JUSTICIA
¿Qué le espera a Luis Carlos Restrepo?
El caso de la falsa desmovilización del frente Cacica La Gaitana de las Farc no solo enreda al excomisionado de Paz, sino también le da otro duro golpe a la política de seguridad democrática de Álvaro Uribe.

En menos de un mes, Luis Carlos Restrepo, el hombre que desmovilizó a más de 30.000 paramilitares, podría terminar en la cárcel. Esa noticia, sin duda una de las más importantes de las últimas semanas, quedó opacada en la agenda de los medios por la polémica nacional que se viene dando alrededor de la fiscal general Viviane Morales por su matrimonio con Carlos Alonso Lucio.
Todo comenzó cuando la fiscal anunció que el próximo 20 de enero la entidad a su cargo le imputará al excomisionado de Paz cuatro delitos relacionados con la desmovilización de cerca de 70 supuestos guerrilleros, que se produjo en marzo de 2006 y que habría estado plagada de irregularidades. Además, advirtió que la Fiscalía pedirá al juez que ordene la detención de Restrepo.
La noticia, en principio, tiene al menos dos efectos concretos. En primer lugar, con él serían ya tres los altos funcionarios del corazón de la Casa de Nariño del gobierno anterior que estarían tras las rejas. Y todos en menos de un año. Primero le tocó el turno al exministro de Agricultura Andrés Felipe Arias por los subsidios de Agro Ingreso Seguro. Y después al exsecretario general de la Presidencia Bernardo Moreno por las chuzadas ilegales del DAS.
Y en segundo lugar, poner en tela de juicio la desmovilización de esa compañía de las Farc (Cacica La Gaitana) abre un gran interrogante sobre el tratamiento que la justicia les va a dar a otras dejaciones de armas igualmente cuestionadas. Si la Fiscalía va a acusar a Restrepo por peculado en favor de terceros -por las ayudas mensuales que habrían recibido falsos guerrilleros-, falsedad procesal, concierto para delinquir, y hasta tráfico o posesión ilegal de armas -por los fusiles que se les habrían 'prestado' a estos falsos guerrilleros-, ¿cuántos delitos se podrían imputar y a quiénes por las también cuestionadas desmovilizaciones de varios frentes de los paramilitares?
Sin embargo, el propio Restrepo se encargó de darle la vuelta a la noticia. Pocas horas antes de que la fiscal saliera a anunciar la medida en su contra, el otrora alto funcionario le mandó a la misma Viviane Morales una carta de cinco páginas en la cual le relató hechos que había conocido como alto comisionado de paz en los que estaba involucrado Carlos Alonso Lucio. Los señalamientos incluyen episodios como que Lucio usaba un avión privado para ir a asesorar a las autodefensas o que invitó al comisionado para ir a hablar con Muamar Gadafi que, más allá de ser anomalías, podrían ser explicados en el marco de las gestiones en favor de la negociación.
Y también refiere otros hechos, aparentemente más graves, como que el hoy esposo de la fiscal no tenía autorización para adelantar labores de paz con grupos ilegales. "Le pedí aclarar en qué condición se encontraba (en Ralito), pues solo podía hacerlo como representante del gobierno o como miembro de las autodefensas. Y era claro que, en este caso, no representaba al gobierno", escribió Restrepo.
La coincidencia entre la decisión de la fiscal y la carta hizo que ambos reaccionaran airadamente: el excomisionado aseguró que la imputación de cargos era una respuesta 'visceral' a la carta que él le había mandado y, por su parte, la fiscal en rueda de prensa dijo, en alusión a la carta, que "la Fiscalía General es inchantajeable" y dejó entrever lo que parecía ser la intención soterrada de Restrepo: "Él, en su calidad de funcionario, estaba en la obligación de denunciar. ¿Por qué le falló la memoria durante seis años y se viene a acordar ahora de ese hechos, supuestamente delictivos?".
Ese rifirrafe lo único que hizo fue atizar la hoguera de la opinión sobre el caso Viviane-Lucio. El Espectador en su editorial comentó: "La fiscal, lamentablemente, cayó en el mismo juego. (...) Si hasta ahora se había defendido de los ataques con el argumento de que su vida privada no influía en sus decisiones públicas, al reaccionar como lo hizo demostró todo lo contrario". Y añadió: "A Viviane Morales se le ha ido agotando el oxígeno y hoy es presa de las circunstancias".
Con este ya son dos los casos en menos de un mes en los que el criterio de la fiscal es puesto en entredicho por su relación con Carlos Alonso Lucio. El otro tuvo que ver con la orden de captura que la Fiscalía expidió contra el exfiscal Camilo Bula por el escándalo del manejo irregular de bienes de la Dirección Nacional de Estupefacientes. Su padre, el exministro Carlos Bula, salió a los medios a señalar que la captura se debía a que la fiscal Viviane Morales quería "quedar bien". "Esto es para decirles a los medios, miren yo no me dejo influenciar por los amigos de mi marido y por eso capturo a uno de ellos", dijo.
En últimas, como ya se ha dicho, el problema para la fiscal ahora es que cualquier determinación que tome frente al caso de Lucio tendrá una doble lectura.
¿Juicio a las desmovilizaciones?
Más allá de ese debate, que queda abierto, el otro tema de fondo es ¿hasta qué punto es responsable o no Luis Carlos Restrepo del montaje de la desmovilización de la compañía Cacica La Gaitana de las Farc? ¿Lo engañaron como dice él? ¿Fue un montaje del guerrillero Olivo Saldaña? ¿Fue un montaje del Ejército? ¿Qué puede pasar con otras desmovilizaciones, como las de los paramilitares, en las que se ha probado que terminaron colados todo tipo de personas que no eran parte de esas organizaciones ilegales?
Por ejemplo, Freddy Rendón, alias el Alemán, dijo que la desmovilización del bloque Cacique Nutibara "fue ficticia". Y precisó: "Se recogieron uniformes y armas viejas para ese espectáculo que se montó en el Palacio de Exposiciones por parte de las oficinas delincuenciales de Medellín, lideradas por Diego Fernando Murillo (don Berna)". Y Éver Veloza, alias HH, paramilitar extraditado en 2009, señaló que no solo hubo trampa en la desmovilización del Cacique Nutibara, sino también en la de los bloques Héroes de Tolová, Héroes de Granada y Pacífico.
La 'desmovilización' de l Cacica La Gaitana se dio en un momento particular. El gobierno, tras poco más de tres años de dejación de armas de frentes paramilitares, buscaba utilizar la misma táctica con la guerrilla y de esa manera, tal vez, provocar un efecto dominó sobre la moral de las Farc. Por eso, el 6 de marzo del 2006, el general Mario Montoya, quien presidió la desmovilización, calificó esa deserción masiva como el más duro golpe a la guerrilla en esos últimos años.
Sin embargo, desde ese mismo momento comenzaron a aparecer las irregularidades. La revista SEMANA (ver facsímil) lo calificó como un 'oso' del gobierno y mostró, entre otras anomalías, que el líder del grupo, Raúl Agudelo, alias Olivo Saldaña, estaba en la cárcel y que la avioneta que el grupo entregó, supuestamente comprada por la guerrilla en tiempos del Caguán, en realidad había sido decomisada hace meses y estaba en una base militar en Corozal. Con el paso de los días, además, también se supo que por lo menos una veintena de los supuestos guerrilleros habían sido reclutados a última hora para la desmovilización por Olivo Saldaña.
La Fiscalía tiene varios testimonios de desmovilizados. Uno de ellos dice: "(Olivo) me dijo que tenía que hacer una desmovilización y que si lo ayudaba nos metía para obtener beneficios. Que eso ya estaba cuadrado con gente importante (...) Me dijo que consiguiera gente de la calle, ñeros, ladrones y todo eso, que les ofreciera 500.000 pesos y les pusiera una cita para que viajaran".
Tanto el supuesto jefe de esa cuadrilla, alias Biófilo, como el mismo comisionado Luis Carlos Restrepo reconocen el montaje. El primero asegura que la compañía Cacica sí existía, pero que Saldaña mandó una gente colada. "Me dijo que la hermana iba a llevar gente para que desmovilizara (…). Llegaron nueve, más o menos".
Y Restrepo añade: "Hay desmovilizados que confesaron que engañaron al Estado. Lo dicen los hermanos Pacheco Ramos, que querían ayudar a su hermano José Alfredo, que estaba en la cárcel, para que lo postularan a Justicia y Paz. Ellos reclutaron a las personas que no eran guerrilleras. Hubo personas que engañaron al Estado y la primera víctima fui yo".
Lo que viene el año entrante no es nada fácil. A la justicia le tocará desentrañar primero qué tan grande fue el montaje y si ese montaje fue propiciado por el Ejército o el gobierno o si estos cayeron en la trampa de un guerrillero imaginativo. De cualquier manera, no solo está en juego el futuro del comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo, quien dijo que de ser enviado a la cárcel preferiría que le dieran la 'cicuta', sino también uno de los baluartes de la política de seguridad democrática de Álvaro Uribe.