NACIÓN
¿Qué hay detrás del espionaje ruso en Colombia?
La expulsión de dos espías rusos de Colombia a principios de diciembre es la parte visible de una situación geopolítica tensa y complicada. Análisis SEMANA.
La expulsión por espionaje de dos diplomáticos que estaban acreditados en la embajada rusa en Bogotá es un hecho grave. Aunque es una práctica común que algunas embajadas sirvan de fachada para realizar operaciones de inteligencia, es la primera vez que un país latinoamericano ordena la salida de funcionarios rusos por estos hechos.
Es poco probable que esta decisión haya sido tomada sin el respaldo de EE. UU., el principal aliado de Colombia, que mantiene a más de 3.000 empleados en su sede de la capital.
Mientras la cancillería colombiana trata de mantener relaciones diplomáticas con Rusia a pesar de los hechos, es importante entender lo que está en juego. De acuerdo con el Center for Strategic & International Studies, un prestigioso centro de pensamiento de EE. UU., Moscú ha influenciado la política en su vecindario desde el colapso de la Unión Soviética con resultados mixtos. Pero desde 2014 expandió esta interferencia por fuera del Bloque Oriental con tácticas que incluían ataques cibernéticos y campañas masivas de desinformación en redes sociales.
Por ejemplo, hackers rusos lanzaron ataques cibernéticos contra la página web de la comisión electoral en Polonia que afectaron la confianza de los ciudadanos en esa elección. En 2015 el parlamento alemán fue víctima de un ciberataque ligado a Rusia cuyo objetivo era recolectar información antes de las elecciones federales en ese país. Luego, en las elecciones parlamentarias finlandesas, entidades rusas crearon cuentas falsas en las redes sociales haciéndose pasar por cuentas oficiales. Al principio estas cuentas posteaban contenido político neutro y lograron conseguir miles de seguidores. Justo antes de la contienda electoral empezaron a desinformar con hostilidad para generar confusión en el electorado.
Luego los rusos se volvieron más audaces y en el 2016 intensificaron su interferencia en la campaña del Brexit y las elecciones en EE. UU. entre Hillary Clinton y Donald Trump, de nuevo utilizando métodos como los ciberataques, pirateando y filtrando información sensible y ejecutando campañas masivas de desinformación. A pesar de las críticas internacionales por la conducta rusa, el Kremlin continuó utilizando estos métodos en otras elecciones en el mundo.
En Francia la campaña de Emmanuel Macron fue hackeada en 2017. Bots amplificaron los documentos filtrados para calumniar a Macron, utilizando el hashtag #MacronGate y a través de historias en RT –Rusia Today–, un canal de televisión internacional, controlado y financiado por el Gobierno Putin que opera en varios países, incluido Colombia.
Al mismo tiempo cuentas falsas propagaron fake news explotando una retórica antiinmigrante para provocar discordia en el electorado francés.
La táctica de inundar las redes sociales con propaganda negra a través de bots y trolls también se utilizó en contra del gobierno de Angela Merkel. Allí la inmigración era el tema más importante para los votantes.
Durante 2017 y 2018, la desinformación patrocinada por Rusia a través de Rusia Today y cuentas falsas en redes sociales fue notoria en las elecciones de Italia, Holanda y España (especialmente durante el referendo de la independencia de Cataluña). En Suecia los medios de comunicación sufrieron ataques cibernéticos durante la elección general.
La estrategia de Rusia para destruir la confianza ciudadana en las instituciones a través de bots, trolls y noticias falsas, debería preocupar a Colombia. La alianza entre Rusia, Venezuela y Cuba representa un peligro claro y presente para la democracia colombiana.
En 2019 Bloomberg publicó un artículo titulado, “Mercenarios, espías y agentes dobles se reúnen en masa en Bogotá”. En él se plantea que la capital colombiana se convirtió en un centro de espionaje en la región.
Después del reconocimiento de más de 50 países a Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela, Moscú respondió enviando asesores militares a Caracas. Junto con Beijing, Ankara y La Habana han apoyado la dictadura de Nicolás Maduro. Con la salida de diplomáticos estadounidenses de Venezuela, Bogotá se convirtió en un campo de batalla para el conflicto que existe en la frontera colombo-venezolana. Miembros de la unidad de contrainteligencia del vecino país conocida como “La Sombra” han sido enviados por Maduro a Bogotá y se camuflan entre los más de un millón de refugiados venezolanos en Colombia.
Antes de que los rusos envenenaran en 2018 a Sergei Skripal, un agente doble que trabajaba para el MI6 –el servicio de inteligencia británico– y que sobrevivió, este fue enviado a Colombia por los ingleses para ayudar al gobierno a contrarrestar la creciente influencia rusa en el país.
A pesar de que el gobierno de Juan Manuel Santos fue alertado sobre las actividades de espionaje ruso, no se tomaron medidas para no afectar el naciente acuerdo de paz con las FARC.
En los últimos tres años la actividad rusa, cubana y venezolana en territorio colombiano se ha intensificado y el riesgo aumenta. La decisión del Gobierno Duque de expulsar a los dos espías rusos es un paso en la dirección correcta. Lo cierto es que las capacidades militares y de inteligencia colombianas han sido debilitadas como consecuencia de las negociaciones de La Habana. Fuentes consultadas por SEMANA reconocen que la moral de las tropas ha sido afectada y que hay muchos exoficiales de inteligencia desempleados que se convierten en blanco fácil para las agencias enemigas que operan en Colombia. La amenaza para el país no se resuelve con la expulsión de los agentes rusos.
Fuentes de inteligencia le confirmaron a SEMANA que todavía quedan por lo menos 21 miembros envueltos en actividades de espionaje de la Embajada rusa en Colombia. No será fácil expulsarlos a todos porque se desataría una guerra diplomática frontal. Otra amenaza inminente es la continua búsqueda por parte de Venezuela de armamento de última generación. El actual gobierno tendrá que estar vigilante ante los esfuerzos de Maduro de importar y poner en operación misiles iraníes sofisticados, aunque fuentes de inteligencia extranjeras confirman que ese paso no se ha dado.
Para el Gobierno Duque, también será fundamental entender las prioridades del presidente electo de los EE. UU., Joe Biden, porque hay factores que jugarán a favor y en contra de Colombia. Es probable que Biden tenga una política exterior más agresiva con los rusos que la que tuvo Donald Trump. Sin embargo, miembros del Gobierno Biden también impulsarán medidas más flexibles con Venezuela. Incluso, ya han indicado que el diálogo con Maduro sería la ruta preferida.
Muchos de los arquitectos de los acuerdos de paz con las Farc como Bernie Aronson y John Kerry tendrán una gran influencia en la nueva administración estadounidense. Su objetivo será el mismo del gobierno de Barack Obama: la prioridad regional será normalizar las relaciones con Cuba, pero eso podría provocar daños colaterales para Colombia en un ambiente tan sensible como el que se vive actualmente. Adicionalmente, aunque los demócratas no tengan control del congreso porque todavía no se ha definido, la presión en materia de derechos humanos aumentará para el Gobierno Duque.
Es un hecho que la confrontación entre Colombia y Venezuela se ha convertido en un tema geopolítico entre dos poderes mundiales: Rusia y EE. UU. Eso explica la actividad de inteligencia tan intensa de ambos países en la región.
Ante el historial de interferencia rusa electoral en varios países del mundo, Colombia debería prepararse, entender y contrarrestar esa amenaza durante los próximos 18 meses y apostarle a que Biden por encima de todo escogerá la estabilidad democrática de su mejor aliado en la región. Pero no será una tarea fácil. Hay muchos sectores en nuestro país que juegan a desestabilizar esas relaciones utilizando las banderas del proceso de paz con las Farc y de la defensa de los Derechos Humanos. Algunos son incautos, otros lo hacen intencionalmente sirviendo como instrumentos de desestabilización. Pero lo que está en riesgo es la seguridad nacional.