ANÁLISIS
¿Qué viene ahora para Óscar Iván Zuluaga en la carrera por la Presidencia?
Zuluaga es el más conciliador de los uribistas. Su reto será ser recibido en la Coalición de la Experiencia.
El candidato oficial del uribismo a la Presidencia tiene un amplio recorrido en la política. Comenzó desde abajo, siendo concejal y alcalde de su municipio, Pensilvania (Caldas).
Luego fue senador de la República y exitoso ministro de Hacienda en el gobierno de Álvaro Uribe.
Estuvo cerca de ser presidente en 2014, cuando le ganó la primera vuelta al entonces presidente Juan Manuel Santos. En la segunda vuelta fue derrotado por Santos.
Zuluaga ha dicho de manera reiterada que Santos le robó la Presidencia en 2014. En 2018 pudo haber sido candidato presidencial, pero estar respondiéndole a la justicia no le permitió participar en la contienda. Al final la justicia despejó todas las dudas sobre las acusaciones y le dejó el camino abierto.
En el sector privado también ha cosechado éxitos. Zuluaga ha pasado años liderando un proceso empresarial familiar que lo muestra como un hombre con mucha experiencia en la toma de decisiones.
Aunque es un fiel seguidor de la línea uribista, no se le interpreta como radical o sectario. Por el contrario, es visto como hombre moderado.
Su discurso y su argumentación política están siempre más inclinados a hablar de temas económicos. Y claro que se mete en la mecánica política, pero moderado.
De hecho, el pulso que acaba de ganar dentro de su partido por la nominación presidencial tiene mucho que ver con ese carácter, pues su más inmediata rival era vista como más conservadora, más radical.
El uribismo espera, además, que esa fortaleza conciliadora le sirva para buscar los aliados que necesita para avanzar con alguna opción de poder real en las elecciones presidenciales del próximo año.
Zuluaga tiene muchos retos en su carrera hacia la Presidencia. El inmediato es encontrar aliados para meterse en una consulta interpartidista, en marzo próximo, que le permita ganar más espacio político.
La campaña presidencial de Zuluaga tiene que luchar contra la corriente. Hoy el viento no está enteramente a su favor, como sí lo estuvo para el uribismo durante casi dos décadas.
Tendrá que caminar como ‘un gato sobre porcelanas’ para no apostatar de un gobierno de su partido que tiene los más bajos índices de aprobación, pero del cual no podrá tomar tampoco toda la distancia que quisiera, porque entre otras cosas no es su talante.
Es la primera vez que el uribismo, desde que existe como partido, no tiene el papel de líder en una coalición. Y es la primera vez que su mentor, el expresidente Álvaro Uribe, no está de lleno en la campaña, como lo estuvo siempre.
Por el contrario, el uribismo, más que Zuluaga, se enfrenta a resistencias grandes en la coalición mayoritaria de centroderecha, y la cual puede convertirse en la punta de lanza del debate electoral.
La coalición llamada Equipo por Colombia, integrada por varios partidos con estructura y aparato político como el liberalismo, el conservatismo y La U, además de los exalcaldes de Bogotá, Enrique Peñalosa; de Medellín, Federico Gutiérrez, y de Barranquilla, Alejandro Char, ya envió el mensaje de que no hay espacio para el uribismo en ese bloque.
Zuluaga sabe que su candidatura presidencial solo podrá florecer como parte de una alianza multipartidista. “Tenemos que unirnos todos los que defendemos la democracia, las libertades, la economía de mercado”, le dijo Zuluaga a SEMANA.
Pero ya la coalición que podría ser la de mayor votación en las urnas y la que le quedaría bien al uribismo, ha dejado saber que el uribismo no está entre su proyecto, por lo menos para la consulta interpartidista ni para la primera vuelta presidencial.
Es posible que para la segunda vuelta el uribismo pueda sumarse, pero sin muchas exigencias.
El exalcalde Enrique Peñalosa le dijo a SEMANA que Equipo por Colombia teme que si le abre las puertas al uribismo, “las pasiones que el expresidente Uribe genera desplaza el debate sobre las propuesta de la coalición a un tercer plano”.
Esa es la razón fundamental. Y en ello están de acuerdo la mayoría de los integrantes de esa corriente de centroderecha.
No deja de ser por lo menos curioso que se dé esta exclusión del uribismo en esta coalición, porque muchos de sus integrantes fueron aliados de Uribe en el pasado reciente. O participaron en sus gobiernos o se beneficiaron de su poder.
¿Qué camino le queda a Zuluaga en estas circunstancias para que el uribismo no desfallezca?
Ningún camino está definido todavía, pero lo que sí está claro es que aunque sea desde la sombra, tiene de su lado a uno de los estrategas más grandes, al mayor elector de todos los tiempos y a un hombre infatigable: el expresidente Álvaro Uribe.
Zuluaga también tendrá de su lado a María Fernanda Cabal, como cabeza de lista al Senado.
La exprecandidata, que estuvo en el segundo lugar después de Zuluaga, será una aliada fuerte para fortalecerse.
En entrevista con la directora de SEMANA, Vicky Dávila, María Fernanda Cabal expresó toda su solidaridad y apoyo a Zuluaga.
Pero también tendrá un partido sólido. Lo que queda, pero sólido. Unido.
Nadie puede pensar que porque le cierren la puerta en una alianza o porque el camino sea cuesta arriba, el uribismo se va a arredrar.
Un camino probable es que invite a sectores sociales y a vertientes partidistas que han sido incondicionales a que lo acompañen en una consulta propia en marzo, donde pueda ser el líder.
Uribe, el inspirador y jefe supremo de esta organización política que lleva más de 20 años liderando la política en el país, sabrá reinventarse como lo ha hecho tantas veces.
En cualquier caso, el uribismo encontrará un camino.