Los soldados detenidos por el presunto abuso de la niña embera | Foto: cortesía

NACIÓN

Soldados responden ante Procuraduría por caso de violación de niña embera

La audiencia fue citada en medio de la investigación a los uniformados del Batallón de Artillería 8 de la Octava Brigada del Ejército.

9 de octubre de 2020

Siete soldados del Batallón de Artillería 8 de la Octava Brigada del Ejército son escuchados este viernes en audiencia de juzgamiento disciplinario por la Procuraduría “para que respondan por el presunto acceso carnal violento y secuestro” contra una niña de 12 años de la comunidad embera chamí en Pueblo Rico, Risaralda.

Este viernes, ante la Procuraduría General de la Nación son escuchados en audiencia de juzgamiento disciplinario siete soldados del Batallón de Artillería No. 8 “Batalla de San Mateo” de la Octava Brigada del Ejército Nacional para que respondan por el presunto acceso carnal violento y secuestro cometido contra una menor de 12 años de la comunidad indígena Embera Chamí, en zona rural del municipio de Pueblo Rico, Risaralda.

La Procuraduría escucha a los soldados Juan Camilo Morales Poveda, Yair Stiven González, José Luis Holguín Pérez, Juan David Guaidía Ruiz, Oscar Eduardo Gil Alzate, Deyson Andrés Isaza Zapata y a Luis Fernando Mangaret Hernández, por supuesto acceso carnal violento en persona protegida. Eso es lo que se busca investigar a través de la citación que ha hecho el Ministerio Público.

Puntualmente, llama la atención de la procuraduría delegada que el soldado Fernando Mangaret Hernández “aunque no ejecutó actos de violación sexual contra la niña, al parecer contribuyó a la realización de estas conductas cuando tenía el deber constitucional y legal de defenderla de cualquier agresión, por ser sujeto de especial protección”

La tesis de la Procuraduría y que hace aún más delicado el tema es que la menor no tenía participación en el conflicto armado interno, por lo tanto, “debió ser considerada una civil y persona protegida a la luz del Derecho Internacional Humanitario, y al presuntamente ser accedida carnalmente de manera repetida por los soldados, se configuró una grave violación al DIH”.

En la audiencia participa el procurador delegado Herman Rincón y los siete soldados del Batallón de Artillería 8. “Ni los ciudadanos, la sociedad, y el Ejército Nacional en su conjunto, esperan que algún miembro de la institución, vulnere la dignidad de las personas, más aún de las menores de edad, dada la investidura y la función constitucional que tienen, más en una zona de conflicto armado como se trata del corregimiento Santa Cecilia, municipio de Pueblo Rico, Risaralda”, argumentó el Ministerio Público. La audiencia definirá la suerte entonces de estos militares y podrá determinar la responsabilidad de los uniformados.

Los relatos para reconstruir lo que pasó ese día están fragmentados en varios momentos, luego de que siete soldados del Ejército secuestraron a una niña de 11 años, la llevaron a una zona apartada y la violaron. El guardia indígena Maximiliano Queragama recuerda las 15 horas de búsqueda entre la espesa selva; el gobernador del resguardo Dokabu Juan de Dios Queragama, el rostro de desconsuelo de los familiares que suponían lo peor; y Felicinda, hermana de la menor, tiene muy presente cuando la encontraron llorando cerca de una quebrada con la ropa desgarrada.

El rumor sobre el aberrante hecho llegó al resguardo Dokabu a las diez de la mañana del día siguiente. Los más inquietos salieron a acompañar a la guardia indígena a sacar de sus terrenos al pelotón Buitre II de la Octava Brigada delEjército Nacional, única fuerza armada en la zona. SEMANA estuvo en el resguardo indígena en donde violaron a la menor.

A la menor la vieron andar el domingo por la comunidad Santa Teresa, muy cerca del corregimiento Santa Cecilia. Caminó y corrió con los otros niños del lugar. Al mediodía se bañaron en el río San Juan, jugaron a las sirenitas y luego ella subió a su casa, un pequeño rancho de tablas sin puertas ni ventanas. Su hermana Felicinda la envió a recoger unas guayabas para comer en la tarde, y se fue sola. No tenía nada que temer si nunca había pasado nada. La niña se alejó del centro poblado para conseguir los mejores frutos. En el camino se encontró con sus verdugos. Lea aquí el informe especial de SEMANA tras visitar la zona.