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¿Qué opina María Isabel? Un “complot” del que nunca se volvió a hablar
Hoy se posesiona la nueva fiscal, Luz Adriana Camargo. Pero sobre la versión del posible complot de que con la renuncia de una de las ternadas el Gobierno quiso desbaratar la terna, no se volvió a decir ni mu, tal vez porque apenas se quedó servido en la mesa.
¿Qué estará opinando María Isabel, hoy viernes 22 de marzo, en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a la nueva fiscal, que se posesionará hoy ante el presidente, Luz Adriana Camargo, mejor conocida cariñosamente como ‘Lusa’, entre su círculo de mejores amigos.
Hay mucha expectativa sobre la integración de su equipo, porque, de alguna manera, será la primera pista de hasta qué punto la nueva fiscal tiene la decisión de ejercer su cargo independizada del reputado como su tutor y quien pudo habérsela recomendado al presidente Petro para la terna, el ministro de defensa, Iván Velásquez.
Y muy atrás –ya inexplicablemente nadie habla de eso– quedó la denuncia de la revista Cambio de que en casa del ministro de Justicia hubo una misteriosa cumbre entre la hasta hoy fiscal encargada Martha Mancera, detestada por este gobierno, y la cabeza del mismo, Gustavo Petro Urrego. Una reunión semejante, normalmente, se debería haber realizado en el Palacio de Nariño o hasta en la sede de la Fiscalía General de la Nación, pero no en la casa particular del ministro de Justicia, lugar, repito, bastante inusual.
Además, contó con la presencia de una investigada por la fiscalía, la reencauchada jefe de gabinete Laura Sarabia. Como la insólita reunión se dio poquito antes de que la alternada candidata Amelia Pérez Parra, cuando se vio pérdida, renunciara, pues ella cometió el error de presentar su renuncia ante la propia corte, que no fue su nominadora, sino que fue el propio Petro y que no pudo entonces aceptarle su renuncia.
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Luego, la terna todavía estaba vigente cuando eligieron a la fiscal Luza, y como después de renunciarle a la corte, doña Amelia Pérez salió corriendo a reunirse con el presidente, no sabemos si es cierta la versión de que esta renuncia buscaba desbaratar la terna y reintegrarla con alguien lo suficientemente cercano a Petro, que le diera garantías a Laura Sarabia y a su hijo Nicolás.
Se mencionó mucho al exfiscal Perdomo. Si ese era el plan, pues se les quedó crudo, muy crudo. Y todavía resuenan en el ambiente las explicaciones bien distintas sobre cuánto tiempo duró la reunión privada entre Mancera y Petro, y con qué motivo fue.
Ella habla de cuarenta minutos; él, de veinte. Ella dice que el motivo fue discutir la paz total; él, que el motivo fueron las medidas de seguridad que ella esperaba recibir una vez dejara su cargo, ¿Quién dice la verdad? ¿Quién miente? Ante versiones tan distintas, las sospechas sobre una renuncia planeada para desbaratar y recomponer la terna quedó servida en la mesa.
¿Qué opina María Isabel? “No me lo maten”: la frase de Gustavo Petro
Como si se tratara de una pertenencia, el presidente les hizo esa petición a las fuerzas del orden sobre alias Iván Mordisco. Su respuesta dejó muy preocupado al mandatario.
Si a usted le hablan de Néstor Gregorio Vera, ¿por casualidad lo asociaría con alias Iván Mordisco? Pues nunca. Néstor Gregorio Vera, peor conocido como Iván Mordisco, milita desde los 14 años en las Farc, camino en el cual llegó a convertirse en la mano derecha del Mono Jojoy.
Cuando vino el proceso de paz de La Habana, Mordisco ni siquiera hizo el papelón de otros, como Iván Márquez, que estuvo muy formalito liderando el proceso, firmándolo y luego abandonándolo, traicionándolo a la primera oportunidad. En el caso de Mordisco, no sabemos a qué se debe ese curioso alias, pero sería interesante saber, por ejemplo, si viene de que les metía una mordida, o un mordisco, a las utilidades que recibían las Farc por sus actividades en el narcotráfico.
No se sabe, pero lo que es cierto es que la respuesta de Mordisco al presidente Petro, ante quien no mostró ni respeto ni miedo a los señalamientos de que es un traqueto disfrazado de narcotráfico, fue que cuando, en cambio, ellos (las disidencias) lo apoyaron como candidato, no lo consideraban un traqueto.
Esta respuesta revivió la pesadilla de las visitas a las cárceles del hermano del hoy primer mandatario, Juan Fernando Petro, y de su excomisionado de Paz Danilo Rueda, buscando apoyo financiero y electoral para que Petro fuera elegido presidente a cambio de un perdón social, como se llamaba entonces, que con el paso de los días se convirtió en la propuesta hasta hoy fallida de la paz total.
Ante semejante confesión de Mordisco —que por cierto, por menos terminaron en la cárcel varios políticos apoyados por paramilitares—, el teflón que aún le queda a Petro le permitió pedir ayer a su Ejército: “No me lo maten”. Como si Mordisco le perteneciera.
“Cójanlo vivo porque lo quiero ver en la cárcel contando la verdad”, dijo, luego de haber roto el cese bilateral del fuego con este grupo de disidentes de las Farc, autodenominado Estado Mayor Central, que venía haciendo de las suyas... cualquier delito que se les viniera a la mente, cualquiera, impunemente, claro.
Difícil para las fuerzas del orden perseguir a este grupo por tres departamentos, Cauca, Valle y Nariño, y cumplirle la voluntad al presidente de “no me lo maten”. Y vuelvo y pregunto: ¿por qué queda en el aire la pregunta de que Petro de alguna manera siente a Mordisco como una propiedad?