BOGOTÁ

El destino de la carrera Séptima

Desde 2006, los alcaldes de la capital del país le han dado vueltas a una solución para esta vía emblemática de la ciudad. Por qué es importante intervenirla de inmediato.

8 de septiembre de 2019
En la Séptima, el TRANCÓN es tan duro que en horas pico es más rápido caminar que ir en carro en algunos sectores (4 de septiembre, calle 102). | Foto: Guillermo Torres

La troncal de TransMilenio por la Séptima tiene una posibilidad casi nula de convertirse en realidad. Ya dos jueces habían decidido suspenderla, y hace unos días otro más confirmó que la licitación no podría seguir adelante. Quien ganara el contrato por 2,4 billones de pesos tendría que construir 20 kilómetros de troncal desde la calle 32 a la 200. La troncal contaría con 22 estaciones, 11 kilómetros de ciclorruta, 280.000 metros cuadrados de andenes y 83.000 de zonas verdes.

El Distrito prometía estaciones seguras, algunas con medidores de calidad del aire, de los niveles de ruido y de la calidad del agua, además de buses amigables con el ambiente. Y el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) aseguraba que el recorrido, que para muchos podía tomar 2 horas, se reduciría a 50 minutos, y que 2 millones de personas se verían beneficiadas.

Para la administración distrital, la nueva Séptima era la mejor solución, pero desde que planteó el proyecto muchos ciudadanos mostraron su inconformidad. En el imaginario de la gente no estaba la troncal que promete el alcalde. Muchos bogotanos se imaginaban la Séptima convertida en una segunda avenida Caracas, con buses que dejan bocanadas de humo negro, estaciones a reventar y un espacio público que hoy no se ve en el mejor estado. También tendrían que usar un servicio con el que no se sienten satisfechos. Según cifras de Bogotá Cómo Vamos, el 87 por ciento de los usuarios de TransMilenio viven inconformes con ese sistema de transporte.

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El ESPACIO PÚBLICO es tan reducido en algunos lugares de este corredor que apenas cabe una persona caminando en un solo sentido (3 de septiembre, calle 63). Foto: Diana Rey Melo/SEMANA.

El espacio público muestra deterioro, tiene bastantes zonas sin iluminación, edificios en ruinas, los mantenimientos que el IDU le hace apenas son pañitos de agua tibia, no tiene ciclorruta, de la 170 hacia el norte se vuelve un cuello de botella, y en algunos tramos, en hora pico, es más rápido caminar que andar en carro (ver fotos).

Los capitalinos, además, se preguntaban qué iba a pasar con lugares patrimonio de la ciudad como el parque Nacional o el parque y museo del Chicó; si la troncal cabía en un espacio como el de la calle 47; si los edificios se desvalorizarían por la obra; si habría más vendedores ambulantes y contaminación. La obra provocó tanto rechazo que surgió un movimiento ciudadano conocido como Defendamos la Séptima, y varios residentes colgaron en sus ventanas carteles contra el proyecto.

Curiosamente, las razones por las que suspendieron la Séptima no tienen mucho que ver con esas inquietudes. La Procuraduría y los Juzgados 49 y 23 Administrativos de Bogotá detuvieron la licitación por presuntos vicios de forma en la fase de planeación, que podrían frenarla en el futuro e implicar demandas millonarias contra el Estado.

Los argumentos de los demandantes aseguran que afecta al edificio Altos de la Cabrera, en la calle 85; que no armoniza (no tiene en cuenta) con el plan parcial de El Pedregal, ubicado en la calle 100; y desaprueban el recorte al andén del parque Nacional. Y detrás de estos alegatos técnicos se manifiesta la defensa de los derechos de los ciudadanos. Por ejemplo, el senador Rodrigo Lara dice en su demanda, la última, que el megaproyecto “vulnera los derechos colectivos al medioambiente sano, la moralidad administrativa y el patrimonio público causando un perjuicio irremediable para los bogotanos”.

En cuanto al edificio Altos de la Cabrera, que se vería afectado porque le quitarían parte de su espacio, Yaneth Mantilla, directora del IDU, aseguró que los representantes del inmueble argumentan sin sustento, pues el edificio ocupa una reserva vial del Distrito sobre el cual la Alcaldía puede disponer. En cuanto a la armonización de la calle 100, el IDU adelanta mesas de trabajo para subsanar los problemas. Pero al gobierno de Peñalosa le quedan apenas dos meses, un tiempo insuficiente para resolver estos líos judiciales.

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“Esta carrera tiene una velocidad promedio de 15 kilómetros por hora, lo que la hace una de las avenidas más congestionadas y lentas en Bogotá”, aseguró David Luna.

El futuro de la Séptima quedaría en manos del próximo alcalde. Claudia López, la candidata de la coalición de la Alianza Verde, el Polo y disidentes del Partido Liberal, ha dicho que no construiría esta obra. Ella tiene planeado usar esos 2,4 billones de pesos en extender el metro hasta Suba y Engativá. Asimismo, mejoraría el espacio público y dejaría el carril exclusivo para los buses. Carlos Fernando Galán y Miguel Uribe, en cambio, sí se la juegan por el proyecto del alcalde Peñalosa y tendrían que resolver los problemas jurídicos durante su gobierno. Mientras tanto, Hollman Morris promete un tranvía.

Más allá de la polémica, esta vía necesita una intervención desde hace años. El espacio público muestra deterioro, tiene bastantes zonas sin iluminación, edificios en ruinas, los mantenimientos que el IDU le hace apenas son pañitos de agua tibia, no tiene ciclorruta, de la 170 hacia el norte se vuelve un cuello de botella, y en algunos tramos, en hora pico, es más rápido caminar que andar en carro (ver fotos).

El centro de pensamiento Al Centro, liderado por David Luna, que defiende el proyecto de TransMilenio en la vía, emitió un comunicado para resaltar la urgencia de una intervención. “Esta carrera tiene una velocidad promedio de 15 kilómetros por hora, lo que la hace una de las avenidas más congestionadas y lentas en Bogotá”, aseguran. “Es la vía más contaminada del país, es fundamental intervenirla para reducir la contaminación del aire. Por eso, se exige que los buses eléctricos formen parte fundamental”, agregan. Por otro lado, expresan que el proyecto de Peñalosa ya ha significado una inversión enorme en estudios y en la compra de predios por más de 285.000 millones de pesos, que quedarían en el limbo.

Varios estudios han mostrado que en esta vía la CALIDAD DEL AIRE es peor que en la avenida Caracas (4 de septiembre, calle 132). Foto: Guillermo Torres/SEMANA.

El mantenimiento a la MALLA VIAL que hace el IDU no es suficiente para la cantidad de huecos y desniveles existentes en este corredor (4 de septiembre, calle 162). Foto: Guillermo Torres/SEMANA.

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La obra del TransMilenio por la Séptima se ha convertido en una bandera política de la oposición a Peñalosa. Pero también es cierto que al alcalde le ha faltado más diálogo y conexión con la ciudadanía. Por eso, en parte, ha recibido tantas denuncias y la obra está en veremos. Para Fernando Rojas, experto en movilidad, el mayor problema de la Séptima es que hoy no hay certeza de lo que más le conviene. Por lo tanto considera necesario efectuar análisis que tengan en cuenta varias alternativas de movilidad como el tranvía, el tren ligero o incluso el TransMilenio, “porque hasta ahora solo han contratado estudios según los deseos de los alcaldes”. De esta forma, los ciudadanos quedarían tranquilos.

Rojas agrega que, efectivamente, hay que intervenir la Séptima no solo para conectar de forma segura y eficiente a la gente que vive más al norte con el centro de la ciudad, sino para redinamizar el corredor. Eso sí, garantizando el estatus simbólico que tiene esta vía, que recoge el paso del tiempo en la capital, por donde transitan las principales marchas del país y en la que han tenido lugar hechos históricos como la revuelta en la Casa del Florero que acabó en el grito de independencia, el disparo a Jorge Eliécer Gaitán, la toma del Palacio de Justicia o el atentado al Club El Nogal.

La falta de ILUMINACIÓN ha hecho que sea una de las más inseguras (3 de septiembre, 7:30 p. m., calle 94). Foto: Diana Rey Melo/SEMANA.

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El tema de intervenir la Séptima no surgió ahora. Desde 2006 en el gobierno de Lucho Garzón quedó diseñada la troncal de TransMilenio. Pero nunca comenzó porque Samuel Moreno, su sucesor, proponía un ‘TransMilenio ligero’. Después llegó Clara López, quien pensó en convertirla en un “corredor verde” con vehículos eléctricos, árboles y bicicletas. Y Gustavo Petro quiso hacer un tranvía, pero en 2014 tampoco pasó nada. Hoy, qué hacer con la Séptima sigue siendo un tema de debate, y en medio de la campaña política aún no hay certeza sobre su futuro.