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¿Qué opina María Isabel? Carlos Lehder, un narquito pintoresco
Aunque ciertamente pionero del narcotráfico en Colombia, siempre fue considerado un loquito drogadicto que llegó a poner en peligro, con sus excentricidades, la seguridad de los grandes capos, que terminaron entregándolo. Ahora aterriza 40 años tarde en la reconstrucción de episodios de los que asegura haber sido testigo. El asunto es que los denunciados en su libro están muertos y no se pueden defender.
¿Qué estará opinando María Isabel hoy lunes 15 de enero en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a la exclusiva carátula de SEMANA, primer medio en conseguir el libro del liberado capo Carlos Lehder, luego de pagar 33 años de cárcel en Estados Unidos.
En un libro en el que enloda a Raimundo y todo el mundo, Lehder por esta razón aterriza 40 años tarde en reconstruir la historia de unos acontecimientos que él dice haber protagonizado de manera personal, como ser testigo de la plata que le habría dado el narcotráfico a las campañas de los expresidentes Alfonso López Michelsen y Belisario Betancur.
Esta no es la primera ocasión en la que tal posibilidad se menciona, los dos temas han sido objeto en el pasado de sendas publicaciones periodísticas de unidades investigativas. Lehder menciona exorbitantes cifras de dinero como 800,000 dólares de la época al Partido Liberal por parte de Pablo Escobar y un millón de dólares al Partido Conservador aportados por alias ‘El Mexicano’, que posaba de pertenecer o de militar en dicho partido.
Lo primero se habría cuadrado, como lo publicó en su momento el periódico El Tiempo en el Hotel Intercontinental de Medellín, a cambio de la garantía de que en Colombia no habría extradición. Con el tiempo esas cifras de dinero se decantaron, convirtiéndose en aportes de 24 millones de pesos al Partido Liberal y de unos 200 a 210 millones al Conservador.
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Al punto de que los acusados están todos muertos, como los expresidentes López y Betancur, que sobre el caso ya no pueden defenderse. Y sobre los vivos, Lehder con los vivos no se mete, y además tampoco pueden defenderse sus respectivos tesoreros, los hermanos Diego Londoño White y Santiago Londoño White, que también están fallecidos.
Lehder por lo demás era considerado en su época un loquito drogadicto, sí, que ayudó a fundar el Cartel de Medellín, pero en un momento dado se volvió peligroso por sus excentricidades como aviones que el mismo piloteaba y se dejaba fotografiar con su gorro de piloto y su isla en las Bahamas que quiso convertir en prácticamente un hangar del narcotráfico de la época.
Pablo Escobar temió que eso amenazara su propia seguridad y terminó entregándolo. Lehder fue pionero, pero en las jerarquías de los narcos era apenas considerado un narquito pintoresco, por lo tanto, el libro le queda cojo.
Pero no es de extrañar que ahora esté aspirando a que su vida en el narcotráfico termine formando parte de la colección de series narcas que ha graduado a Colombia ante el mundo como el país más untado del planeta.