túneles subterráneos y las medidas son extremas. Los desayunos son a las 6:00 a. m., los almuerzos a las 11:00 a. m. y la cena a las 4:00 p. m.
Otoniel, quien fue capturado el 25 de octubre de 2021, había utilizado todo tipo de recursos judiciales para entorpecer su extradición. Entre estos se encontraban recusaciones al magistrado de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia que estudiaban el requerimiento y un sometimiento ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
El pasado martes, 3 de mayo, el equipo jurídico del narcotraficante había presentado una reposición alegando la vulneración de sus derechos al debido proceso y a la defensa. Esto, al considerar que se le iba a juzgar dos veces por un mismo hecho, lo cual está prohibido por la Constitución Política y la ley.
Con esta petición buscaba suspender todo el trámite de extradición. Sin embargo, en tiempo récord, el Ministerio de Justicia rechazó este recurso, asegurando que tanto la Corte Suprema como el Gobierno le han garantizado sus derechos fundamentales.
La sonrisa del mal
Casi como si estuviera en un evento de ‘Mr. simpatía’ y tuviera que sonreírle al público que lo estaba viendo y a la cámara que le estaba apuntando, así se vio a Dairo Antonio Úsuga cuando se subió al avión de la DEA que lo llevó el miércoles 4 de mayo rumbo a los Estados Unidos.
Solo nombrando unos cuantos datos de su prontuario criminal se puede entender la magnitud de este acontecimiento: tenía 122 órdenes vigentes de detención y dos solicitudes de extradición a EE. UU., donde ahora le espera una fuerte condena.
Casi que resignado ante la suerte que le espera en los Estados Unidos y recordando los escabrosos crímenes que ordenó ejecutar, Otoniel solo atinó a sonreír, tal vez con nerviosismo, tal vez con ironía, quizá para ocultar la vergüenza, como lo muestra el hecho de que en las imágenes aparece con la cabeza agachada, incluso en una de ellas intentando ocultar totalmente el rostro.
Esta misma expresión, la de la sonrisa del mal, la tuvo también el 23 de octubre del año pasado, cuando cayó en medio de un operativo. Esposado y custodiado por la Fuerza Pública que participó en la operación militar y policial, solo atinó a sonreír, en medio de la sorpresa o incluso como lo dijo en ese momento el ministro de Defensa, Diego Molano, como un gesto de nerviosismo.
“Era una sonrisa de nervios más bien, una que él mismo les expresó a nuestros soldados que le habíamos ganado, que la institucionalidad había prevalecido”, comentó Molano pocas horas después de la captura.
Una sonrisa que seguramente se borrará de su rostro a medida que avance su estadía en territorio estadounidense y sea trasladado a una de las prisiones de alta seguridad, un destino al que le intentó huir con todo tipo de recursos judiciales para entorpecer su extradición.