NACIÓN

Protección de origen: la salvación del cangrejo negro de Providencia

Con el cangrejo negro de Providencia, ya son 28 los productos colombianos con denominaciones de origen. Sin embargo, falta más apoyo de la empresa privada a las asociaciones y colectivos que las promueven.

Juan Martín Fierro
2 de octubre de 2019
| Foto: Pixabay / SEMANA SOSTENIBLE

Los raizales de la isla de Providencia, en el Caribe colombiano, recibieron una gran noticia el mes pasado. La Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), declaró la protección de la denominación de origen para el cangrejo negro (black crab), un crustáceo muy apetecido por su carne y sabor, y por las características excepcionales que lo han arraigado a la cultura gastronómica de la isla.

En esa misma decisión, que beneficiará a cerca de 140 familias vinculadas a la cadena productiva, la SIC delegó el uso de la denominación de origen del cangrejo negro a Asocrab, una Ong creada por los mismos habitantes de la isla para desarrollar actividades económicas, sociales y productivas sostenibles, “que mejoren la calidad de vida de los asociados y la comunidad de procesadores de cangrejo del departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina”, según sus estatutos. 

Una denominación de origen es el nombre o indicación de un espacio geográfico (un país, región o localidad), que se usa para designar un producto que siendo originario de dicho lugar, incorpora costumbres de producción o transformación de sus habitantes, y goza de una reputación o características que lo hacen único frente a productos semejantes. Actualmente, Colombia cuenta con 28 de estas denominaciones, que reconocen y exaltan productos emblemáticos de distintas regiones y municipios como la cestería en rollo de Guacamayas (Boyacá), el sombrero aguadeño (Aguadas, Caldas) y la tejeduría Wayúu (La Guajira). También existen denominaciones de origen para el Café de Colombia y para el café proveniente de varios departamentos.

La obtención de estas denominaciones requiere un complejo proceso técnico y jurídico en cabeza de los emprendedores interesados. Según la ley colombiana, solo las personas jurídicas (asociaciones campesinas, cooperativas agrícolas, entre otras) pueden solicitar la denominación para un determinado producto.

Lo anterior, con el fin de estimular la asociatividad y de llevar a la mayor cantidad de personas posibles, los beneficios directos de la obtención del reconocimiento. Para el caso del cangrejo negro de Providencia, por ejemplo, este proceso se surtió gracias al liderazgo de Asocrab, pero contó con la asesoría de Cavelier Abogados,  una firma con amplia experiencia en indicaciones geográficas que ha asesorado denominaciones mundialmente conocidas como la del Champagne. 

“El proceso técnico y jurídico para la declaratoria del cangrejo negro con Asocrab comenzó en 2015 y se hizo bajo la modalidad ProBono. Primero se adelantó una investigación para establecer las características del animal y las diferencias existentes en todo el archipiélago, así como su incidencia socioeconómica.  Surtido ese proceso, se concluyó que el caso del cangrejo negro sí podía ser objeto de una declaratoria de protección como denominación de origen, toda vez que representa el “corazón de los isleños de Providencia”, no solo por ser un producto básico de su canasta familiar, sino porque alrededor suyo se ha creado una cultura y una tradición que se refleja en sus cantos, poesía y pinturas, entre otras expresiones”, explica Jorge Chávarro, socio de la firma. 

Gracias a esta denominación, la comunidad de Providencia podrá fomentar el turismo gastronómico hacia la isla. La denominación implica, además, la realización de campañas de apropiación social y la formación en prácticas responsables como la captura y cuidado del cangrejo en el momento de la veda. 

Más apoyo privado

Las denominaciones no solo ofrecen seguridad jurídica a las comunidades que las promueven en función de buscar mejores precios locales e internacionales para sus productos. También requieren acompañamiento y asesoría jurídica en temas como esquemas asociativos, propiedad intelectual, mercadeo y protección de emblemas y logosímbolos. En este sentido, Colombia puede soñar con que otras denominaciones sigan el ejemplo de Café de Colombia, que hoy goza de un amplio prestigio y reconocimiento internacional.

Sin embargo, es poco el respaldo que el sector privado ha dado a las iniciativas que promueven las denominaciones de origen, a diferencia de lo que ocurre con el gobierno nacional, algunos gremios (como la Federación Nacional de Cafeteros y Asocolflores) gobernaciones y municipios, que sí han visto en ellas un atractivo renglón económico para apoyar a campesinos, agricultores, productores y artesanos en varios departamentos.

En relación con los artesanos, cabe destacar el apoyo que Artesanías de Colombia le ha dado a las denominaciones de origen a través del programa de Propiedad Intelectual de esa entidad, que ha destinado cerca de 2800 millones de pesos desde 2008 a este propósito. De esta cifra, 1500 millones han salido del presupuesto nacional y apoyos regionales (gobernaciones y alcaldías) y cerca de 1300 de cooperación internacional. Esto ha permitido obtener 14 denominaciones de origen, 60 marcas colectivas y 1750 marcas individuales comerciales de artesanos en todo el país.

 Colombia podría convertirse en una potencia mundial en cuanto a denominaciones de origen si, por ejemplo, a través de sus programas de responsabilidad social empresarial, el sector privado adoptara los proyectos de las comunidades interesadas en obtenerlas.