PROCESO DE PAZ
El día en que las FARC decidieron dejar las armas
Momentos de auténtica emoción se vivieron en La Habana, cuando el jefe de las FARC y el presidente de Colombia volvieron a estrechar sus manos, esta vez para poner punto final al conflicto.
Si el 27 de mayo de 1964 es la fecha que muchos historiadores coinciden en señalar como el día que nacieron las FARC, el 23 de junio del 2016 pasará a la historia como el jornada en que esa organización guerrillera, que nació con 48 campesinos en la región de Marquetalia (Tolima), decidió transformarse en una organización política.
Sucedió en La Habana, donde hace cuatro años los jefes de esta guerrilla decidieron sentarse con delegados del Gobierno para encontrar una salida negociada a un conflicto armado que se extendió por más de medio siglo. No era este el primer intento. Por el contrario, durante los últimos treinta años, todos, absolutamente todos los gobiernos, lo intentaron. Pero el liderado por el presidente Juan Manuel Santos fue el que más lejos avanzó: este jueves se firmó el acuerdo para el cese bilateral y definitivo del fuego.
Un día que empezó muy temprano. En Bogotá, apenas con el amanecer, una extensa comitiva de invitados del Gobierno compuesta por empresarios, congresistas y personalidades, llegó al aeropuerto militar para ocupar silla en el avión presidencial. Minutos antes, en la capital cubana se habían terminado de redactar las 28 páginas del acuerdo, un documento que pasará a la historia, pues muchos, guerrilla incluida, han coincidido en calificarlo como el que puso fin a la guerra.
Eran las 12 del día en La Habana cuando el presidente Juan Manuel Santos apareció en El Laguito, en las afueras de la ciudad, en cuyo salón de protocolo se llevaría el acto simbólico con el que se decretaría el silenciamiento de los fusiles. Se reunió en privado con el secretario de la ONU, Ban Ki-moon, y con los presidentes de los países invitados al acto, entre ellos el venezolano Nicolás Maduro.
Afuera estaba la delegación de las FARC, todos vestidos de blanco salvo la holandesa Tanja, que vestía un traje de gala. Recibieron saludos efusivos de Iván Cepeda, Aída Abella, Piedad Córdoba. El presidente del Congreso, Luis Fernando Velasco, incluso se tomó una foto con Joaquín Gómez, quien fue comandante de uno de los frentes que más azotaron el sur del país. Había más prudencia en otros dirigentes.
El diario cubano Granma destacaba en su primera página el histórico anuncio. La televisión pública cubana hizo un gran despliegue y transmitió en directo la ceremonia. Esta comenzó en el momento en que el presidente cubano, Raúl Castro, ingresó al salón principal. Luego lo hizo Maduro, con el puño en alto, y saludando a varios de los jefes de las FARC. En su camino se encontró a Piedad Córdoba y el saludo fue particularmente efusivo. El presidente de Venezuela se hizo al lado izquierdo de la mesa principal, precisamente donde fue ubicada la delegación de paz de la guerrilla.
El Himno nacional de Colombia fue entonado con verdadera devoción tanto por dirigentes políticos como por guerrilleros. Fue de los momentos más emotivos, la piel se puso de gallina y las gargantas se entrecortaron. Luego la calma se apoderó del recinto cuando el delegado del gobierno cubano, Rodolfo Benítez, empezó a leer el contenido de los acuerdos. Eso sí, las sonrisas no paraban y las cámaras de los fotógrafos obturaban cada vez que el presidente Santos se secreteaba al oído con Raúl Castro.
“Que este sea el último día de la guerra”. Así empezó y así finalizó su discurso Rodrigo Londoño Echeverry, ‘Timochenko‘, el jefe máximo de esa guerrilla. Un discurso conciliador, muy diferente a aquel que pronunció Iván Márquez en Oslo el 18 de octubre del 2012, en el que se advertía que las negociaciones no serían fáciles ni rápidas. Recordó a esos 48 campesinos de Marquetalia que decidieron resolver los conflictos por la vía armada.
También evocó a Hugo Chávez, a quien señaló como el artífice de lo conseguido en cuatro años. “Ni el Estado, ni las FARC son fuerzas vencidas, lo pactado no es ninguna imposición de alguna de las partes. Las FARC siempre creímos en la paz, por eso quisimos intentarlo cuantas veces fue necesario. Las FARC hacemos política, es nuestra razón de ser, ahora la haremos con garantías y con el compromiso de que el Estado no perseguirá a ningún colombiano por razones de ideología”.
“Nos llegó la hora de vivir sin guerra -dijo Santos-. La paz ya no es un sueño, lo tenemos en las manos. No estamos y probablemente no estaremos de acuerdo con las FARC pero valoramos el paso de que su lucha ya no será armada sino política”, fue como el mandatario colombiano pareció dar tránsito a lo que será una organización política.
“El proceso de paz que empezó un 19 de noviembre aquí mismo no tiene vuelta atrás. La paz será la victoria de Colombia y de toda América”, dijo un emocionado Raúl Castro.
Los apretones de manos no fueron sorpresivos. Hasta tres veces se dieron la mano Santos y ‘Timochenko‘. El presidente le regaló a Timochenko un balígrafo (bolígrafo en forma de bala) para escribir la nueva historia de Colombia.
Los miembros de las FARC se levantaron y aplaudieron el discurso del presidente colombiano, el resto del salón hizo lo mismo. Terminado el acto, los invitados del Gobierno, la delegación de negociadores, los congresistas, todos se entremezclaron con jefes guerrilleros. Parecía difícil diferenciarlos. Menos con las sonrisas que todos tenían en el rostro y con las lágrimas que rodaron por algunas mejillas.