Opinion
¿Quién es Salud Hernández?
Después de la polémica de las prostitutas de Pereira, muchos se preguntan por qué odia tanto y a tanta gente esta periodista española.
Hasta hace pocos dias Salud Hernández no era más que una columnista de El Tiempo con un nombre raro. Sus columnas eran muy controvertidas pero no la habían convertido en personaje nacional hasta la semana pasada. Con sus dos artículos sobre Pereira como cuna de las prostitutas, uno publicado en Colombia en El Tiempo y otro en El Mundo de España, le cayeron rayos y centellas. Se volvió el centro de una polémica nacional y en la mujer más odiada en Risaralda.
¿Quién es esta periodista que está dando tanto de qué hablar? Se trata de una española que llegó hace cinco años al país como gerente de la compañía de asesoría de imagen y comunicaciones Burston Marsteller. Antes había sido periodista en Madrid, donde entabló amistad con varios colegas colombianos, el más conocido de ellos, Pacho Santos. Cuando Pacho y su familia se exiliaron en España, por seguridad, fueron acogidos como hijos adoptivos por la familia de Salud Hernández. Por cuenta de esta amistad Pacho le ofreció columna en El Tiempo. Ella aceptó y decidió quedarse en el país. Hoy, además de escribir en El Tiempo, es corresponsal de El Mundo, un importante diario español.
Lo primero que hay que decir del trabajo de Salud Hernández es que de todos los artículos que ha escrito desde que vive en Colombia, el de las prostitutas de Pereira es tal vez el más moderado. A pesar de la indignación que causó, se trataba de una investigación seria, estaba documentada y, si bien tenía exageraciones, se basaba en una realidad. La mayoría de sus otros artículos contienen menos investigación y más apasionamiento. Salud ama y odia con tal intensidad que sus artículos se han convertido en lectura obligada.
Su radicalismo y violencia verbal superan al de la mayoría de los columnistas contestatarios colombianos, como Felipe Zuleta, Fernando Garavito y Antonio Caballero. No deja títere con cabeza. Al Partido Liberal, por ejemplo, lo describe en una columna como "un nido de ladrones". Cataloga a los ex presidentes del país como "una tribu de ineptos, frívolos y corruptos" y a los militares los presenta como unos mentirosos que engañan a la opinión pública.
Algunas de sus animadversiones individuales son curiosas. Para ella toda la obra de gobierno de César Gaviria queda resumida en "ese Presidente que alquiló un avión para traer un conjunto vallenato a animar su cumpleaños mientras el 40 por ciento de sus compatriotas no sabía si iba a cenar esa noche". A Carlos Lemos, quien no tiene muchos enemigos ni fama de rico, lo tilda de ser un aprovechador que le roba al país al recibir su pensión de ex presidente.
Su blanco no es solamente la clase política tradicional. Asegura que no será posible creer en la pureza de este gobierno hasta que el ministro Fernando Londoño, símbolo del antipolítico contemporáneo, "no devuelva la plata y responda por su sucia maniobra".
Su columna es un botafuego tal que aun en un caso en el que parecería imposible exagerar, como es el del daño que le ha causado Gilberto Rodríguez al país, logra hacerlo, al asociarlo con actos terroristas como la bomba del Centro 93, la voladura del avión de Avianca y la bomba del DAS, que fueron obra de Pablo Escobar y no de los Rodríguez.
Tal vez lo más sorprendente de todas sus columnas es la obsesión que tiene con la política caldense. Del senador conservador Omar Yepes afirma: "Que es un corrupto, no lo duda nadie en Caldas?. no creeré en una verdadera lucha contra la corrupción hasta que vea a los Yepes de turno tras las rejas". En una entrevista agregó: "Le tengo más miedo a Yepes que a las Farc". Yepes no es monedita de oro pero ni sus acérrimos enemigos se habían referido a él en esos términos. A Luis Guillermo Giraldo, ex senador liberal y embajador designado ante Naciones Unidas, no sólo lo señala como el "cómplice del saqueo de Caldas", sino que, haciendo referencia al libro que éste publicó después de haber sido negociador del proceso de paz, dice que le recuerda "a un torero español que se acostó con Ava Gardner... y a quien al despertar la actriz lo vio salir corriendo de la habitación. ¿A dónde vas?, preguntó. A contarlo. Si no para qué".
Todo ese odio por los políticos caldenses lo fundamenta Salud en el caso de "el robo a Caldas", un escándalo que tuvo lugar hace más de 20 años. Llama la atención que una ciudadana española que llego al país 15 años después de los hechos se especialice en un tema tan local y tan desactualizado.
Salud Hernández detesta todo lo que huela a Establecimiento político. El único representante de este grupo social que se ha salvado de su pluma es su vecino de barrio en Madrid, Pacho Santos. Salud reconoce su cariño personal por él y ha escrito: "Pacho, si la oligarquía fuera como tú, hace tiempo que ese término estaría desterrado". A otro que no le ha ido nada mal es a Poncho Rentería, quien también corrió con la suerte de ser vecino de Salud. Cuando estaba de candidato a la Cámara de Representantes en las últimas elecciones la periodista lo recomendó así: "Detrás de su imagen frívola hay un hombre honrado con sensibilidad social y sentido común dispuesto a denunciar toda jugarreta sucia que pille". Poncho le ha correspondido saliendo vehementemente en su defensa ante el despliegue de artillería del establecimiento pereirano.
Toda esta agresividad verbal le ha granjeado un nombre y un nicho de admiradores. En materia de columnas, la ponderación es menos rentable que la exageración y la irreverencia. A eso se suma que buena parte de las cosas que dice son ciertas. Pero como reza el dicho, la ropa sucia se lava en casa. Salud reconoce las reservas que despierta su condición de extranjera pero se defiende. "Me parece un argumento muy pobre descalificar ideas por esa mera condición, además, como española, no me siento de afuera así más de uno se empeñe en recordármelo a cada instante".
Uno que de los que se lo recordó fue el ex ministro Abdón Espinosa Valderrama, cuya indignación por el lenguaje desmedido de Hernández lo llevó a perder su tradicional mesura. La describió en su columna como una persona que "con carita de ángel y nombre engañoso que se lanza escoba en ristre cual las brujas. Sin respeto ni miramiento, esta pretendida y pretenciosa exponente de la inquisición moderna como buitre ansioso se sueña solazándose en sus supuestas entrañas pestilentes. Vade retro Satanás".
Menos emotivo, el ex presidente Lemos anotó: "En una sociedad, de por sí polarizada, lo único que no se necesita es que una extranjera responda a la hospitalidad con que se le recibió atizando la hoguera de los odios locales".
El debate sobre la intromisión extranjera puede tener argumentos en pro y en contra, pero lo que sí está claro es que en la práctica, España no ha sido ejemplo de reciprocidad. El mayor exponente en Colombia de la escuela 'botafuego' a la que pertenece Salud, es Antonio Caballero, quién fue contratado como columnista por el prestigioso diario español El País. Tan pronto arremetió contra Aznar con su consabido estilo, los editores le colgaron su columna, lo cual desembocó en su salida inmediata del periódico.