LUTO

La promesa del BMX al que le quitaron la vida por robarle su bicicleta

José Antonio Silva fue asesinado este martes por personas que habrían intentado hurtarle su vehículo predilecto con el que ganó varias competencias locales en la categoría FreeStyle. Cumpliría 24 años en un mes y era todo un ejemplo de superación. Crónica de una tragedia anónima.

13 de marzo de 2019
Su siguiente sueño era estudiar diseño de modas. | Foto: Fotomontaje Semana

Tres manchas de sangre están estampadas sobre el asfalto. Por los lugares en los que se encuentran podría pensarse que el dueño de ese vital líquido luchó con todas sus fuerzas para acercarse a la baranda, apoyarse y ponerse en pie. Pero esa voluntad de hierro no fue suficiente para salvar su vida.

Fue cerca de la estación de Transmilenio de 21 Ángeles, donde la vida de José Antonio Silva -de tan solo 21 años-se apagó a la 1:30 de la tarde de este martes, a unos cuantos pasos de distancia del puente vehicular de Suba, aquel que es conocido por tener como cimientos una columna con forma de barco y otra que representa la torre de un castillo.

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Toño (como le decían sus amigos) se dirigía para su trabajo en su bici; su horario laboral era de 2:00 de la tarde a 10 de la noche en el norte de Bogotá. Desde hace un tiempo se había vinculado a la empresa Grin, que renta patinetas de color verde para movilizarse en algunos puntos de la ciudad. Su labor era estar pendiente y recoger los patines. Pero el martes no logró llegar a su destino.

En este lugar falleció Toño. Foto: Guillermo Torres/SEMANA

A plena luz del día

Según algunas versiones, a Toño lo habrían interceptado dos o tres personas con un objetivo: robarle su preciada bicicleta. Pero él se opuso, no les permitiría cometer el delito, y eso le costó la vida. Más de una puñalada habría recibido y, a plena luz del día junto a una concurrida avenida, Toño dejó su último aliento.

Casi 12 horas después del terrible suceso, Ángela Ruiz se encuentra en el lugar de los hechos. Está acompañada por su perro Thor. Vestida con una camisa blanca, sostiene en sus manos un cartucho y, además, lleva consigo dos blanquecinas bombas de helio.

Ángela Ruiz junto a su perro Thor. Foto: Guillermo Torres/SEMANA

“Venía ayer cuando lo vi”, afirma Ruiz. Esta vecina del sector caminaba por esta vía principal de Suba cuando se topó con la triste escena que protagonizaba el cuerpo sin vida de Toño. “¡Eran las 2:00 pm! ¡Me impactó la imagen del joven!”, narra añadiendo que para ese momento ya las autoridades estaban en el sector y un grupo de, quienes serían compañeros de Toño de bicicleta, lo rodeaban.

Haber presenciado eso la motivó a asistir al plantón que convocó la familia de Toño. “Vine aquí porque quiero manifestar mi disgusto. ¿Cómo es posible que Bogotá sea llamada la capital mundial de la bicicleta y mueran los jóvenes por una bicicleta? ¡Por eso hoy nos manifestamos!”, afirma Ruiz con una voz fuerte, indignada pero que a la vez se quiebra por el dolor. “Hay que ser solidarios por aquellos que caen por causas injustas. La muerte de José Antonio es una pérdida de todos”, señala.

Junto a Ruiz hay un grupo de seis policías que hacen una especie de retén dirigido de forma exclusiva a los ciclistas. Detienen a todos los que se movilizan sobre dos ruedas por este andén, para pedirles sus documentos y hacerles una requisa; mientra tanto, en el piso aún quedan rastros de las velas derretidas que se encendieron anoche en el primer plantón por la vida de Toño. A algunos de los presentes les indigna su labor, "ya para qué; se lamentan".

Dolorosa llamada

Los tíos de Toño también están en el andén que desde las 5:30 de la mañana es camino de cientos de ciclistas durante todo el día. Uno de ellos es Pedro Manuel Santiesteban. Pedro es profesor, lleva puesta camisa morada y carga una maleta a la espalda. En su rostro lleva unas gafas oscuras que brindan resguardo a unos ojos que todavía están en proceso de asimilar el dolor, a unas lágrimas que no se permiten salir pero que suplican en silencio que se haga justicia.

Es la tercera vez que tiene que afrontar la muerte violenta de un familiar. Hace 16 años, a su madre la asesinó la guerrilla en la finca donde vivía. Hace año y medio una puñalada dentro de un evento cultural se llevó la vida de otro de sus sobrinos. Y en ambos casos reinó la impunidad. “Tengo miedo y rabia de que pueda pasar lo mismo con Toño, y eso no sería justo”, expresa de forma determinante.

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La forma en que los Santiesteban se enteraron del homicidio de su amado Toño fue terrible. Los primeros en saber fueron los dos hermanos menores de Toño, Sofía de 11 año y Juan Esteban, de 13. Una representante de Grin, la empresa para la que el ciclista trabajaba, llamó a la residencia y los menores -que se encontraban bajo el cuidado de su abuelo- contestaron. Sin tacto, de forma brusca, como relata Pedro, les dijo que a su hermano lo habían matado. “Ellos están en shock desde ahí”, indica.

Pedro Manuel Santiesteban, el tío de Toño. Foto: Guillermo Torres/SEMANA

Los pequeños contaron a su abuelo la fatídica noticia, y él llamó a Pedro. “Desafortunadamente uno se entera cuando no puede hacer mayor cosa. Yo me encontraba cerca a mi sitio de trabajo, hacia las 4:00 pm cuando mi papá me llamó, y tuvimos una conversación un tanto confusa”, relata Pedro. Su padre intentaba decirle que a Toño lo habían matado, pero Pedro no entendía.

“Las redes sociales actuaron primero. Me llegaron unas fotos de lo que había pasado, yo no podía creer que fuera Toño el que estuviera ahí”, explica. Por ello llamó a su hermana, Aurora, la mamá de Toño, para comprender un poco qué sucedía. Tiempo después les confirmaron por un carnet que, en efecto, el cuerpo correspondía a su adorado familiar, de quien Pedro solo tiene hermosas memorias.

Respetuoso, trabajador y creativo

Cuando Pedro piensa en Toño sonríe de manera innata. A pesar de estar pasando por un momento tan duro, este profesor irradia felicidad al recordar a su querido sobrino que el 26 de abril cumpliría 24 años.

Toño en una de sus prácticas. Foto tomada de Facebook.

Como cuenta Pedro, en su niñez Toño era muy inquieto y hablador. A medida que fue creciendo se volvió noble y un poco más calmado. Cuando cumplió 11 llegó a su vida Juan Esteban, el primero de sus hermanos menores. Dos años después, arribó Sofía. El desconsuelo en los rostros de estos dos pequeños en el lugar donde a su Toño le arrebataron la vida muestra cuán cercanos eran los vínculos que compartían.

Su mamá, Aurora, los sacó adelante vendiendo bolsas a distintos locales. Trabajadora de sol a sol se ha hecho cargo de que nunca les falte nada a sus retoños. Su abuelo materno, desplazado por la violencia, se comprometió con la crianza de sus nietos. “A Toño le gustaba mucho hablar con el abuelo”, cuenta Pedro. “Siempre inventaba cosas. Era muy soñador, demasiado soñador para mi gusto (afirma mientras ríe). Probaba cosas nuevas todo el tiempo”, agrega.

Toño estudió hasta noveno grado en el Centro Educativo de Los Andes. Por sus propios medios, se pagó décimo y once en otra institución.

Los tres tíos de Toño. Foto: Guillermo Torres/SEMANA

“Toño trabajó mucho: descargando carros, arreglando techos, distribuyendo mercancías, como sabía manejar hizo domicilios…”, narra Pedro. Era un joven al que la responsabilidad lo caracterizaba en distintos aspectos de su vida. “Nunca se le conoció un vicio, nunca lo vi borracho, tampoco le escuché una grosería. El año pasado cuando se graduó de secundaria pidió permiso para tomarse unos tragos, ¡un muchacho de 20 años!”, comenta el tío, que afirma orgulloso cuán respetuoso era Toño con sus mayores.

Pedro cuenta que a su sobrino le gustaba todo tipo de música, aunque el rap era de sus favoritos. Y jugar Xbox también era de sus hobbies. Pero el lugar predilecto lo tenía su bicicleta.

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Su gran pasión

Hace 10 años Toño encontró el BMX y se volvió su pasión. Practicaba todos los días y alcanzó tal nivel que era considerado como una promesa de este deporte. “Él era muy bueno, buscaba superarse, iba a concursos. Su idea era encontrar patrocinio, pero eso aquí en Colombia es muy difícil”, expresa Pedro.

Su unión a la bici era única. Hace un año se había lesionado el tobillo pero eso no lo separó de su vehículo: montaba con sus muletas.

Toño se encargaba de conseguir recursos para poder asistir a competencias en lugares como Sogamoso, Duitama, Paipa. Algunas veces llegaba a estos sitios manejando sus dos ruedas, y a la vuelta pagaba un tiquete en bus para el regreso. En varias ocasiones ocupó los primeros lugares. En el Parque Fontanar, donde a diario ponía a prueba sus habilidades, era muy conocido.

El sueño de Toño, además de llegar a competencias como los X Games, era estudiar Diseño de Modas en el Sena para crear su propia marca de ropa dirigida a deportistas de su disciplina favorita.

El mensaje familiar

Que pase esto, raya en lo absurdo. No habría explicación lógica. Era un joven. Intuyo que los que hicieron esto son jóvenes. Mi sobrino busca el sendero y distintas cosas lo trancan. Que esto no se convierta en una estadística más, pues en 15 y 20 días deja de ser noticia.

Queda el dolor. La Alcaldía se jacta de que los ciclistas son muy importantes para la ciudad, pero si las autoridades no hacen lo posible por establecer lo que pasó, no habría coherencia.

Pedro Manuel Santiesteban, tío de José Antonio Silva Santiesteban