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¿Qué opina María Isabel? Gobierno Petro: de la tecnocracia al activismo
Así está copando el presidente Petro las vacantes de los tecnócratas a los que despidió porque sabían decirle ‘no’. Es decir, cargos claves de este gobierno, y con popochas chequeras, no están quedando en manos de los que más saben, sino de los que mejor vociferan.
¿Qué estará opinando María Isabel hoy lunes 4 de marzo en SEMANA? Pues la opinión gira en torno al tema del fin de semana, recurrente entre opinadores y medios de comunicación, el viraje que le ha dado este gobierno al perfil de importantes funcionarios que pasaron de la cartera de tecnócratas a la de activistas.
La bobadita de la diferencia radica en que estamos saliendo de los que saben y contratando a los que mejor gritan sus simpatías por el gobierno y mejor le sirven políticamente a su perpetuación. ¿Explicación del presidente? Tecnocracia es supuestos técnicos en el poder, democracia es el pueblo en el poder. En la primera, el pueblo le sirve a los supuestos técnicos, en la segunda los técnicos le sirven al pueblo.
¿Y qué culpa tienen los tecnócratas? Que son capaces, con razones, de decirle ‘no’ al presidente de la República, que día tras día dan nuevas pruebas de no tener límites en sencillamente hacer lo que le venga en gana. ¿Qué depara la presencia del activismo petrista más fuerte en el Gobierno? Que su estructura se llenó de gente que no sabe, pero además de personas puestas en esos cargos para obedecer sin cuestionar, sin decir ni pío.
La pregunta más complicada es la de si entregarles a los activistas el manejo de entidades, no solo claves en el engranaje estatal, sino con amplísimas chequeras para repartir platica, muy seguramente guiados por simpatías políticas, es parte de la estrategia de la próxima campaña presidencial, a la que el propio Gustavo Petro resolvió anticipar dos años y medio.
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¿Qué está de por medio? Desde regalías, subsidios a la población, platica para proyectos de alcaldes y gobernadores hasta contratos adjudicados a dedo, según sean las instrucciones del presidente, que con frecuencia no son las que necesariamente le sirven al país, sino a sus caprichos, rabietas e impulsividades y, desde luego, a su ideología, por un lado, y en segundo lugar a sus anhelos de ser alguien en el quién es quién internacional como un líder ya no terrenal sino cósmico.