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¿Quién era el Zorro, el hombre cuya muerte fue informada por el presidente en Twitter?

John Freddy Rivera Rivera era un hombre que durante años atemorizó a Tumaco y usaba niños como escudos humanos en su guardia personal.

3 de mayo de 2017
| Foto: Policía Nacional

“Ese man, era el que traía Tumaco hecho un desorden, el que traía a fuego y a sangre la región”, explica un capitán del Gaula cuando se le pregunta por alias el zorro, el hombre que fue abatido el 28 de abril por la Policía.

Durante algunos días subsistió la duda de quién era ese hombre tan importante para que su eliminación sea celebrada por el presidente en persona en su cuenta de Twitter, pero ahora se sabe que se trataba de John Freddy Rivera Rivera, un cabecilla del Clan del Golfo en la región y el capo que usó menores de edad como escudos humanos en sus anillos de seguridad.

Entre otras cosas, Freddy Rivera era acusado de ser el responsable de 15 secuestros y más de un centenar de homicidios, además de manejar las rutas de narcotráfico que le permitieron entrar en contacto con carteles mexicanos, europeos y estadounidenses y de ser el responsable de extorsiones en la zona de Barbacoas, Nariño.

De acuerdo con uno de los investigadores de la dirección antisecuestro, antiextorsión, de la Policía Nacional que lideró la investigación en su contra, el Zorro llegó a Tumaco a los 12 años e inició su vida delictiva como ‘raspachín’ de coca, antes de entrar a formar parte de la banda criminal los Rastrojos a los 14 y terminar siendo cabecilla del Clan del Golfo en la región.

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Si Rivera era tan buscado, además de su importancia dentro de la organización, es porque empleó estrategias que se creían desaparecidas dentro del actuar más reciente de los narcotraficantes. Luego de hacer estallar un explosivo contra una patrulla estacionada frente a la Fiscalía de Tumaco, el Zorro comenzó a emplear niños dentro de sus operaciones delictivas.

A algunos los utilizó para cobrar el producto de las extorsiones, con la idea de que la Policía no pudiera judicializarlos si los capturaba ni utilizarlos para llegar hasta él. Mientras que a otros, los equipó incluso con armas largas y uniformes camuflados para que formaran parte de su anillo de seguridad. También empleó a varios como vigilantes de los movimientos que realizara la Policía en su contra. “Eran como tubérculos en el operar criminal de la organización” detalla el investigador.

Cuando llegaron por él los hombres del Grupo de Operaciones Especiales, Rivera ya se encontraba fuertemente debilitado. Aunque logró controlar el paso de cerca de 20 toneladas de cocaína en su zona, recientemente habían caído su segundo al mando, Alias Pueblo y 40 de sus hombres en otros operativos; en tanto que la lucha encarnizada por el dominio de la zona con grupos disidentes de las Farc redujo su anillo de seguridad a siete personas.

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La agresividad con la que se empecinó contra los campesinos e indígenas de la zona, de quienes robaba los hijos, asesinaba, extorsionaba y a quienes prohibió salir de sus casas después de las seis de la tarde, acabó tornándose en su contra, cuando con base en denuncias y trabajos de interceptaciones de conversaciones telefónicas, lo localizó el Gaula, en el marco del operativo Agamenón, destinado a capturar el jefe del Clan del Golfo, Otoniel.

En plena noche, los agentes armados entraron a su finca ubicada en una zona rural de la vereda Quendan, jurisdicción del municipio de Barbacoas, y lo abatieron durante la refriega que siguió. Sobre el hombre pesaban una orden de captura emitida por la Fiscalía 10 Especializada de Tumaco por los cargos de extorsión, secuestro extorsivo, desplazamiento forzado y concierto para delinquir agravado; además de una circular azul de Interpol.

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Con la neutralización del “principal objetivo de la intervención policial que se adelanta en Tumaco”, como lo calificó el general Jorge Hernando Nieto Rojas, director general de la Policía Nacional, se espera poder reducir el índice delictivo que se ha disparado en Tumaco en los últimos años, con un repunte de 72,07 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2016, que ubicó al municipio prácticamente al nivel de ciudades como San Salvador, en el Salvador o Valencia en Venezuela en términos de violencia.

Aunque para conocer el desenlace de esta historia, habrá que esperar para ver a quien posiciona en su lugar la estructura criminal del Clan del Golfo y que tan pronto lograrán recuperar los territorios que pronto disputarán sus rivales, mientras las autoridades hacen presencia en la zona y ocupan los espacios que quedaron libres con las desmovilizaciones de guerrilleros de las Farc.