PROCESO DE PAZ
Lo que el arte ayudó a contar
Los artistas han narrado de distintas formas la guerra en Colombia. Ahora cuando el país está cerca a refrendar los acuerdos de paz con las FARC, algunas de las mejores obras.
La cultura siempre ha sido una expresión de lo que vive un pueblo. Por eso, no es una sorpresa que en Colombia tantos artistas tengan como referente el conflicto armado que ha azotado el país por más de medio siglo. La guerra ha dejado innumerables víctimas: cinco millones de desplazados y casi 300.000 muertos. Todas esas historias han conmovido al país, pero también han inspirado numerosos retratos de ese dolor en obras que han pasado a la historia. Aquí algunas de ellas:
Aliento (1995)
Lo que a primera vista parecería una fila de círculos de acero colgados en la pared es ‘Aliento’, una instalación de Óscar Muñoz en la que el espectador, al acercarse, puede verse a sí mismo y cuando respira sobre ellos, aparecen por un instante los rostros no identificados de colombianos desaparecidos. Así, el espectador tiene el poder de traer de vuelta a la vida, mediante su aliento, a los miles de desaparecidos que dejó el conflicto.
Musa paradisíaca (1996-2016)
Esta instalación de José Alejandro Restrepo muestra cómo el banano ha sido para Colombia un fruto que en vez de producir riqueza para el pueblo que lo cultiva se traduce en sinónimo de guerra. Desde las masacres de 1928 hasta hoy, estas plantaciones han llevado al despojo de la tierra de miles de campesinos que han caído en medio de la alianza entre violencia y multinacionales. Musa se compone de varios racimos de plátano colgados en una sala de exposición, de los que se desprende una especie de “flor-glande” que fecunda de muerte el territorio. Este año el artista incluyó en la exhibición el proceso investigativo subyacente a su obra.
Bocas de ceniza (2003-2004)
Con este video el fotógrafo Juan Manuel Echavarría dio voz a las víctimas de la masacre de Bojayá, ocurrida en el 2002. El testimonio de un hombre que le reclama al expresidente por el desplazamiento, por los enfrentamientos, el dolor y la muerte de los que fue testigo en el bajo Atrato, Chocó, está acompañado de las composiciones y las miradas fijas al espectador de seis víctimas más: Luzmila Palacio, Domingo Mena, Vicente Mosquera, Noel Gutiérrez, Dorismel y Nacer Hernández.
David (2005)
En una alusión a la escultura clásica de Buonarroti, el artista Miguel Ángel Rojas llamó la atención sobre las armas que más han dejado víctimas en el conflicto colombiano: las minas antipersonal. El protagonista de su obra ‘David’ es José Antonio Ramos, un soldado que perdió una pierna por pisar uno de estos explosivos. Rojas lo convenció de posar desnudo ante la cámara fotográfica de Fernando Cruz en una posición similar a la del David de Buonarroti. La imagen deja al descubierto algo que algunos colombianos conocen de cerca: el dolor, la tristeza y el agobio de las víctimas.
Treno (2007)
En esta instalación de video, que significa canto fúnebre en griego, Clemencia Echeverri hace alusión a la destrucción sin forma que ha caracterizado la desaparición forzada en Colombia, a partir de dos proyecciones de video enfrentadas que muestran el fluir del río Cauca y acompañadas de unos gritos desgarradores que buscan a sus seres queridos. La obra surgió un día cualquiera cuando la artista recibió la llamada telefónica de una mujer de una vereda de Caldas que le pedía ayuda para encontrar a su hijo, un joven que se habían llevado la noche anterior.
Auras anónimas (2009)
Lo más leído
En el 2009 la reconocida artista Beatriz González intervino los cuatro columbarios del Cementerio Central de Bogotá –que en los años 40 sirvieron de fosa común para los muertos del 9 de abril de 1948– como un mensaje de no repetición. La artista quería colaborar con las instituciones culturales de la Alcaldía Mayor de ese momento para evitar que este lugar fuese borrado de la memoria colectiva, para que la sociedad recuerde lo que nunca más puede suceder. Las imágenes que llenan los 9.000 nichos salieron de fotografías de prensa que muestran cómo se transportan los cadáveres en los desplazamientos forzados causados por la guerra.
Sudarios (2011)
En el 2011 Érika Diettes imprimió 20 fotografías de gran formato sobre telas y las colgó en el Museo Iglesia de Santa Clara en Bogotá. Las protagonistas de las imágenes son mujeres colombianas que vieron cómo miembros de grupos armados asesinaron, violaron o torturaron a sus seres queridos. Sus ojos están cerrados y sus gestos expresan lo mucho que sufrieron y que aún sufren. La instalación se llamó ‘Sudarios’, haciendo referencia a las telas que cubren el rostro de los muertos. Ha sido exhibida en varias iglesias del país y del exterior.
A flor de piel (2011-2012)
Doris Salcedo es la artista que más ha retratado el conflicto colombiano. Con obras como Noviembre 6 y 7 (2002), sobre la toma del Palacio de Justicia; Plegaria Muda (2008-2010), que muestra la delgada línea entre víctimas y victimarios, y Unland (1998), sobre objetos que hacen evidente el vacío y la impotencia que sienten los testigos de la violencia, ha logrado enlazar el arte con el duelo. A flor de piel es uno de esos enlaces. A partir de una manta hecha con miles de pétalos de rosa que ella y su equipo cosieron, quiso mostrar metafóricamente cómo un cirujano cose la piel de una persona herida. La manta tiene los colores que adquiere la piel cuando ha sido maltratada, similar al de la sangre seca. La manta es una ofrenda para alguien que ha desaparecido.
Victus (2015)
Victus, que traduce “víctimas victoriosas”, es el proyecto artístico con que la reconocida actriz y directora de teatro Alejandra Borrero le aporta a la reconciliación. En la obra, que se estrenará completa en noviembre en Casa Ensamble, es la primera vez en que exguerrilleros de las FARC, ex paramilitares, sociedad civil y exmiembros de la fuerza pública comparten escenario. La semana pasada hicieron parte del espectáculo Tejiendo Paz, un performance en el que participaron más de 120 artistas para celebrar el Día Internacional de la Paz y que se llevó a cabo en la Plaza de Bolívar, en Bogotá.
Labio de liebre (2015)
En marzo del 2015 el grupo Teatro Petra estrenó esta estremecedora obra escrita, dirigida y protagonizada por Fabio Rubiano, sobre el perdón y la venganza en contextos de conflicto armado. Salvo Castello (encarnado por Rubiano) es un despiadado criminal que por convertir su país en un paraíso cometió terribles masacres. Mientras cumple su condena, empieza a ser acosado por los espíritus de varias de sus víctimas que le piden explicaciones. La obra se ha presentado en teatros con mucha tradición como el Colón, pero también en plazas públicas como el parque Bolívar de Santa Marta, el parque de Funza y un salón comunal de Valledupar, entre otros. Las reacciones de las víctimas son lo que más ha sorprendido al equipo. “Nos han dicho que lo que antes recordaban con dolor ahora lo recuerdan de otra forma”, dice Rubiano.
#NoMásViolencia (2016)
Cincuenta actores liderados por Nicolás Montero retrataron para el Centro Nacional de Memoria Histórica y el canal universitario Zoom historias de más de cinco décadas de conflicto armado. Con la finalidad de entender la guerra mediante el arte, estos actores revivieron los testimonios de las víctimas de Bojayá (Chocó), Bahía Portete (La Guajira), El Placer (Putumayo), El Salado (Bolívar), El Tigre (Putumayo), La Rochela (Santander), Trujillo (Valle), San Carlos (Antioquia), Segovia (Antioquia), Remedios (Antioquia), Puerto Torres (Caquetá) y Buenaventura (Valle), entre otros. Tras un día de publicación, los primeros 14 videos de la iniciativa se reprodujeron más de 80.000 veces.